Por: Javier Ledesma Cascio
La venta a Telemundo le dio a Underground el salto internacional que buscaba y un oxígeno financiero extra para atravesar la actual crisis de las productoras locales. El productor general de la compañía imagina un regreso con una avalancha en la demanda de contenidos. Entre grabaciones on hold y el tiempo para desarrollar la creatividad.
La cuarta temporada de El Marginal estaba cerca de comenzar sus trabajos previos. Mientras los autores continuaban trabajando en el guión, Underground iba a iniciar la obra de construcción de la nueva cárcel que se convertiría en el flamante escenario de batalla de los hermanos Borges, interpretados por Claudio Rissi y Nicolás Furtado.
Pero el avance de la pandemia del Covid-19 puso en stand by los planes de la productora, que espera retomar las tareas en septiembre u octubre, en caso de que estén dadas las condiciones sanitarias. "Una serie de esa envergadura de producción necesita de otra realidad que no es la actual, por lo tanto la hemos postergado, no cancelado. También habrá que pensar qué proyectos se pueden hacer en el corto, en el mediano y en el largo plazo porque sentimos que algunos son adaptables y otros van a tener que esperar", menciona Pablo Culell, VP de Producción y Desarrollo de la firma y parte del equipo desde su fundación en 2006.
El stop de las filmaciones, cancelación de tiras y la falta de stock sin estrenar por parte de los canales parecieran haber puesto en jaque a la industria. No obstante, la firma, que cuenta con 30 empleados, continúa haciendo ruido en el mercado audiovisual, aunque en este caso en el Hemisferio Norte.
Recientemente estrenó el documental LA Originals, a través de la plataforma Netflix, en el que narra la influencia artística latina en el desarrollo del hip hop en la Costa Oeste de los Estados Unidos. A su vez, a fines de abril se emitió el primer episodio de 100 días para enamorarnos, reversión de la telenovela que pasó por la pantalla de Telefe en 2018. En este caso, la remake estuvo a cargo de Telemundo Global Studios, cuya matriz NBCUniversal Telemundo Enterprises compró la totalidad de Underground en agosto del año pasado.
"Ellos nos dan la noble y difícil tarea de crear contenidos y llevar adelante el desarrollo y la producción. Afortunadamente nos sacaron de encima el tener que estar atrás de la pelea por el negocio y los números", apunta Culell. Actualmente también se encuentran en pleno desarrollo de Bios, la serie documental sobre músicos latinoamericanos, con algunos episodios por grabar. Y agrega: "Tenemos entre ocho y 10 historias en desarrollo, de las cuales la mitad ya están aprobadas por el comité de Telemundo". Una parte de ellas irán a parar al mercado internacional, otro tanto a la Argentina, mientras que algunas, en un futuro cercano, podrían dirigirse a Peacock, el servicio de streaming que NBCUniversal lanzará en los Estados Unidos en julio.
Si bien prefiere no hablar de números desde la operación, el ejecutivo afirma que los costos de producción se incrementaron notablemente en los últimos años debido a que "se elevó el nivel". No obstante, define que la situación actual de las productoras de ficción es de "crisis total" ante la imposibilidad de filmar. "Todos sabemos que después de una crisis como esta hay una poscrisis que a veces es peor que la misma crisis. Tendremos que encontrar otros vértices del negocio que no dependan exclusivamente del anunciante", señala.
Culell no cree que sea momento para incorporar la pandemia a la ficción. "Todo necesita una perspectiva histórica –explica– y no creo que nadie tenga ganas de vivir la experiencia de ver a la gente con barbijo en una ficción". Es momento, resalta, de desarrollar ideas ante la avalancha en la demanda que vislumbra durante la nueva normalidad.
¿Por qué decidieron vender la productora?
Desde hacía un tiempo que Sebastián (Ortega, fundador y director artístico de Underground) tenía ganas de proyectarse al mundo y sentía que, más allá de que ante todo son tus productos los que te presentan en el mundo, desde la Argentina era más difícil. Acá tenemos gente muy talentosa y contenidos increíbles, pero estamos muy al sur para lo que es el negocio internacional de TV. Fuimos haciendo una linda carrera, teniendo un nombre propio a fuerza de trabajo, talento y códigos dentro de la industria. Hubo productoras y gente interesada y nos parecía que entrar en el mercado americano desde lo que es una compañía que tiene la base también hispana era la mejor manera de entrar al mundo internacional de ficción.
¿Fue difícil desprenderse después de tantos años?
