Nacido el 12 de septiembre de 1960 en Mar del Plata, Lanata comenzó su carrera periodística a los 14 años en Radio Nacional, un primer paso que lo llevaría a convertirse en uno de los periodistas más influyentes de su generación. A los 26 años fundó Página/12, un diario de ideología progresista que rompió con los convencionalismos de la prensa argentina tras la dictadura. La publicación, con portadas originales y disruptivas, ofreció una mirada fresca y crítica que marcó la agenda política del país, especialmente con denuncias sobre distintos casos de corrupción durante el gobierno de Carlos Menem. Este diario sumó a la agenda periodística nuevos temas y, sobre todo, mucha irreverencia: "Fuimos los primeros que hicimos denuncias contra Carlos Menem (1989-1999)", declaró Lanata.
Lanata, sin embargo, no solo se dedicó al periodismo impreso. Su carrera se diversificó en múltiples plataformas, desde la radio y la televisión hasta la escritura de libros y la dirección de documentales. Conoció el éxito televisivo en Día D, por AméricaTV. Dejó PáginaI12 y volvió a la gráfica en el nuevo siglo con la revista Veintiuno, que al año siguiente se llamó Veintidós, que al año siguiente se llamó Veintitrés y así quedó hasta su extinción. Junto a Miguel Brascó, imprimió la revista Ego. Data 54 fue una experiencia digital fugaz. Fundó Crítica con un magro presagio: lo presentaba como el "último diario de papel". Su circulación duró dos años.
A pesar de sus críticas al multimedios del Grupo Clarín, Lanata ingresó y se adaptó modo Clarín, y pasó por la página 2 de los sábados del Diario Clarín. En Canal 13 comenzó con PPT (Periodismo Para Todos), un movimiento inesperado para muchos, dado su histórico enfrentamiento con el gigante mediático. Con su incorporación, Clarín ganó rápidamente posiciones de liderazgo en el rating, especialmente con su programa en Radio Mitre: Lanata Sin Filtro y el emblemático programa de televisión PPT, donde presentó supuestos casos de corrupción relacionados con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, como la "Ruta del Dinero K", que involucró a distintos funcionarios, sobre lavado de dinero, causa que continúa en la justicia.
Creó programas intimistas en la radio, muy diferentes a lo que había entonces, como "Hora 25", donde hizo un atrevido reportaje sobre sí mismo, o "Rompecabezas". También participó en "Voces de Latinoamérica" para la Cadena Ser de España.
Lanata fue siempre un provocador. Su estilo periodístico incluyó una mezcla de investigación, show y un tono irreverente, con el que desafiaba no solo a políticos, sino también a sus propios colegas. Fue el principal artífice de la popularización del concepto de "la grieta", la polarización política que sigue siendo un tema central en la sociedad argentina.
Jorge Lanata, conocido por su estilo disruptivo y ácido, dejó una marca profunda en el periodismo, la radio, la televisión y la literatura. En su carrera, no estuvo exento de controversias; uno de los episodios más recordados fue una desafortunada discusión con la actriz y conductora trans Florencia de la V en la radio, en la que mostró posiciones transfóbicas. Sin embargo, con el tiempo, demostró una evolución personal y profesional. En su serie Hache, revisó sus posturas y ofreció un retrato sensible de la diversidad sexual, reconociendo su cambio: "Yo tenía mucho prejuicio con el género, con los trans, pero mi documental me hizo cambiar mi punto de vista", afirmó.
Lanata mantuvo una relación compleja con el poder político. En los últimos años lo dedicó a denunciar al kirchnerismo. Y, desde su llegada al poder, dedicó duras críticas al presidente Javier Milei, quien se convirtió en su principal adversario en los últimos años. Lanata acusó a Milei de actuar de manera autoritaria, comparándolo con diversas figuras populistas. Su postura crítica hacia el presidente argentino llegó al punto de demandar a Milei por calumnias tras un enfrentamiento mediático, un reflejo de su carácter combativo y su defensa férrea de la libertad de prensa.
A lo largo de su carrera, Lanata acumuló numerosos premios, incluidos el Rey de España. En una entrevista reciente decía: "Soy periodista porque tengo preguntas. Si tuviera respuestas sería político, religioso o crítico. Por eso el periodismo militante es la antítesis de lo que soy: ellos están llenos de respuestas y están dispuestos a aplicarlas. Soy periodista porque no sé. Preguntar es un modo de desobedecer, de cuestionar. Al objeto o al sujeto que está ahí se le pregunta: ¿sos lo que decís?, ¿sos lo que mostrás?, ¿qué sos? Preguntar es cuestionar y cuestionar es conocer".
Su vida personal estuvo marcada por momentos de dolor y la compleja situación de su madre, que perdió el habla y quedó discapacitada en una intervención quirúrgica cuando él tenía siete años, y por una relación conflictiva con su padre. Fue criado por una tía y a los 55 años supo que había sido adoptado. Fue también un hombre de relaciones complejas, habiendo estado casado en cuatro ocasiones, la última con Elba Marcovecchio, con quien se casó en 2022. Tenía dos hijas, Bárbara y Lola.
