jueves, 5 de marzo de 2020

Comunicar el riesgo sin generar pánico

Por: Mario Riorda*
Comunicar el riesgo es un imperativo político y democrático basado en la premisa del derecho a elegir, lo que requiere una ciudadanía informada. La responsabilidad de informar y alertar a personas sobre riesgos es del Gobierno, y el derecho a informarse, una potestad del público.

Pero es difícil comunicar el riesgo. Peligro versus Alarma es el quid de todo. Temor es el motor del riesgo. Desde el miedo se modifica preventivamente una actitud. Objetivo de la comunicación de riesgo: producir en la audiencia los niveles apropiados de preocupación y atención.

Esto es, la comunicación de riesgo tiene que decirle a la gente que debe tomarse en serio el riesgo: decirle que se debe poner el cinturón de seguridad, que no puede fumar, bajar el consumo de grasas, que debe cuidarse y modificar hábitos para evitar contagios, etc.

Pero también por otro lado, algunas veces la comunicación de riesgo debe decirle a la gente que no es necesario que se alarme demasiado sobre el riesgo. Ambos objetivos pueden ser muy difíciles de comunicar. nuevamente, el balance entre Peligro versus Alarma es delicado.

El concepto de riesgo significa un montón de cosas además de la cantidad de muertos. Tomemos la definición clásica de riesgo – como la cantidad de personas que tienen una mayor probabilidad de sufrir un daño si hacemos X – y llamaremos a esto “Peligro”.

Peligro es lo que las evaluaciones de riesgos diseñaron para estimarlo. Todo lo demás que se incorpora a la percepción del riesgo de la gente será considerado “Alarma”. Alarma es todo lo que es relevante para el riesgo excepto lo que sea probable de ser nocivo o perjudicial.

La premisa fundamental del argumento señala que las evaluaciones de los expertos en riesgo tienden a ignorar la Alarma y se enfocan en el Peligro, mientras que los ciudadanos (y los medios) evalúan el riesgo en función de la Alarma y no del Peligro.

Suena irónico, pero ¿por qué la Alarma hace tanto ruido? por sus componentes: lo involuntario; lo exótico; lo difuso en el tiempo y en el espacio; el supuesto descontrol del sistema; la percepción de injusto; la relevancia moral; entre otros.

Y esto genera frustraciones y dificultades. Los gobiernos se ven frustrados por lo que ellos perciben como una percepción inadecuada del riesgo por parte de la población o por demandas poco realistas de reducción del riesgo.

Igualmente, los ciudadanos tienden a estar frustrados con los Gobiernos que parecen desinteresados en sus preocupaciones, que desisten de tomar acciones o que se resisten a dejarlos participar en las decisiones que afectan fuertemente a sus vidas.

Así que termino con una serie de recomendaciones para salir de la tensión Peligro vs. Alarma
  1. Reducir la probabilidad que la atención social y los recursos sean desviados de problemas importantes a problemas menos importantes.
  2. Reducir la probabilidad de que la atención individual y del público sea desviada de riesgos significativos a riesgos menos significativos.
  3. Reducir el sufrimiento humano innecesario, debido a los altos niveles de ansiedad, miedo, Alarma, o preocupación sobre los riesgos.
  4. Reducir los niveles de alarma pública
  5. Reducir la probabilidad de que ocurran conflictos y debates prolongados y estériles sobre riesgos.
  6. Reducir las tensiones injustificadas entre comunidades y gobiernos.
  7. Mejorar entendimiento de percepciones públicas y necesidades
  8. Mejorar las respuestas públicas anticipadas de los organismos públicos.
  9. Mejorar la información a los individuos y comunidades sobre los riesgos importantes.
  10. Mejorar el dialogo con la comunidad sobre los temas de riesgo.
  11. Mejorar la información de los individuos y de las comunidades sobre las responsabilidades de los gobiernos, los procesos y las decisiones.
  12. Tomar decisiones sobre el management del riesgo más informadas.
*especialista en comunicación política
Fuente: Mario Riorda

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