Cómo superó su temor al ridículo y se animó al teatro. Salud, dinero y drogas. El futuro. Qué les critica a Macri, Carrió y a los Kirchner.
Por Alex Milberg
Mihaly Csikszentmihalyi, además de tener un nombre difícil, fue decano de Psicología de la Universidad de Chicago y es un experto en “Creatividad”. Así se titula su libro más famoso, en el que entrevistó a personalidades que habían inventado una disciplina o modificado un campo ya existente. Su lista incluía a premios Nobel en física, química, medicina y literatura. Si se trasladara la investigación a la Argentina, Jorge Lanata sería estudiado. Renovó cada área del periodismo en la que participó: gráfica, radio y televisión. La confianza y la curiosidad lo llevaron a incursionar en cine, música, páginas web y, ahora, teatro de revistas, en “La rotativa del Maipo”, que se estrena esta semana. Los cuestionarios de Csikszentmihalyi comenzaban con la misma pregunta: ¿De todas las cosas que hizo en la vida, de cuál se siente más orgulloso? En una nota antigua, encontré una frase de Lanata que decía: “Mi viejo tenía cáncer en los huesos y yo lo acompañé cuando lo internaron. Y fue increíble… él metió en el bolso un reloj, su pijama y unos ejemplares de Página. ¿Sabés lo que significó eso para mí?”.
Pudo haber sido su respuesta. Pero en este reportaje dio otra, impredecible, al igual que los temas que recorrieron la charla: su salud y sus temores, el éxito y el fracaso, las drogas, el dinero, el alivio y la relación con Dios de un hombre que se acerca a los 50 pero no cree que vivirá mucho. Además, sus críticas a los Kirchner, Macri y Carrió, y el futuro que nos espera. Extractos.
- Cuando nuestros lectores lean esta nota, usted ya se habrá subido al escenario. Pero ahora dice que tiene miedo. ¿De qué?
- Parezco un tipo seguro pero no lo soy. Todo el tiempo pienso si me puede ir mal, si se entenderá lo que hago. Me preocupa que se entienda. Y en el caso del teatro, es como enfrentar un fantasma. Todavía no sé si será un laburo o un juego. Ya veré. Por ahora, soy el único que no cree.
- ¿Por qué dice “el único”?
- Para todo el mundo la obra será un éxito. A veces pasa: se tira una idea, cada vez más gente construye esa idea y al final, la misma gente para no decepcionarse la convierte en éxito. Es una profecía autocumplida.
- ¿Improvisará en sus discursos, igual que Cristina?
- Sí, igual. Me están ayudando con unos chistes pero no me convencen, no me sale. Creo más en ir viendo el clima.
- ¿No sufrirá de pánico escénico?
- No sufro pánico. Yo siempre quise público. En los medios le tienen miedo a la gente, que te putee, y no pasa nada: a lo sumo los puteás. La gente ayuda, sabés si se aburre o no. Ahora sé manejarlo.
- ¿Lo aprendió en la televisión?
- Sí. Al comienzo me ponía nervioso. Me pasé en la tele cerca de un año y medio estudiando cómo atravesar la cámara. Lo que nunca pude fue verme a mí mismo.
- ¿Por qué?
- Hay una vergüenza de verme que no superé. La tele fue interesante a nivel personal porque expuse un elemento que es en el que menos confío: mi propia imagen. Hay tantos estereotipos que pensás: “Tengo que ser rubio, alto”, y no es así. Lo que tenés que tener es algo que no se adquiere y que es carisma.
- ¿Cuándo creyó que tenía carisma?
- El primer año de Día D, pero no sé, no hay un día puntual: me ayudó mucho la radio. Creo que si un tipo sabe escribir, sabe hablar, y si sabe hablar sabe hablar en público. Es cuestión de superar la valla.
- Hay al menos tres razones tangibles por las cuales trepar al escenario del Maipo: diversión, dinero y marketing de su diario. ¿En qué orden las ubica? ¿Hay alguna otra?
