En vez de llamarse al silencio, la respuesta casi inmediata del ex gobernador de Tucumán y actual Senador fue publicar en todas sus redes sociales el nombre y apellido de quien lo denunciaba. En su twitter personal se lee “Todos saben quien soy”, y sin duda lo sabemos: una persona que acosa compañeras periodistas en vivo, que difunde públicamente un nombre que había sido cuidadosamente resguardado por gran parte de los medios de comunicación, y el principal encubridor del femicidio de Paulina Lebbos.
Alperovich no solo amenazó y amedrentó públicamente a la joven difundiendo su nombre y su identidad que estaba siendo protegida, también le hizo una contradenuncia por extorsión, reforzando su perfil profundamente misógino, queriendo demostrar una vez más su poder y ejerciendo nuevos actos de violencia. Más allá del accionar del Senador nacional, los medios de comunicación debemos continuar haciendo coberturas respetuosas de derechos, informando sobre el caso sin exponer a la víctima.
El colectivo Ni Una Menos Tucumán viene denunciando el accionar misógino de José Jorge Alperovich, como lo tuvo con la periodista Carolina Servetto y su encubrimiento en el caso de Paulina Lebbos. Este no es un caso aislado, sino que sigue definiendo el perfil de una persona violenta e impune.Los servicios de comunicación audiovisual desempeñan un rol fundamental en el proceso de visibilización de los distintos tipos y modalidades de violencias contra las mujeres. La difusión mediática de un caso de violencia contra una mujer debe evitar exponer a la persona que la sufre o sufrió, y las víctimas de violencia tienen derecho a su intimidad, al resguardo de su nombre y su privacidad, más aún cuando el denunciado es una persona que detenta altos grados de poder.
El “Decálogo para el tratamiento periodístico de la violencia contra las mujeres” dice que si la víctima decide dar testimonio, hay que respetar su voluntad de divulgar o no su identidad.
Cosecha Roja publicó, después de la respuesta de Alperovich, una declaración de la denunciante: “Estoy muy conmovida por la enorme solidaridad que recibí desde distintos sectores. Pido que se respete mi privacidad. Todo lo que tengo para decir lo expresé en la carta abierta. Ahora esperaré que actúe la justicia y pido al Estado que resguarde mi seguridad”.
Según la “Guía para el tratamiento mediático responsable de casos de violencia contra las mujeres” la visibilización mediática de manera irreflexiva de las agresiones sufridas puede conllevar a un recrudecimiento de la violencia. Por otro lado, y de acuerdo a lo establecido por el Código Civil y Comercial de la Nación, para captar o reproducir la identidad, la imagen o la voz de una persona es necesario contar con su consentimiento: es fundamental el respeto de la voluntad de la víctima. El derecho a informar puede ser ejercido de manera regular sin lesionar derechos.
Es importante evitar la estigmatización, la culpabilización y el descreimiento de las mujeres que sufren o han sufrido violencia, porque construyen un sentido negativo respecto de la persona, y proponen interpretaciones peligrosas que pueden terminar legitimando los actos de violencia.
Dado que entendemos que la violencia contra las mujeres responde a una ilógica e injusta distribución del poder en la sociedad, el periodismo debería señalar ese aspecto y no los detalles de la agresión. Por el contrario, abundar en estos detalles desdibuja el verdadero problema y lo agrava. Por todo esto es que solicitamos a todos los medios de comunicación que respeten los derechos de la denunciante, evitando la revictimización de la joven, para que el tratamiento del caso sea respetuoso de sus derechos.
Fuente: Agencia de Prensa Alternativa