miércoles, 25 de marzo de 2020

Bartolomé Luis Mitre 1940 - 2020

El director del diario La Nación, Bartolomé Mitre, falleció este miércoles en Buenos Aires a los 79 años. Había asumido ese cargo en 1982, es decir 38 años antes, para suceder a su padre. Fue el representante de la cuarta generación familiar en hacerse cargo del prestigioso medio de comunicación.

Desde hace algunos años enfrentaba problemas de salud, de hecho en 2011 debió ser trasplantado de un riñón. Eso debilitó su estado, y debió pasar por varias internaciones en el último tiempo. Sin embargo, eso no lo retiró de sus tareas al frente de La Nación hasta último momento.

Nació el 2 de abril de 1940 y era tataranieto del ex presidente de la Nación entre 1862 y 1868, el general Bartolomé Mitre, quien fundó este diario el 4 de enero de 1870, el doctor Mitre nació el 2 de abril de 1940, hijo de María del Rosario Noales y de Bartolomé Mitre.

Como director introdujo el color en las publicaciones, un cambio que fue revolucionario para la estructura. Además, su preocupación principal fue mantener la línea editorial histórica de la edición; "un diario sin personalidad definida es un diario sin lectores", declaraba.

Además del diario en papel, fue el ideólogo de la diversificación de los negocios de su empresa. Se forjó como pionero en la tecnología satelital y en la incorporación de la radio en la década del '80, con la adquisición de Radio del Plata.

Pese a la competencia directa con Clarín, cuyo medio secundaba en cantidad de consumidores, siempre se reconoció como amigo de Héctor Magnetto, con quien condujeron durante décadas Papel Prensa.

En 2015 El fiscal Leonel Gómez Barbella solicitó al juez federal Julián Ercolini que les tome declaración indagatoria a la directora y al CEO del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto, y al director del diario La Nación, Bartolomé Mitre, a las que imputó por extorsión y persecución en el marco de la causa que investiga la apropiación ilegal de Papel Prensa durante los primeros meses de la última dictadura cívico militar.

Según el fiscal la viuda de David Graiver, fundador de Papel Prensa, Lidia Papaleo; sus padres, su hermano y Rafael Ianover, entre otros miembros del grupo empresario, fueron “obligados a ceder su dominio –de Papel Prensa– a personas elegidas por la junta de dictadores (...) en un contexto de persecución política y en circunstancias concretas de intimidación conocidas por los empresarios civiles que participaron”

En un fallo de primer instancia, el juez Ercolini ya había manifestado: "En razón de la prueba producida, las afirmaciones de quienes impulsaron la acción penal por las que sostuvieron la ilegitimidad de la operación comercial de venta de las acciones de Papel Prensa S.A. por parte de representantes del Grupo Graiver a la empresa FAPEL S.A. (integrada entonces por los diarios Clarín, La Nación y La Razón), por haber estado rodeada de acciones delictivas calificadas de lesa humanidad, deben ser desechadas definitivamente".

"Ello porque ha quedado desvirtuada la hipótesis de relación cronológica, lógica y jurídica entre los compradores de las acciones de la mencionada empresa, las amenazas y extorsiones previas y los delitos de privación ilegal de la libertad y sometimiento a tormentos sufridos familiares, integrantes y allegados al Grupo Graiver", concluyó el juez. Luego, la Sala I de la Cámara Federal confirmó ese fallo y más tarde la Corte Suprema.
En la edición impresa de La Nación, José Claudio Escribano recordó: "Fue a mediados de los ochenta, por decisión del doctor Mitre, que La Nación instaló en su Redacción, al principio sin objetivo práctico en apariencia, una computadora francesa de escritorio, de marca Cerci. Esta cumplió, sin embargo, la función vital de que el elenco de periodistas del diario se familiarizara, de manera espontánea, con sus mecanismos y secretos. Se superó con creces y prontitud la desconfianza natural de nuestros periodistas ante lo desconocido. Esa computadora, "que no mordía", contra lo que se rumoreaba entre bromas en la Redacción, fue mucho más que un sucedáneo moderno de la máquina de escribir en cuyas versiones de Olivetti, y en las más viejas aún, las renegridas Underwood, habían batido teclas, día tras día, varias generaciones de periodistas del diario. Rubén Darío, entre ellos".