También confesó que durante una década consumió cocaína. Eran los tiempos en que publicaba PáginaI12 y aparecía en las revistas de actualidad en sus salidas nocturnas con rockeros y otras celebridades o en vacaciones zarandeadas en Punta del Este.Es imposible imaginarse a Lanata sin un cigarrillo. Durante años fue la única persona que seguía fumando en cámara, el único que estaba autorizado a fumar en todo el medio. Cuando las prohibiciones cada vez fueron mayores, estipulaba en sus contratos que él tenía permitido fumar en los estudios.
A lo largo de su carrera, Lanata acumuló numerosos premios, incluidos el Rey de España. En una entrevista reciente decía: "Soy periodista porque tengo preguntas. Si tuviera respuestas sería político, religioso o crítico. Por eso el periodismo militante es la antítesis de lo que soy: ellos están llenos de respuestas y están dispuestos a aplicarlas. Soy periodista porque no sé. Preguntar es un modo de desobedecer, de cuestionar. Al objeto o al sujeto que está ahí se le pregunta: ¿sos lo que decís?, ¿sos lo que mostrás?, ¿qué sos? Preguntar es cuestionar y cuestionar es conocer".
Su vida personal estuvo marcada por momentos de dolor y la compleja situación de su madre, que perdió el habla y quedó discapacitada en una intervención quirúrgica cuando él tenía siete años, y por una relación conflictiva con su padre. Fue criado por una tía y a los 55 años supo que había sido adoptado. Fue también un hombre de relaciones complejas, habiendo estado casado en cuatro ocasiones, la última con Elba Marcovecchio, con quien se casó en 2022. Tenía dos hijas, Bárbara y Lola.
También confesó que durante una década consumió cocaína. Eran los tiempos en que publicaba PáginaI12 y aparecía en las revistas de actualidad en sus salidas nocturnas con rockeros y otras celebridades o en vacaciones zarandeadas en Punta del Este.Es imposible imaginarse a Lanata sin un cigarrillo. Durante años fue la única persona que seguía fumando en cámara, el único que estaba autorizado a fumar en todo el medio. Cuando las prohibiciones cada vez fueron mayores, estipulaba en sus contratos que él tenía permitido fumar en los estudios.
Un debate en Señales: Lanata - Calicchio: Medios sin fin de lucro en cuestión, Respuesta a Jorge Lanata de "Un tal Pascual"Víctor Hugo Morales el mal trato del Grupo Clarín que tanto le debe
Morales publicó en su cuenta de X (@VHMok) un video con su voz en la AM750:
Se ha muerto un enorme profesional, para muchos el mejor, según como nos situamos en el espectro político.Seguí atentamente los padecimientos de Jorge Lanata. Sé lo que es estar en esa lucha y nadie debe olvidar que muchas veces es así el final propio o el de muchos seres queridos.El mínimo goce ante lo que vivió Lanata, habla mal de uno mismo. Habrá tiempo de evaluar su trabajo, pero no es este, seguramente.Si me afrentó que lo tratara tan mal el Grupo Clarín que tanto le debe. A Magnetto y compañía les hizo ganar miles de millones de dólares nada más que con Telecom.Los choznos de los choznos de la cúpula mafiosa, obtuvieron Telecom gracias a que pusieron a Macri de Presidente.Nadie se jugó tanto como Lanata por ese candidato. No es una especulación absurda decir que fue decisivo.Al final lo que más discutían era hasta cuando le pagaban el salario. No terminaban de decidir si era hasta el 30 de noviembre o de diciembre. Lanata les ayudó a darse la respuesta que buscaban.Una tarde convirtieron por razones de rating a la esposa en una ladrona, pasando no menos de 25 veces una imagen en la que la señora levantaba algunos objetos mínimos del escritorio de su marido. Después no pudieron sostener la infamia.Cuando daban la información sobre su periodista enfermo lo hacían en las secciones fama o espectáculos y cerraban la información solo para suscriptores, tratando de captar lectores que tenían curiosidad sobre el tema, usándolo hasta en esas circunstancias.En la crónica de ayer ponían en palabras de otro periodista que había jurado no trabajar para Clarín y lo que más rescatan de la trayectoria de Lanata es cuando “dejó las izquierdas perdedoras” e hizo una lectura de la otra realidad, que viene a ser Clarín. Entonces sí estuvo en el buen sendero.Deseé mucho que se recuperara para que viera mucho mejor quienes son los Clarín de la vida pero como nos sucederá a todos, perdió esa última batalla.