- Lo de promocionar a Crítica lo veo recién ahora. Acepté la obra porque me divierte: hace quince años que no laburo por guita. No porque tenga, sino porque sé cómo se consigue.
- Alguna vez dijo que eso lo aprendió de su padre. ¿Pero siempre lo vivió así? ¿Cuándo descubrió por primera vez que podía ser una máquina de producir “mucha plata”?
- Laburo desde chico y no salí de un huevo en Página. Pero ahí, de la nada, hicimos una empresa que se terminó vendiendo en siete, ocho millones de dólares. Ahí supe dos cosas: puedo armar estas estructuras que generen plata. Y siempre voy a tener trabajo. Saber eso me alivió, me quitó un peso de encima. Quebré, perdí una casa, un auto, pero volví a hacer cosas. Los problemas importantes nunca tienen que ver con la plata.
- ¿En qué invierte ante la crisis global?
- No tengo plata para invertir. Mantengo a un montón de gente a mi alrededor, mí tía, familia. Gasto lo que gano. Por ahí ahora puedo ahorrar con lo del teatro, pero no sé.
- ¿Confiaría a alguien sus inversiones?
- Tengo respeto a las formaciones profesionales. Si al médico le creo, le hago caso. Pero nunca me vi en una situación como para invertir. No tengo esa mentalidad especulativa. La pondré en el banco.
- ¿Al médico le hace caso? Con respecto a su salud, ¿cómo explica a sus seres queridos el daño que se hace con el tabaco, por ejemplo?
- Con el peso, tengo un problema y es que soy diabético y tengo resistencia a la insulina. Para mí bajar es mucho más complicado, lo que estoy haciendo es no aumentar. Con el cigarrillo, uno deja de fumar cuando uno quiere y no cuando quieren los demás. Y nunca quise.
- Muchas embarazadas dejan de fumar. ¿No sintió lo mismo cuando nació su segunda hija?
- No hay que tener una relación extorsiva con los hijos. Ya soy grande: mis hijos pueden opinar pero no significa que les haga caso. En algún momento voy a dejar.
- Además de teatro, lanzará un nuevo libro más personal donde se refiere a las drogas. ¿Cómo fue su experiencia?
- Soy parte de una generación que tuvo que ver con las drogas y hoy toma agua Perrier. Uno va pasando por distintas etapas hasta llegar al agua mineral con gas.
- ¿Cómo educó en eso a su hija adolescente?
- A mi hija le expliqué que el mundo duele y que hay gente a la que le duele más y trata de acolchonarse de distintas maneras, pero que esas maneras en el fondo no sirven. Lo único que uno puedo esperar con los hijos es confiar en Dios o en el azar y confiar en que no pase. Pero la pregunta es otra…
- ¿Cuál?
- ¿Por qué nos preguntamos por las consecuencias y no por las causas? ¿Qué mundo estamos haciendo para que los chicos se droguen? Lo digo en especial por la cocaína, que es la droga de la productividad, una droga con la que hacés caso a los demás: los otros te piden que estés despierto, que estés funcionando, y vos acatás.
- ¿Alguna vez tuvo miedo de no poder parar?
- Sí, claro. Y pude hacer un clic para manejar la situación. La relación con mi mujer, querer volver a casa, estar bien con alguien de manera concreta, me sirvió mucho.
- En su libro “Vuelta de Página” escribió tras la muerte de su padre: “Ahora soy yo quien siente la desesperación por la falta de respuestas”. ¿Qué lo desespera o angustia?
- Borges decía que uno escribe sobre los mismos temas. Y a mí siempre me angustió lo mismo, aunque los lleve de distintas maneras. La falta de respuestas es constante. Me angustia el tiempo, por algo colecciono relojes. El sentido de las cosas, lo que se perdió, porque hubo cosas que perdí, por mi madre y esa historia.
- ¿Qué aprendió de su madre?
- Tengo el sentido del humor de mi vieja. No podía hablar, estuvo 40 años sentada en una silla pero se reía. Heredé su carcajada.
- Leí que durante años la culpó de haberse enfermado hasta que lo superó. ¿Cómo hizo?
