Nos maltratan porque desde hace más de seis años decimos que el sueldo no alcanza mientras la empresa se niega a negociar salarios de forma colectiva, con la Comisión Interna o con el SiPreBA como legítimos representantes. De esa manera, avala la dramática caída del poder adquisitivo de sus trabajadores, donde casi la mitad tiene ingresos por debajo de la canasta básica. Desde abril 2019, y con una inflación acumulada que supera el 55%, nuestros sueldos apenas tuvieron una recomposición del 25%.
En Clarín, el maltrato más grave es sufrido por colaboradores permanentes, eventuales, freelance y quienes facturan sus tareas. La empresa, que paga con retraso los ya ínfimos montos de colaboraciones a los trabajadores que en muchos casos debió haber efectivizado, ahora se escuda en la pandemia para dejarlos sin sustento, lo que implica despidos encubiertos.
Clarín maltrata, también, porque mes a mes comete sistemáticos errores en las liquidaciones del salario. Además de las cuotas que tenemos en los haberes desde mayo, quienes trabajamos en Clarín debemos revisar con lupa los inentendibles recibos de sueldo para corroborar que no se nos adeude algún ítem. Desde hace años sufrimos el desgaste de tener que reclamar para que paguen como corresponde, por ejemplo, los feriados y las vacaciones. En salarios al borde de la pobreza, donde cada peso vale mucho, las supuestas fallas del sistema, siempre a favor de la empresa, resultan agraviantes.
Nos maltratan porque, pese haber sido declarados como personal esencial durante la pandemia, no tenemos ninguna compensación por el teletrabajo. Por ende, ponemos dinero de nuestros bolsillos para poder tener las herramientas y ejercer nuestro oficio. Una paradoja si pensamos que Clarín pertenece a un holding que también provee de internet, telefonía y televisión por cable.
Desde la empresa sólo nos ofrecen burocracia y arbitrariedades. Otro maltrato. El colmo lo vivimos las últimas semanas, en relación a las sillas de oficina, necesarias para realizar teletrabajo evitando las dolencias y patologías profesionales generadas por malas posturas. Mientras colegas de otros grandes medios reciben sillas ergonómicas en sus casas, en Clarín nos piden lesiones preexistentes, certificados médicos y diagnósticos por imágenes en medio de una pandemia. ¿Acaso tener el equipamiento para trabajar con una buena postura no debería ser la prevención de esas enfermedades que nos piden constatar? Según la encuesta sobre teletrabajo que hizo la Comisión Interna, sólo el 12% de los empleados de AGEA tiene una silla adecuada en su casa y el 78% sufre alguna dolencia desde que hace tareas de forma remota. ¿Casualidad? No, maltrato.
Trabajamos en una empresa de comunicación que no habla con sus empleados y empleadas. No tenemos información sobre las paritarias vencidas desde octubre 2019 y tampoco recibimos explicaciones sobre el pago pendiente del BGA. Mientras, las notificaciones con los detalles del ilegal pago en cuotas y el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), dejan más dudas que certezas.
En tiempos de crisis, el maltrato se hace aún más evidente en el ajuste laboral. Con equipos diezmados tras cientos de retiros y los 65 despidos en Clarín y en Olé de 2019, la sobreexigencia de tareas es una constante que ahora, además, debemos afrontar con las dificultades del trabajo remoto.
Por todo esto es que seguimos reclamando y este miércoles 15/7 participamos del “apagón de noticias” convocado por el SiPreBA en todas las redacciones de la ciudad de Buenos Aires. Porque con maltrato sin #ParitariasPrensaYA no es posible que cumplamos como corresponde con el #PeriodismoEsencial
Asamblea de Clarín/AGEA