Por una deuda de casi 17 millones de dolares. El número dos de la cúpula de la guerrilla peronista, Roberto Perdía, asegura en un libro que, luego de la sospechosa muerte de David Graiver y cuando su imperio económico se desplomaba, las personas que quedaron a cargo del holding les ofrecieron distintas propuestas para que pudieran recuperar el dinero que habían invertido allí, producto de dos secuestros. “Hacían referencia a acciones del diario ‘La Opinión’ y a Papel Prensa”, asegura Perdía. La Presidenta no hizo alusión a ese vínculo durante su largo discurso del martes, donde acusó a Clarín y La Nación de “apropiación ilegal” de Papel Prensa.
Por: Ceferino Reato
Alfombra roja. Lidia Papaleo, la viuda de Graiver, y su hermano Osvaldo, con la Presidenta y su esposo, el martes en la Galería de los Patriotas Latinoamericanos.
A la presidenta Cristina Kirchner le fascina la historia y su estilo pedagógico no elude las precisiones y los detalles, pero en los 75 minutos que duró su intervención por cadena nacional del martes por la noche hubo ciertos datos que literalmente brillaron por su ausencia.
Por ejemplo, la Presidenta no mencionó una palabra sobre la relación de David “Dudi” Graiver y su grupo económico con Montoneros, la guerrilla peronista que en pleno gobierno constitucional de Isabel Perón y según diversas fuentes le había confiado 16.825.000 de dólares para que se los administrase.
Ese dinero provenía de los secuestros de los hermanos Juan y Jorge Born, accionistas de Bunge y Born, en aquel momento el grupo económico número uno del país, y Heinrich Metz, gerente de Mercedes-Benz, según el periodista Juan Gasparini en su libro David Graiver, el banquero de los Montoneros.
Otros libros sobre la época tienen la misma información, como Galimberti, de los periodistas Marcelo Larraquy y Roberto Caballero, actual director del ultrakirchnerista Tiempo Argentino.
Gasparini cuenta que Graiver, en una negociación secreta con Roberto “El Negro” Quieto, el número tres de la Conducción Nacional de Montoneros, le ofreció un interés de 9,5%, que equivalía a 196.300 dólares por mes que emisarios retiraron puntualmente durante más de un año.
Tal vez Cristina omitió estos detalles porque en la primera fila de la Casa Rosada la escuchaba la viuda de Graiver, Lidia Papaleo, convertida en el ariete de la embestida del Gobierno contra los diarios Clarín y La Nación, que el 2 de noviembre de 1976 le compraron el 26 por ciento de las acciones del Grupo Graiver en Papel Prensa.
Pudo haber sido una mera cortesía presidencial o bien una razón de cálculo político: no ofrecer flancos débiles en el relato histórico construido por el oficialismo sobre la venta de las acciones que el grupo Graiver tenía en Papel Prensa, ni incomodar a aliados y voceros en la cruzada del Gobierno
En su discurso en la Casa Rosada, la Presidenta acusó a Clarín y La Nación de haberse “apropiado de la empresa (Papel Prensa) en forma ilegal” y se basó en afirmaciones atribuidas a Lidia Papaleo, que dos días después fueron relativizadas por la propia viuda de Graiver en su declaración ante la Justicia. Más allá de los dimes y diretes actuales de algunos de los protagonistas de esta historia, los datos sobre la vinculación entre Graiver y la guerrilla peronista surgen de distintas fuentes y pueden tener su relevancia para echar alguna luz sobre Papel Prensa y su controvertida historia.
Papel Prensa fue una de las empresas básicas que los militares y un sector de la burguesía local acordaron constituir para fomentar la industria nacional y disminuir la sangría de divisas por importaciones. Eso fue entre fines de los sesenta y principios de los setenta. José Gelbard, referente del capital nacional, fue uno de los gestores, y beneficiados, de ese acuerdo.
En 1972, el general Alejandro Lanusse asignó el proyecto de Papel Prensa al Grupo Abril con una presencia minoritaria, y en aquel momento transitoria, del Estado. Al año siguiente, cuando Gelbard fue ministro de Economía del peronismo, presionó al Grupo Abril para que cediera ese 26 por ciento a su delfín y socio Graiver, a quien benefició con créditos blandos para que comprara esos papeles, según coinciden distintas fuentes.
A Graiver le interesaban los medios de comunicación: era “el anónimo socio capitalista” de La Opinión, un diario considerado de centroizquierda, fundado por el prestigioso periodista Jacobo Timerman, según dice Abrasha Rotenberg en su libro Historia confidencial. Rotenberg, que es el padre de la actriz Cecilia Roth, era el socio minoritario de La Opinión y un buen amigo tanto de Timerman como de Graiver.
Graiver también financió La Tarde, un vespertino de orientación golpista lanzado por Timerman, cuya dirección confío a su hijo, Héctor, actual canciller y uno de los principales defensores mediáticos de Cristina. Tanto fue así que La Tarde dejó de salir días después de la muerte del banquero, el 6 de agosto de 1976 en México, en un sospechoso accidente de aviación.
