El autor de Los dueños de la palabra, escrito junto con Martín Becerra. Defiende el proyecto, sostiene que tiene la concepción de la libertad de expresión como un derecho humano y que reducirá la autocensura.
Por: Gabriela Vulcano
A diez días de haber presentado el libro Los dueños de la palabra, que escribió junto a Martín Becerra, el profesor de la carrera de Comunicación Social de la UBA Guillermo Mastrini afirma: “La concentración de medios en la Argentina es inconcebible”. Con esas palabras, el catedrático en Políticas y Planificación define el actual sistema mediático de nuestro país y señala que el proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que por estos días se discute en el Senado, es “un buen piso” para empezar a romper el discurso único y abrir paso a ejercer la “libertad de expresión como un derecho humano”.
¿Es el momento para que sancionar una nueva ley de radiodifusión?
El momento ideal era marzo de 1984. A partir de que no salió ese año, cualquier momento es el indicado. Lo que es especial de esta etapa es que por primera vez un gobierno muestra una decisión política contundente de aprobar la ley. También hay un mayor activismo social en torno a la ley. Hoy todo el mundo reconoce que esto tiene que ver con los 21 puntos de la Coalición para una Radiodifusión Democrática, que se generó en 2004.
La decisión política del Gobierno de modificar la ley actual ¿responde a una intención de perjudicar al grupo Clarín?
Los motivos por los que el Gobierno empuja este tema son del gobierno y seguramente no son los mismos que empuja la sociedad civil. Lo que ocurre es que la decisión del Gobierno, hoy, coincide con la agenda de varias organizaciones sociales, educativas y políticas.
¿El aumento de la concentración de la propiedad de los medios incidió en que cada vez más actores quisieran debatir?
No creo que eso haya sido un disparador. Es cierto que los niveles de concentración son tan altos que es difícil argumentar a favor de eso. Tales niveles de concentración sólo les sirven a los dueños de los medios. No le sirve a la sociedad. No les sirve a los políticos; aún cuando muchos de ellos, en general, tienen un juego de amor-odio con el sistema mediático. En términos discursivos, sólo el grupo Clarín dice que no constituye un gran medio de comunicación.
¿Qué tan importante es la concentración mediática en nuestro país?
En América Latina es muy alta y en la Argentina está apenas por encima del promedio de la región, con el agregado de que existen grupos de comunicación que atraviesan todos los sectores. Eso no ocurre tanto en otros países, tal vez sí con el grupo O’Globo en Brasil y Televisa o Telmex en México. Quienes tienen posiciones cercanas al grupo Clarín, no dicen que no haya concentración. Lo que cuestionan son otras cosas, por ejemplo el tema de los derechos adquiridos.
¿Por qué los monopolios u oligopolios de medios generan empobrecimiento cultural?
El problema no sólo es la concentración de la propiedad, que tiene como consecuencia directa la reducción de la pluralidad de voces. Existen otros indirectos, que tienen que ver con la capacidad de desarrollo profesional de los periodistas, ya que sienten que enojarse con un grupo significa alejarse de cualquier posibilidad de trabajo entonces tienden a autocensurarse; con las prácticas anticompetitivas, y con el encadenamiento de los contenidos al interior. Hay muchos canales y radios que repiten los contenidos de las radios de Buenos Aires, con lo cual eso aumenta los niveles de concentración. Hace que desaparezcan las culturas provinciales. Como hablamos de bienes culturales, tiene que haber políticas públicas que protejan el bienestar social.
¿La nueva ley posibilitaría un mayor acceso a los medios y achicaría las brechas infocomunicacionales?
Es un buen piso. A partir de la ley se puede empezar a pensar la transformación del sistema de medios. Después viene la reglamentación y la aplicación cotidiana. El gran desafío es cómo se van a desarrollar políticas públicas para sostener la diversidad. Si no hay una política pública que estimule la producción al interior del país o no se dan los elementos para que los nuevos medios sean rentables o autosostenibles, la concentración va a seguir siendo la misma. El cine ha demostrado que la articulación de industria con políticas públicas permitió que la Argentina se transforme en un productor medio a nivel cinematográfico.
El oficialismo y la oposición ponen el acento en la libertad de expresión cuando discuten la ley ¿es suficiente ese abordaje?
Es un principio, pero no alcanza. Aunque no se ha hecho explícita, hay una discusión respecto a la concepción que cada uno tiene de la libertad de expresión. El problema es cuando se quiere tener una única concepción y se ancla en la que sostiene que el Estado sólo ejerce funciones coercitivas en relación a la libertad de expresión. A su vez, el Estado también puede ser el que garantice la libertad de expresión. Es más, lo que más rescato del proyecto es la concepción de la libertad de expresión como un derecho humano. Si no estamos hablando de un derecho abstracto: si no tenés los medios, no tenés cómo ejercerlo.
Fuente: Crítica de la Argentina