"Desde hoy, les escribo por TelAm"
Ahí, donde históricamente se siembra la noticia, para poder cosechar algún tipo de justicia. Ahí, donde intentaron montar un mercado central de la comunicación, suprimiendo personal para suprimir información. Ahí, donde tantas veces interpelamos a la prensa oficial, porque su silencio es otra forma de violencia institucional. Ahí, en la casa matriz de la información como asunto de Estado, donde no hay corporación que mire para otro lado. Ahí, donde Lombardi había soñado un terreno baldío, vacío de verdades, de libertades, de barrio y de corazón...
Ahí, voy a ser Prosecretario de Redacción.
Era pasante, pasante de los que pasan y no queda ninguno, cuando fermentó La Poderosa, en los albores de 2001. Y vaya si se veía oscuro el futuro, pero yo vivía, como vivo y viviré siempre de mi laburo, sin patrocinios inconfesables, ni miserables. Otra vez en 2010, el destino me vio despedido de Tiempo Argentino, cuando a Szpolski no se lo podía cuestionar, "porque mirá si viene TN", ¡nunca no cuestionar conviene! Y menos cuando Larreta lanza sonriendo su contagio electoral, pero Trotta sigue siendo este barbijo que va mal, porque mamma mía, ¡no, Santa María! Que les valga la inocencia, pero tanta conveniencia quizá sea inconveniente para "los medios del bien", también. Sin oxígeno de planta, una dentadura de raíces abrió La Garganta, que poco a poco se volvió un multimedio social, gráfico, radial, televisivo y digital, donde hoy presumo el cargo mayor, lector.
Hundidos hasta el cuello en esta pandemia de mierda, que nos obliga a buscar changas por derecha o por izquierda, nos vimos de repente pensando colectivamente si debíamos aceptar, si realmente nos podríamos hacer lugar para comunicar desde las convicciones, sin hacer ningún tipo de concesiones, porque Télam no es una agencia cualquiera, es una aerolínea de bandera que puede cargar problemas del suelo y poner el grito en el cielo, hasta que se pueda oír. Porque si no, nos tendremos que ir. Pero vamos, vamos a una nueva plataforma que conquistamos, ¡por no callarnos!