No fue para nada algo traumático ni difícil. Se fue preparando y en el momento que se anunció ya estábamos muy en sintonía con los líderes de Telemundo. Es una empresa líder y querían respetar nuestra esencia. Pusieron su ojo en Underground principalmente por El Marginal, de la que hicieron su propia versión con El Recluso, y ahora están haciendo lo mismo con 100 días para enamorarse. Nos traían el aval que necesitábamos para seguir adelante en un país difícil económicamente como lo es la Argentina, pero donde teníamos el talento y las ganas de seguir haciendo estas cosas.
¿Esta crisis los hubiera agarrado en otra situación si no fuera por esa operación?
Seguramente hubiese sido mucho más difícil, no hay duda. Pero para qué pensar en eso que no sucedió. Pese al momento tan difícil que estamos atravesando todos en la industria, hoy tenemos la tranquilidad de poder trabajar con el apoyo de una empresa tan importante.
¿Cómo creés que cambiará el negocio de producción de ficción en la nueva normalidad?
Más allá de la coyuntura económica de cada país y mercado, todos estamos afectados porque, lógicamente, al dejar de producir se deja de tener ingresos, por lo tanto la crisis es total para la industria, principalmente para la ficción. Una cosa es esa coyuntura y otra es lo que vendrá, que nadie puede ser vidente. De la misma manera en que un científico no puede dar certezas sobre cómo será la dinámica del virus, nosotros no podemos dar certezas de cómo va a ser la dinámica de la producción televisiva de ficción. Lo que sí creo, y está demostrado, es que el público de todo el mundo está consumiendo mucha ficción en todas las plataformas y canales. Algo que sucedió es que la televisión abierta, que estaba en merma, volvió a subir en los guarismos de audiencia y eso tiene que ver, en principio, con la información concreta que hubo en la primera etapa.
Ahora hay como un hartazgo y la gente está mirando otro tipo de contenidos, está virando hacia la ficción. Pero empieza a acabarse la librería de ficción inédita, entonces algunos empiezan a mirar para atrás y se da lo de las repeticiones. Esto lo que sí marca es que, cuando se pueda volver a producir y grabar, las plataformas y los canales van a pedir tanta ficción que hasta puede haber un cuello de botella. Cuando esto regrese, va a regresar con más fuerza. Después veremos qué quedó en el medio, pero eso va a depender de la espalda de cada productora, de cómo pudo afrontar este tiempo tan difícil.
¿Las tiras diarias podrían desaparecer?
Los contenidos van mutando. Recuerdo cuando decían que las sitcom no funcionaban en la Argentina hasta que Casados con hijos se transformó en El Chavo. La verdad es que hacer futurología con lo que la gente quiere ver o cómo lo quiere ver no me parece que pueda dar certezas. Seguramente lo que es tira diaria sea más complejo de grabar ahora porque se trabaja muy sobre el momento y no te permite planificar demasiado. En ese aspecto puede ser que sea más difícil hacerla, más allá de que cada vez era más difícil por los costos que tiene y el tema de los anunciantes. Pero también es real que si lográs una tira diaria con la que el público empatice y se identifique, tenés un éxito para todo un año que levanta a un canal y ahí vuelven los anunciantes, los PNT y la vendés al mundo. El éxito hace que todo lo que podamos prever o analizar deje de tener lógica cuando se transforma en algo que el público lo hace suyo.
Los programas en vivo con invitados continuaron realizándose. ¿Barajaron volcarse hacia este tipo de contenidos para continuar produciendo?No es nuestra especialidad, como sí lo es la ficción y, en cierta manera, con los años también ha sido el trabajo de los documentales. Esto último sí se puede hacer porque podés trabajar con material de archivo, grabar las entrevistas de manera remota y eso hoy es más un trabajo de edición y de montaje. Este es un momento justamente para crear y pensar en el humor social que puede haber en un futuro cercano y ver qué tipo de historias se pueden contar. Estamos pensando en seguir haciendo documentales porque creemos que se pueden realizar y a Sebastián le interesa muchísimo contar este tipo de historias a través de esos formatos.
¿Cuál era la situación del mercado audiovisual antes del Covid-19?
Estaba en un momento de mutación. Desde hace unos años estamos viviendo esta migración de las audiencias de la televisión lineal de aire a las plataformas de streaming. Del mismo modo que el público fue migrando, también los productores empezamos a mirar ese tipo de posibilidades de negocio. Ante la dispersión de las pantallas, la televisión abierta dejó de ser la única con la que se podía hacer negocios. La torta publicitaria se dispersó entonces todo lo que es contenido de ficción, que ya de por sí es caro, empezó a necesitar de coproducciones u otro tipo de clientes para subsistir.
