martes, 20 de mayo de 2025

Cacho Palma: el teatro como refugio, relato y resistencia

El actor Sabatino "Cacho" Palma no estaba seguro de cómo estaría el clima aquel sábado por la mañana y dudaba si podría acercarse a Aire Libre, Radio Comunitaria. Sin embargo, se animó y llegó al estudio para conversar sobre su nueva obra. Valoró especialmente que la entrevista tuviera lugar en un espacio más personal, uno de esos lugares —dijo— en los que se siente en casa, rodeado de verdaderos amigos. Para él, el teatro que hace tiene ese mismo sentido: el de un encuentro, un verdadero encuentro humano.

Al referirse al contexto actual, que percibe como cada vez más banal, estupidizante y alejado de la condición humana, sostuvo que el teatro se volvió una herramienta esencial, no solo para quienes lo hacen, sino también para el público.

Esa necesidad de encuentro, afirma, se hizo evidente durante el estreno de Desde Cachorro, el miércoles pasado. Describe la función como un verdadero acontecimiento: la sala estuvo colmada, el público aplaudió de pie y muchas personas se le acercaron con muestras de afecto al terminar la función. Vivió ese momento como profundamente reconfortante, un impulso valioso para seguir adelante. Con funciones confirmadas hasta fines de septiembre, considera que el nuevo ciclo arrancó con fuerza.
Desde Cachorro completa una trilogía iniciada con El Camino de la Fuente y 22 de agosto. Palma confiesa que no tenía previsto escribir una trilogía, pero que al aparecer esta nueva obra, sintió con claridad que ahí se cerraba un ciclo. "Se siente en el alma cuando te dicen: suficiente, Palma", comenta, satisfecho con lo alcanzado.

Las tres obras están concebidas como unipersonales: textos pensados para un actor que, además de narrar, encarna lo que cuenta. Palma destaca el componente actoral de ese juego escénico, en el que alguien relata que fue a un café y, sin transición, ya está dentro de él, viviendo lo que ocurre allí. Esa fusión entre narración y acción es, para él, el corazón de su propuesta teatral.

En El Camino de la Fuente, el primer espectáculo de la trilogía, fue Pablo Razuck quien llevó adelante con maestría el juego escénico propuesto. Ahora, en Desde Cachorro, el actor decidió asumir él mismo ese rol, en lo que describe como un regreso necesario a la actuación. Sentía la necesidad de volver a actuar, y sostiene que, tras tanto tiempo, logró decantar un modo de interpretación que le resulta orgánico tanto a él como al público.

Durante su paso por España con 22 de agosto —y ahora nuevamente con Desde Cachorro—, Palma vivió una experiencia que describe como profundamente conmovedora. Fue en febrero del año anterior, cuando en escena abordaba, entre otros temas, la masacre de Trelew y evocaba al poeta César Vallejo. Al finalizar las funciones, cuenta que muchas personas del público se le acercaban conmovidas, lo abrazaban y compartían historias personales que revelaban una conexión inesperada con lo representado. Una de ellas, por ejemplo, le señaló una isla visible desde el lugar y le dijo que su padre había estado allí preso durante tres años, realizando trabajos forzados bajo la dictadura de Franco. Para Palma, ese tipo de relatos confirmaron que lo que narra en sus obras no pertenece solo a la historia argentina, sino que forma parte de una memoria universal, una historia común de la humanidad.
Aclara, sin embargo, que su enfoque no es con un sentido revanchista ni violento. De hecho, quienes vieron la obra lo saben: no hay golpes bajos. Es una mirada poética. Si tuviera que compararla con algo, diría que, en todo caso, el Holocausto se parece a La vida es bella: está contado desde la ternura, a través de un personaje cuya consigna es sobrevivir y narrar esa historia. La obra, en ese sentido, es un manual de supervivencia.

En cuanto a la historia de Hugo, el personaje central, explica que no aborda de manera directa el terrorismo de Estado, como sí lo hacen con profundidad y claridad las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Su mirada se enfoca más en la relación entre un padre y su hijo adolescente. Es el joven, de 15 años, quien lleva adelante el relato de lo vivido, y la escena central de la obra tiene lugar el 19 de junio de 1978, justo al día siguiente del empate entre Argentina y Brasil durante el Mundial.