"Las primeras computadoras Cerci ordenadas por el doctor Mitre costaron 17.500 dólares de mediados de los ochenta. Nadie objetó nada, como se comprenderá, al gerente de Sistemas de la época cuando hizo saber a las autoridades de la Redacción que resultaba inimaginable que en algún momento hubiera presupuesto suficiente para adquirir más de una computadora por cada cinco redactores. Deberían, pues, turnarse en su utilización. Así fue al comienzo, que duró un soplo. Lo barrió la vertiginosidad de una evolución tecnológica y de adecuación de costos que han transformado esta industria cultural con la fuerza de un huracán en los últimos treinta años. Pronto la Redacción estaría tan poblada de computadoras como de periodistas", señaló Escribano.

Más adelante, remarcó: "El traslado total de La Nación hasta el solar de Bouchard, tanto desde su asiento más que centenario en San Martín 344 como desde el más moderno en la misma manzana porteña, pero sobre Florida, se completó el 16 de diciembre de 1979. La operación se realizó sin que la edición del día sufriera tropiezos. Con la reconstrucción institucional de 1983, el periodismo había recuperado la arena propicia para su funcionamiento. En esas condiciones, a la par que se consolidaba el paulatino aggiornamiento técnico y tecnológico de La Nación , se afirmó, con un caudal creciente de páginas, la calidad del diario. Decía El País de Madrid, en junio de 1988, a raíz de una entrevista con nuestro director: "Las secciones de política, economía y cultura de La Nación son las más buscadas por los argentinos tras la larga noche de la dictadura".

Las acciones de Mitre para lograr un rediseño del centenario diario también fue recordado: "En 1983, Mitre autorizó la contratación de Rolf Rehe, profesor de Diseño y Tipografía de la Universidad de Indianápolis, Indiana. Rehe, un alemán de carácter reservado, conocido en el mundo periodístico por su versación especializada en cuestiones tipográficas, asumió el encargo de realizar el primer diseño completo de la era moderna del diario bajo la tutela de quienes ejercían el mando periodístico y velaban por la sustancia del oficio. Los rediseños gráficos suelen avanzar en círculos, hasta encontrarse a veces con elementos existentes en algún punto de partida. Como hubo tres rediseños de Rehe, y sobre ellos otros más con el paso del tiempo, no es raro que de tanto en tanto reaparezca un detalle en apariencia novedoso en la modelación de la forma en que el diario se presenta a los lectores, y que alguien, conocedor de los secretos del diario, diga con la flema del caso: "Eso ya lo había hecho el viejo Rehe".

La Nación también incorporó el color a sus páginas en los años de la dirección del doctor Mitre. Las técnicas de impresión habían evolucionado de forma de asegurar las calidades de reproducir la realidad tal como se nos presenta, con matices múltiples en su coloratura. No fue otra novedad menor, sin duda, la de introducir la firma en las notas de interpretación o en las crónicas con verdaderos hallazgos informativos o con una carga subjetiva que justificara dejar constancia de la autoría de esos textos.

Influyeron en esa decisión la gravitación creciente, en el campo periodístico, de la radio, que otorga una voz reconocible a la noticia, y de la televisión, que a la voz suma la identificación de la cara y los gestos de quienes las trasmiten. El asunto estuvo en discusión un par de años a partir de fines de 1981, hasta que el director aceptó que se abandonara el anacronismo legitimado desde antiguo por el concepto de que el logo de una publicación se bastaba para garantizar la confiabilidad del contenido, como todavía sucede con los artículos de The Economist. Había llegado el tiempo de acortar más distancias con los lectores, de establecer una relación más cálida, directa y amistosa con quienes lo escribían. La firma contribuiría a tales propósitos.

