Los dueños de The New York Times y The Wall Street Journal se declararon la guerra.
Por: Paul Harris
Que empiece la batalla", le escribió hace un par de semanas el dueño de The Wall Street Journal, Rupert Murdoch, a Arthur Sulzberger, editor del archirrival The New York Times (NYT). Y así fue. Los dos grandes nombres del periodismo estadounidense marchan hacia una guerra al viejo estilo. Como dos pesos pesados, el NYT y el Journal se alistan para un combate por el dinero, los lectores y, quizá lo más importante, la influencia política.
En un rincón está Murdoch, un hombre famoso por ganar millones tirando abajo el orden establecido. Su arma predilecta ahora es un Journal más aguerrido. Frente a él está Sulzberger, la cabeza del acaudalado clan Ochs Sulzberger, que es propietario del NYT desde hace más de cien años. Pero mientras Murdoch y Sulzberger van a la guerra, la industria de los diarios por la que pelean quizá esté muriendo bajo sus pies.
Murdoch sin duda es un pirata de los tabloides -un aventurero del mundo editorial, que hace rato busca un diario estadounidense de primer nivel para agregar a sus posesiones-. Pero sabe que el valor del Journal radica en su calidad, y no lo compró para banalizarlo. Invirtió miles de millones para comprar un diario y quiere que el Journal sea una fuerza aún más poderosa, la fuerza periodística más grande de los Estados Unidos. Claro está que para llevar a cabo esa misión tiene que derrotar al diario que actualmente ocupa el trono: The New York Times.
Probablemente a Murdoch le da gusto embestir contra el NYT cuando está en un momento vulnerable. Aunque vende 1.070.000 ejemplares por día -cifra que dista de ser enorme en un país de 300 millones de habitantes-, sigue siendo el medio de la elite estadounidense, y fija la agenda política como ninguna otra organización periodística. Pero se vio afectado por una caída en los ingresos por publicidad que alcanzó a toda la industria de los diarios, haciendo trizas las ganancias. También cayó el valor de sus acciones, por lo cual prometió recortar costos y eliminar puestos de trabajo.
Pero, pese a los nubarrones de tormenta, sería un error subestimar al NYT. El nivel de su redacción sigue siendo la envidia de otros medios. Todavía produce un periodismo de maravillosa calidad. También sería un error menospreciar a Sulzberger, quien ha demostrado gran capacidad para absorber los cambios que afectan al sector, detectando los problemas con anticipación y dando la bienvenida a Internet. Sería una terrible equivocación de parte de Murdoch restarle importancia a él o al diario que dirige.
La batalla ya comenzó. Murdoch está invirtiendo en diarios mientras otros huyen. Pero hay en juego factores que deberían asustar a Murdoch y Sulzberger por igual. La dura realidad es que, mientras el Journal y el NYT libran su batalla, muchos piensan que la industria de los diarios por la que pelean está en peligro de extinción.
Con este telón de fondo, la guerra entre el Journal y el NYT comienza a adquirir un tono sepia. Parece menos una batalla en pos de influencia futura que una pelea de otra época, ya que en el futuro las guerras mediáticas no se librarán entre diarios, y quizá ni siquiera entre sitios Web de diarios. En ellas pelearán marcas de Internet, blogs, sitios para compartir videos, sitios de chismes y cosas que ni siquiera soñamos. No se librarán en una ciudad o en un país, sino en todo el mundo. No se librarán con la compra de un diario, sino con el click de un mouse o el botón de un iPhone.
Una revolución online se extiende cada vez más por todo el mundo de los medios. Puede que la guerra entre Murdoch y Sulzberger sea encarnizada. Lo que está en juego es decisivo y las pasiones son intensas. Pero bien podría ser la última en su género.
Fuente: The Observer (nota completa) - Clarín (abreviada)