La trama se desarrolla en Rosario. Si bien parte del relato comienza en el Danubio, es en el barrio Las Delicias donde el abuelo del protagonista termina asentándose y conoce a la abuela. Desde ahí, se narra la vida de un chico de barrio que se convierte en actor, que se enamora de la chica más linda del lugar y con ella forma pareja. Rosario aparece a lo largo de toda la obra: el Rosedal, el club del barrio, la panadería, la esquina de Oroño y Córdoba, y, por supuesto, el Gigante de Arroyito, durante pleno Mundial del '78. Cada referencia territorial refuerza esa identidad local que atraviesa y sostiene el relato.
Aunque Desde Cachorro sea un unipersonal, Palma insiste en que el trabajo detrás de escena es profundamente colectivo. Asegura que el equipo que lo acompaña es enorme, y que primero se comprometió con el texto, y luego se apasionó durante los ensayos. Palma tiene un modo muy particular de trabajar: ensaya intensamente, con una lógica que define como de "laboratorio teatral", en la que investiga, explora y prueba constantemente.

Desde el primer día de ese proceso estuvo Liliana Gioia, una compañera de gran sensibilidad, a quien valora tanto por su calidad humana como artística. En un contexto difícil para el teatro —que, según afirma, hoy está empobrecido y hasta perseguido—, comenzaron ensayando en un departamento, con los recursos disponibles, pero con la misma pasión de siempre. Gioia fue responsable del acompañamiento actoral, y también estuvo presente en el estreno. Para Palma, sin ese equipo, la obra no habría sido posible.

A esa base inicial se sumaron otras colaboraciones fundamentales. Desde fines de diciembre, el escenógrafo Néstor Aliani comenzó a trabajar en el diseño visual del espectáculo, y el vestuario estuvo a cargo de Lorena Salvaggio, cuya mirada estética califica como muy afinada. También, por primera vez, incluyó en el proceso desde el inicio a un equipo audiovisual: las realizadoras Martina Guaisol y Paloma Sosa, de Los Cazadores de Imágenes, quienes documentaron todo el proceso creativo paso a paso. Están produciendo una especie de testimonio audiovisual que Palma anhelaba desde hace tiempo.

El equipo se completa con Temis Parola, profesora de canto y amiga cercana, quien lo acompañó como asistente vocal, con una calidez y compromiso notables. Ese conjunto formó el núcleo inicial del proyecto.
Más adelante, cuando comenzaron los ensayos en Buenos Aires, el trabajo se amplió. Palma cuenta que Desde Cachorro volverá a escena en esa ciudad, en agosto y septiembre, en El Crisol, un teatro independiente en el que ya se presentaron sus obras anteriores. También tiene temporada confirmada en Rosario y en Madrid, lo que lo obliga a mantener un proceso creativo dinámico y en constante intercambio.

Fue en ese contexto que se sumaron dos directores con una mirada escénica más contemporánea, pensada especialmente para circuitos de festivales y encuentros internacionales. Por un lado, Diego Rodríguez asumió la dirección general; por el otro, su amigo cercano Pablo Razuck —quien protagonizó El Camino de la Fuente— se encargó del seguimiento actoral.

Con Razuck, los ensayos se convirtieron en verdaderas sesiones de laboratorio teatral: encuentros intensos, de cuatro horas, donde ambos se involucraban físicamente en cada escena. Palma describe ese proceso como un juego conjunto: uno comenzaba una escena, el otro la retomaba; probaban, improvisaban, se lanzaban a experimentar. Esa entrega corporal, dice, es parte fundamental del proceso.

En cuanto al contenido de la obra, destaca el peso central que tiene la memoria, aunque aclara que se trata de dos formas distintas de memoria. Por un lado, está la memoria narrativa, aquella que estructura el texto y organiza el relato. Esa memoria requiere investigación: Palma menciona, por ejemplo, que estudió a fondo el campo de concentración de Majdanek, en Polonia —el primero en ser liberado por los soviéticos el 24 de julio de 1944—, así como también todo el contexto del Mundial ’78 en Argentina. Ambos elementos están presentes en la trama.

En Desde Cachorro, la música no aparece solo como fondo sonoro, sino como un lenguaje vital, integrado al cuerpo mismo de la obra. Palma destaca el rol fundamental de Miriam Cubelos en ese aspecto: no solo aportó su voz y talento, sino también una mirada artística lúcida. Fue ella quien le sugirió que la obra debía incluir a Víctor Jara, ese gran ícono latinoamericano al que —como canta León Gieco— "le cortaron las manos". Para Palma, fue una afirmación imposible de discutir.
Le propuso entonces a Cubelos que fuera ella quien le diera voz a esa presencia, pero de un modo artesanal, íntimo, con impronta rosarina. Nada de grandes arreglos ni producciones, solo una guitarra sencilla y sincera. Lo que sucedió en el estreno fue inesperado: Miriam cantó en vivo, sorprendiendo a Palma y al público. Fue, dice él, un verdadero lujo.