- Con un muy buen análisis. Tuve la suerte de tener un muy buen analista.
- ¿Aún sigue enojado con otras personas?
- Yo me enojo pero se me pasa. Me enojan las actitudes miserables. Que la gente a veces sea pequeña, que busque pequeños espacios de poder de mierda que no sirven para nada. Después me olvido.
- Lo angustia el sentido de las cosas. Y ya nombró a Dios. ¿Es creyente?
- Sí, creo en Dios, en un orden.
- ¿Desde siempre o ahora, cerca de los 50?
- De siempre, de manera más despareja. En algún momento, cuando estudiaba derecho tuve un ataque místico. Creo que hay un orden, no sé explicar por qué. El hecho de tener hijos ayuda. El asombro ante lo básico, de una manera ingenua y a la vez cándida, te demuestra que creés en algo más.
- ¿Reza?
- No. No practico ninguna religión.
- De todas las cosas que hizo, ¿de qué se siente más orgulloso?
- De mis hijas, claro. Y de mi mujer, Sara. A tu hijo le das la parte más grande del plato sin pensarlo, es increíble lo que pasa. Y del trabajo, de una suma de varias cosas…
- ¿Por ejemplo?
- De haber mostrado que las renovaciones sobre la forma pueden ser infinitas y no afectan el contenido. Que se puede renovar la comunicación periodística con elementos de la comunicación humana, como el humor o el enojo. Entretener debería ser obligatorio, pero acá se entiende entretener como el baile del caño.
- Suele decir que Página lo alentó a ser “usted mismo”.
- Sí. Página me mostró que en tanto más era yo, mejor me iba. Uno no sabe que no tiene que ser otro, que es lo que escuchamos desde que nacemos. Pero me falta hacer otras cosas. Siento que no escribí mi mejor libro, ni hice lo mejor en periodismo, aunque tampoco me quede mucho tiempo.
- ¿Cuál cree que es su expectativa de vida?
- Setenta como mucho. Pero bueno, tengo veinte años, así que…
- La segunda pregunta de Csikszentmihalyi: ¿De todos los obstáculos que tuvo en su vida, cuál fue el más difícil de superar?
- El obstáculo más difícil soy yo. Soy el peor. Mi estupidez, mis prejuicios, mis preconceptos, el hecho de que no llego a hacer lo que quiero, de que nunca alcanza.
- ¿Cómo lo superó?
- Sobreponiéndome al miedo. Una persona tiene éxito cuando pierde el temor al fracaso. El mundo está lleno de gente que no se anima a hacer cosas. ¿Sabés cuántos diarios escuché mejor que PáginaI12 y que Crítica? Millones. En los bares, en los posts, en todos lados, dicen que soy un idiota y ellos unos genios. Pero nadie se puso en el medio de la mierda a hacer nada. Ésa es la diferencia.
- ¿Por eso no teme a un fracaso o a un ridículo en el teatro?
- Claro. Lo pensé. Pero si va mal, va mal. No voy a haber dejado de hacer todo lo que hice. Hay un poema de Fernando Pessoa en el que pasa por una esquina y no dobla, y se pasa toda la vida preguntándose qué hubiera pasado. Cuando te animás a doblar, podés empezar a ser y a hacer.
- En su obra, va a contar las noticias del día. ¿O va a juntar votos? Usted dijo que si hubiera elecciones en Capital, le ganaría a Macri.
- No fue tan así. Dije que venía con buena imagen detrás de Macri. Nunca iría a una elección, pero me tendría fe para ganarle.
- ¿Usted se define como un liberal de izquierda. ¿Quién siente que lo representa, Prat-Gay, Lavagna, Binner...?
- Ninguno de ellos. Bertrand Russell, pero desgraciadamente murió.
- No le voy a preguntar qué piensa sino, ¿qué siente por Carrió?
- Yo la quiero a la gorda, aunque está totalmente demente. Pero la locura acerca al poder, no aleja. Si el poder fuera sensato, Einstein o Sartre hubieran sido presidentes. Pero es una megalomanía increíble pensar que uno fue elegido por el destino y que puede solucionar todo.
