El 29 de julio de 1963, García fundó el Diario Crónica, el único con tres ediciones diarias, una matutina y dos vespertinas, revolucionando la gráfica argentina.
Luego en 1965 fundó la Editorial Sarmiento S.A., responsable de esos periódicos y más tarde también de los semanarios "Ahora" y "Flash" y el diario "Democracia".
En 1965 adquirió Radio Colonia, ubicada en esa ciudad de Uruguay pero con importante llegada a la Argentina.
Cinco años después adquirió Teleonce, al que logró llevar al primer puesto de audiencia; convirtiéndose de esa forma en el dueño del mayor multimedios del país en su momento.
En 1973 las televisoras privadas fueron intervenidas por el Estado, con lo cual García perdió el manejo de Teleonce, aunque continuó desarrollando sus otros medios, a los que sumó en 1979 el diario El Atlántico de Mar del Plata.
En 1994, apostó a la televisión y fundó Crónica TV, el primer canal de noticias en transmitir las 24 horas en vivo. Con las míticas placas rojas de Crónica, García dejó en claro que el periodismo argentino había cambiado para siempre.
Teatro
En 1972 adquirió el Cine Astor sobre la Avenida Corrientes en Buenos Aires, transformándolo en el Teatro Astros; en 1975 creó el Complejo Estrellas, y más tarde se hizo cargo del Teatro Tronador de Mar del Plata.
"Se fue el número uno del periodismo"
Rosanna González, la conductora que inauguró el aire de Crónica TV, fue quien anunció la noticia de la muerte de su fundador, Héctor Ricardo García
“Tengo cinco millones de anécdotas para contar. La que más me toca personalmente es la que tiene que ver con mi vida privada. Un día decidimos casarnos con quién era en ese entonces mi novio y me dijo: ´Yo no me caso si mi padrino no es Héctor Ricardo Garcia´. Entonces yo fui a hablar con él y le toque la puerta de la oficina y le dije: 'Héctor no queres ser mi padrino'. Y me dijo: 'No tengo traje, no puedo'. Y le dije: 'Héctor mi marido también va a ir sin traje, dale', reveló emocionada.
Finalmente contó que Héctor aceptó y que le dijo: “Bueno esta bien pero tenemos que terminar a las 2 de las tarde porque a esa horario entró a trabajar acá”.
“Fue mi padrino de casamiento. Para mi fue un gran orgullo. Me ofreció, incluso, hacer la transmisión en vivo de mi casamiento, que no lo hicimos porque no nos pareció oportuno. Él puso todo a disposición”, concluyó.
Luis Sandrini agonizaba desde hacía varios días, pero no se moría. Diego Armando Maradona estaba a punto de ser vendido al Barcelona, pero el pase no se definía. La hora del cierre se venía encima y la tapa de Crónica, que no podía soslayar ninguna de las dos noticias, seguía sin definición. Había que elegir cuál privilegiar para el título principal del diario.El 2015 García recibió a Clarín en la oficina de sus abogados. A su lado estaba una de las personas de su mayor confianza, Rubén Molina, a quien los Olmos despidieron de Crónica TV. García aceptó ser entrevistado por Clarín: las preguntas se le enviaron por mail. Las respondió tipeadas en su vieja máquina Olivetti.
García entró en la redacción, se sentó frente a una máquina de escribir y tipeó cinco palabras con dos dedos: ¿Se van a se quedan?, anécdota que rescató Daniel Cecchini en Socompa
Denunció que Los Olmos censuran notas en Crónica TV. ¿Qué pasó?
Sergio Massa estuvo prohibido por los Olmos, como contó él en los almuerzos de Mirtha Legrand. Si salía era por mí. También Mauricio Macri. Cuando se inauguró el Monumento a Perón, envié un móvil, y los Olmos lo hicieron volver. los Olmos intentaron cortar un discurso del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti..
¿Perdió el control accionario de su canal?
La gente de Olmos hace "presión" para que no salgan las notas que "molestan".
¿Por qué siendo uno de los empresarios de medios más exitosos hoy vive este conflicto?
Vendí los diarios en el 2005, después de estar ocho meses privado de mi libertad, acusado de evasión. Fui absuelto. Al "comprador" Raúl Olmos me lo presentó la gerente administrativa del canal, Susana Inés Castela. Compraron "a libro cerrado". Tenían mucha urgencia.
