Con apenas ocho años, Karina Elizabeth Milei se sentaba en la tribuna de la canchita de Lugano para ver atajar a su hermano. Por su asistencia perfecta, se convirtió en la mascota del equipo. Muchos años después, sin formación política ni experiencia alguna en contiendas electorales, aquella nena armó dos campañas.
En 2021 colocó a su hermano en el centro de la escena y lo llevó al Congreso de la Nación. En 2023, a la Casa Rosada. Secretaria General de la Presidencia, es la líder de La Libertad Avanza, un fenómeno de alto impacto global que interpretó cambios profundos en los modos de vida después de la pandemia.
Decodificó la demanda de una nueva forma de hacer política: del emprendedurismo al odio en las redes sociales, de la conexión íntima con los animales a la posverdad, de la caída de los discursos institucionales al derrumbe de la familia como núcleo organizador de la sociedad. Víctima ella también de un padre golpeador, Karina se volvió protectora, sostén y doble inescindible del Presidente. Carente del don de la locuacidad, evita el contacto con el periodismo.
El enigma a su alrededor multiplica las preguntas: ¿Toma decisiones de Estado leyendo el tarot? ¿Es sagaz o apenas una mujer con suerte? ¿Qué valores la guían? ¿Cuán despiadada es? En esta investigación sorprendente, Victoria De Masi -quien ha cubierto el vertiginoso ascenso de los Milei- perfora el secreto que rodea a los hermanos y describe como nadie ha hecho aún el disciplinamiento y el silencio con que construyen su poder. Karina, El Jefe, no habla: ejecuta.
Por: Victoria de Masi
Karina, en cambio, habló poco. Sentada al lado de Caputo, tomaba notas mientras sorbía té. Solo usó su teléfono, viejo y con la pantalla cascada, para escribirle al asesor: prefería la discreción del mensaje de texto, aunque estuvieran en la misma sala. Varios representantes de las distintas fuerzas que participaron de esa previa a los debates se sorprendieron con El Jefe. Esa mujer que permanecía en silencio mientras apuntaba ideas en una agenda no se parecía a la que contaban los medios de comunicación. No era ni desagradable ni dominante ni despiadada, sino por demás amable y atenta aun en competencia. Karina sabía que podía delegar en Santiago Caputo el temario y el reglamento. Confiaba, también, en la performance que haría su hermano. Ella había presenciado el coacheo al que sometieron a Javier en la financiera de Marra, Bull Market. A Milei le costaba, le fastidiaban las indicaciones y las sugerencias. "Yo voy a ser yo. Voy a decir la verdad, porque con la verdad no me voy a equivocar", dijo Javier y dio por terminada la sesión. Ella lo apoyó. En realidad del debate le inquietaban otros asuntos. La temperatura, por ejemplo. Quería saber a cuántos grados estaría acondicionada la sala del Forum de Santiago del Estero y el salón de actos de la Facultad de Derecho. Pidió a los organizadores que estuviera, como máximo, a 23 grados. Buscaba, de esa manera, evitar que su hermano sudara mientras exponía o cuando le tocara replicar a alguno de sus adversarios.
La ubicación de las luces era otro ítem que la preocupaba. La puesta estaba pensada para la televisión y eso implica cierta disposición de las luces en la parrilla del escenario, a los costados y en el atril. Karina, siempre atenta a la estética de su hermano, quería que Javier luciera un rostro definido, anguloso, hipermasculino. Si la iluminación no le convencía, avisó, iba a pedir que reubicaran los spots.
Los candidatos y sus equipos llegaron en tandas a la ciudad de Santiago del Estero entre el sábado 30 de septiembre y el domingo 1 de octubre, día del primer debate. La candidata a vicepresidente de La Libertad Avanza, Victoria Villarruel, viajó en avión con Santiago Caputo. Un pasajero les tomó una foto y esa foto se difundió rápido entre periodistas. Ahí estaba el asesor, el rubio de casi 40 años, sonriendo y mascando chicle, con una nena en brazos y un bolso colgando de un hombro. Fin del misterio. Santiago Caputo dejó de estar en las sombras unas horas antes del debut de Javier en un debate presidencial.
