El mercado de telecomunicaciones integra a las gigantes que se quedaron con la ex Entel y numerosos operadores pequeños y medianos. Reclaman competir en un mercado integrado
Por: Alejandra Beresovsky
La exclusión de las telefónicas de la Ley de Radiodifusión dejó ayer a múltiples heridos en un sector complejo que desde 2000 integra a numerosos operadores que compiten con Telefónica y Telecom.
Desde Cicomra, la cámara que nuclea a las empresas de telecomunicaciones -pero donde Telefónica y Telecom tienen un peso histórico-, señalaron que la modificación impide aprovechar una oportunidad para modernizar la actividad. “En todo el mundo y también en la Argentina hay un fenómeno creciente que es el de la convergencia. Debería haber una legislación que permita tener un marco regulatorio adecuado para esa tendencia, que no haya una divergencia entre servicios de telecomunicaciones y de comunicación audiovisual”, señaló Norberto Capellán, presidente de la entidad. “Siempre pensamos que esta ley era la herramienta para crear un mercado convergente competitivo, aprovechando las ventajas del desarrollo tecnológico y dejando en claro la diferencia entre los que generan contenidos y los que los transportan”, añadió.
En tanto, desde Telefónica, recordaron que la ley no los beneficiaba, “ni con esta modificación, ni en su versión anterior”. “Uno de los artículos remitía a la Ley de Bienes Culturales, que claramente nos impedía entrar en el mercado de la radiodifusión, por ser una empresa con más de un 30% de capital extranjero”, señaló una alta fuente de la compañía. Aclaró también que la firma no tenía alternativas para evadir esa restricción y descalificó las versiones que decían que, al operar en el país, Telefónica podía presentarse como firma argentina o que podía constituir una sociedad estadounidense, para aprovechar que el país norteamericano tiene un tratado de reciprocidad firmado en los noventa que permite a sus empresas ingresar en el mercado nacional de medios.
De todas formas, desde Telefónica reiteraron una expresión de deseo que hicieron manifiesta desde 2006. “Nuestra idea es que, claramente, al igual que pasa en todas partes del mundo, la infraestructura de cable compite con la infraestructura de comunicaciones, de las telefónicas, porque, en la medida en que se incorporen más servicios a la red, hay más posibilidades de hacerla efectiva y eficiente y de invertir en desarrollo tecnológico”.
En el medio, otro grupo de operadores parece haber quedado encerrado en una exclusión que hasta el momento no contempla matices. Franco Cechini, director de Operadores, Prestadores y Marco Regulatorio de la empresa argentina de telefonía y datos iPlan y secretario de la Cámara Argentina de Telefonía IP y Comunicaciones Convergentes (CATIP), señaló que las empresas que entraron en el mercado de telefonía tras el período de exclusividad de diez años que tuvieron Telefónica y Telecom, seguirán peleando para poder dar triple play (la unión de voz, Internet y televisión).
“Tenemos temor a la ignorancia que pueda haber en el Poder Legislativo y en el Ejecutivo respecto al mercado. Esperamos que, lo que se denomina como ‘telefónicas’ sean aquellas que a través del pliego de privatización de la ex Entel tuvieron diez años para desarrollar la red en todo el país”, declaró. “Una situación totalmente diferente a las entrantes, que prestan servicio de telecomunicaciones por el decreto 764, desde 2000”, añadió.
Cecchini precisó que CATIP está integrada por unas 20 empresas, entre las que se cuentan la norteamericana (y antes del Grupo Pescarmona) Global Crossing; Comsat (ahora de British Telecom) y Ertach (a la espera de una aprobación oficial para su fusión con Telmex). “Más allá del sí o no que diga la ley, lo importante es el espíritu, que es que no existan monopolios”, añadió. Y aclaró: “Nosotros vamos a dar el servicio de cable, que alguien nos diga que no”.
El Gobierno confía en que el futuro le dé la razón y que las telefónicas vuelvan al negocio de la televisión paga
Por: Ignacio Miri
Las palabras de Cristina Kirchner todavía rebotaban en las paredes del Salón Sur de la Casa Rosada cuando un importante funcionario K admitió ante El Cronista que la restricción para que las telefónicas entren al mercado de la TV paga no durará por siempre. “Esto no va a poder quedar así, porque sería limitar la posibilidad de que exista el triple play. En el mediano plazo vamos a tener que cambiarla. La cambiamos nosotros o la cambia el avance tecnológico, porque pueden aparecer otras opciones para dar los tres servicios”, aseguró el informante, que conoce el minuto a minuto de las negociaciones de la Ley de Medios.
Esa percepción también existe en el Congreso Nacional, en donde un hombre del kirchnerismo aseguró anoche que, si no es el Estado, será “el mercado” el que se encargue de voltear la barrera que decidió crear la Presidenta para ametrallar el principal argumento que esgrimieron los opositores a la ley.
El retroceso del Gobierno, que hasta el sábado sostenía que el ingreso de las telefónicas al mercado multimediático era uno de los núcleos duros del proyecto oficial, genera un escenario nuevo. Enfría la posibilidad de que Telecom, la telefónica preferida de Néstor Kirchner, se convierta en un jugador más importante de lo que ya es, pero no elimina la chance de que otros amigos del kirchnerismo -muchos de ellos con presencias importantes en el mercado mediático- ganen posiciones comprando las licencias que varios grupos deberán rematar si se aprueba el proyecto. Hasta hoy, quedan fuera de la cancha las telefónicas y Clarín, pero siguen invitados jugadores con billeteras abultadas por medidas anteriores decididas por el matrimonio Kirchner.
En la Quinta de Olivos tienen bien claro que el objetivo de mínima es perjudicar los negocios de Clarín, y que para ello armar una estructura de aliados en el mundo empresarial se convierte en una pata inclaudicable de la estrategia del kirchnerismo. “La idea es tocar a Clarín, pero no a todos los grupos de medios”, admitió un funcionario de la Casa Rosada con diálogo con los dos Kirchner y poseedor de amplios contactos entre conglomerados mediáticos de tamaño moderado.
Esa es la estrategia que siguió hasta ahora el matrimonio Kirchner para dar lo que ellos mismos llaman “la batalla” por los contenidos que se publican en los diarios, canales de TV, radios y sitios de internet: engordar medios condescendientes con pauta oficial o directamente mandar a empresas amigas -incluso a aquellas con experiencia nula o pobre en el rubro de las noticias- a comprarlos con la promesa futura de solventar las experiencias con avisos pagados por la Casa de Gobierno. No le fue bien hasta ahora en ese plan: la cercanía al oficialismo suele ser el peor enemigo del éxito editorial.
Esa es la cruz que a esta altura deberían reconocer los Kirchner como propia. Sus experiencias en la política los mostraron muy dedicados a la hora de poner en problemas a quienes eligen como rivales, pero con poca pericia cuando se trata de construir coaliciones consistentes, capaces de sostenerse más que unos pocos meses antes de degradarse entre la desilusión y las acusaciones cruzadas de traición.
Fuente: Diario El Cronista