Editorial de Sandra Russo en su programa Jugo de Limón (AM530 - Somos Radio):
"Brindemos para que encontremos la manera de saltar las diferencias, porque aquí nadie traicionó a nadie. No sigamos con esas cosas. Hoy se murió Lanata, ahora hablamos de cómo la muerte tiende a romantizar todo. Realmente es increíble el tratamiento que le están dando en los canales de televisión. Yo no podía creer lo que estaba viendo, especialmente en C5N. A veces miro C5N, pero no suelo ver los otros canales desde hace mucho tiempo, aunque imagino que si en C5N le están dando el trato de un "maestro de periodismo", y se ve acongojada gente como Juan Amorín, o estoy loca yo, o me volví loca y desconozco a los demás, no sé cómo es, de qué se trata este mundo, de qué se trata esta vida. Me parece que yo no estoy tan loca como ellos, me parece, pero a lo mejor estoy más loca que ellos, no me creo Napoleón, pero bueno... todo está raro.Para cerrar el tema de Lanata, Lanata defeccionó. Fue un periodista usado cuando era joven y después él mismo se mató, él mismo se tiró un tiro en el pie, él mismo decidió canjear las ideas y la forma de pensar y la forma de ver el mundo de todos quienes lo habían acompañado hasta ese momento, hasta sus 27 años, cuando vio que, porque pasa eso muchas veces con la gente que trabaja en contrarrelato, o cuando uno elige hacer comunicación desde el lado del contrarrelato, es decir, no desde el lado donde está el poder, sino desde el lado de donde no lo está, está bueno preguntarse si uno está realmente convencido porque hay que pagar muchos costos que Lanata no quiso pagar. No pudo sostenerse en el lugar donde se pensaban ciertas ideas porque ese no es el lugar donde está el dinero. Cuando Lanata se dio cuenta de esto, cambió. Recuerdo que hasta los 30 años no sabía manejar, ni le pasaba por la cabeza tener un auto. Pero luego, cuando vio la tarasca en serio, las cosas cambiaron. Un periodista de contrarrelato, como él fue en sus primeros años, es como un empleado de comercio: vive honestamente, pero no tiene grandes lujos. No alcanza para tener una casa en San Ignacio o vivir en el Palacio Estrugamou. Lanata no ganó esa fortuna haciendo periodismo, no jodamos. A Lanata le ponían guita los buitres, y en su casa se gestó la operación que terminó llevando a Macri al poder, con la Morsa, en complicidad de Lilita Carrió. Lanata hizo cosas delictuales, fue un delincuente en términos periodísticos.¿De qué estamos hablando?, ¿qué periodismo estamos reivindicando cuando se habla de Lanata?, yo la verdad que esto de celebrar a Lanata muerto, es como revalidar la metodología que usó en vida, que es una metodología antiperiodística, más de servicio de inteligencia que de periodista, haciendo daño a gente inocente, por responsabilidad de Lanata, por complicidad de Lanata mucha gente inocente terminó presa, presos por un trabajo no periodístico de Lanata, entonces a quién corno están llorando, a quién carajo lloran, no digo los gorilas, no digo Clarín, no digo Radio Mitre, no digo La Nación+, que ya sabemos bien quiénes son. Allí están todas las ratas, están encerradas en eso, en los grandes lugares donde corre la tarasca, pero lo que realmente me sorprende es ver cómo algunas personas que tienen mucho más en común con uno, han caído en el juego de celebrar a Lanata. El espectáculo que he visto esta tarde, insospechado realmente, porque nadie en la televisión te va a decir las cosas que te estoy diciendo yo, porque la televisión es un soporte que no permite la verdad a esta altura del partido, hay que olvidarse de escuchar la verdad, yo tampoco soy dueña de la verdad, pero una cosa así, una opinión de Lanata que es entre los que no somos de derecha es mayoritaria, nadie te la va a decir en televisión, a la televisión se va a fingir, es así, lamentablemente".
En una entrevista con la revista JotDown habló de su pasado, el periodismo y algunas de sus creaciones.
Sí, lo que pasa es que ahí, sin darnos cuenta, nosotros hicimos una cosa: logramos que la forma fuera tan importante como el contenido, cosa que hasta ese momento no se pensaba. Nosotros podíamos hacer un fotomontaje y una nota en serio juntas y que uno no afectara la credibilidad de lo otro. Si quizás algo quede de Página, sea eso.
¿Y esa era una idea tuya o algo que conversaste en grupo?
Página fue un quilombo increíble. Nosotros teníamos una oficina en Montevideo y Lavalle. Seríamos sesenta personas. Pensábamos que podíamos hacer el diario ahí y nunca se hizo ahí. Nos fuimos después a otra oficina en Perú y Belgrano en un piso 12. En ese momento, cuando hacíamos los números cero, estaba el papa en Buenos Aires. Un papa, no me acuerdo cuál. Y por donde pasabas, pasaba el papa. «Voy para allá» y pasaba el Papa…
Como si fuera un piquetero
Fue así cuatro días o cinco. Entonces, el día que el papa se fue me dan una foto para hacer la tapa, que era el papa saludando así en la escalerita. Y el título fue: «Al fin solos». Y ese fue el primer título, que nunca se publicó.
Cuando decís socialistas te referís a los socialdemócratas, no al trotskismo
No, socialistas. Y después, ¿a quién voté? Ah, bueno, en el 83 voté al peronismo. Eso fue increíble. Yo voté a Lúder en el 83, porque yo escribía mucho en los bares. Ahora ya no puedo andar tanto por los bares, pero iba a pizzerías y había una en Constitución que yo siempre iba a escribir. Y yo vi pasar las dos marchas al Obelisco: la de Alfonsín [del partido Unión Cívica Radical] y la de Lúder [del peronismo]. Yo estaba ahí escribiendo, vi pasar la de Alfonsín, eran todos chicos con camisas chetas, cuentaganado y zapatitos de marca. Y después vi pasar la marcha de Lúder. Y yo dije: «Yo tengo que votar a los negros. Yo no puedo votar a Barrio Norte, yo tengo que votar a los negros. Yo soy de Sarandí. No voy a votar a Barrio Norte». ¡Y voté a Lúder! ¡Un idiota!