En la víspera, la CNE le asignó a cada campaña un horario distinto para visitar la sala del Forum y ajustar detalles. Se supone que es el candidato el principal interesado en probarse en el escenario. Pero no fue Javier Milei sino su hermana la que hizo el reconocimiento por él. Karina paseó por el plató, chequeó las luces y preguntó a qué temperatura estaba la zona del escenario en ese momento, con las luces encendidas.
Alguien de la producción intentó tranquilizarla, dijo que estaban al tanto de su pedido y que se ocuparían. Karina insistió: "Es que hay que tener en cuenta que esto va a estar lleno de gente". Luego se paró detrás del atril que le había tocado por sorteo a su hermano. "Esto no va", sentenció Karina mientras señalaba la pequeña luz led ubicada al pie del micrófono. La lucecita había sido puesta ahí y en cada atril para que los candidatos pudieran tomar apuntes. Karina explicó que esa luz enceguecía a su hermano. Otra explicación posible es que el led, mínimo, le marcaría el buche. No importa, la sacaron.
Cada equipo disponía de una sala donde podía esperar a que llegara la hora de arranque del debate. Pero había lugares de uso común, como los baños. Karina y Bregman, la candidata de la izquierda, coincidieron frente al espejo y cruzaron miradas. Grifo abierto, agua que corre, el aire estancado hasta que El Jefe habló: "¿Querés maquillarte un poco? Puedo prestarte, tengo algo en la cartera", ofreció la hermana de Javier. Bregman agradeció el gesto con una sonrisa y le explicó que ella, así como estaba, estaba bien.
Ese primer debate presidencial midió 42 puntos de rating, un montón. Para poner en dimensión el interés, la TV Pública superó la barrera de los 40 puntos cuando Argentina y Francia pateaban los penales de la final del Mundial en Qatar. Milei —que negó la cifra de 30 mil desaparecidos en ese primer cruce— y Massa acorralaron a Bullrich, que no pudo explicar su plan económico. Schiaretti habló de federalismo sin dejar de mencionar Córdoba, su provincia. Bregman dejó un hit en Santiago del Estero: "(Milei) No es un león, es un gatito mimoso del poder económico".
Viajé a ese debate para elDiarioAR. Regresé a Buenos Aires en el mismo vuelo de Aerolíneas Argentinas que Bregman y Milei, y sus equipos. Pero Javier y Karina no hicieron el check in como nosotros —es decir, la fila, los documentos, la cinta de seguridad—, sino que el personal de la línea de bandera les dio prioridad y el tramiterío lo terminaron en el mostrador de la sala de embarque donde, al final, coincidimos todos. Milei esperaba unos metros detrás de su hermana, achaparrado y frágil, quizás por el cansancio de la campaña. "Kari, ¿mi documento lo tenés vos?", susurró. Lo dijo en un hilo de voz, como si pidiera permiso o como si tuviera miedo. Karina ladeó la cabeza apenas: "Sí". Y los hermanos salieron de la sala. "Suben rápido", dijo la empleada de Aerolíneas Argentinas ante la queja de otros pasajeros.
Su llegada a la escalera fue interrumpida por el personal de pista que le pedía fotos. Milei ya había dicho que Aerolíneas Argentinas es una pérdida, un ápendice innecesario del Estado, un agujero negro que sale caro. Pero ahí estaba, haciendo su mohín de juntar pulgares y acercar el mentón al cuello. Me inquietó menos que le dieran prioridad en el embarque —aquí podría decir que sólo la casta que él desprecia es la que accede a esos privilegios— que el entusiasmo con que los empleados le pedían selfies. Un retrato con el verdugo mientras el cielo se desangraba en celeste, era tan dorado ese mediodía.
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Una semana después, fue el segundo y último round entre candidatos antes de las Generales. En la Facultad de Derecho de la UBA, los temas definidos fueron seguridad, trabajo y producción, y desarrollo humano, vivienda y protección del ambiente. A puro golpe bajo y provocaciones, los candidatos buscaron opacar a los contrincantes más que lucirse con propuestas propias. "Cambiaste tu pasado de montonera asesina", acusó Milei a Bullrich, que había ido con un ojo irritado. Karina estaba entre el público, a la izquierda del escenario. Había llevado a sus padres, Beto y Alicia, a que presenciaran el debate.