¿Fue uno de los primeros empresarios de medios que difundió los actos de Néstor Kirchner cuando él era gobernador. ¿Aun así los Olmos llegaron a sus medios gracias al Gobierno?
Lo de los actos de Kirchner me lo pidió Eduardo Duhalde. Es muy amigo mío. Lo conté en mi libro.
¿El contrato con los Olmos dice que ellos manejarían la sección política de su canal para garantizar pauta oficial?
Sí.
¿Cómo ve al periodismo argentino actual?
Lo veo "más o menos". Hay diarios "creíbles" y otros que son voceros del Gobierno. ¡Y qué decir de los diarios que se regalan! El 60 por ciento de los diarios son voceros del Gobierno.
Hace medio siglo que hace periodismo. ¿Alguna vez recibió presiones como las que dice sufrir en la actualidad?
Como las que recibo del Grupo Olmos, no. Nunca en 50 años recibí presiones así, como hoy.
La Justicia investiga a una empresa del Grupo Olmos por lavado de dinero. ¿El origen de los fondos de sus "socios" es ilegal?
Ignoro.
Volviendo a Crónica TV. ¿Cómo se le ocurrió hacer las "placas rojas".
En 50 años de televisión los escenógrafos me decían que los decorados no tenían que ser rojos. Y entonces le puse ese color en las placas. Ahora lo usan todos (estoy intentando registrar la idea).
¿Qué le dio y qué le quitó el periodismo?
Me dio todo. Y me quitó en la misma proporción.
¿Cuál cree que fue el secreto de su éxito?
No defraudar a la gente. Y decir solamente la verdad.
¿Qué consejo le daría a alguien que recién empieza en la profesión?
Que no se "comprometa" en algo "extra periodístico". ¿Me entendés?
¿Qué siente viendo la programación actual de Crónica TV?
Pena.
Ver también: La culpa la tuvo Héctor Ricardo GarcíaEl último intuitivo
Un réquiem para Héctor Ricardo García, el periodista que aguijoneó la realidad argentina de los últimos cincuenta años. Hombre–tapa, hombre–récord, hombre–polémico. Dueño de todas las culpas. Creador de los medios más populares del país. Brutal intérprete de primicias. Portador de la licencia del olfato
Por: Facundo Pedrini
Usted fue un genio. Relanzó Canal 11. Instauró Radio Colonia. Fundó Así. Revolucionó Teledos. Creo el diario más vendido. Lo hizo canal.
Borro.
Perdió Canal 11. Perdió Radio Colonia. Perdió Así. Perdió Así es Boca. Perdió el diario Crónica. Perdió Teledos. Perdió Crónica TV. Perdió la libertad. Perdió.
Vuelvo a borrar.
Solo pierde tanto, el que fue dueño de todas las palabras.
Usted fue un genio. Brilló en los sesenta, se consolidó en los setenta, fue Kane en los ochenta, se reinventó en los noventa y se derrumbó en los dos mil.
Fue el que mejor pegó. El padre del monstruo rojo favorito de todos los argentinos. Sus ideas llegaron a tener cinco ediciones por día. Superó el millón de ejemplares con el casamiento de Violeta Rivas y Néstor Fabián. Con la final del mundial 78. Y con Perón desde una clínica en Puerta de Hierro leyendo su diario. Sacó una revista y vendió tantos números que hizo que Boca salga campeón en las gargantas antes que en la cancha. Comprendió el sadismo del peronismo como nadie, interpretó con tacto su proscripción y no cayó en sus propias contradicciones. Usted fue el dueño de la mejor tapa de la historia del periodismo, el primero de julio de 1974: “Murió”. Seca. Tácita. Sin bajada. Como Perón.
Usted fue el hombre que mejor decodificó la distancia entre el rezo y la estampita. Y usó esa desesperanza a favor de sus titulares. Su soledad ganó seis Martin Fierro al hilo, sus trabajadores perdieron los otros quince. Siempre que ganó, humilló. Siempre que perdió, le echó la culpa al complot de los poderosos o de los inútiles. Como la crema de los argentinos, optó por tener todos sus derechos y ninguna de sus obligaciones.
