Los teclados interrumpieron la sinfonía, una vez que los dedos paralizaron su andar; la adrenalina se desvaneció junto con los caracteres blancos sobre un monitor que quedó a oscuras; los teléfonos dejaron de sonar porque del otro lado ya nadie tenía nada que decir; los televisores acallaron sus voces y el murmullo se transformó en un silencio aterrador; los rostros, a veces sonrientes, otras veces abstraídos detrás de una idea y focalizados en una pantalla, se convirtieron en máscaras blancas, inertes, sin ojos, boca ni oídos; la nostalgia invadió la escena nunca prevista ni esperada, guionada por una realidad hostil, material e insensible.
El jueves 23 de Noviembre dejó de latir la Agencia DyN después de 35 años. Nació con el trágico hundimiento del ARA General Belgrano en la guerra de Malvinas de 1982 y pereció en 2017 con el trágico llanto de los familiares de los tripulantes del ARA San Juan.
Cien de nosotros ya no tendremos dibujadas en nuestras caras la sonrisa diaria de ir a trabajar a una Redacción distinta, inusual en estos tiempos voraces. Casi una Familia, casi un Club de Amigos Periodistas. Creanme, trabajar era un placer.
En 20 años aprendí, en mi segundo hogar, el valor de la palabra escrita y de la responsabilidad; a darle prioridad a la labor periodística por sobre las ideas; a valorar la credibilidad ante cualquier artilugio efectista; a no ser ni oficialista ni opositor sino Periodista; a defender a mis compañeros y confiar en ellos, relativizando el afuera; a apreciar primero a las personas y después su productividad, no al revés; a privilegiar un esquema según el cual se puede trabajar al límite de nuestras capacidades y con la adrenalina en llamas pero también compartir rondas interminables de mate (cuando el agua salía caliente) o reírnos a carcajadas en vivo, por Facebook o Whatsapp.
La Agencia DyN me acompañó el 40 por ciento de mi vida. Estuvo ahí. Me abrazó, me retó, me convirtió en testigo de hechos históricos, me enfureció, me hizo conocer otros países, me enorgulleció, me llevó a besar la frustración y el éxito, me permitió hablar con Presidentes, me hizo llorar, me consolidó como Periodista y como persona.
Gracias a Ernesto Behrensen por llevarme, guiarme y acompañarme todos estos años en esta aventura magnífica. Gracias a Alberto Ferrari por creer en mí en los primeros tiempos. Gracias a los jefes y compañeros que me la hicieron fácil y también a aquéllos que me la hicieron difícil, porque es lo que ayudó a formarme.
Gracias a esa maravillosa sección Política que disfruté durante años. Por la que sentí orgullo por el trabajo profesional que se veía plasmado en las campañas electorales y en las elecciones, pero sobre todo admiración por estar ante un grupo de “buena gente”, lo que no es poco hoy en día, donde los mas grandes y nuestros queridos “millennials” conformamos un bloque arrasador. Ellos, sus iniciales, DMM, MSC, GB, LB, SMG, ECA, NP, MD, FO, PF, DR, PT, HRC, FLC, SG y DD (nuestro querido Diego Dulce). Espero no olvidarme de nadie.
Gracias a la calidad profesional y humana, que conocí un poco más en los últimos meses, de los compañeros de la mañana, guiados por ese tándem infalible que integraron SA-EMJ; gracias a la sección Economía que dejó su sello en los últimos tiempos en un gran nivel, bajo la conducción de los “Hermanos Macana” (MAR-MB); gracias al empeño y compromiso diario pese a los recursos limitados de Información General de FM y de Judiciales con el “loco” LT; gracias a los muchachos (+ Liliana) de Fotografía, por la energía y compromiso diarios con el trabajo, sin escatimar esfuerzos; gracias a los compañeros de Deportes, porque en su “isla” siempre le pusieron el pecho a la intensa labor cotidiana; gracias a los acreditados y corresponsales que, muchas veces en soledad, hicieron lo imposible para que no se les escapara ninguna noticia; gracias a los muchachos de Técnica porque, muchas veces con alambres, tuvieron que ingeniárselas para sostener el servicio; gracias a las chicas de Administración porque siempre respaldaron, con su labor, la intensa tarea de la Redacción.
El jueves transité por uno de los días mas tristes de mi vida. Siempre creí que esos momentos solo estaban reservados para cuestiones familiares e íntimas. Y no me equivoqué: DyN no era un trabajo sino una tarea cotidiana que debía realizar en familia.
Pienso en el remate de este texto, pero poco importa. Solo atino a preguntarme, ¿Mi vida hubiese sido la misma si no hubiera trabajado en la Agencia DyN? Claro que no!!!!! reacciono inmediatamente. Entonces… Gracias.