Relación. José Mujica convocaba a la prensa en cada acción oficial o política relevante
Aunque se trate de un personaje que nada tiene que ver con la profesión de periodista (aunque simula –con sus frecuentes apariciones mediáticas– ejercer este maravilloso oficio, como lo definió con certeza Gabriel García Márquez), Daniel Parisini calza a la perfección en la mayoría de las variantes con las que la Real Academia Española define a una persona como infame. En su primera acepción, adjudica este adjetivo a un ser que carece de honra, crédito y estimación, sinónimo de indigno, innoble, bajo, despreciable; en la segunda, lo identifica como "muy malo y vil en su especie", enumerando algunos sinónimos que lo identifican: malvado, perverso, abyecto, depravado, vil, ruin, miserable, inicuo.
Se hace llamar Gordo Dan y es uno de los voceros oficiosos e interlocutor habitual del presidente Javier Milei. Sólo un infame como él pudo haber definido como "uno menos" al expresidente de Uruguay muerto el martes 13. No se le pide luto a un ser humano; sí, respeto por el duelo que ha provocado en millones de personas la muerte de José Pepe Mujica, dos veces presidente, diputado y referente indispensable de un humanismo sin banderías.
Quise comenzar mi columna de hoy con esta referencia porque las excrecencias que hace públicas este personaje no son más que manifestaciones explícitas de lo que al Presidente y buena parte de sus adláteres piensan aunque no lo dicen públicamente.
Mujica tuvo una relación muchas veces conflictiva, pero siempre respetuosa con el periodismo de su país, sus profesionales y medios. Entendía que esta actividad hace bien a la democracia, y no dudó en convocar a la prensa con cada uno de sus actos fundamentales de gobierno y de acción política. Tenía un fluido y frecuente contacto con cuatro periodistas en particular, a los que privilegiaba con entrevistas personales. No eran todos de su mismo palo ideológico y tampoco pertenecían a medios que fueran afines a él o a sus partidarios. Néstor Cesin, del semanario de izquierda Brecha, Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, del semanario conservador Búsqueda, y Martín Lees, del canal 10 de televisión, líder en audiencia.
No tenía, Mujica, condiciones previas a cualquier entrevista. Sólo demandaba respeto. Pero no eran estos cuatro los únicos que tenían acceso a él: eran frecuentes sus conferencias de prensa y no esquivaba ninguna pregunta. No se le recuerdan agresiones a medios o periodistas, ni propias ni de sus adláteres.
En un interesante artículo publicado por Scielo Uruguay en la revista InMediaciones de la Comunicación, de la Universidad ORT, se señala: "Mujica, que además de ser la figura política más jerarquizada era un éxito de audiencias, contó con gran capacidad para definir qué difundir, por qué medio y a quiénes llamar para disputar la definición de la realidad política. Al mismo tiempo, aunque asimétrica, esa fue una relación de mutua conveniencia, ya que fue beneficiosa para los propios periodistas en su desempeño profesional y en la manera en que consiguieron exclusivas antes que la competencia. En la mayoría de los medios uruguayos se sostuvo la distinción entre el área de opinión y la de información y entre el área empresarial y la informativa, lo cual hizo que el vínculo de esos periodistas con sus propios medios les permitiera tener autonomía y aumentar los márgenes de su trabajo artesanal para conseguir a la fuente más relevante para el periodismo político (el presidente), algo especialmente premiado en un país donde la política institucional y la partidaria son reconocidas como las instancias centrales y legítimas de mediación de la política". Ver el artículo completo en Comunicación política en Uruguay. El gobierno de José Mujica, los medios y el periodismo.
Estaría bueno para la democracia y la sociedad argentinas que desde el máximo poder político se imitaran ciertas conductas dignas de admiración. Sin Gordos Dan.
Se hace llamar Gordo Dan y es uno de los voceros oficiosos e interlocutor habitual del presidente Javier Milei. Sólo un infame como él pudo haber definido como "uno menos" al expresidente de Uruguay muerto el martes 13. No se le pide luto a un ser humano; sí, respeto por el duelo que ha provocado en millones de personas la muerte de José Pepe Mujica, dos veces presidente, diputado y referente indispensable de un humanismo sin banderías.
Quise comenzar mi columna de hoy con esta referencia porque las excrecencias que hace públicas este personaje no son más que manifestaciones explícitas de lo que al Presidente y buena parte de sus adláteres piensan aunque no lo dicen públicamente.
Mujica tuvo una relación muchas veces conflictiva, pero siempre respetuosa con el periodismo de su país, sus profesionales y medios. Entendía que esta actividad hace bien a la democracia, y no dudó en convocar a la prensa con cada uno de sus actos fundamentales de gobierno y de acción política. Tenía un fluido y frecuente contacto con cuatro periodistas en particular, a los que privilegiaba con entrevistas personales. No eran todos de su mismo palo ideológico y tampoco pertenecían a medios que fueran afines a él o a sus partidarios. Néstor Cesin, del semanario de izquierda Brecha, Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, del semanario conservador Búsqueda, y Martín Lees, del canal 10 de televisión, líder en audiencia.
No tenía, Mujica, condiciones previas a cualquier entrevista. Sólo demandaba respeto. Pero no eran estos cuatro los únicos que tenían acceso a él: eran frecuentes sus conferencias de prensa y no esquivaba ninguna pregunta. No se le recuerdan agresiones a medios o periodistas, ni propias ni de sus adláteres.
En un interesante artículo publicado por Scielo Uruguay en la revista InMediaciones de la Comunicación, de la Universidad ORT, se señala: "Mujica, que además de ser la figura política más jerarquizada era un éxito de audiencias, contó con gran capacidad para definir qué difundir, por qué medio y a quiénes llamar para disputar la definición de la realidad política. Al mismo tiempo, aunque asimétrica, esa fue una relación de mutua conveniencia, ya que fue beneficiosa para los propios periodistas en su desempeño profesional y en la manera en que consiguieron exclusivas antes que la competencia. En la mayoría de los medios uruguayos se sostuvo la distinción entre el área de opinión y la de información y entre el área empresarial y la informativa, lo cual hizo que el vínculo de esos periodistas con sus propios medios les permitiera tener autonomía y aumentar los márgenes de su trabajo artesanal para conseguir a la fuente más relevante para el periodismo político (el presidente), algo especialmente premiado en un país donde la política institucional y la partidaria son reconocidas como las instancias centrales y legítimas de mediación de la política". Ver el artículo completo en Comunicación política en Uruguay. El gobierno de José Mujica, los medios y el periodismo.
Estaría bueno para la democracia y la sociedad argentinas que desde el máximo poder político se imitaran ciertas conductas dignas de admiración. Sin Gordos Dan.
Foto: Agencia AFP
Fuente: Diario Perfil