Por: Silvana Giudici
Evidentemente las formas y los plazos en el Senado son distintos. La reunión plenaria del día jueves, que contó con la presencia del titular del ComFeR, Gabriel Mariotto, y del presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos, Tristán Bauer, se desarrolló en un marco de extremo cuidado, sin arenga política, ni barras hostigando a la oposición.
Los diputados que asistimos a la reunión comprobamos con sana envidia ese escenario, en el que los senadores podían formular sus preguntas al funcionario kirchnernista y desnudar las contradicciones y gruesos errores que el proyecto oficial todavía sigue presentando.
Durante las audiencias en la Cámara de Diputados, esa discusión nos estuvo vedada. Cada vez que algún diputado intentó abrir el debate artículo por artículo en los plenarios se interrumpió o se ignoraron directamente las consideraciones formuladas. Durante su exposición en la Cámara baja, el interventor del ComFeR se dedicó a fustigar a la oposición, y a esgrimir consignas políticas antes que a explicar su proyecto.
¿Qué fue lo que cambió en el Senado entonces? Una mejor organización y respeto por la labor parlamentaria, sin dudas, pero, también, la necesidad de cambiar el paso. Mientras que en la Cámara de Diputados los votos estaban asegurados, en el Senado el panorama es diferente. Varios senadores oficialistas expresan dudas sobre el proyecto y no se tiene a mano sectores de la oposición intermitente, como el partido Sociedad e Igualdad (SI), para abultar los resultados.
Por otra parte, la convulsionada media sanción de Diputados dejó al descubierto las irregularidades cometidas en el tratamiento y el rechazo de los artículos más cuestionados. Esto obligó a Mariotto a leer su exposición para no tentarse de provocar a los senadores tal como lo hizo con los diputados. Luego de las nueve horas que duró el debate, quedaron al descubierto sus propias contradicciones en relación a la autoridad de aplicación y al poder confiscatorio sobre las licencias en el plazo de un año.
La reunión también fue esclarecedora porque, en respuesta a la objeción formulada por el bloque radical sobre la implementación del decreto 527 -firmado por Néstor Kirchner-, que prorrogó las licencias que hoy quieren caducar, el funcionario kirchnerista expresó con brutal sinceridad: "Ese decreto fue sancionado a pedido de los empresarios del sector". Es decir, un gobierno que propone una ley para desmonopolizar reconoce que fue lobbista de los multimedios unos años antes.
El resultado estuvo a la vista de todos. Cuando se deja el monólogo a un lado y se escucha a la oposición, se enriquece el debate. Cuando se respetan las voces distintas, se descubre que hasta los postulados más firmes del proyecto oficialista deberían cambiarse, tal como finalmente admitió Mariotto, al señalar que la autoridad de aplicación podría democratizarse más, o cuando se enredó en la definición sobre si el empresario Cristóbal López o la compañía Electroingeniería deberían o no tener licencias.
Un debate en un ámbito serio deja todo más claro. Cuando se escucha bien, se pone en evidencia la verdad. Aunque pongan miles de millones para televisar el fútbol se ve que no aprendieron a manejarlo: ¡gol en contra en el Senado!
La autora es diputada nacional (UCR). Preside la Comisión de Libertad de Expresión.
Fuente: Diario La Nación