Mirá, en algunas cosas… respecto de la política, yo siempre tuve una definición general que eso sí no lo cambié. La otra vez me mandaron —está en YouTube— un video de la década del 90 en el cual el periodista Mariano Grondona me hace una nota a mí cuando yo tenía 26 años. Él hablaba conmigo como que yo era un tipo de izquierda. Y yo le digo al aire: «Mire, Mariano, yo no soy de izquierda». Me dice: «¿Usted qué es?». Le digo: «Mire, yo soy un liberal de izquierda». «¿Qué quiere decir un liberal de izquierda?», me dice el tipo. Le digo: «Mire, yo soy un liberal porque creo en el individuo frente al Estado. Y soy de izquierda porque miro alrededor. Y alrededor no está todo bien». Yo soy eso. Y yo hoy seguiría diciendo eso. Yo nunca estuve en ningún partido, nunca me afilié a ningún partido. Me parecería insoportable afiliarme a algún partido.
Yo era un caradura porque nunca antes había hecho un diario y muchas de las cosas que se me ocurrían eran porque no tenía ninguna experiencia. No tenía los prejuicios de formación. Incluso, hasta la estructura de la nota. En Página, en general, empezaba con un dato de color. O sea, en la cabeza era mejor que hubiera un diálogo. En general, en las cabezas no se hacía así. Y no se hacía pirámide invertida: terminaba con un remate, como las notas de revista. Era distinto.
¿Era una idea tuya que vos bajabas a la redacción?
Éramos Ernesto Tiffenberg y yo. Ernesto era más formal. Ernesto venía de México. Era, de alguna manera, como mi cable a tierra. A mí me servía para equilibrar un poco el delirio, pero nos complementábamos muy bien. Y de hecho, cada noche, hacíamos veinte o treinta títulos de tapa. Todas las noches.
Y todo esto es pre Internet
Sí, claro. No había Internet, no había nada.
Quiero decir: no tenías una computadora para probar diseños
No teníamos computadoras. El diario se informatizó varios años después.
Muy heroico eso
Uno de los motivos para creer en Dios es que los diarios salen [risas] Que toda esa gente se ponga de acuerdo, escriba y logre que a las 12 de la noche eso vaya a la imprenta, es un milagro.
Es un milagro y sucede 360 días al año
360 días al año. Y que eso después lo lean en Jujuy o en Tierra del Fuego. No, un delirio. El diario es una gran experiencia. Es muy lindo un diario.
¿Y cómo era manejar esa troupe de gente? Tenías chicos muy talentosos y jóvenes
Tenía tipos talentosos, tenía jóvenes, tenía tipos que yo había leído y que para mí era increíble.
Tomás Eloy Martínez, por ejemplo
Tomás Eloy. Mi asesor editorial era Osvaldo Soriano. Horacio Verbitsky, Miguel Bonasso, Juan Gelman, Eduardo Galeano… Tuvimos a todos. Para mí era increíble. Yo era el jefe de esos tipos. Era un delirio.
¿Y te prestaban atención? ¿Cómo les afectaba el hecho de que vos fueras un pibe?
Sí, me daban bola.
Había algo que vos tenías que daba autoridad
No sé por qué, pero me daban bola. Y aparte porque eran tipos muy profesionales. O sea, donde había que hacer la venia se hacía la venia. No tenían un periodismo hippie. Eran periodistas. Verdaderamente periodistas.
Una cosa que llama la atención de tu carrera periodística es que la gente que trabajó con vos y que apareció gracias a tus emprendimientos después tuvo relevancia en los medios
Yo te doy la que yo creo que es mi explicación: yo veo en ellos algo que ellos no ven, pero que ellos tienen. Entonces mi trabajo es lograr que ellos sean lo más ellos que puedan. Lo más libres que puedan dentro de lo que ellos son. Entonces, cuando armo el equipo, trato de trabajarlo así. Entonces, el tipo de preguntas que les hago, o en qué momento los hago aparecer o el perfil que les trato de dar o el personaje que les invento. A veces les invento un personaje, un seudónimo. Tiene que ver con lo que yo veo en ellos que ellos pueden explotar, y entonces ellos lo hacen, y en general les ha ido bien. Laburamos con buena gente. Para mí, aunque hayan dejado de laburar conmigo, yo siempre sigo diciendo que son mi gente porque ya son un montón. Armamos un montón de gente.
Es como si vos fueras un diario
Claro. Es que lo que pasa es que por el diario pasó mucha gente y por las revistas que hice también.
