Murió a los 77 años Hugo Arana, el actor de raza que cautivó con su estilo popular. La confirmación de la noticia la realizó la Asociación Argentina de Actores a través de sus redes sociales: "Con gran pena despedimos al compañero actor Hugo Arana. En su prestigiosa trayectoria en cine, teatro y TV ha sido respetado y querido tanto por sus pares como por su público. Acompañamos en este triste momento a su hijo Juan, a sus familiares y seres queridos". Arana había sido internado el Sanatorio Colegiales producto de un golpe doméstico y durante el chequeo médico que le realizaron diagnosticaron que era Covid positivo. "Tengo el virus de forma muy liviana, no me ha dañado la respiración ni tengo dolores", había afirmado días atrás.
Nacido en la localidad bonaerense de Juan José Paso -pero criado en Monte Grande-, Hugo Arana brilló en más de 40 títulos del cine argentino y una cantidad similar de programas de televisión.
Con importantes intervenciones en las "oscarizadas" películas "La tregua" y "La historia oficial", entre otras grandes producciones del cine nacional, pero fundamentalmente con sus trabajos populares en televisión, en recordadas publicidades y con una amplia galería de queridos personajes en el programa cómico "Matrimonio y algo más", Hugo Arana, quien murió hoy a los 77 años, cautivó a todo tipo de público a lo largo de su versátil y prolífica trayectoria.
La labor de este admirado actor prácticamente no tuvo respiro desde su aparición en escena, en 1970, en la película "El santo de la espada" hasta hace pocas semanas, cuando antes de ser internado en una clínica privada por un accidente doméstico, en donde se le detectó que se había contagiado coronavirus, participó junto a Moro Anghileri de la serie "Historias virales", con temática ligada a la cuarentena.
Aunque el propio actor había tranquilizado a sus seguidores semanas atrás en una entrevista radial, en las últimas horas había circulado información que daba cuenta de cierta preocupación en su estado de salud, hasta que finalmente la Asociación Argentina de Actores dio a conocer la noticia de su fallecimiento.
"Con gran pena despedimos al compañero actor Hugo Arana. En su prestigiosa trayectoria en cine, teatro y TV ha sido respetado y querido tanto por sus pares como por su público. Acompañamos en este triste momento a su hijo Juan, a sus familiares y seres queridos", informó la institución a través de sus redes sociales.
Precisamente, fue su único hijo Juan Gonzalo, fruto de su matrimonio con la actriz Marzenka Novak, fallecida en 2011, con quien se había casado en 1978, quien encontró al actor tras su accidente doméstico y lo acompañó mientras le hacían los estudios que, finalmente, determinaron que era positivo en Covid-19.
"Para que haya multimillonarios, tiene que haber miles de chicos desnutridos y enfermos tirados en aguas contaminadas", Hugo Arana
Nacido en la localidad bonaerense de Juan José Paso pero criado en Monte Grande, Hugo Arana brilló en más de 40 títulos del cine argentino y una cantidad similar de programas de televisión; sin embargo, el primer gran impacto popular llegaría en 1972, al protagonizar una recordada publicidad de un vino de mesa, dirigida por Juan José Jusid, cuyo éxito obligó a realizar toda una saga que continuara la historia.
Con una sólida formación actoral con estudios con Augusto Fernandes y tras cimentar cierta experiencia con el grupo de teatro Errare Humanum Est, su aparición en "El santo de la Espada" y su popularidad a partir de la publicidad, lo llevó a convertirse en una cara familiar en la producción cinematográfica y televisiva de la época.
La mencionada "La tregua", "La Madre María", "El soltero", "Y mañana serán hombres" y "La isla" fueron algunas de las películas que lo tuvieron en el elenco en los `70, en tanto que "Papá corazón" sería el título televisivo más relevante en aquellos años.
Pero cuando parecía que los niveles de popularidad alcanzados con la publicidad de vino no iban a ser superados llegó "Matrimonio y algo más", el programa televisivo picaresco de Hugo Moser, en donde Arana descollaría con dos entrañables personajes de grueso trazo, como el caso de "El groncho" y "Huguito Araña".
