viernes, 1 de febrero de 2019

Argentina tiene consumos de herbicidas que están por encima de cualquier país agrícola

Patricio Eleisegui es periodista. Hace unos años comenzó a investigar las denuncias que aparecían sobre fumigaciones con agroquímicos, Así recorrió pueblos y dialogó con personas afectadas. En 2013 publicó el libro Envenenados. Una bomba química nos extermina en silencio?, y que recientemente actualizó y reeditó Gárgola Ediciones. Ahora llega: Agro Tóxico (Argentina como laboratorio a cielo abierto para el control de la alimentación mundial)
“Todo lo que ocurre acá es que alguien tomó una decisión. No es una catástrofe, un accidente circunstancial, sino que es una decisión política. La decisión política es haber adoptado un modelo productivo que deviene, en todo caso, de una forma de explotar los recursos naturales.”
Andrés Carrasco, científico argentino.
En la Argentina de estos tiempos no existe un solo producto surgido de la tierra de forma intensiva que se elabore sin la utilización de plaguicidas. Y los cultivos más expandidos en el país son hijos directos del laboratorio y la manipulación genética.

Este trabajo devela desde el rol del Estado en el desarrollo de biotecnología aplicada al agro hasta el direccionamiento de la investigación de entidades públicas, como las universidades nacionales, hacia la demanda de los privados, sin perder detalle del vínculo directo entre funcionarios y multinacionales que reciben recursos y conocimientos locales para asegurarse ganancias millonarias ya fuera de nuestras fronteras.

¿Cuál es la apuesta de Bayer-Monsanto en la Argentina? ¿Qué opina el segmento gubernamental de la catástrofe ambiental derivada del uso de pesticidas que tiene lugar en las principales provincias agrícolas? ¿Qué pasa por la cabeza del empresariado que se enriqueció por efecto del negocio sojero? ¿Cuáles son los intereses en juego detrás de los últimos transgénicos aprobados o en vías de recibir el permiso oficial para ser comercializados? ¿Dónde está puesta la mira de los socios comerciales internacionales como China y el resto de los países asiáticos?

Este trabajo pone el foco, además, en otro aspecto de consecuencias negativas incalculables de cara a las próximas décadas: la explosión de las malezas resistentes derivadas del mismo uso de herbicidas, en lo que representa una variable que ampliará la utilización de químicos cada vez más peligrosos para las personas y dejará fuera de uso agrícola a enormes extensiones de tierra.

Los indicadores de cáncer en los pueblos del interior se disparan, nuevos monitoreos retratan el incremento en las malformaciones, los abortos espontáneos, las enfermedades desconocidas en distritos como Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Chaco, Misiones.

Las víctimas protagonizan. Las voces de los afectados develan.

Investigaciones revelan que, incluso, los plaguicidas llueven sobre nuestras ciudades, abarrotan las alacenas de cada casa, multiplican la aparición de escuelas especiales, o se concentran en impensados productos de uso diario.

Lo que aquí se inicia confirma a la Argentina como un territorio que, al tiempo que opera como laboratorio de prácticas erradicadas en buena parte del mundo por su comprobada nocividad, juega todas sus cartas a una noción de progreso que bordea el suicidio.

A costa de la misma supervivencia de sus propios habitantes.
En Señales charlamos con Eleisegui sobre este trabajo:

Venís investigando este tema está hace más de una década, viajar a los lugares, hablar con los protagonistas, no habrá sido fácil y sumaría muy duro
Es que prácticamente una década de trabajo, cómo vos contás, surge de la curiosidad periodística misma sobre este tema. Creo que en principio surge la necesidad que tiene uno en entender de qué hablamos, cuando hablamos de la soja, de los transgénicos, y eso mismo me llevó a profundizar la problemática de las fumigaciones que ya está atada de forma total al modelo y fue indagar en la economía, pasando luego con la cuestión científica y visitar los pueblos fumigados, que es la parte más dura con los testimonios que dan cuenta como el modelo afecta la salud de las personas con consecuencias muy dramáticas y trágicas en algunos lugares.

Cómo surgió la idea escribir Agro Tóxico, este laboratorio a cielo abierto que tiene Argentina para el control de la alimentación mundial.
Partamos del título que en su momento terminó en medio de una polémica por la palabra que al INTA no le gusta usar cuando se habla de plaguicidas, recordemos aquella circular de hace más de un año del INTA a sus técnicos exigiéndoles que no utilicen la palabra agrotóxico para definir este tipo de productos, la industria los llama fitosanitarios, como un modo de quitarle componentes agresivos y venenosos, justamente a estos compuestos.