No se puede ser y haber sido. Su imperio duró menos que el de Disney, pero fue más real que Mickey. O al menos fue diferente. Usted fue el dueño del parque de diversiones posible. El maquinista del abismo que interpretó el miedo a las alturas de los tipos que simpatizaban con el suelo. El gallego que supo entender que la foto y el concurso de gaseosas a veces valen más que el análisis de coyuntura. El primer gran empresario de medios de la Argentina. El que inventó a Víctor Hugo. El aliado de los artistas en las noches más largas. El dueño del teatro Estrellas, al que le pusieron una bomba. El amigo de Sandro. El hermano de Ariel Delgado (a quien dejó ir del Canal en silencio). El socio de Duhalde y el enemigo de Alfonsín. A todos, absolutamente a todos, los convirtió en teclas de su máquina de escribir Olivetti Lettera 33.
El chico que colgó la soga entre la rotativa caliente y la Casa Rosada, jugó a saltarla con 24 presidentes: pocas veces se acalambró, pocas veces quiso dejar de rebotar en el piso. Perdió en el último salto, como todos. Fue el gran intuitivo que el país merecía, la posteridad definirá si fue el que necesitaba. Hizo más que muchos: la faena del olfato que corre por izquierda a los santos evangelios le salió estupenda. La consigna de estar firme junto al pueblo fue un hallazgo sensacional, aunque algunos crean que de tanto repetirse ya no tiene sentido, ni el slogan ni el pueblo.
Cien veces lo quisieron matar. Lo intentó secuestrar la izquierda y la derecha. Tal vez, insistió en el doble rapto para sobrevolar las reinterpretaciones del peronismo y salir con pelota dominada. Tal vez fue cierto.
Usted fue un genio. El genio que odió a todos los magos, por eso denunció todos los trucos que no salieron de su redacción: publicó las artimañas del concurso de gaseosas, de los casamientos de enanos y al reality de cocina. Liberó a la momia negra para la psicosis del piberío. Se enfrentó con Maradona, López Rega y Néstor Kirchner. Dio por ganadora a Pinky en La Matanza (ante un atónito electorado). Y le dijo “vos SOS mío”, a un productor que no quiso darle un diario que había comprado usted. Por eso, usted también fue un anti–genio.
La culpa la tuvo usted. Siempre. A veces en forma de pálpito, a veces en forma de arma de fuego. Gozó cada una de sus primicias como alguien que espera la cura: el suicidio del empresario Alfredo Yabrán, el de Leonardo Simons y el de René Favaloro. La renuncia de Cavallo como ministro de Economía de Menem. La salida de Guillermo Coppola de la cárcel y el doping de Diego Maradona en Punta del Este. La explosión en Rio Tercero (Córdoba). La muerte de Carlos Menem (junior). El nacimiento del tercer hijo de Marcelo Tinelli. La grave enfermedad de Sandro. El caso Carrasco, que motivó el fin del servicio militar obligatorio. El motín en la cárcel de Sierra Chica. El accidente de Lapa. La toma de rehenes en el Banco Nación de Ramallo. El crimen de José Luis Cabezas. La tragedia de Cromañón. Y las muertes de Néstor Carlos Kirchner, Nicolás “Pipo” Mancera y Emiliano Moyano, uno de los hijos del líder de la CGT. El atentado a la AMIA y La tragedia de Once. Saberlo antes da poder. Publicarlo, más.
Sumó más muertos que la mayoría y pensó cosas aún peores. Dictaminó ganadores y perdedores antes que la gente salga del cuarto oscuro. Hizo repetir el suicidio del Malevo Ferreyra y advirtió a todos que en instantes se pegaba el tiro. Dijo que las placas rojas falsas también constituían la reputación de las verdaderas, para no confesar que con su vida también pasaba lo mismo. Cuando tuvo que escoger entre Zulma Lobato y el Turco Asís, se quedó con la travesti. Tal vez algún día cuente por qué.
Quizás los que hicieron una lectura de su vida desde el ventilador que no funcionaba o la pared descascarada, alguna vez tengan que dar explicaciones. Tal vez habrá quienes analicen su línea de tiempo por los aportes jubilatorios que no hizo, por los proyectos que truncó, por las injusticias que infringió a la gente que lo amó y admiró en partes iguales, por las genialidades que negó con un gesto sin siquiera escucharlas.
Fue menos que Natalio Botana, tal vez porque vivió el doble. Al director del diario Crítica la muerte lo sorprendió en una ruta de Jujuy con su amante, mientras ponía y sacaba presidentes; sus biógrafos lo recuerdan desangrado mientras esperaba un médico de Buenos Aires. Tal vez usted tomó esa misma sangre para volverse record. A él no le pasó Perón, a usted si. Los titulares fueron su verdadera línea editorial. Nunca dilapidó a propósito la reputación de un jefe de Estado, cual fiscal del orden y las botas, como Jacobo Timerman. Ni desarmó un teléfono al aire para demostrar que en los cables no estaba la Patria, y entonces hablar a favor de las privatizaciones, como lo hizo Neustad. Jamás hizo el amor con el terror.