Aunque se trataría de dos retratos que serían duramente cuestionados hoy, el primero por su carácter misógino y el segundo por su burla a la diversidad sexual, el pulso del humor de la época consagró a este actor como uno de los grandes comediantes de la televisión argentina.
Sin embargo, Arana continuaría con sus incursiones en un cine más "comprometido", con igual grado de efectividad, como en el caso de "La historia oficial", "Made in Argentina", "Un lugar en el mundo", la comedia "Las puertitas del Señor López" y la costumbrista "El verso", entre otras.
Establecido como una de las grandes figuras de la escena nacional, el actor fue convocado para numerosas y reconocidas tiras televisivas, como "La banda del Golden Rocket", "Buenos vecinos", "Tiempo final", "Resistiré", "Mujeres asesinas", "Los exitosos Pells", "Graduados" y "Viudas e hijos del Rock and Roll", entre tantas.
Consecuencia de su prolífica labor, el intérprete cosechó diversos premios, entre ellos media docena de Martín Fierro y dos Cóndor de Plata, pero también tuvo el reconocimiento a nivel internacional cuando obtuvo en 2003 el Premio al Mejor Actor en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, por su trabajo en la película "El viaje hacia el mar".
¿Prefiere algún papel sobre otro?: Te nombro una del año pasado, Te esperaré, la película de Alberto Lecchi, donde interpreté a un coronel asesino serial de la época de los milicos. Esos papeles son muy deseados. Nos encanta hacer de hijo de puta, de asesinos, de personas que representan lo peor de las personas. Porque uno puede sacar su materia negra y eso es maravilloso. En la vida, siempre pregunto: ¿a cuántos hubiéramos degollado y no lo hicimos por moral, ética o miedo a ir en cana o a ver si me saca el cuchillo y me mata él a mí? La pulsión está. Entonces, poder hacer personajes cretinos, hijos de puta, es un anhelo para sacar lo que se reprime. Más allá de este ejemplo, uno quiere a todos sus personajes. Son como hijos: los querés a todos, pero a veces le prestás más atención a alguno.
Más allá de los galardones, la figura de Hugo Arana reunió fundamentalmente el cariño de todo tipo de público gracias a su capacidad para saber componer personajes susceptibles de reflejar la idiosincrasia del argentino medio, tal como ocurrió desde sus primeros pasos en la famosa publicidad rebautizada a nivel popular como la saga del "tío francés".
El acosador coqueteo de Huguito Araña con actores famosos que acudían al piso para ser entrevistados o la bondad y el cariño rústico expresado por "El groncho" hicieron el resto.
Sus virtudes como actor, el carácter afable mostrado en entrevistas y la ausencia de conflictos laborales o personales en su vida pública confluyeron para que Hugo Arana sea reconocido tanto por sus papeles dramáticos como por sus intervenciones humorísticas, y querido y respetado de manera unánime por colegas y por el público en general.
"El Sanatorio Colegiales donde falleció Hugo Arana es un desastre, si fuera más fácil y viable hacer denuncias por mala praxis ese lugar estaría cerrado hace años", aseguró el perfil de Twitter: @HippiesConOsde en respuesta a un mensaje del periodista Luis Bremer. Mientras que el periodista manifestó: "Terrible fallecimiento!!!! Alguien auditará en Sanatorio Colegiales donde los pacientes entran x otra dolencia y se contagian #COVID19 ¿Se cumplen los protocolos?".Tantos fueron los comentarios en contra de la clínica que el nombre del sanatorio se volvió tendencia. En el comunicado la institución respondió: "Lamentamos comunicar que en el día de hoy a las 0.30 horas se produjo el fallecimiento del señor Ricardo Hugo Arana. El señor Arana ingresó al Sanatorio el día 27/9/20 producto de un cuadro sincopal en su domicilio. Entre otros varios estudios que se realizaron a su ingreso, los que corresponden a imágenes de torax fueron compatibles con infección por Covid, lo cual se corroboró en el hisopado por PRC que se realizó a continuación".Según el parte "el paciente permaneció aislado y con todos los cuidados necesarios para un cuadro de Covid. Se le estaban realizando estudios de alta complejidad en relación a sus antecedentes cardiológicos severos, hasta el día de hoy dónde falleció producto de un paro cardíaco súbito".En el documento firmado por la Doctora María Cristina Lacunza agregaron: "Acompañamos a la familia en su dolor".