El trabajo en torno a este libro surgió a muy poco tiempo de presentado Envenenados que es el primer libro sobre estas cuestiones que pude hacer. Y la realidad es que cuando terminé Envenenados y salió el libro y estábamos todos en las presentaciones y demás cayó la idea de que de repente el libro lo que hacía era una foto desde el inicio del modelo hasta este presente. Pero que no tenía demasiada idea realmente de cómo iban a seguir las cosas y que por supuesto podía suponer que todo se encaminaba hacia la profundización del modelo. Así que automáticamente empecé a pensar, cuáles serían las fuentes, por donde ir para tratar de indagar en qué están pensando los que definen estas cuestiones de acá los próximos veinte años.

Un poco Agro Tóxico va por ese camino, además de recuperar las pruebas científicas de los últimos años, la ciencia que se ha hecho en el país, la ciencia digna como se le dice, independiente, probando los niveles de contaminación, la incidencia en la salud, los casos dramáticos de los pueblos, como San Salvador, Monte Maíz, muchísimos donde se han hecho campamentos sanitarios.

Fui y entrevisté a quienes conducen este modelo, hablar con la cámara de quienes fabrican los pesticidas y tratar de entender por dónde están yendo, qué moléculas están trayendo al país, como ellos piensan que justamente lo que hay que hacer es tirar mucho más veneno en los próximos años, hay tres entrevistas con ejecutivos de Monsanto, tratando de poner en claro en qué están trabajando. Ahí me entero de que toda la tecnología que Monsanto tiene en el mundo la prueba primero en Argentina. Lo hacen en cercanía de Pergamino, en la provincia Buenos Aires. Ahí ellos siembran todas semillas transgénicas, todas las manipulaciones las están haciendo en la provincia Buenos Aires y eso después llega a Estados Unidos y a todos los mercados.

Y por supuesto también la cabeza del empresariado. Hay entrevistas con Gustavo Grobocopatel para para entender justamente como ellos visualizan que la soja es una oportunidad ahora pero que después, con la apertura de otros mercados, se va a virar a otros cultivos. Ellos ya están viendo el tema de las legumbres, por ejemplo, porque saben que nos próximos veinte años demográficamente el país que más va a crecer será la India. La India no tiene consumo de proteína animal, como si China u otros mercados, que son a los que estamos abasteciendo con forraje, así que el libro va mucho por ese lado tratando de establecer cómo van a ser las cosas próximos años y como también este sector privado, que sector científico, se vincula con las universidades públicas, con los actores del estado, como hay un apadrinamiento de parte de algunas carteras estatales, no así del gobierno porque realmente no es una cuestión de un gobierno u otro, acá hay un modelo y eso persiste más allá de las caras que están poniendo hoy por hoy la firma, en los ejecutivos nacional o provinciales.

Por lo que contaba al principio y sobre todo por el título y las reacciones que ha generado en el último tiempo el tema de agrotóxicos parece que nos cuesta reaccionar y qué que esto se vea como un problema serio. Y vemos que, en algunas localidades, en donde se levantan algunas voces, el resto mira hacia otro lado, qué tendríamos que hacer para que esto sea más masivo, un tema agenda y de debate.
Bueno ahora se está ejerciendo mucha presión desde abajo, de los colectivos sociales, de organizaciones de vecinos y eso está teniendo sus resultados más allá de que, cada tanto, el sector político juega en contra. Lo estamos viendo que la provincia Buenos Aires, la gestión del gobierno provincial de eliminar la distancia fumigaciones, permitir fumigaciones sobre las escuelas, siempre que no estén los chicos, cosas disparatadas, pero si se ha avanzado en estos años en regulaciones locales, en exigir a los municipios, a los departamentos, que establezcan criterios de distancia, por ejemplo, eso es un punto básico alejar las fumigaciones de los puntos poblados, de las escuelas rurales, y después la discusión en torno a promover modelos de agroecología, promover modelos de producción, incluso de estos venenos, y en muchos casos entorno también a los centros urbanos, lo cual le garantiza una suerte de barrera de protección. Es un poco lo que está promoviendo en Rosario con la normativa que se aprobó y que propuso el concejal Osvaldo Miatello (PJ).

Eso es una solución, por lo menos establece el criterio de distancias, y al mismo tiempo promover la agroecología en entorno a los centros poblados como una primera medida, después hay que discutir por supuesto si éste es el camino y como se tiene que trabajar la tierra de manera tal de no seguir envenenándola.