Javier Milei asumió en diciembre de 2021 e inauguró su banca de diputado rifando su dieta, de 205.596 pesos. Karina organizó el sorteo. Para eso habilitó la inscripción en la página web mipalabra.javiermilei.com. Se anotó un millón de personas. Era una forma de crear, de paso, una gran base de datos. Para el sorteo, que se hizo de manera virtual el 12 de enero de 2022, Karina contrató un trailer en el que montó un pequeño escenario frente a Playa Grande, en Mar del Plata. Todo era color negro —el fondo, el atril— salvo el león, ploteado en amarillo, que la escoltaban a ella y al escribano. Karina anunció al ganador, Hugo Federico Nacarado. Unos días después se supo que se trataba de un hombre de 40 años, dedicado a la construcción, militante de Cristina Fernández de Kirchner y que usaría el dinero para pagar deudas.
Que un diputado pusiera en la tómbola su sueldo fue una noticia de trascendencia internacional. La lotería se repetiría en la sede del Partido Libertario y con transmisión vía streaming durante los meses que duró su mandato. Cada vez que Javier se refiera al sorteo de la dieta dirá "fue una idea de Kari". A esa altura, habiendo coordinado una campaña en tiempo récord que colocó a su hermano en el Congreso de la Nación, a Karina le molestaba que la reconocieran solo por ser "la hermana de Javier". Se sentía desautorizada por ciertas personas, incluso por algunas a las que ella había ayudado a construir políticamente.
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En su paso por el Parlamento, Javier no presentó ningún proyecto. Tuvo, sí, buena asistencia en las sesiones: ocupó la banca en seis de las siete dispuestas en 2021, y en doce de catorce programadas en 2022. Pero no votó en 51 de 118 sesiones en las que se discutieron proyectos. Tampoco se anotó en ninguna de las comisiones de la Cámara Baja, aunque tenía derecho a voz, pero no a votar. No hay registro, de todas maneras, de que haya asistido a algún tratamiento en comisión. Ni siquiera cuando se discutió un tema que le interesaba, como la Ley de Alquileres. Rompió con José Luis Espert que, como él, había llegado a la Cámara Baja por su partido, Avanza Libertad, en representación de la Provincia de Buenos Aires. Fue una separación larga que terminó con un cruce en Twitter entre los diputados. Resulta que en medio del debate por el Presupuesto 2023, se aprobó por un voto una propuesta del Frente de Todos que imponía un impuesto en pasajes aéreos para financiar a la Policía de Seguridad Aeroportuaria. El voto en contra que faltó fue el de Javier, que se ausentó del recinto. Justo él, que había prometido cortarse un brazo antes de crear un impuesto. El bloque de Juntos por el Cambio, con sorna, llamó al aumento de tickets "Tasa Milei".
Javier resoplaba cada vez que entraba en su despacho, el 203 del octavo piso del anexo del Congreso. "El trabajo de diputado lo fastidiaba", me cuenta una persona que trabajó en esa oficina y que —adivinen— me pidió que no la identificara ni con su nombre ni con ninguna otra característica que hiciera posible que la reconocieran.
—¿Por qué le fastidiaba ser diputado? —pregunto.
—Nunca le interesó ser diputado. Él entraba y decía "la puta madre, los odio, qué hago acá". Pero que no le importara era un detalle. El problema fue que terminaba haciendo agua o votando boludeces. O yéndose de la sesión en el momento en el que no se tenía que ir porque nadie le explicaba lo que tenía que hacer. Como lo de la Tasa Milei.
—¿Karina no se ocupaba de eso?
—No, no. Karina le llevaba la agenda de medios, cerraba notas en tele, en radio. Se habló mucho de que Javier no presentaba ni un proyecto, que no iba a las sesiones. La verdad, le rendía más seguir en su papel de mediático. Había mucho trabajo en el despacho y Karina delegaba todo eso.
—¿Y cómo es Karina?