A ese trabajo se sumó también Martín Elgoyhen, un clarinetista de gran nivel, que inicialmente se había ofrecido a grabar dos temas musicales que funcionan como leitmotivs en la obra. Pero durante un ensayo en el que estaban Palma, Pablo Razuck y el propio Elgoyhen, este último interpretó en vivo lo que pensaba grabar. Fue entonces cuando Razuck le propuso que lo hiciera en escena.

Elgoyhen, que nunca había actuado en teatro, se mostró sorprendido: comprendió que no era como un recital, donde bastaba con un micrófono. En el teatro, dijo Palma, hay que entrar en el momento justo, sin margen de error. Y sin embargo, lo hizo. Desde entonces, el clarinete en vivo forma parte de cada función. Según Palma, la atmósfera que logra es sencillamente increíble. Incluso bromea con que Elgoyhen le prometió viajar a España con la obra —aunque aún no lo cree del todo—, pero asegura que, al menos en Rosario, estará presente en las funciones restantes.

La obra también tiene, según Palma, una dosis de locura. Pero no cualquier locura: una locura necesaria, una locura hermosa. En un momento clave, el personaje plantea una pregunta al público: "¿Podríamos haber hecho otra cosa?" Luego responde: "No. Nada. Probablemente nada de nada. O tal vez algo. Cualquier cosa. Incluso una locura. Pero una locura distinta a la peor locura de todas: la locura de no hacer nada".
Desde esa perspectiva, la obra se presenta también como una propuesta política, aunque no partidaria ni coyuntural. Palma la entiende como una propuesta profundamente ética, humana y comunitaria. Por eso —señala— también está en AireLibre, Radio Comunitaria: porque cree necesario recuperar ese sentido compartido, entender que lo que le sucede al otro también nos atraviesa. Retoma, en ese punto, las palabras de Atahualpa Yupanqui: "Soy yo mismo con otro cuero".

Desde Desde Cachorro, Palma canta a la condición humana, con humor, ternura y amor. La obra concluye en dos historias de amor que, para él, son el verdadero sustento de toda la narración.

Esa mirada vitalista fue retomada también por el crítico Roberto Retamoso, quien destacó que el trabajo de Palma no gira en torno a la muerte o al lamento, sino que apuesta al deseo, al amor y a la vida. Palma coincide: lo que busca es que todo lo que se haga, se haga con alegría y con esperanza. Cita al poeta ruso Vladímir Mayakovski, cuya frase funciona como lema de la obra: "Hay que arrancar la alegría a los días futuros".

En cuanto a la respuesta del público, asegura que fue conmovedora. Hubo aplausos de pie, y un "tercer tiempo" en el bar del teatro El Rayo, donde se compartieron palabras, emociones y afecto. Dice que a esta altura de su vida, el ego ya no le sirve. Lo que le queda, lo que lo sostiene, es saber que algo sigue vivo: una forma de transmisión poética, teatral y artesanal. Ese fueguito humano donde aún es posible reunirse, contar, cantar, emocionarse.
Actualmente, Desde Cachorro se presenta en el Teatro El Rayo, ubicado en Salta 2991, en pleno barrio Pichincha, Rosario. Las funciones son los jueves 22 y 29 de mayo, y los sábados 7, 14 y 21 de junio. Luego, Palma viajará a Madrid para continuar la gira.

Además del equipo que ya ha mencionado, destaca especialmente el trabajo de su hijo, Lautaro Palma, quien se encargó de la iluminación. "Me acompaña, me cuida… es el cachorro que cuida al padre", dice emocionado.

Y finalmente, menciona a Néstor Zapata, artífice del Teatro Arteón, con quien mantiene una relación entrañable. Fue él quien lo alentó a mantener la intimidad en la puesta y quien, años atrás, transformó 22 de agosto al sugerir que el narrador fuera el loco César, evocando la figura de César Vallejo.

En el cierre, Palma hace una mención especial a su compañera, Mariel Cortés Piñero, quien realiza un gran trabajo de prensa. Y deja flotando una esperanza: "Ojalá nos esté escuchando".

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