Como parte de los cambios sucesivos que se introducían en el diario, Mitre aprobó un proceso de segmentación de las secciones periodísticas en diversos suplementos. Se aseguraba así que una misma copia del diario estuviera simultáneamente en distintas manos, según las preferencias de cada lector en un mismo hogar o ámbito de lectura. Por esa vía se satisfacían, además, las expectativas específicas de los avisadores de encontrar la promoción de sus productos y servicios en páginas afines con la sensibilidad e intereses de quienes las leían con preferencia.
Su preocupación como director fue mantener la línea histórica. En una entrevista que le realizara Jorge Fontevecchia para su libro Periodismo y verdad definió a la publicación como “un diario liberal que está más cerca de la derecha. Pero siempre me he resistido a definirlo como de derecha”.

La defensa de la libertad de expresión, una de sus pasiones junto a la de los caballos de raza, lo llevó en 1990 a publicar “Sin libertad de prensa no hay libertad”, un libro que fue la proa de toda su actividad como directivo de prensa. En sus páginas admite una realidad que, por aquellos años, era más que evidente: por ser “garantía del resto de las libertades, la de prensa siempre está amenazada”.

La libertad de prensa era para Mitre “el oxígeno que vivifica el cuerpo de la Nación”. Si se suprime aquella, la Nación pierde sus mejores energías creadoras. "Ni la democracia ni el Estado de Derecho pueden ser concebibles sin ese valor fundamental que es la libertad de expresión, pilar de todas las otras libertades que enaltecen la condición humana. Razón por la cual he sostenido siempre que sin libertad de prensa no habrá libertad", concluyó el director de “La Nación”.

"Desde muy joven sintió un particular amor por el campo y la naturaleza, al igual que fascinación por los caballos árabes y por el polo, deporte que practicó durante cuarenta años", indicó el periódico en el artículo que le dedicó al fallecido director.

Agregó que "se destacó por su sencillez y su cordialidad, que le valieron no solo el respeto sino además la estima y el afecto de quienes pasaron por el diario y también sobresalió por su sentido del humor, aun en los momentos en que debió atravesar serios problemas de salud, que sobrellevó con notable fortaleza".

El texto recordó que "dos años después de recibirse de abogado en la Universidad de Buenos Aires, se incorporó a La Nación, en 1966" y "fue sucesivamente adscripto a la administración, gerente de ventas, subadministrador y administrador del diario, hasta que en agosto de 1982, fue designado al frente de la dirección periodística, lugar que había quedado vacante tras la muerte de su padre"

"Además de dirigir La Nación, desde donde bregó incansablemente por la defensa de la libertad de prensa, fue miembro del directorio de Papel Prensa S.A., empresa de la que también fue vicepresidente y presidente. Fue asimismo fundador y presidente del Grupo de Diarios América", añadió.
En una entrevista con la revista brasileña Veja, se mostró muy crítico con el gobierno kirchnerista al que llegó a acusar de “dictadura con votos”.

En 2014 el diario español ABC lo galardonó con el premio Luca de Tena, entregado en mano por los Reyes de España. Entonces mantuvo su convencimiento en la prensa gráfica, de la que sostuvo que "seguiremos viviendo mucho tiempo y evolucionando", a pesar de los cambios tecnológicos de los últimos tiempos.

Se casó en tres oportunidades, la última de ellas con la modelo Nequi Gallotti a quien conoció en Punta del Este en 1992. Además, lo suceden cinco hijos: Dolores, Rosario, Bartolomé, Esmeralda, y Santos.

Además del periodismo y de los medios, era apasionado por la historia, el polo el tenis y fanático de Racing Club.
Fuentes: La Nación, Agencia TelAm, Noticias Argentinas, Señales

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