domingo, 21 de septiembre de 2025

El teatro como acto de denuncia: Aldo El Jatib y la vigencia de Litófagas tras 40 años

A 40 años de su estreno, la emblemática obra de Aldo El Jatib vuelve a escena en Rosario con una vigencia estremecedora. En esta entrevista, el autor y director repasa el origen del texto, su vínculo con la dictadura, el lenguaje del teatro del absurdo y la realidad crítica que enfrentan hoy las salas independientes
Aldo El Jatib es un destacado dramaturgo, director teatral, actor y docente argentino, fundador y director del Teatro del Rayo, un espacio cultural independiente con más de 30 años de trayectoria en Rosario, dedicado a la creación, formación e investigación teatral. A lo largo de su carrera, ha sido referente fundamental del teatro independiente, cultivando un enfoque comprometido con los derechos humanos, la memoria histórica y la exploración del lenguaje escénico desde una estética propia, irreverente y emocional.

Entre sus numerosas obras, se destaca Litófagas, escrita en 1985, una pieza clave del teatro del absurdo, que se distingue por su fuerte carga política, poética y social. La obra toma su nombre del término litófago, que proviene del griego litos (piedra) y phagein (comer), utilizado en botánica para describir a un alga que corroe las rocas calcáreas y en zoología para referirse a animales que taladran estas rocas para alojarse en las galerías que forman, alimentándose aparentemente de ellas. Este concepto simbólico refleja la corrosión y el desgaste en los cuerpos y las estructuras sociales, un tema central de la obra.

Hoy, Litófagas regresa a escena con una vigencia impactante, a más de 40 años de su creación, abordando temas como la memoria, la incomunicación, la soledad y las secuelas de la dictadura en la vida cotidiana. Dirigida nuevamente por El Jatib y protagonizada por María de los Ángeles Oliver y Ada Cotú, la pieza invita a una reflexión profunda sobre la condición humana, a través de un universo poético y patético en el que el teatro se convierte en una herramienta de denuncia y resistencia.
El origen y la actualidad de Litófagas, un clásico que no pierde fuerza

En una charla con Señales, Aldo El Jatib repasa el origen de Litófagas, su evolución a lo largo del tiempo y la vigencia que mantiene hoy, además de compartir el proceso creativo de volver a montar una obra que sigue siendo un acto de memoria y valentía.

Aldo El Jatib nos cuenta que Litófagas nació de una experiencia personal que marcó su vida. En agosto de 1981, mientras estudiaba en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático, fue secuestrado por la dictadura. Este episodio, que dejó una huella profunda en él, fue clave para la creación de la obra. Aldo recuerda que, al contárselo a su madre, ella no podía creer lo que le estaba sucediendo, y esa reacción de incredulidad de quienes no podían imaginar la magnitud de lo que ocurría a su alrededor, le dio la inspiración para la pieza.

La historia de Litófagas comenzó a gestarse en un bar, en la esquina de Entre Ríos y Independencia, en Buenos Aires, donde Aldo escribió la obra de un tirón, desde las 10 de la noche hasta las 8 de la mañana. En ese momento, su necesidad de romper con las formas tradicionales del teatro lo llevó a elegir el teatro del absurdo como lenguaje para contar la historia, un tipo de teatro que refleja la irracionalidad del comportamiento humano y las tensiones de una sociedad que se encontraba sumida en el caos.

El mismo lenguaje absurdo, señala Aldo, refleja la incomunicación, la soledad y el egoísmo de la época, aspectos que se manifestaban en la vida cotidiana y que estaban vinculados con la imposibilidad de conectarse con el otro en un contexto tan violento y distorsionado. En este sentido, la obra también es una reflexión sobre el aislamiento individual, en contraposición con un mundo más colectivo y solidario.

Aldo El Jatib reflexiona sobre la vigencia de Litófagas, destacando que, a pesar del paso de los años, la obra sigue siendo fiel a sí misma, sin necesidad de cambios. Es una pieza que mantiene su estructura intacta, con cada palabra tal como fue escrita en 1984. Aldo subraya que el absurdo, en la obra, refleja el automatismo y la repetición de una sociedad atrapada en su propia alienación. Después de más de 40 años, Litófagas sigue resonando porque, como él mismo menciona, la realidad de ese tiempo no parece haber cambiado: la incomunicación y la falta de conciencia social siguen siendo problemas fundamentales.
Voces pagadas, silencios comprados: La pantalla como arma de sometimiento

En cuanto a la actualidad de la obra, Aldo señala que Litófagas interpela a la sociedad argentina sobre su trayectoria como país y su idiosincrasia. Le preocupa la fascinación constante por el espectáculo mediático, la farándula televisiva y se interesa tanto por lo que pasa con Mirtha Legrand, con Susana Giménez y el entretenimiento trivial que, según él, desvían la atención de los problemas reales. Habla de cómo los medios de comunicación, lejos de informar y educar, han contribuido a la creación de una "realidad" manipulada, basada en mentiras y superficialidades.

Para Aldo El Jatib, el rol de los medios de comunicación en la situación actual del país es central y preocupante. Asegura que han sido una herramienta clave para que se llegara al estado de cosas que hoy atraviesa la Argentina. "No se trata solo de los rostros visibles —dice—, esas personas que repiten mentiras con total impunidad; muchas de ellas actúan como verdaderos mercenarios de la información, probablemente bien pagos para sostener discursos funcionales al poder".