En ese punto, la TV abierta dejó de ser la que aglutinaba los contenidos de estos formatos. Estamos acostumbrados a vivir de crisis en crisis en la Argentina así que no era algo que estuviera fuera de lo habitual, pero veníamos de una etapa difícil, justamente por cuestiones económicas de producción nacional. Se estaba empezando a abrir al mundo y esto nos agarró a todos, en mayor o menor medida, en esa transformación.
Dentro de esta transformación, ¿cómo cambia la relación con el cliente? ¿Cuán diferente es hacer producciones para una plataforma de realizarlas para la televisión abierta?
Varía porque no es lo mismo que te compren una serie que tiene un costo determinado y vos le das al cliente eso que te pide, en función de un presupuesto, respecto de trabajar con un canal de televisión en el que a veces son coproducciones o se reparten los dividendos de PNT o los derechos de venta internacional. Son diferentes tipos de negocio. El hecho de trabajar para plataformas o canales de cable premium internacionales lo que te permite es que te dan mucha libertad en el aspecto creativo. Hoy cuando trabajás en un canal de aire, por lo general, tenés que ir al multitarget, pensar en la gran audiencia, y se tienen más limitaciones en ese aspecto muy referidas al rating, el día a día y la situación económica del país para los ingresos publicitarios.
En cambio, cuando hacés una serie vos proponés algo que puede ser de cualquier tipo de género y hay plataformas que buscan algo arriesgado o distinto para diferenciarse de la otra porque la diferencia entre los canales abiertos y las plataformas es que uno busca público para tener anunciantes y el otro busca suscriptores. Entonces hay un público que va detrás de lo que una plataforma o un canal de cable premium te da de diferente en cuanto a contenido de ficción, por lo que ahí podés ser más creativo y jugarte más con lo que proponés.
¿La migración hacia las plataformas le hace perder peso al rating en términos de negocio?
Desde el punto de vista del negocio hoy te diría que tiene menos protagonismo. El rating sirve en la televisión abierta, por un lado por los anunciantes porque estos van al rating y por una cuestión de necesidad de pantalla de captar audiencia, pero también desde el punto de vista del ego de un canal o un productor que quiere generar números de audiencia que llamen la atención, lo cual sería lo menos importante aunque sabemos que importa. El éxito a veces se mide desde ese modo, pero eso es algo ya vetusto. Sirve como una herramienta más, pero hoy el negocio pasa por el camino internacional que tiene ese producto. Hay productos que tal vez comenzaron en TV abierta y no tuvieron un gran éxito, como le sucedió a la primera temporada de El Marginal que, aunque le fue bien en la TV Pública, recién explotó cuando llegó a Netflix. A veces estas plataformas permiten descubrir ficciones que, de otro modo, no las hubiesen descubierto porque la gente ya no está presa de un horario determinado.
¿Qué fue lo más disruptivo que viste en el último tiempo en cuanto a contenido?
Me sale nombrar una serie que no sé si haríamos nosotros, pero Fleabag me impactó por lo sencilla que es y su calidad de guión y actuaciones. Es una comedia moderna, diferente y transgresora. Está hecha de una manera muy simple y si vos la tenés que pitchear se hace difícil, la tenés que ver. Igual creo en el valor del clásico reversionado y modernizado, como Succession podría haber sido el Dinastía de los ’80. Esas historias que hablan del poder y de la ambición, en distintos contextos, pero que no dejan de hablar de la naturaleza humana. Ves personajes que están del lado del bien, aquellos que son los villanos. Diría que aquellas historias que tienen roles dramatúrgicos fuertes con historia, con un gran contexto que hace verosímil la producción y que, de algún modo, empatizan o identifican en la parte vincular al gran público.
¿Qué oportunidad trae esta crisis para la industria?
Primero habrá que atravesar este momento, que va a ser muy duro y tal vez es el momento de dejar mezquindades de lado. Es el momento de unirse para aquellos que tengan objetivos en común en cuanto a estilos, contactos o posibilidades de negocios. Muchas veces se dice que menos es más, en este caso tal vez tienen que ser más para generar más porque solo no se puede. Pasada esa situación particular, como dije, va a haber una gran demanda de contenidos y hay que estar al pie del cañón. Es el momento de desarrollar. A veces nos dicen que no tenemos tiempo para el desarrollo y hay que salir a grabar y los guiones no están a la altura porque se graba de apuro. Bueno, ahora justamente tenemos tiempo de reflexión como para poder analizar bien los contenidos y ponerlos en distintas etapas: aquellos realizables dentro de los protocolos y los que hay que postergar. Tenemos un tiempo para el desarrollo que antes no teníamos.
Fuente: Revista Apertura