“Profesar es poner la fe, y yo pongo la fe en la tarea”
En la película que protagoniza junto a Beatriz Spelzini, Arana, que viene haciendo cine y teatro desde los años 70, compone a uno de sus personajes más difíciles. “Es un tipo hosco porque tiene un problema con su soledad, que lo está invadiendo”, señaló
Por Emanuel Respighi
Hugo Arana no soñaba con “actuar”, así, a secas. Cuando para su cumpleaños número 22 se regaló a sí mismo la inscripción a un instituto actoral, no tenía en mente simplemente actuar. “Yo quería ser actor de cine. No me podía imaginar otra cosa, ya que hasta ese momento nunca en mi vida había asistido a una obra de teatro. Hasta los 22 años sólo había visto cine, gracias a que entraba gratis a las salas de un amigo”, aclara el actor. La formación, el tiempo y su talento se complotaron para que aquél jovencito que solo concebía la actuación en pantalla grande se convirtiera en uno de los grandes intérpretes argentinos, de esos que dejan su huella a cada paso. “El único riesgo que enfrentamos los actores es a no poder construir personajes verosímiles”, subraya Arana, a quien se lo puede ver en su anhelado rol de “actor de cine” en Delicia, la película dirigida por Marcelo Mangone en la que comparte cartel con Beatriz Spelzini.
El actor habla con la misma sencillez que le imprime a los personajes que interpreta. Esa naturalidad en su registro actoral, que suele trascender la pantalla, encuentra eco en cada una de sus respuestas. “La vida es más simple de lo que creemos, somos nosotros y nuestras extrañas neurosis la que la complejizamos”, puntualiza el actor que ya cumplió 74 julios, ante . “Siento –señala– que cuando cumplimos los setenta años cruzamos una línea, constatamos la finitud. Los cuarenta y los cincuenta los atravesé sin darme cuenta. Los sesenta ya me empezaron a joder. ‘Muere un sexagenario atropellado por un colectivo’, se suele titular. ¿Por qué tienen que hacer hincapié en la edad de la víctima? ¿O, acaso, subrayan la condición de veintiañero o treintañero? No. Entrar en la séptima década de vida te hace tomar conciencia, clara y contundente, de que el camino se va acabando. La constatación de la finitud de la vida lo condiciona todo. La percepción del mundo es otra cuando uno constata el fin del camino.”
En Delicia, justamente, se cuenta la historia de un amor otoñal, de esos en donde prevalecen más los temores que las pasiones. Felisa (Spelzini) es una enfermera que llega (¿huyendo de algo?) a un apacible pueblo para ocupar una vacante en el hospital local. Como necesita un lugar para vivir, acepta la sugerencia del director de hospedarse en una casa que un paciente puso a disposición con una condición: a cambio del alojamiento, debe colaborar en las tareas de la casa del dueño, Amado, lindante a la ofrecida. Inquilina y propietario entablarán una compleja relación, condicionada no solo por la renguera de ella y la ceguera de él, sino fundamentalmente por los miedos que la trama deja entrever pero nunca explicita. Dos almas solitarias atrapadas en el deseo de torcer sus destinos y la desconfianza de compartir con otros su intimidad. “Es una película muy sencilla. No tiene rebusques ni sobreactuación en el registro actoral ni tampoco en el narrativo. No hay subrayados en búsqueda de impacto. Delicia es una película que fluye y que es verosímil”, puntualiza Arana.
En Delicia hay un registro naturalista que contiene a la historia. ¿La ficción debe ser “verdadera”?
La ficción no tiene por qué ser verdad. Para verdad tenemos nuestra realidad cotidiana. Además de que sabemos, hoy más que nunca con las cosas que se dicen y se publican, que la verdad siempre es un hecho subjetivo. Es verdad aquello que necesitamos que sea verdad. En esa construcción, buscamos la mayor cantidad de argumentos posibles para demostrar que eso sea verdad. ¿Por qué necesitamos que algunas de nuestras percepciones sean verdaderas? Es un misterio. Hay infinitas verdaderas, que en realidad expresan ignorancias o prejuicios que nos reafirman en nuestras ideas. Felisa y Amado sufren padecimientos físicos, pero la trama no hace foco en ellos. En todo caso, la renguera y la ceguera no son otros que rendijas de los padecimientos interiores. Todos tenemos rengueras interiores. El que esté libre de rengueras que tire la primera muleta. Somos seres imperfectos.
