Por: Martin Sivak
En un comentario breve aunque generoso sobre mi libro Clarín, la era Magnetto, Horacio Verbitsky recurrió a una figura boxística potente para plantear un dilema: si el periodismo debe aproximarse a Héctor Magnetto con una estrategia defensiva como la de Nicolino Locche o una agresiva como la de Carlos Monzón. Al leerlo pensé en una pregunta: ¿por qué el Gobierno no pudo noquear al CEO de Clarín? El KO estuvo en todos sus planes maximalistas: la detención de Magnetto por la causa Papel Prensa, la compra del Grupo Clarín por parte de empresarios afines a la Casa Rosada, entre otros.
Existen al menos cuatro razones para que el kirchnerismo no llegara a madurar el KO en esa guerra imaginaria que ha librado contra el multimedios.
- El oficialismo no pudo demostrar que los hijos de Ernestina Herrera de Noble fueran hijos de desaparecidos ni logró que la Justicia tipificara como delito de lesa humanidad la compra de Papel Prensa.
- La ley audiovisual, desde la óptica oficial, pretendía tupacamarizar al multimedios, pero consiguió una módica desinversión que aún sigue en suspenso. Primero por el festival de cautelares del Grupo, y luego por decisión de la AFSCA de prolongar el conflicto y no aplicar la misma vara de severidad con otras empresas.
- El Gobierno falló en la construcción del sueño del Clarín propio: un multimedios estatal y/o paraestatal que consiguiera las audiencias y la influencia de su principal adversario.
- A pesar de las cuantiosas pérdidas económicas y el severo daño a su credibilidad que trajo la guerra imaginaria, Magnetto se prepara para transitar lo que apresuradamente pensó que sucedería en el invierno de 2008: el poskirchnerismo.
Desde que comenzó el conflicto, el matrimonio Kirchner buscó legitimar su aspereza con dos temas de la última dictadura militar (el caso de los hijos de la directora y Papel Prensa) y dio por ciertos todos los relatos que lastimaran a la empresa, sin usar el imprescindible filtro del Estado. Desde las versiones que acercaron editores periodísticos dudosos, antiguos alfiles de José López Rega, hasta organizaciones de derechos humanos.
El informe oficial “Papel Prensa” perseguía el doble propósito de presentar el acta fundacional de Clarín en la compra de esa fábrica y aportar pruebas con valor judicial para arrestar a Magnetto y Bartolomé Mitré por delitos de lesa humanidad. Durante el último cuarto de siglo, el Grupo Clarín ha afinado y profesionalizado su lobby y su presión sobre los tres poderes. Aunque la morosidad del juez federal Julián Ercolini es evidente, acreditar un delito de lesa humanidad requiere una serie de evidencias que aún no han aparecido. Aun si no se probase ese delito, Magnetto ha dado muy pobres explicaciones sobre la compra de Papel Prensa (como que se trató de un acuerdo entre privados).
Al cabo de lo que se ha llamado “batalla cultural”, el cuadro de la propiedad de medios y el nivel del periodismo no han mejorado. Por el contrario, el primero ha mantenido su concentración –con beneficios, en palabras de Martín Becerra, a “corpos buenas” como Telefónica– y el segundo ha acentuado su declive.
El Gobierno ha financiado un satélite de empresarios –rotulables como kirchneristas transitorios– que pusieron sus medios al servicio de esa guerra imaginaria, pero con poca audiencia y escaso prestigio. La idea del Clarín kirchnerista fracasó porque el matutino de la señora de Noble es lo que es también por sus setenta años de historia. Mientras parte de los kirchneristas transitorios se reacomodan al calor de la transición, resta ver cuál será la conversión de Clarín. Magnetto sabe que, para ese propósito, el de CEO no es un puesto menor.
*Autor de Clarín, la era Magnetto
Fuente: Diario Perfil