La suma de todas nuestras habilidades no estuvo a la altura de ninguna de sus órdenes. Tal vez por eso no tuvo socios. Ahora está en su sillón. Ahora le dan premios a la trayectoria. Y los periodistas que jamás consideró más que hormigas le hacen notas para seguir demoliendo ese edificio sin agua, luz ni gas que es el kirchnerismo. Ahora pide la quiebra de su propia creación, como un padre que quiere que su hijo se muera porque se casó. Ahora no llama desde los internos. Ahora la noticia de la venta de su ex-canal llega en el mismo comunicado que informa una canasta navideña. Ahora nadie lo quiere matar. Ahora la culpa ya no la tiene usted. Ahora que las órdenes ya no llegan de teléfonos blancos, si quiere volver a llamar, le pediremos una idea.
Ver también: Las placas rojas de CrónicaTV, firmes junto al pueblo; El creador de Crónica TV denuncia por "ocupas" a los dueños del canal, Héctor Ricardo García denuncia: Negocios y censura en CrónicaTV, La repudiable tapa de Crónica, Ante la publicación de imágenes del cadáver de Jazmín de Grazia en #latapadecronica, ARGRA: La foto de #latapadecronica es un hecho vergonzoso, CrónicaTV cumple 25 años: El canal que revolucionó los medios de comunicación
El “escudriñador central”, escribía Frank Zappa en Joe’s Garage... y yo pensaba en esa mirada abarcadora al hacer periodismo y pensaba en Garcia.
La noticia para todos era la temporada en Mar del Plata, pero si al entrevistar en la playa a Pedro y ese hombre sin rango tenía algo distinto para contar - su propia historia quizás - Pedro era la noticia. Historias mínimas.
Se superpoblaban las preguntas y mientras buscaba las respuestas, titulaba. Si la pregunta era: “qué son esos caracteres en el margen alto de la pantalla en la televisión asiática”, frente a la respuesta Garcia imponía en la televisión argentina para siempre, la temperatura y la hora como dato permanente a la derecha de su pantalla, señora.
Decir “En vivo y en directo” me sale más fácil que decir “hola”; pues bien... García lo tiene registrado. Lo pensó para redundar la presencia de la noticia en la calle.
Su pregunta cotidiana era cómo reaccionaba la gente con Crónica TV en la calle. Era la época en que había que explicar qué era Crónica Televisión.
Con ojos de niño miraba el mundo, me tocó en una cobertura periodística en Cuba descubrir junto a él La Habana de Fidel. La recorrida era detenerse y preguntar.
Esa mirada hacia el todo era futurista y disruptiva. Pensar en una noticia policial tapa de un diario, hoy resulta habitual; no cuando él lo decidió y generó polémica.
“Así es Boca”, “Así” y el espectáculo. El teatro “Astros”.
Roberto - así llamaba a Sandro, su amigo e ídolo popular - de su paladar también. Por eso Palito, Rodolfo Zapata, Favio, D arienzo, el Tango, Arjona (sí, Arjona)... todo aquel que más allá de los matices o los extremos llegaba a la gente, era noticia para él.
De vinos sencillos también, usaba su teléfono y si veía algo en la calle, una noticia, él mismo llamaba para avisar y titular; después lo apagaba.
Todos sabemos las divisiones entre las estaciones, cuándo comienza el verano, pero que estallaba lo vió él. Y todos empezamos a contar los días que faltan, y los minutos para un nuevo año, y así.
El casting en el ISER, en Riobamba apareció desde el control, llegó al estudio junto a Mario Gavilán hace 26 años para decirme que me elegía para el comienzo de un nuevo canal de noticias que haría y aún hoy hace historia. Y aquí estamos.
Malvinas,Perón.
La síntesis y las placas rojas.
Cien veces me quisieron matar decía.
Murió.