—Karina tiene la profundidad de un charco. No es una intelectual, no hay ideología en Karina. No hay formación política. Hay sentido común en un montón de cosas y muchos tropiezos. Ella ejecuta lo que dice su hermano. Y en todo lo que no dice su hermano, hace lo que le parece. Javier la bendijo porque él no hace nada, ¿entendés? También es más despiadada que él. Y es más despiadada porque no tiene muchos recursos. Es bruta, entonces a veces soluciona a lo bruto. Eso la hace una mina influenciable, fuertemente influenciable. Si vos le vendés algo que le resuelve el problema que tiene a mano... compra. Y se equivoca.
—¿Cómo "se equivoca"?
—Lo que digo es... Karina es muy eficiente, hace mucho porque Javier no hace. Todo está a cargo de Karina porque ella se ocupa de que él tenga desde comida hasta actividades de campaña. Pero de vuelta: como no hay pensamiento estratégico y sus códigos son muy básicos, es errática. Le hace la cruz a alguien y después se lo tiene que fumar porque la realidad le impone otra cosa.
"Yo te voy a explicar por qué le doy poder a mi hermana", gritó Javier Milei. Era de noche y en el comedor del departamento de Beto y Alicia, sus padres, estaba a punto de servirse una cena para un reducido grupo de personas, todos cercanos a los hermanos. Javier tenía el teléfono en la mano y lo agitaba en el aire. Había visto pasar en Twitter un posteo que hacía referencia a un comentario instalado en redes sociales que —sin prueba alguna— aseguraba que entre él y su hermana existía una relación incestuosa. De ahí el enojo.
Algunos invitados ponían la mesa y Javier necesitó explicarles, entre aullidos y llantos, los motivos por los que Karina se había ganado el mote de El Jefe. Insistía, quería que supieran por qué sólo podía delegar en ella su incipiente carrera política y su vida personal. Tomó aire y entró en trance. En esos ojos, dos vasos de agua clara, había brasas. Y de un tirón dijo esto: "Cuando era pibe, en una de las tantas veces que mi papá me fajó, Karina se metió entre él y yo. Karina me defendió de los golpes. Y yo vi, yo vi, que le bajaba una luz. Un halo de luz protectora".
Sólo dos personas fueron testigos de esa escena y me la contaron, cada uno por separado y en entrevistas diferentes. Esas personas, que habían sido invitadas a comer aquella noche en el departamento que todavía habita ese padre, también coincidieron en esto: Milei terminó sentado en una silla, sollozando, la cara hundida entre las manos. Nunca habían visto a un hombre llorar de esa manera, la manera definitiva en que las lágrimas humedecen los pantalones. Un rato después, cenaron.
Ensayo explicaciones para el apodo El Jefe. She’s the boss es el primer álbum solista de Mick Jagger, del que Javier es fanático. Fue editado en 1985 y la última canción del disco lleva ese nombre, "Ella es el jefe".
Ahora ella es la gobernante
ella es la número uno
desde donde estoy parado
solo soy un vagabundo.
Es, claro, un tema compuesto a una mujer que ha descubierto a un hombre en su masculinidad, en su poderío y dominación. Y a partir de esa revelación, ese hombre, sumiso, decide quedarse —como un chico— en su casa. Hay otra explicación, más obvia. Si la última encarnación del peronismo erigió a Cristina Fernández de Kirchner como La Jefa, La Libertad Avanza debía tener un antagonista. Por qué no El Jefe, en masculino.
Era, de paso, una respuesta a los progresismos que en los últimos años pugnaron por imponer la "e" para que el lenguaje inclusivo no excluyera a nadie. En La Libertad Avanza lo resolvieron rápido: Karina, El Jefe.
Luego aparece la explicación de Javier Milei, que fue pública. "Uno siempre tiene que tener a alguien a quien reportar. En mi caso, yo reporto a mi hermana. Mi hermana tiene varias funciones, pero es la persona que más me conoce. Ella conoce cuáles son mis preferencias y por ejemplo hay políticos que terminan haciendo cosas que son ridículas. Ella evita esas cosas. Entonces hace que todo este proceso para mí sea un camino muy tranquilo", le dijo Javier, emocionado y ya convertido en diputado nacional, al periodista Eduardo Feinmann.
—Si usted fuera presidente en 2023, ¿qué rol tendría su hermana? —le preguntó Feinmann.
—El que ella quiera porque en el fondo... Yo creo que jugaría el rol de primera dama.