Nosotros tenemos un consumo de herbicida que está por encima de la media de cualquier país agrícola, estamos rompiendo los números de naciones como Estados Unidos que son la meca del uso de pesticidas, Argentina está muy por encima, para poner un número de habitantes hoy nosotros tenemos más o menos uso de cuatro litros y medio por año sólo de glifosfato, hagamos de cuenta que una persona le damos casi cinco litros de glifosato, ese nuestro consumo anual. En Estados Unidos hoy no llegan al medio litro, para que nos demos una idea de cómo se ha desbocado el uso de pesticida en el campo argentino. A nivel nacional si ponemos todos los productos que se usan en la agricultura argentina nosotros soy tenemos también un promedio de casi ocho litros por habitante. No llegan a la mitad en el resto de los países que son agrícolas. Realmente esto tiene una incidencia que es indiscutible, esto lo vamos a encontrar en el agua, en el suelo, en el aire y por supuesto también en los productos que llegan nuestras casas. Esto obliga a poner en discusión por supuesto todo el modelo.
Recuerdo haber estado en una reunión de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa), en Rosario con auspicios de Monsanto, dónde admitían que el glifosato ya no servía, que había que combinar con otros productos, que había más resistencia y uno se pregunta ¿hasta cuándo?
Bueno, este es un aspecto que en Agro Tóxico es prácticamente casi medio libro. El tema de las malezas resistentes es casi una epidemia del futuro. Hoy nosotros tenemos prácticamente el 8% de la de la superficie nacional, disponible para la agricultura comprometida por la expansión de esta super maleza que son una creación del uso de herbicidas, no tiene otra explicación.

Para escribir ese capítulo me junté con uno de los especialistas de Aapresid, que justamente que me reconocía la problemática, que no es únicamente de Argentina, es de todos los países que usan en el agrotóxico para hacer cultivos, Estados Unidos tiene problemas, Australia… todos países y ellos reconocían que el problema argentino está en un término medio o sea no llega todavía a grave, pero se está intensificando, se está profundizado y eso explica un poco que en los últimos transgénicos que se están lanzando ya tiene eventos apilados para tolerancia a herbicidas y resistencia a insectos, o sea tienen resistencias múltiples.

Ante la soja era solamente inmune al glifosato, hoy tenemos inmunidad al glifosato 2,4D y de otros, por poner un caso, ya tenemos tres venenos que se están echando porque las malezas están descontroladas y la realidad que cuanto más sigamos tirando en el campo habrá más inmunidad y también en términos económicos vamos a perder capacidad productiva, es el otro lado que hay que estar visualizando también por supuesto como dice el ingeniero agrónomo, Eduardo Cerdá, actual sistema productivo es un esquema "drogadicto" porque cada vez necesita más agroquímicos y los productores lo saben. Y el tema es hasta dónde vamos a llegar.

Hay que entender que el mundo está allí una enorme discusión con el uso de estos productos y también cómo estos productos llegan a través de los procesados, a través de la comida.

Bueno, si el mundo se pone firme con esto de decir: no queremos más alimento con venenos, tenemos que preguntarnos ¿hacemos realmente la migración hacia otro modelo o persistimos con esta cosa necia de seguir tirando veneno?

A lo largo de esta charla, hablamos de las distintas acciones de los Estados, vale preguntarse cuál es el aporte que han hecho para frenar a estas empresas, con Macri nadie tenía esperanza de que esto cambie, pero antes con Cristina Fernández de Kirchner se presentó un informe donde se tomaron datos antiguos que aportó Monsanto y no se escuchó a los pueblos fumigados.
Si, a ver el inicio estaba marcado por el menemismo a mediados de los noventa con Felipe Solá cuando habilita la primera soja transgénica, ese es el punto de partida, luego llega la etapa de Fernando de la Rúa, que fue parejo en todos los niveles y cuando viene el periodo del Kirchnerismo, con Néstor y Cristina, realmente es el despegue y la profundización total de este modelo, hasta ahora el macrismo no ha llegado a los niveles aprobación de transgénicos que ha tenido el Kirchnerismo, esa es la realidad. Se promovieron las inversiones de estas compañías. Explotó la producción local del glifosato, fue el imperio de los pooles de siembra. Recordemos la sojización del modelo productivo en términos de renuncia de la soberanía alimentaria, consecuencias tremendas que siguen hasta hoy.

Queda claro que el macrismo no tenía intención de cambiarla, sino de más bien de profundizar lo que estamos viendo y por supuesto con compañía estas empresas que se ven en sintonía con un gobierno dice bueno sigan para delante y fíjense obviamente cómo pueden también reorientar en términos productivos para que podamos llegar a más lugares del mundo con otros productos también tratados con veneno.