Luego de la muerte de Graiver, mientras se desmoronaba el fabuloso holding económico que había construido en apenas nueve años con un manejo unipersonal, Montoneros pudo haberse convertido en accionista de Papel Prensa o de La Opinión.
Lo sostiene Roberto Perdía, número dos de la Conducción Nacional de Montoneros, en su libro La otra historia, publicado en 1997: “Quienes quedaron a cargo del manejo de sus negocios hicieron llegar distintas propuestas para resolver el reintegro de los recursos que administraban. Hacían referencia a acciones del diario La Opinión, que dirigía Jacobo Timerman, y a Papel Prensa. Lo cierto es que nada de eso se concretó. Poco después, Timerman, los miembros de la familia Graiver y directivos de sus empresas fueron detenidos” por la dictadura, en marzo de 1977.Rodolfo Pandolfi, periodista estrella de La Opinión y Primera Plana, una revista también creada por Timerman, explica que “Graiver estaba en la sociedad con Timerman y Rotenberg, pero ellos no sabían que Graiver también estaba vinculado con Montoneros y que manejaba parte de su dinero”.
Pandolfi afirma que Timerman fue un notable periodista y también un “claro golpista, tanto en 1966 como en 1976, cuando estaba vinculado con el almirante Emilio Massera. La Opinión respondía en ese momento a la línea de Massera. El secuestro de Timerman durante la dictadura fue obra de un sector del Ejército en represalia por sus vínculos con Graiver y para sacarle La Opinión a Massera, dentro de las luchas internas de la Junta Militar. Fìjese que dos o tres días antes de ser secuestrado, Timerman fue recibido por Massera, quien, en un gesto inusual, lo fue a esperar a la puerta de la sede de la Armada”.
La OPM de David. Graiver fue un hábil y audaz hombre de negocios que edificó un imperio económico que, en la Argentina, incluía bancos, constructoras, diarios, hoteles, industrias, agencias de juego e inmuebles: varias estancias, decenas de edificios de departametnos y un centenar de predios, cocheras y locales comerciales. Ya había cruzado las fronteras con bancos en Bélgica, Israel y Estados Unidos, por lo cual había trasladado su cuartel general y su familia a Nueva York.
A Graiver le gustaban las apuestas fuertes y no tenía pruritos en sus relaciones. Quería el poder, todo el poder, y construyó estrechos lazos con Montoneros. Comenzó por cubrir los baches financieros del diario Noticias y consolidó el vínculo con el manejo de los casi 17 millones de dólares.
Gasparini relata un almuerzo con ostras y vino blanco chablis Bianchi cosecha 1972 entre Graiver y Quieto, su contacto con Montoneros, donde el banquero le dice que él también tenía una OPM –organización político-militar–: “Mi OPM es la Other People Money; hacerse rico con la mosca de los demás”, con el dinero de otra gente.
Al final de la comida, Quieto le advirtió, con cordial elegancia, que los Montoneros no vacilarían en matarlo si llegaba a estafarlos.
Eso fue en 1975, cuando hacía casi un año que Montoneros había vuelto a la lucha armada, en abierto desafío al gobierno peronista. En su libro, Perdía cuenta que “durante un tiempo, posiblemente más de un año, la relación (con Graiver) se desarrolló normalmente. Graiver cumplía sus compromisos y periódicamente entregaba el monto que se había acordado. Además del acuerdo económico, el vínculo nos motivó a designar a un compañero junto a él, en Nueva York, para que aprendiera desde adentro el manejo del mundo financiero en el que él se movía”.
Perdía explica por qué Graiver estaba tan interesado en la construcción de Papel Prensa, que sería la única empresa del país productora de papel para diarios. El ex jefe guerrillero narra que dos meses antes de la muerte de Graiver, el oficial superior Raúl Yaguer, número cuatro de la cúpula, viajó a México, donde se reunió con el banquero. Los militares ya habían dado el golpe pero Graiver había logrado evitar la confiscación de sus bienes. “A mí no me pueden tocar, los tengo agarrados, manejo Papel Prensa, sin papel no tienen diarios y sin los diarios no pueden gobernar”, le dijo a Yaguer, de acuerdo con su informe a la Conducción Nacional.
Los misteriosos Peñaloza y Paz
Por: Rosario Ayerdi
Funcionario. Magario, al salir de su despacho. Fue el “Dr. Peñaloza”, un emisario montonero.
“La operación se realizó el 2/11/76 y hubo una importante difusión en los diarios de todo el país. Igualmente, las dificultades seguían. En esos días, tu madre recibió en las oficinas de la calle
Suipacha la visita de un tal doctor Paz, que entró en la oficina y se identificó como montonero y le mostró una pastilla de color rojo y le dijo que iba a hacerle ingerir la pastilla para matarla, igual que a toda la familia, si no le pagan la deuda. Lidia le dice no contar con el dinero y entonces el llamado Dr. Paz exige una reunión con Juan Graiver, mi padre y conmigo.” Este es parte del relato que hizo en Julio Isidoro Graiver ante escribano público sobre la venta de Papel Prensa.