Aquella entrevista fue el 2 de mayo de 2022 en la señal de cable LN+. Entre memes y humoradas las redes sociales instalaron que entre el diputado y su hermana existía un intercambio sexual. Del posteo en X al grafiti, en algunas paredes de Buenos Aires puede leerse "se coge a la hermana". Los hermanos nunca lo olvidaron.
(...)
Había un plan. Si con una campaña austera Karina había logrado colocarlo en la Cámara de Diputados, también podía cumplir su máximo sueño: llegar a la Casa Rosada. Programó una gira en la que el hermano daría sus clases de economía. Javier viajó a Rosario, Mar del Plata, Córdoba y Mendoza, a San Luis, a Formosa y Tierra del Fuego. Moverse para dar conferencias le sacudía el tedio que le generaba el trabajo en el Parlamento. Eso y no faltar nunca a un set de televisión. El objetivo paralelo al presidencial era lograr que La Libertad Avanza reuniera adhesiones partidarias en todos los distritos del país y, sobre todo, financiamiento. Rockear al hermano al tiempo que construían la estructura de La Libertad Avanza, que tenía un candidato pero no un partido de alcance nacional. Esa sería la estrategia de la campaña. Simple. Vertiginosa.
Pero la hermana no era infalible. Ella, que se anticipaba. Ella, que había arrancado la promoción presidencial de su hermano inmediatamente después de que fuera elegido diputado, cometió su primer error el viernes 10 de junio de 2022. Se le ocurrió que el lanzamiento oficial del lema "Milei 2023″ podía ser en un gran vivo, algo en una cancha, con banda soporte y la potencia de toda esa militancia que los había acompañado en el gran cierre de campaña del año anterior. Karina organizó, entonces, un acto en un territorio en el que La Libertad Avanza era extranjero: la provincia de Buenos Aires. La hermana reservó la cancha de El Porvenir, en Gerli, con capacidad para 14 mil personas. La puesta era ambiciosa: gran escenario, luces y sonido ampuloso, un león digital trazado en fuego aparecía y desaparecía de la pantalla gigante. Había que llenar ese estadio. Karina invitó a El Dipy, cantante de cumbia muy popular que había emergido en pandemia como portavoz de los descreídos de la política. "Soy soltero", su hit. El Dipy teloneó el vivo de Javier. Los bombos sonaron lejos.
Javier apareció en el escenario abrazado a su hermana. Arrancó así su discurso: "La Rosada es para el león". Luego se refirió a los empresarios —prebendarios—, sindicalistas —transas— y al periodismo —ensobrado—. Los hermanos esperaban a 10.000 militantes esa noche, acaso una de las más heladas en el conurbano bonaerense. Pero apenas fueron 1500 personas.
A Karina le cobrarían la escasa convocatoria de aquel acto. Que fue un error, una muestra de debilidad. El vivo en El Porvenir generó la primera ruptura interna de un espacio político que parecía blindado. Carlos Maslatón, abogado, influencer y uno de los fundadores de La Libertad Avanza, habló dos días después en televisión. "Es correcto que Karina Milei sea el sostén psicológico de Javier Milei —dijo Maslatón—, pero ha incursionado en los últimos meses sobre la conducción misma del movimiento liberal y ha cometido una serie imperdonable de errores entre los cuales está, apenas está, este acto. Hay cosas mucho peores. Ella comanda la comisión de fusilamiento de militantes liberales en todo el país. Ella dice quién va y quién no va".
Maslatón opinó que lo de El Porvenir "fue un fracaso". Reclamó que le asignen a Karina un rol de "asistente personal" de Milei, no de conductora. "Explotó la interna libertaria", rezaba el zócalo. Ese fue el final de Maslatón en La Libertad Avanza. Las juventudes mileístas no le perdonarían la traición. Meterse con El Jefe equivalía a meterse con el líder.
¿Pero quién es el líder? ¿Por qué un anarcocapitalista necesitaría un jefe? ¿Le dice El Jefe pero es su empleada? "Para mí ella no es la persona que todos creen que es", me dice alguien que trabajó activamente en ambas campañas, la de 2021 a diputado y la de 2023 a presidente. Otra vez la bruma sobre los hermanos. "Te lo explico con... ¿sabés que se me viene? Te lo busco acá, a ver", sigue él. Lo veo tecleando algo, veo que fija los ojos en la pantalla. En la pantalla hay ilustraciones, es todo lo que veo desde aquí. "Acá está. ¿Cómo le dice Javier a Karina?", me pregunta y yo me entrego al juego de la entrevista al revés, ya conozco la artimaña esta.