Juan Guerri
El hombre de las mil historias se fue sin el retrato de la suya
Por: Hernán de Goñi, Director periodístico de El Cronista
Cualquier estudiante de periodismo, no solo de la Argentina, ha tenido la oportunidad de embeberse en la épica profesional del Washington Post que la película "Todos los hombres del Presidente" creó del caso Watergate. O para poner un ejemplo más cercano, del metódico e impactante trabajo de investigación del Boston Globe que reveló casos de pedofilia en la Iglesia Católica de Massachussetts, reflejado en el filme "Spotlioght". Hay muchos casos más de asociaciones exitosas entre cine y medios, que facilitan a las nuevas generaciones una compresión real de la dinámica de este oficio, y de lo importante que es su ejercicio para la vida pública de un país. Sin embargo, cuando me enteré del fallecimiento de Héctor Ricardo García, sentí que este maestro de periodistas nos dejó sin haber tenido la posibilidad de disfrutar un mayor reconocimiento público por su extensa carrera. Un ACV lo mantuvo postrado los últimos años de su vida, y aunque parte de su legado lo sobrevive en la enorme cantidad de personas que llegaron a trabajar a su lado, su historia todavía merece ser más y mejor contada.
El "Gallego" tuvo una vida de película, y como sucede en un país tan oscilante como el nuestro, tuvo partes de comedia, otras de drama y más de una vez estuvo a punto de convertirse en tragedia. Si algo lo distinguió de chico, es que se sintió flechado por el periodismo cuando todavía cursaba la escuela primaria. Como él mismo relató en su libro "Cien veces me quisieron matar", con las monedas que le daba su padre, en lugar de alguna golosina se dedicaba a comprar diarios (Crítica, La Razón, Noticias Gráficas) y a absorber su estilo y su razón de ser. Trabajó de repartidor para ampliar su colección y cuando tuvo oportunidad se transformó en canillita. Así entró García al periodismo: por el producto, por su gran capacidad para entender la demanda de los lectores, que en la década del '40 se volcaban a la tinta y al papel con una devoción hoy inexplicable. Pero no solo lo fascinaba la letra de molde: sus primeras incursiones laborales vinieron por el lado de la fotografía, y por eso lo visual siempre tuvo relevancia en su carrera.
Tenía poco más de 20 años cuando convenció a sus primeros dos socios para sacar "Así es Boca", revista que creció de la mano de su visión para ofrecer temas populares y de alto impacto. Con esa impronta vino luego "Así", un semanario que llegó a tener tres ediciones y se transformó en la revista de mayor venta de la historia. Su primer batacazo fue la primera nota a Juan Domingo Perón fuera del país: García siguió a su olfato y tomó lo que otros medios desecharon. Las fotos del general paseando en Asunción fueron el puntapié de centenares de oportunidades ganadas en los años siguientes, a puro oficio periodístico.
No tardó mucho en desplegar su siguiente obsesión. En las paredes de su modesta redacción, sus compañeros observaban pegadas en la pared las hojas con el diseño de títulos, fotos y notas, de algo que no existía. "Así va a ser mi diario", les decía con absoluta seguridad. En abril de 1963 le llegó el turno a Crónica, y con él, la proyección de una carrera que siempre lo tuvo como protagonista audaz y hasta temerario. Voló dos veces a Malvinas, fue secuestrado por guerrilleros del ERP y por los militares, sus teatros fueron atacados con bombas e incendios, sus medios fueron clausurados y se le expropiaron sus canales de televisión. Y sin embargo nunca dio un paso atrás ni dejó que el poder de turno se volviera amenazante.
Con Radio Colonia y Crónica TV (parte del primer multimedios local) creó una nueva narrativa periodística: las placas rojas y los informativos de Ariel Delgado se volvieron indelebles. El tiempo no le alcanzó para enfrentar los desafíos de la revolución digital, aunque no tengo duda de que hubiera ganado la batalla, como ganó todas: a fuerza de perseverancia. Su vida se apagó, pero todavía tenemos la oportunidad de repasar, observar y aprender de uno de los mayores casos de éxito del periodismo argentino.
Héctor Ricardo García: una cinemateca pionera en la TV
Al fundador de "Crónica" y "Crónica TV" se debe el legendario de "Sábados de superacción", programa de los sábados (y otros ciclos de cine), cuyo origen tiene que ver un poco con el azar. Una vez reconoció que, para competir con los programas ómnibus del 9 ("Sábados de la bondad") y el 13 ("Sábados circulares") se le ocurrió poner cine y se quedó con todo el rating. Lo evoca Diego Curubeto, autor del libro-homenaje "Cine de Súper Acción"
Por: Diego Curubeto, vía Ámbito Financiero
El cine, en la televisión argentina de principios de los 70 (cuando no existía ni cable, ni streaming, y ni siquiera color), obtenía altísimos ratings. Para tener una idea, el programa más visto de nuestra pantalla chica entre diciembre de 1972 y febrero de 1973 era el clásico ciclo “Cine de Súper Acción” de Canal 11, seguido por el recordado programa de unitarios de Canal 9 “Alta Comedia”, y otra emisión de películas más adultas, “Hollywood en Castellano”, también de Canal 11, en tercer lugar.