- ¿Y qué piensa de Carrió?
- Se equivoca cuando quiere ser presidente antes que otra cosa. Si se pudiera meter en la vida real, gobernar y mostrar lo que puede hacer, aun con la corrupción y otros problemas que tendría, le serviría y la catapultaría hacia la presidencia. Ella cree que se empieza por arriba y no por abajo. Yo pienso que es al revés.
- ¿Adhiere más al recorrido de Macri?
- Sí, pero se desdibujó. Creo que está perdiendo una oportunidad increíble. Igual, no descarto para nada que sea un candidato que pueda ganarle por derecha a Kirchner como candidato peronista.
- Ni Cobos, ni Carrió ni Binner para 2011, salvo que se afilien al peronismo…
- Desgraciadamente, no creo que a Kirchner le gane una alianza: le ganará el peronismo.
- ¿A quiénes imagina?
- Duhalde está más tejiendo que siendo candidato. Felipe Solá es bien visto en la Provincia de Buenos Aires y se maneja bien. No sé si en 2011, pero de Narváez va a hacer una carrera política importante. Siempre está la incógnita de Reutemann, que así seguirá. Y otros, como Rodríguez Saá, no creo que puedan despegarse de su propia imagen.
- En la lista de presidentes que duraron más de un año, ¿cómo elabora su ranking de la democracia hasta hoy?
- El peor fue De la Rúa. El segundo peor fue Menem. El tercero, Alfonsín. Y el cuarto peor fue Kirchner.
- ¿Y Duhalde?
- ¿Llegó a estar más de un año?
- Sí.
- Mirá vos, no me acuerdo. Eso también responde lo que pienso de Duhalde… ninguno estuvo a la altura de las circunstancias.
- ¿Se arrepiente de haber dicho que nadie fue más cobarde que Alfonsín con los militares?
- No, para nada. Representó lo más mediocre del bipartidismo, la transa peronista y radical.
- Pero lo supera a Menem en su ranking...
- Menem hizo el mayor cambio estructural en la Argentina del peronismo en adelante a un costo social altísimo. No estoy de acuerdo en casi nada, pero Menem lo hizo y nos hizo mierda.
- ¿Kirchner?
- Es un tipo atrapado en el doble discurso. Se fue desgastando con el tiempo porque eso mostró la otra parte. Y me dio vergüenza ajena que nombrara a su esposa como candidata. Si hoy hubiera ballotage aun así votaría por Kirchner antes que a Menem, pero por ser el menos malo.
- ¿Y en qué lugar ubica a la presidente en ese ranking?
- Detrás de Menem, sin duda. A Cristina todos la muestran como un cuadro político interesante y yo ni siquiera pienso que sea una persona inteligente. Creo que sabe hablar en el Congreso como hablan en el Congreso y eso no significa que sepa hablar. Pero no me parece que esté preparada para ser una jefa de Estado, para nada.
- ¿Intentó ver a Kirchner este año?
- Pedimos una reunión y no se hizo. Me vi con Alberto Fernández. Era algo protocolar. Pero no insistí. Si no quiere, no quiere. A nosotros es fácil ubicarnos.
- Y ahora, casi a los cincuenta, también actor. ¿Qué aprendió en sus últimos veinte años? ¿en qué cambió? ¿en qué mejoró?
- Me persigo menos. También cambió mi concepto del tiempo. Por la enfermedad de mi mamá, pensaba que cuando cumpliera su edad me pasaría lo mismo. Cuando me convencí de que no, me alivié.
- ¿Y ahora?
- Le tengo menos miedo al fracaso, a la esquina de Pessoa. El tiburón es el bicho neurótico por excelencia, no duerme, y durante muchos años fui así, buscás, buscás y no sabés qué, pero estás persiguiendo algo. No persigo más. Prefiero encontrar y no perseguir. Estoy más tranquilo con eso.
Fuente: Newsweek de Argentina