Según distintas versiones, el “Dr. Peñaloza” y el “Dr. Paz” eran quienes se presentaban ante los Graiver para solicitarles el dinero.
Mientras que Raúl Magario, actual funcionario de la Municipalidad de La Matanza, reconoció ser el “Dr. Peñaloza”, de acuerdo a diferentes fuentes, el “Dr. Paz” habría sido el periodista y ex militante de Montoneros Juan Gasparini, que vive en Ginebra desde 1980.
En un email, Gasparini expresó a Perfil: “Lo que no figura en autos no existe, dice el proverbio judicial. Las siluetas descriptas en mi libro se han disuelto en una situación equivalente a la prescripción, es decir el olvido penal. Hoy no figuran en autos, no existen”. Aludía a sus referencias a los doctores Paz y Peñaloza en tres páginas de su su libro David Graiver, el banquero de los montoneros, publicado en 1990 y reeditado trece años después.
Según contó la legisladora Patricia Bullrich, quien integró Montoneros, “los Graiver vendieron Papel Prensa porque los Montoneros los apretaban para que les devolvieran la plata del secuestro de Jorge Born”.
“Lo de Peñaloza es una cosa anecdótica. Un día le pregunto a Graiver cómo me anunciaba con su secretaria. Y me dice: “Decile que sos el ‘Dr. Peñaloza’…”, relató Magario en el libro Montoneros, soldados de Menem, de Viviana Gorbato.
Desde hace ocho años, Magario es funcionario de la Municipalidad de La Matanza y en la actualidad ocupa la flamante Secretaría de Medio Ambiente. “No voy a hablar sobre ese tema”, le dijo Magario a Perfil el miércoles al salir de su oficina.
Antes de que finalizara el primer mandato de Alberto Balestrini como intendente de La Matanza (1999-2003), Magario se convirtió en secretario de Industria, cargo que conservó con la llegada de Fernando Espinoza.
En los últimos meses, Magario comenzó a tener una fuerte injerencia política sobre la conducción municipal del intendente Fernando Espinoza, cuya vicejefa de Gabinete es su hija, Verónica Magario.
Una entrevista interesante
Por: Julio Petrarca
Torturado. Papaleo dijo que nada le preguntaron sobre Graiver.
Desayunaba ayer, temprano, leyendo los diarios como siempre. Al llegar a la sección Medios de Clarín, la sorpresa: Miguel Wiñazki citaba una entrevista casi olvidada que les hice a Osvaldo Papaleo e Irma Roy el 2 de febrero de 1984. Ocupó tres páginas de la revista La Semana, antecesora de Noticias, y su título era “Dos corazones solitarios contra todos”. Roy casi no habló, salvo para incitar a su ex marido a enfatizar que ellos nunca ejercieron censura ni impusieron prohibiciones durante el gobierno peronista 1973/76, cuando Papaleo era funcionario (ocupó cargos ejecutivos superiores en casi todos los canales de televisión estatizados, de la mano del lopezreguismo que los manejaba, y concluyó como secretario de Prensa y Difusión de María Estela Martínez de Perón).
A mí no me cabe duda alguna, lo sé y puedo probarlo, que durante ese período eran comunes las “listas negras” que vedaban la TV, la radio y el cine a buena parte de los mejores directores, autores y actores, muchos de ellos amenazados y sentenciados por la Triple A.
Al momento de la entrevista, el hermano de Lidia Papaleo, la viuda de David Graiver, venía de criticar la integración de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, adjudicando a dos de sus miembros una supuesta connivencia con la dictadura: Magdalena Ruiz Guiñazú y René Favaloro. Hablamos de eso, claro, y me quedó la sensación de que sus duras palabras venían alimentadas por un resentimiento añejo, ajeno a la cuestión. Y también hablamos de su secuestro por Ramón Camps y su gente, en 1977. “A mí Camps me torturó e interrogó varias veces”, comenzó. “¿Sobre el caso Graiver?”, le pregunté, indicando su parentesco. “No, sobre eso no”, enfatizó. Dudé: “Es raro que no le hayan preguntado por los Graiver, existiendo esa relación familiar”. Mencionó, como dato coincidente de su detención, una nota de la revista Somos según la cual él había sido quien presentó a Graiver a los montoneros. “Entonces, el caso Graiver estaba en el medio”, insistí. “No, no. No hubo una sola palabra sobre la cuestión en cinco meses de secuestro (...) Yo nunca trabajé con Graiver. Ni con él ni con su grupo. Creo que quisieron asustarme.” No diré que nada dijo acerca de la venta de las acciones de Papel Prensa durante la dictadura porque no se lo pregunté. Pero nada dijo, tampoco, ni en esa ni en otras entrevistas anteriores y posteriores, sobre el dramático cautiverio de su hermana. Me pareció raro ese silencio.
¿La verdad? Hoy no le creo nada.
Fuente: Diario Perfil