Después la radio, la tele. Hiciste muchas cosas y siempre aparecía alguien…
Tiene que ver con poder ver en el tipo. «Mirá este tipo: puede hacer esto, lo puede hacer bien, tiene capacidad de observación, sabe mirar». Si ya alguien sabe mirar, está gran parte del camino hecho, porque no se puede enseñar a saber a mirar, saber mirar es intuitivo. A veces también los editás. Yo ahora menos porque me rompe las bolas, aparte escriben como el orto. Pero tratás de ayudarlos a editarlos. Los chicos no saben hacer cabezas, yo no lo puedo creer. Agarrá un diario cualquiera: ¡no saben hacer cabeza! Una boludez: la cabeza es la parte más importante de la nota, que es la que va arriba. A veces la parte más importante de la nota la ponen en el cuarto párrafo. Vos decís: «¡hijo de puta! ¡va arriba!». De paso te cuento una definición que está buena: ¿qué es una cabeza? Una cabeza es lo que vos le contás a un amigo cuando llegaste de viaje. Lo primero que le contás. Eso es la cabeza. Te encontrás con el tipo y es lo primero que le decís, porque eso es lo que el lector va a querer ver, es lo que lo va a atrapar.
¿Y esa era una idea tuya o algo que conversaste en grupo?
Página fue un quilombo increíble. Nosotros teníamos una oficina en Montevideo y Lavalle. Seríamos sesenta personas. Pensábamos que podíamos hacer el diario ahí y nunca se hizo ahí. Nos fuimos después a otra oficina en Perú y Belgrano en un piso 12. En ese momento, cuando hacíamos los números cero, estaba el papa en Buenos Aires. Un papa, no me acuerdo cuál. Y por donde pasabas, pasaba el papa. «Voy para allá» y pasaba el Papa…
Como si fuera un piquetero
Fue así cuatro días o cinco. Entonces, el día que el papa se fue me dan una foto para hacer la tapa, que era el papa saludando así en la escalerita. Y el título fue: «Al fin solos». Y ese fue el primer título, que nunca se publicó.
Cuando decís socialistas te referís a los socialdemócratas, no al trotskismo
No, socialistas. Y después, ¿a quién voté? Ah, bueno, en el 83 voté al peronismo. Eso fue increíble. Yo voté a Lúder en el 83, porque yo escribía mucho en los bares. Ahora ya no puedo andar tanto por los bares, pero iba a pizzerías y había una en Constitución que yo siempre iba a escribir. Y yo vi pasar las dos marchas al Obelisco: la de Alfonsín [del partido Unión Cívica Radical] y la de Lúder [del peronismo]. Yo estaba ahí escribiendo, vi pasar la de Alfonsín, eran todos chicos con camisas chetas, cuentaganado y zapatitos de marca. Y después vi pasar la marcha de Lúder. Y yo dije: «Yo tengo que votar a los negros. Yo no puedo votar a Barrio Norte, yo tengo que votar a los negros. Yo soy de Sarandí. No voy a votar a Barrio Norte». ¡Y voté a Lúder! ¡Un idiota!
Mirá, en algunas cosas… respecto de la política, yo siempre tuve una definición general que eso sí no lo cambié. La otra vez me mandaron —está en YouTube— un video de la década del 90 en el cual el periodista Mariano Grondona me hace una nota a mí cuando yo tenía 26 años. Él hablaba conmigo como que yo era un tipo de izquierda. Y yo le digo al aire: «Mire, Mariano, yo no soy de izquierda». Me dice: «¿Usted qué es?». Le digo: «Mire, yo soy un liberal de izquierda». «¿Qué quiere decir un liberal de izquierda?», me dice el tipo. Le digo: «Mire, yo soy un liberal porque creo en el individuo frente al Estado. Y soy de izquierda porque miro alrededor. Y alrededor no está todo bien». Yo soy eso. Y yo hoy seguiría diciendo eso. Yo nunca estuve en ningún partido, nunca me afilié a ningún partido. Me parecería insoportable afiliarme a algún partido.
Yo era un caradura porque nunca antes había hecho un diario y muchas de las cosas que se me ocurrían eran porque no tenía ninguna experiencia. No tenía los prejuicios de formación. Incluso, hasta la estructura de la nota. En Página, en general, empezaba con un dato de color. O sea, en la cabeza era mejor que hubiera un diálogo. En general, en las cabezas no se hacía así. Y no se hacía pirámide invertida: terminaba con un remate, como las notas de revista. Era distinto.
¿Era una idea tuya que vos bajabas a la redacción?
Éramos Ernesto Tiffenberg y yo. Ernesto era más formal. Ernesto venía de México. Era, de alguna manera, como mi cable a tierra. A mí me servía para equilibrar un poco el delirio, pero nos complementábamos muy bien. Y de hecho, cada noche, hacíamos veinte o treinta títulos de tapa. Todas las noches.
Y todo esto es pre Internet
Sí, claro. No había Internet, no había nada.
Quiero decir: no tenías una computadora para probar diseños
No teníamos computadoras. El diario se informatizó varios años después.
Muy heroico eso
Uno de los motivos para creer en Dios es que los diarios salen [risas] Que toda esa gente se ponga de acuerdo, escriba y logre que a las 12 de la noche eso vaya a la imprenta, es un milagro.
Es un milagro y sucede 360 días al año
360 días al año. Y que eso después lo lean en Jujuy o en Tierra del Fuego. No, un delirio. El diario es una gran experiencia. Es muy lindo un diario.
¿Y cómo era manejar esa troupe de gente? Tenías chicos muy talentosos y jóvenes
Tenía tipos talentosos, tenía jóvenes, tenía tipos que yo había leído y que para mí era increíble.
