Por: Marcelo Larraquy*
David Graiver fue quien diseñó la operación para "blanquear" el rescate que Montoneros obtuvo por el secuestro de los hermanos Juan y Jorge Born en 1974. En esa época, la conducción guerrillera no tenía demasiada experiencia en el manejo de los fondos que obtenía de secuestros a empresarios. En algún momento, hasta llegaron a invertir en obras de arte en España, pero US$ 60 millones excedían la capacidad de gerenciamiento de la organización. Entonces confiaron en "Dudi" Graiver.
La guerrilla no era el único actor que depositaba su fe en el banquero. Además de su sociedad con Jacobo Timerman, en La Opinión , y de respaldar económicamente al diario La Tarde , que dirigía su hijo Héctor, el actual canciller, también atendía a funcionarios peronistas, militares, sindicalistas y empresarios que le entregaban "dinero sucio", producto de ilícitos y "comisiones". Graiver transfería todo ese dinero a los activos de sus empresas o a alguno de sus seis bancos.
El esquema era simple: "Dudi" recibía el capital, lo legalizaba y pagaba cuatro puntos por encima de la tasa de mercado. Podría decirse que todos los centros de poder que se enfrentaban en la Argentina de los setenta, muchas veces apelando a la violencia, confluían en algún punto en la audacia del joven banquero.
En las oficinas de su grupo, trabajaban familiares de Alfredo Martínez de Hoz y también del general Agustín Lanusse. Graiver podía cenar una noche con Timerman y a la siguiente con el general Videla, el jefe montonero Roberto Quieto, o cualquier banquero importante de Nueva York. Contaba también con la aprobación de la colectividad judía en la Argentina y en Estados Unidos. En algunos viajes, fueron los miembros del Mossad los que cuidaban sus espaldas.
El traspaso
Uno de esos viajes lo realizó en el año 1975 y el destino fue Ginebra. Para la investigación del libro Galimberti , (que acaba de editar Aguilar, en versión corregida y aumentada), un ex secretario de Finanzas de Montoneros nos relató cómo "Dudi" utilizó en esa oportunidad el sistema financiero suizo para trasladar el botín del secuestro de los Born a uno de sus bancos. Pero no todo salió perfecto.
Los hechos fueron así. Un emisario de Bunge & Born trasladó US$ 17 millones a Ginebra, y se los cedió a un emisario de la guerrilla, en una entrega auto a auto, en el interior del estacionamiento subterráneo de un hotel. Fueron dos entregas. Graiver consiguió un departamento para guardar el dinero y abrió siete cuentas en un banco a nombre de una empresa fantasma. Así se inició el proceso de transferencia a su banco en Bélgica.
Pero cuando hizo el primer depósito, por US$ 175.000, la operación de "blanqueo" por algún motivo se trabó. Luego de una semana de nervios, y para que no se generaran malos entendidos, la conducción montonera recomendó a Graiver que resolviera el problema en Ginebra. Que lo resolviera personalmente, le dijeron. "Dudi", entonces, viajó y llevó el dinero a la caja de seguridad de un banquero húngaro de confianza, pero sin declararlo. Los guardaespaldas israelíes custodiaron también ese traslado. El paso siguiente fue retirar el tesoro del banco y meterlo en la bodega de un avión para llevarlo a Estados Unidos. Fue así como el dinero de los Born pasó a formar parte de sus activos.
Cuando Graiver murió en un accidente aéreo el 8 de agosto de 1976, Montoneros -un actor más, pero importante, en la larga lista de "acreedores"- presionó a su esposa Lidia Papaleo para que les devolviera el dinero. Pero la organización guerrillera se quedó en esa oportunidad con las manos vacías.
Casi quince años después, por medio de un acuerdo judicial, Jorge y Juan Born recibieron parte del dinero del rescate que había quedado licuado en el patrimonio de Graiver. Los herederos de este último fueron indemnizados por el entonces presidente Raúl Alfonsín, tras haber sido despojados de sus bienes por la dictadura militar. Galimberti fue un hombre clave para que ejecutaran las dos acciones: el secuestro y la devolución del dinero.
*El autor es periodista, historiador de la Universidad de Buenos Aires y coautor del libro “Galimberti” junto a Roberto Caballero, director del diario Tiempo Argentino
Fuente: Diario La Nación