Y solos. La película pone el acento en la soledad de Amado y Felisa.
Son dos soledades buscando compartirse. Todos somos seres solos aunque estemos rodeados o conectados con otros. No sé si la soledad es un estado de tranquilidad. La soledad es un motor, al que si se lo pone en marcha resulta conducente. Es motor de reflexión, de sueños, de búsquedas. Los seres humanos compartimos soledades. Estamos solos. La cumbre máxima del amor es, justamente, el encuentro entre dos soledades que deciden compartirse. En el amor se comparten las soledades. Creo que el amor de un otro u otra no nos completa. Somos completos, que en todo caso decidimos compartirnos. El estado ideal del ser humano es el de la armonía, el poder eludir el caos.
Amado, su personaje, parecería ser un tipo cerrado, pero hay algo en su aparente templo que aspira a romperse, como si tuviera una necesidad de que ingrese algo de “caos”.
Es un tipo hosco porque tiene un problema con su soledad, no puede habitarla. La soledad lo está invadiendo. No es que quiera habitarla. La necesidad de abrir la puerta es la consecuencia de que la soledad le está ganando. Amado no logra ya dominar su soledad, aunque nunca lo admita.
¿Cómo fue la composición de Amado?
Nunca había hecho de un personaje ciego, pero fui amigo en mi adolescencia de un ciego cuya familia era dueña –mirá qué ironía– de dos cines en Lanús, El palacio del Cine y el Super Cine, hoy convertidos en banco y templo evangélico, respectivamente. Gracias a él pude descubrir el cine. Eran épocas donde los lunes y martes daban tres películas distintas cada día, y de miércoles a domingo otras tres. ¡Entre las dos salas, podía ver 18 películas diferentes cada semana! Este amigo era un hombre que se había quedado ciego a los 18 años. Era raro, porque él tenía casi 30 y yo no más de 16 años. Íbamos a tomar café al Bar Oriente, que era un café, con billares y peluquería al fondo, abierto las 24 horas, a media cuadra de la Estación de Lanús. Lo acompañé por todos lados, porque además nunca quiso usar bastón ni aprendió a leer Braille. Hasta le grabé “Derecho Romano” en audio, porque estudió abogacía.
¿Se inspiró en él?
Tengo en mi mente sus formas. También fui a un Instituto para ciegos donde me ayudaron mucho. Pude discernir entre aquellos que nacieron no videntes y los que se quedaron ciegos con el tiempo. Lo que advertí es que el lenguaje gestual de uno y de otro no es el mismo. El no vidente de nacimiento prácticamente no mueven las manos, porque no conocen el lenguaje gestual, lo tienen menos desarrollado. En cambio, aquellos que quedaron ciegos tienen mayor registro gestual, y mientras hablan señalan con el dedo o se expresan con sus brazos. Mi preocupación fue encontrar el lenguaje gestual acorde a un no vidente que recuerda haber visto.
En una época en la que se venera la juventud como una virtud, cuando no es más que una etapa de la vida, Delicia cuenta una historia de amor de adultos mayores. El film da cuenta de que nunca es tarde para nuevas experiencias.
Hemos heredado y mantenido una cultura absolutamente formal, no espiritual ni mucho menos vivencial, interior, emotiva. Vivimos en una cultura del descarte y la apariencia. La mujer sigue tratada como un objeto en los concursos de belleza, seguimos eligiendo al “mejor” actor, al “mejor” docente... ¿Cómo podemos hablar de que alguien es “mejor” que otro? ¿Sobre qué parámetros vivimos señalando que una persona es mejor que otra? En todo caso, destaquemos a alguien por sus cualidades en determinada área. ¿Mejor? En una carrera el ganador es el más ligero, pero no el mejor. Hay que dejar de comparar y disfrutar más.
A lo largo de su profesión hizo teatro oficial y comercial, cine dramático y comedia, y también participó de distintos proyectos en televisión. Esa ductilidad, ¿fue un camino buscado?