Tomás Eloy Martínez, por ejemplo
Tomás Eloy. Mi asesor editorial era Osvaldo Soriano. Horacio Verbitsky, Miguel Bonasso, Juan Gelman, Eduardo Galeano… Tuvimos a todos. Para mí era increíble. Yo era el jefe de esos tipos. Era un delirio.
¿Y te prestaban atención? ¿Cómo les afectaba el hecho de que vos fueras un pibe?
Sí, me daban bola.
Había algo que vos tenías que daba autoridad
No sé por qué, pero me daban bola. Y aparte porque eran tipos muy profesionales. O sea, donde había que hacer la venia se hacía la venia. No tenían un periodismo hippie. Eran periodistas. Verdaderamente periodistas.
Una cosa que llama la atención de tu carrera periodística es que la gente que trabajó con vos y que apareció gracias a tus emprendimientos después tuvo relevancia en los medios
Yo te doy la que yo creo que es mi explicación: yo veo en ellos algo que ellos no ven, pero que ellos tienen. Entonces mi trabajo es lograr que ellos sean lo más ellos que puedan. Lo más libres que puedan dentro de lo que ellos son. Entonces, cuando armo el equipo, trato de trabajarlo así. Entonces, el tipo de preguntas que les hago, o en qué momento los hago aparecer o el perfil que les trato de dar o el personaje que les invento. A veces les invento un personaje, un seudónimo. Tiene que ver con lo que yo veo en ellos que ellos pueden explotar, y entonces ellos lo hacen, y en general les ha ido bien. Laburamos con buena gente. Para mí, aunque hayan dejado de laburar conmigo, yo siempre sigo diciendo que son mi gente porque ya son un montón. Armamos un montón de gente.
Es como si vos fueras un diario
Claro. Es que lo que pasa es que por el diario pasó mucha gente y por las revistas que hice también.
Después la radio, la tele. Hiciste muchas cosas y siempre aparecía alguien…
Tiene que ver con poder ver en el tipo. «Mirá este tipo: puede hacer esto, lo puede hacer bien, tiene capacidad de observación, sabe mirar». Si ya alguien sabe mirar, está gran parte del camino hecho, porque no se puede enseñar a saber a mirar, saber mirar es intuitivo. A veces también los editás. Yo ahora menos porque me rompe las bolas, aparte escriben como el orto. Pero tratás de ayudarlos a editarlos. Los chicos no saben hacer cabezas, yo no lo puedo creer. Agarrá un diario cualquiera: ¡no saben hacer cabeza! Una boludez: la cabeza es la parte más importante de la nota, que es la que va arriba. A veces la parte más importante de la nota la ponen en el cuarto párrafo. Vos decís: «¡hijo de puta! ¡va arriba!». De paso te cuento una definición que está buena: ¿qué es una cabeza? Una cabeza es lo que vos le contás a un amigo cuando llegaste de viaje. Lo primero que le contás. Eso es la cabeza. Te encontrás con el tipo y es lo primero que le decís, porque eso es lo que el lector va a querer ver, es lo que lo va a atrapar.
Lanata explicó en Montevideo por qué hay que leer
Era 2006 y la visita de Jorge Lanata a la Facultad de Comunicación y Diseño de ORT fue un gran acontecimiento
Por: Leonardo Haberkorn
Había una gran expectativa. En Argentina ya era una leyenda viva del periodismo. Un año antes había estado haciendo televisión en Uruguay, en medio de mil polémicas. Pocas veces habíamos notado tanta expectativa entre los estudiantes. Calculábamos que el auditorio se vería desbordado y por eso habíamos instalado un circuito cerrado en un salón anexo, para que los que no entraran pudieran verlo en un televisor.
Era 2006 y la visita de Jorge Lanata a la Facultad de Comunicación y Diseño de ORT fue un gran acontecimiento.
Lo fuimos a buscar al aeropuerto y los problemas comenzaron pronto. Lanata estaba enojado porque el avión de Pluna había salido tres horas tarde. De todas maneras, no necesitaba excusas para fumar como un condenado. Subió al auto y no demoró diez segundos en encender su primer cigarrillo. La prohibición de fumar en lugares cerrados ya estaba vigente y era sostenida a rajatabla por el gobierno del presidente Tabaré Vázquez. Le dijimos que podía fumar en el viaje si quería, pero que no podría hacerlo durante la conferencia. ¿Por qué?, preguntó. Uruguay prohibió fumar en lugares cerrados, le explicamos. Si no fumo, no puedo dar la conferencia, respondió, tajante. No se puede. Está prohibido. Lanata insistió. Le repetimos: no se puede; es ilegal. Ofreció entonces hablar en la calle. Se le explicó que no era posible, que se había dispuesto un auditorio y un salón contiguo con circuito cerrado en televisión porque había muchísima gente esperándolo. Llevamos a todos los muchachos a la vereda, insistió. Había 200 o 300 personas aguardando para escuchar a Lanata en vivo. Imposible hacerlo en la vereda.