Aunque hoy parezca inverosímil, al lado del cine lo demás caía en picada, incluyendo el eterno “Almorzando con Mirtha Legrand”, que ni siquiera alcanzaba a figurar entre los primeros diez puestos de audiencia en el Canal 9. Dentro de los primeros veinte puestos de mayor rating había otro ciclo de cine, también del 11, “Premier 70”, y uno de los pocos puestos del 13, junto al noticiero, era también de películas, “Matinée como en el cine”, pero recién en el puesto 15, muy lejos de la Súper Acción de Héctor Ricardo García, titular de Canal 11.
En su autobiografía “Cien veces me quisieron matar” (Planeta, 1993), García recordó esas maratones de buen cine como el pivote principal del canal que habia tomado a cargo: “Los sábados de películas eran imbatibles. El Cine de Súper Acción era uno de los clásicos de Teleonce, lograba imponerse a todos los demás programas de la competencia”, escribió García. “Comenzó emitiendo dos películas, entre las 13 y las 19, y lo extendí de las 12.30 a las 21 horas, empalmándolo con ‘Hollywood en Castellano’, que comenzaba a las 21”.
Si bien había heredado las películas de los sábados de la gestión anterior en el canal (Dicon SA y Pedro Simoncini), siguiendo los designios del fundador de la emisora, el mítico padre jesuita Héctor Grandinetti, cuando García adoptó a Leoncio (así se llamaba la mascota de LS84 Canal 11) potenció esa cinemateca televisiva a su máxima expresión, gracias a la adquisición de más títulos y las ingeniosas estrategias de publicidad establecidas por Alfredo Scalise, y textos de creativos como el mismísimo Juan Carlos Mesa.
En la década anterior las películas, generalmente clásicos de la 20th Century Fox o de Universal, eran seleccionados especialmente por su calidad y valores humanos por los asesores del sacerdote Grandinetti; por ejemplo, uno de los primeros títulos emitidos en el viejo Canal 11 fue “La luz es para todos” (“Gentlemen’s Agreement”) la obra maestra sobre antisemitismo de Elia Kazan, protagonizada por Gregory Peck. Claro, en los tiempos de García no había criterios tan exquisitos, pero de todos modos, y aunque había quedado muy lejos la influencia jesuita, en el llamado “canal de los curas” nunca dejó de haber un sacerdote ubicado en el departamento filmoteca para participar en la selección de los films. Ésta era lo bastante amplia como para permitir films tan adultos y terroríficos como “Domingo Negro” (“La maschera del demonio”), de Mario Bava.
Gracias a esta inusitada difusión masiva del buen cine, varias generaciones crecieron viendo películas de John Ford, Howard Hawks, los grandes clásicos de terror de la Universal con Boris Karloff, Bela Lugosi y Lon Chaney Jr. (cuyos “monstruos” tuvieron poco después un ciclo propio, los lunes a la noche, incluyendo las parodias con Abbot y Costello), y las más famosas comedias de la edad de oro de Hollywood, aunque claro que ya desde el nombre del ciclo, el énfasis estaba puesto en los westerns, los dramas de época y las películas de aventuras.
Los demás canales no tuvieron más opción que tratar de imitar a Teleonce creando ciclos de cine como el famoso “Festival de cine y series del 13”, sin lograr nunca destronar al 11, pero convirtiendo a la televisión en una rara y maravillosa usina de buenas películas que jamás volvió a brillar del mismo modo.
Sólo recordando aquellos buenos viejos tiempos, basta decir que en 2019 ninguno de los 90 canales de cable exhibe cine clásico, y en el paquete Premium apenas si Fox Classics da buen material cinéfilo, pero sólo en la trasnoche.
Por eso, para los amantes del cine, Héctor Ricardo García siempre será una figura importante que influyó como nadie en la cultura cinematográfica de varias generaciones.
Fotos: José Luis Cabezas, Editorial Perfil