—El Jefe —respondo y él da vuelta la pantalla. No alcanzo a ver los dibujitos. Le pido que me lea.
—Un cuadro, mirá. "Líder versus jefe". Jefe, te leo: manda y ordena; inspira miedo; dice "yo"; se preocupa por las cosas; presume de éxitos; tiene empleados. Ahora, te leo líder: aconseja y guía; inspira entusiasmo; dice "nosotros"; se preocupa por las personas; comparte éxitos; tiene un equipo de trabajo... Javier a Karina le dice "El Jefe", ¿está claro, no?
—¿Y cuál es el atributo de este jefe, El Jefe? —quiero saber.
—Su técnica es inspirar miedo. Miedo, sin hablar. Nunca frena los rumores, los deja correr. Elige enemigos. Si no estás alineado con ella, te empieza a pegar. Pero con la indiferencia. Ella está entendiendo la política de una manera preadolescente. ¿Viste que en séptimo grado tenías una amiga, te peleabas, la criticabas...? Así, totalmente infantil. No hay posibilidad de consenso. Karina te clava el visto. Karina es una gran clavadora de vistos.
Algo de eso sé. Hubo pedidos formales como las cartas que dejé en la Dirección de Documentación de Casa Rosada. Me dijeron que iban a comunicarse en quince días y, aunque insistí, no hubo novedades. Pedí, entonces, una reunión en Vocería: me dijeron "a Karina no le importa lo que escribas". Tampoco acusó recibo de los pedidos informales: los correos electrónicos que le envié y los mensajes que le hice llegar a través de personas muy cercanas. Con el transcurso de los meses entendí que la respuesta era un "no" porausencia. No me sorprende. Salvo casos excepcionales, La Libertad Avanza mantiene una relación tensa con el periodismo. Corresponde que los funcionarios públicos dialoguen con la prensa, pero es cierto que no están obligados a hacerlo. El silencio es una respuesta y es un dato. A mí no dejó de atropellarme esta pregunta: ¿por qué Karina no habla? ¿Qué descubriríamos si Karina hablara?
Así como llevo una lista de sus intereses por la clarividencia y la adivinación, también colecciono frases de personas a las que quise entrevistar para este trabajo. Voy: "Pero, Victoria, esto es en off, ¿no?"; "Preferiría no hablar, gracias por haberme tenido en cuenta"; "¿De El Jefe? Paso"; "Por teléfono no. Creo que me escuchan". Casi todos acusaron respeto, lealtad o miedo hacia Karina Milei y, en consecuencia, a su hermano. Ante la insistencia de encontrarnos para hablar para esta investigación, algunos dejaron de responder o directamente me bloquearon en WhatsApp.
Pero hubo muchos que aún envueltos en ese miedo, respeto o lealtad accedieron. La mayoría me permitió grabar las entrevistas. Al resto le propuse una alternativa: hablar en off. Es, a mi entender, el último recurso para conseguir una nota relevante. Y es, al mismo tiempo, una trampa. Bajo el amparo del off, una fuente puede falsear información, mentir u operar, usar al periodista para enviar un mensaje y generar cambios —o desestabilizar— cierta estructura o para subirle el perfil a alguien a costa de hacer caer a otro. Esto obliga a los periodistas a varias operaciones que trascienden el triple chequeo: lo obligan a descartar, entre otras cosas, información maravillosa solo por el hecho de resultar dudosa. ¿Cómo se escribe sobre quien no se pronuncia? Pronto sucederá algo que cambiará el estado de las cosas.
Victoria De Masi (Tierra del Fuego, 1982) es periodista. Trabajó en Clarín y actualmente es redactora en elDiarioAR, medio para el que cubrió la campaña presidencial de La Libertad Avanza. Coordina el espacio de capacitación y debate periodístico Club El Movimiento. En 2016 publicó Carlitos Way. Vida de Carlos Nair Menem.