Los mil intentos del decano por convencerlo no dieron resultado y vaya si lo intentó. Cuando llegó la hora de la presentación, hubo que resignarse. Lanata habló y fumó en el auditorio, violando las leyes vigentes. El Ministerio de Salud Pública le puso una multa de 100 unidades reajustables a la universidad. Las notas de prensa se centraron en ese aspecto y omitieron un pequeño detalle: la conferencia de Lanata había sido brillante, la más notable de todas las que me tocó presentar en ORT durante los años que fui coordinador académico, una verdadera lección de periodismo.
Los estudiantes quedaron fascinados. Aquella hora escuchando a Lanata valió oro en términos de alentar vocaciones y despertar la pasión por informar.
"Hay muchos motivos por los cuales el periodismo puede no ser independiente", dijo Lanata aquella vez. “Pero creo que la peor dependencia es de nosotros mismos. No le echemos siempre la culpa a los demás, a la falta de plata, a la presión política, la peor dependencia es de nuestra propia estupidez, de nuestra cortedad de miras, de nuestros prejuicios, de nuestra manera de pensar la realidad que a veces tiene más que ver con el microclima que con la realidad real".
Tan cierto y tan preciso, aquí y ahora.
Irreverente como siempre, Lanata aprovechó la ocasión para decir que para ser un buen periodista lo mejor no era estudiar periodismo o ciencias de la comunicación, sino otras carreras que te dieran una mayor cultura general.
Hoy, cuando la ignorancia se ha transformado en motivo de orgullo y cada día conquista nuevos espacios, vuelvo a recordar un pasaje de aquella charla:
"La única manera de escribir es leer, no hay otra manera. Hay que leer ficción y leer poesía. ¿Por qué? Porque te vuelven mejor persona (aparte de que te levantás chicas). Un ingeniero hace un mejor puente si lee a Alejandra Pizarnik que si no la lee. Un médico opera mejor si alguna vez leyó a Baudelaire que si no lo leyó. ¿Por qué? ¿Hay alguna relación? Claro que sí, el tipo es más sensible. Si es más sensible va a hacer mejor un puente, va a sacar mejor los dientes y también va a escribir mejor. De eso es lo que se trata, de ser más sensibles".
Luego agregó: "Somos periodistas: somos una antena que trata de ver qué transmiten las antenas de los demás. La sensibilidad es esa antena: cuanto más sepamos, cuanto más amplios seamos, cuanto más abramos nuestra cabeza, mejor vamos a recibir lo que los demás nos quieren decir".
Y por si el mensaje no había quedado claro: "Lean más, aprendan más, aprendan inglés, lean francés, lean portugués. Lean más de un diario por día, les pido por favor si quieren ser periodistas. Lean más de un libro por semana si quieren ser periodistas. Y escriban, prueben, tiren papeles".
Cuando llegó al final, el auditorio estaba fascinado.
Terminó al estilo Lanata: "Peléense con todos y que Dios los ayude".
Ante la triste noticia de su fallecimiento, volví a escuchar aquella conferencia y a leer algunos pocos y breves intercambios de mensajes que tuvimos en los años siguientes.
En 2013, siete años después de aquella inolvidable ponencia, le escribí preguntándole por cierto tema de la actualidad argentina. Luego de recibir su respuesta, me despedí: -No te quiero embromar ahora, pero después voy a insistirte para que nos hagas otra visita a ORT. Los estudiantes me lo piden.
Respondió: -Que levanten la prohibición de fumar.
El último Lanata
El Diario Andino, de Villa La Angostura, recordó que en agosto de 2017, Lanata viajó a Esquel para entrevistar en la Unidad Penal Federal 14, al entonces detenido líder de la RAM, Facundo Jones Huala. La entrevista se difundió en el programa Periodismo Para Todos (PPT), de Canal 13.
Luego Lanata escribió un artículo sobre su visita a Esquel para entrevistarse con Facundo Jones Huala: "Es uno de los ideólogos del grupo. Según el Ministerio de Seguridad (comandado por Patricia Bullrich), la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), mantiene reuniones cotidianas con la Cámpora y la Universidad de las Madres, y recibe financiamiento y apoyo logístico de las FARC colombianas y grupos extremistas kurdos de Turquia. "Todos los militantes mapuches sabemos que podemos morir, ser torturados y caer prisioneros –le dijo hace unos días Facundo Jones Huala a La Nación- Me sirve estar preso y me sirve la prensa, por más que mientan. El objetivo es el sabotaje para la expulsión del latifundio. Quebrar la economía del enemigo. La destrucción del capitalismo". La guerra de Jones Huala dispara desde la trinchera de la supuesta superioridad moral: ¿Quién podría defender a Benetton? El reparto indiscriminado de tierras lleva décadas de trámites irregulares, supuestos pueblos originarios que no son tales, ocupaciones ilegales y violentas, punteros políticos disfrazados, etc".
"La clase media snob simpatiza con los indios: los imagina como pacíficos artesanos de ceniceros que algunas veces al año le rezan a la Tierra. Explotando esa culpa los indios norteamericanos lograron quedarse con la mayoría de los casinos", editó Lanata y siguió: "Ahora surgen grupos que quieren volver al estado ancestral: ¿Seguirían comprando en ese caso los mapuches a sus mujeres, como lo hicieron siempre? ¿Mantendrían entre los hijos distintos linajes y serian poligamos? ¿Tendrían un sistema legal distinto? ¿Lapidarán a las adulteras como en Bolivia? ¿Debemos respetar las culturas caníbales comiéndonos a los estudiantes?".