Hay muchos invisibles están trabajando y mucho para buscar soluciones, otros para visibilizar lo qué está pasando, como es tu caso, Damián Verzeñassi, médico y profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, uno de los impulsores de los Campamentos Sanitarios. ¿Hacia dónde vamos, ese horizonte que tenemos es tan oscuro como pinta?
Lamentablemente es así. Por ahora sigue azabache. Hace casi diez años, cuando uno discutía con las compañías, con consultores, como decimos en el interior te corrían con la vaina, porque decían que no había ciencias, que no estaba probado, en los últimos tres o cuatro años ha sido de una abundancia tal de pruebas científicas de contaminación que a veces, no da tiempo de traducir la cantidad de papers que hay y muchos son generados en Argentina con científicos locales, el caso el doctor en Ciencias Exactas e Investigador del CONICET, Damián Marino, que es una referencia a nivel regional, lamentablemente toda esta información llega afuera, se publica afuera y tiene que ver con lo que está pasando con Argentina y ahí también está la responsabilidad nuestra, como comunicadores, todo el vacío que se le ha hecho a la información y que se le sigue haciendo y bueno eso genera también que no podamos discutir en la mesa política un cambio profundo con esto.

Yo lo vengo diciendo y creo que este año electoral necesitamos que cada uno de los candidatos fijen su posición en cuestiones ambientales, no sólo en la problemática de los agrotóxicos, en cuestiones ambientales en general. Me parece que es algo que no se puede esquivar y bueno este año tenemos que trabajar para eso para que cada candidato explique qué planes tienen al respecto y no nosotros después tener que estar esperando, en el medio de esos cuatro años de cada gestión, algún mínimo gesto de cambio que nos permita tener una mejor calidad de vida.

Quizás a muchos les parecerá que este libro es muy técnico y que quizás no es un libro para él porque es un texto duro… ¿por qué habría que leer Agro Tóxico?
Bueno me parece que va en sintonía como ya sé expuso en Envenenados, no es un libro tan técnico, en realidad nos invita a entender de que acá hay un modelo de acción pensado para la Argentina que a nosotros nos ha tocado como país con enormes bondades en términos productivos sobre todo en la cuestión agrícola, ser un centro de experimentación para las compañías, con respaldo del Estado lamentablemente. Y acá se está definiendo un poco lo que va a hacer la línea de producción de alimentos del mundo para los próximos veinte o treinta años.

Me parece que hay que entender que no es algo que no pasa de costado sino que la cuestión del ambiente, de la contaminación ambiental estamos denunciando, de la que tenemos muchísimas pruebas, no es más que una prueba justamente no un argumento de que esto está pasando en Argentina.

Acá se están probando semillas, se están desarrollando manipulaciones, se están definiendo cultivos para los próximos años, se está pensando en los próximos mercados, cuáles van los mercados que van a demandar alimentos en el mundo, eso está pasando acá y que de repente estén fumigando a metros de tu casa no es una casualidad, que de repente veamos tantos anuncios, tanto el poderío del sector agrícola inclusive los medios de comunicación, es una prueba contundente de eso.

Me parece que lo interesante es estar informados y estar con los ojos abiertos porque acá está justamente gestando algo enorme y bueno nosotros tenemos que defendernos porque nuestro territorio y tenemos que cuidar a nuestra gente.

Desde abajo se empiezan a formar una oposición es muy grande hacia esto, ese prepara la marcha nacional de los Barbijos, en Rosario el 16 de febrero se hará la primera reunión para empezar a organizarla.
Y sí, será a través de la calle, a través de los medios, de los recursos que tengamos a mano, pero hay que entender que bueno es un contexto dramático. Quienes nos escuchan en los pueblos lo entienden de primera mano, lo observan el día a día, y la realidad es que a uno le gustaría hacer otro tipo de periodismo, no tener que estar todo el tiempo viajando a los pueblos para ver cuál es el cuál es el que tienen más problemas producto de este modelo, es muy doloroso, realmente y la realidad que hoy ya la prueba, en términos unitarios de las enfermedad que tenemos que son los del cáncer, los abortos, las malformaciones, ya son indiscutibles y tenemos que exigir un cambio. Esto es real y entendemos bien que es una decisión política, hay que seguir con esto y me parece que está muy bien movilizarse, exigir por supuesto y entender que este año va a ser clave porque bueno tenemos por delante un proceso electoral.

"Agro Tóxico", (Argentina como laboratorio a cielo abierto para el control de la alimentación mundial). Una investigación de Patricio Eleisegui, edita Sudestada
Fuente: Señales

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