Odio las sentencias. Y cuando digo odio ya estoy sentenciando. Tampoco uso la palabra carrera, prefiero profesión. Profesar es poner la fe. Yo pongo la fe en la tarea. Me gusta. Pongo la fe de que voy a disfrutar, de mejorar mi paladar. El encasillamiento, las verdades absolutas que construimos, no son otra cosa que manifestaciones inconscientes de nuestros miedos. Necesitamos certezas para poder huir de los miedos. Ahora resulta que no hay que tener miedo, o no demostrarlo. Tampoco se puede tener vanidad. ¿Cómo no voy a tener miedo, cómo no voy a ser vanidoso? ¿Qué soy, de qué estoy hecho? Soy un bicho humano, tengo todo eso. El tema es cómo nos relacionamos con nuestra vanidad y nuestros miedos. Cada tanto, a mi vanidad la agarro y le doy unos caramelos para que se calme un poco, porque si no corro el riesgo de convertirme en un idiota.
¿Nunca sintió, en algún momento de su profesión, que su conducta era dominada por la vanidad?
Nunca sentí que era rehén de la contienda de ganar o perder. He sentido que, en ocasiones, la vanidad amenazaba con adueñarse de mi ser. Cuando el brillo sale hacia afuera, los humanos estamos en problemas.
¿Podía controlar esa vanidad queriendo emerger?
Cuesta, pero creo que nunca he hecho el ridículo. No todos pueden decir lo mismo.
Dijo que hace algunos años constató la finitud de la vida. ¿Se autoimpone una “fecha de vencimiento” para la actuación?
Qué se yo hasta cuándo voy a actuar. No soy de los que dicen que quieren morirse arriba de un escenario. Me preocuparía la conmoción que causaría desplomarme adelante de mis colegas y del público. Prefiero ahorrarle ese mal trago. Actuaré hasta que pueda. No estudié teatro toda mi vida por el deber de nada, sino por el placer de la búsqueda de construir una conducta, un carácter. Construir un personaje sigue siendo, siempre, una maravillosa aventura.
"La teoría del derrame me parece uno de los más graves insultos"
Esto le dijo Arana al ex ministro de economía, Nicolás Dujovne, en el programa Debo Decir, en América
Durante una emisión del programa que conducía Luis Novaresio en América, Dujovne elogió la postura económica del expresidente Macri diciendo que estaban "en el medio" de las propuestas del exministro y hoy gobernador bonaerense Axel Kicillof y del economista liberal y excandidato a presidente José Luis Espert.
<blockquote class="twitter-tweet"><p lang="es" dir="ltr">Una poca de <a href="https://twitter.com/hashtag/HugoArana?src=hash&ref_src=twsrc%5Etfw">#HugoArana</a> hablando de la "hijaputez profunda" de la "teoría del derrame" <a href="https://t.co/6ANYKaC3J7">pic.twitter.com/6ANYKaC3J7</a></p>— Vlad di Fiore Prieto (@vdifiore) <a href="https://twitter.com/vdifiore/status/1315288011920142337?ref_src=twsrc%5Etfw">October 11, 2020</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script>
Sin embargo, Arana, que también estaba como invitado en el programa, interrumpió la conversación y sostuvo que defender la teoría del derrame es "como estar en mi casa comiendo y decirle al negrito de la calle 'sentate ahí' y van cayendo migas y puede comer". En ese momento, el ministro de Macri, comenzó a mirar hacia un costado.
"Eso del derrame me parece una humillación, me parece una hijoputez profunda", manifestó Arana. "Para que haya multimillonarios tiene que haber miles de chicos, miles y miles, desnutridos, enfermos y tirados entre aguas contaminadas", sentenció.
Después, Novaresio le preguntó a Arana en qué gobierno "sintió que arrancamos y vamos para el lugar de la mayoría". El actor le contestó, que "la única vez en mi vida que yo hablé de un gobierno públicamente fue con (Néstor) Kirchner, que dije 'esto me parece un buen gobierno".
Fotos: Guadalupe Lombardo, La Nación, Tiempo Argentino
Fuentes: Agencia TelAm, PáginaI12, Señales