Al mes siguiente, en septiembre de 2017, Lanata volvió a arremeter contra el pueblo Mapuche, emitiendo un informe titulado "La Insurgencia Mapuche" en el cual puso en ridículo al Fiscal de Esquel Carlos Diaz Mayer, por haber permitido que los Mapuche requisen de armas a la policía para poder ingresar al territorio sagrado. El conductor del programa Periodismo para todos, dijo desde Buenos Aires, al hablar de Diaz Mayer: "da vergüenza escuchar a un fiscal que tiene las manos atadas o por que quiere o se las atan y que no puede lograr ninguna solución".
En un posteo en Facebook, con una imagen de Lanata y un flyer del programa Periodismo para todos, la comunidad Lof Paicil Antriao expresó: "Las falsedades y las mentiras del oponente van pasando y quedaran en el olvido como este pobre wigka koyla (blanco invasor mentiroso) voceros de los garkas. Hasta la vista..."
La revista Viento del Sur, también recordó esos programas: "fueron informes en los cuales estigmatizaba, usaba de "chivo expiatorio", al Pueblo Mapuche, con frases tales como; "En el mundo somos menos creíbles que mapuche trucho con escritura", y burlándose sistemáticamente de los procesos de recuperación territoriales como por ejemplo el que venían protagonizando los integrantes de la Lof Lafken Winkul Mapu a quienes los denominaba esos "Mapuches con plumas en la cabeza".
Además, en una edición "especial" de su programa tituló "Indios al ataque" y la campaña gráfica que la promocionó anticipaba la línea editorial: «Son los nuevos terroristas. Incendian y tienen en jaque a poblaciones enteras». Mientras el periodista estigmatizaba y realizaba "mala prensa" junto con un amplio espectro de la dirigencia política nacional... agazapados están los sectores empresarios, inmobiliarios nacionales y extranjeros esperando que se garanticen las condiciones para realizar negociados y apropiarse de territorios ancestrales pertenecientes a pueblos originarios preexistentes al Estado Nacional.
Obviamente que entristece y es lamentable la partida del prestigioso periodista, sin embargo, no podemos olvidar ni banalizar las sistemáticas "campañas" antimapuches mencionadas en las cuales Lanata fue claramente ideólogo y formador de opinión de una buena parte de la sociedad receptiva de información con alto contenido xenófobo y racista.
El escritor y radialista Mariano Pacheco, publicó en su perfil de Facebook este recuerdo: "En 2002 fui como invitado al programa de televisión de Jorge Lanata, junto a Néstor Pitrola.
Estaba emocionado, confieso, porque era la primera vez que ingresaba a un estudio de televisión y porque Lanata era un entonces (aún) una figura de esas que uno califica de "periodista progre" (cuando periodista y progre no eran términos peyorativos).
Entonces también se fumaba en lugares cerrados así que pude verlo, ahí, a un metro de distancia, fumar un cigarrillo en la tanda.
Nunca ví esa entrevista luego pero recuerdo que fue el 3 de julio y que el amigo Claudio Mardones (gran periodista hoy y desde sus inicios del diario Tiempo Argentino) me había prestado una remera, porque la mía estaba toda mojada: no era para menos, habíamos marchado desde Puente Pueyrredón hasta Plaza de Mayo, bajo la lluvia, junto a esa inmensa columna que repudiaba los asesinatos de nuestros compañeros de los MTD de la Coordinadora Aníbal Verón, Maximiliano Kosteki y Darío Santillan.
Luego Lanata dejó de tener ese aura por su arrojo en los tiempos de PáginaI12 y pasó a ser un personaje que se comió al periodista. No volví a verlo en persona ni a través de una pantalla, pero recuerdo haberlo citado cuando dijo "Me tienen harto con la dictadura".
La cuestión es que el lo decía en serie con la derecha argentina que arremetía contra los avances en las políticas de Estado promovidas por el movimiento de Derechos Humanos y otros lo decíamos en discusión con el progresismo gobernante que hablaba todo el tiempo de las atrocidades de la dictadura y de los 70 de un modo demasiado genérico omitiendo lo que a unos cuantos nos parecía lo fundamental: hablar del programa económico del 76, de la resistencia obrera y el sabotaje contra el terrorismo de Estado y de la apuesta revolucionaria de los 60- 70.
En todo eso obviamente Lanata no coincidía, ni con los Kirchneristas ni con quienes teníamos críticas por izquierda, así que me cuesta recordar al Gordo Lanata más que como ese personaje en que se convirtió, y ese lejano recuerdo de cuando lo conocí en 2002 siendo él un periodista progre que recibía a un joven piquetero (como era yo entonces) en su programa.
De lo que implicó laburar con él en Página o en Crítica, seguro ya hay varios testimonios dando vueltas que sería interesante leer, más que nunca en tiempo como hoy en dónde el periodismo parece ser una (más) especie en extinción".
Fotos: Enrique García Medina, Getty Images