Pero detrás de esas caras, advierte El Jatib, hay algo más profundo: una estructura de poder global que opera bajo una lógica imperialista. Una maquinaria que busca convertir a países como el nuestro en rehenes económicos, dominándolos a través del endeudamiento, la manipulación mediática y el vaciamiento de recursos. "Todo esto —señala— responde a un modelo de dominación que no es nuevo, pero que sigue funcionando con una eficacia alarmante".

Aldo El Jatib continúa reflexionando sobre la historia de la dictadura y la función de Litófagas en este contexto. Al hablar del Plan Cóndor, destaca cómo la dictadura no solo fue un proyecto represivo, sino también económico, orquestado para sumergir a los países de América Latina en una deuda con el FMI, lo que les permitió a los gobiernos imperialistas controlar los recursos y la economía de estas naciones. Según Aldo, esta estrategia no solo fue una herramienta de dominación política, sino también económica, con el objetivo de robar los recursos naturales y mantener a los pueblos empobrecidos y sometidos.
Entre la comicidad y la tragedia: el teatro del absurdo como acto de memoria

En cuanto a los nombres de los personajes en la obra, Aldo explica que eligió "Señora 1" y "Señora 2" como rótulos, en lugar de darles nombres propios. Esta decisión, aunque podría haberse planteado como una opción más convencional como "Vecina 1" o "Vecina 2", refleja la idea de despersonalizar a los personajes, transformándolos en figuras arquetípicas, casi impersonales, que representan la alienación y el aislamiento de la sociedad de la época. También menciona que en los años 80, aún existía la imagen de las señoras barriendo la vereda, algo que hoy parece más raro, pero que en ese contexto era una rutina cotidiana, símbolo de la vida en comunidad, aunque también de la desconexión con los hechos políticos más profundos.

Uno de los aspectos más notables de Litófagas es su equilibrio entre lo cómico y lo trágico, un elemento esencial del teatro del absurdo. Aldo subraya cómo este tipo de teatro, influenciado por Ionesco, rompe con el lenguaje tradicional y crea nuevas formas de expresión para abordar temas profundos como la memoria histórica y el dolor colectivo, sin caer en la banalización. En su caso, la obra no se estructura como una narración tradicional; no hay una "historia" lineal, sino que se desarrolla a través de acciones y situaciones que ocurren en el escenario, lo que convierte al teatro en una experiencia sensorial más que lógica. La palabra, en este contexto, se convierte en sonido, y lo que importa es el acto en sí mismo, la acción del actor y el movimiento en el espacio.

Finalmente, para aquellos que nunca han visto Litófagas y se preguntan qué esperar, Aldo recomienda asistir con la mente abierta. El teatro absurdo, aclara, es algo muy diferente al teatro naturalista. En lugar de buscar una comprensión lógica, la obra invita a los espectadores a recibir sensaciones y emociones a través de lo que se presenta en el escenario.

Litófagas vuelve a escena con dos únicas funciones: el viernes 26 de septiembre y el viernes 3 de octubre, a las 21 horas, en el Teatro del Rayo, ubicado en Salta 2991, Rosario. Estas fechas surgen casi de manera imprevista, como un reemplazo de emergencia: la obra originalmente programada —Todo terminó para Navidad— debió suspenderse por un problema de salud de uno de los actores. Así, Litófagas se reprograma, pero lo hace con fuerza, aprovechando esta oportunidad para volver a conectar con el público.
El teatro independiente en jaque y la lucha por mantenerse vivo

Al cierre de la conversación, Aldo reflexiona sobre la situación de las salas independientes en Rosario, especialmente a raíz del cierre inminente de La Nave, espacio conducido por Walter Operto, otro referente histórico del teatro local. Con tristeza ante esta noticia, Aldo reconoce que la situación es crítica, pero también valora que en el Teatro del Rayo, al menos por ahora, logran sostenerse.

"El Rayo está de pie", dice. A pesar de las dificultades, el espacio continúa activo: no solo como sala teatral, sino también como escuela de formación, organizador de encuentros internacionales, y hogar de múltiples elencos, tanto propios como invitados. La clave de esta resistencia está en la autogestión y en el trabajo colectivo. El grupo que sostiene el Rayo trabaja a tiempo completo, vive del teatro y lo hace con convicción. Parte fundamental del sostenimiento económico también viene del café-bar del teatro, donde el público puede quedarse a cenar tras la función —una forma de extender la experiencia y apoyar al espacio cultural desde lo cotidiano.

Sobre el Instituto Nacional del Teatro (INT), Aldo es categórico: "Está desaparecido desde que asumió Milei". Aunque legalmente el Instituto sigue existiendo, el gobierno no designa autoridades ni envía los fondos correspondientes. "Es lo mismo que está pasando con el Garrahan —señala—, las leyes existen, pero no se cumplen. Este es un gobierno autoritario, pseudo-fascista. Terrible."

Con estas palabras, El Jatib cierra no solo la entrevista, sino también una declaración de principios: el teatro, en su visión, no es solo arte, es memoria, resistencia y una forma de seguir de pie frente al avance del olvido, la indiferencia y la represión.

Escuchá la entrevista completa:

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