viernes, 4 de septiembre de 2020

¿Qué te pasa, Clarín?

Por: Fernando Rosso
Así como no se puede analizar la política Argentina sin referirse al peronismo, es imposible pensar la vida pública sin chocarse con Clarín. Entre otras cosas, porque es uno de los grupos económicos más importantes del país; porque no produce “tubos sin costura”, sino noticias a las que se les ven los hilos; porque protagonizó un enfrentamiento intenso con el último kirchnerismo y porque, a su manera, representa a una parte de la sociedad. “Es el PJ de la clase media”, dijo el periodista Martín Rodríguez. Esto último es cierto si se entiende por “clase media” una construcción política antes que una definición sociológica.

¿No habíamos pasado del “Clarín miente” al “Héctor no me deja mentir”? La última frase la pronunció Alberto Fernández en la era prepandémica, en aquel evento organizado por Clarín en agosto de 2019 en el Malba, pocos días después de haberle propinado una paliza a Mauricio Macri en las primarias. En primera fila estaban sentados Héctor Magnetto, José Aranda y Jorge Rendo, el tridente que comanda al conglomerado empresario. Cuando terminó de hablar el actual presidente, todos batieron palmas, y Aranda hasta se levantó del asiento para aplaudir de pie. Clarín ya había votado y estaba dispuesto a ir en auxilio del vencedor.

¿Qué pasó desde aquel tiempo de reconciliación a estos días en los que el fantasma de la guerra sobrevuela el portaviones de la calle Tacuarí?: pasaron cosas.

Consultado por Del otro lado, un periodista que conoce desde adentro al gigante vertebrado por Magnetto sintetizó la secuencia del último periodo: “Cuando asumió el Frente de Todos hubo una decisión de correrse hacia el centro: apoyar a Alberto y criticar a Cristina. Pero las señales que tienen que ver con Artear (Telenoche, TN y TN web) fueron endureciendo la línea permanentemente. Sobre todo desde el inicio de la pandemia y no solo por oponerse a la cuarentena, sino por rating. Telenoche está en un momento crítico: todos los programas de noticias o editoriales de la noche (Morales Solá, los Leuco) pierden. No solo con C5N: también con A24 y sobre todo con Eduardo Feinmann, que copó la parada derechosa”. Pareciera que les sucede algo similar a lo que, según la hipótesis de este interesante hilo de tuits, le pasa a Juntos por el Cambio: no quieren perder a los intensos de su pueblo de derecha.

“Ahora bien –completa el periodista–, con el tema reforma judicial y sobre todo con el ‘decretazo’, ahí sí sonaron clarines de guerra. Te das cuenta por los títulos y lo parcializado que está todo. No tenés ni siquiera un simulacro de pluralidad de voces. Los días siguientes al ‘decretazo’ en A dos voces estuvieron José Crettaz (Fopea) y Alejandro Alfie presentados como 'expertos'. El primero había publicado una columna muy crítica en Clarín, y el segundo directamente es empleado. Bajaron órdenes de ‘hay que publicar esto’, con el contenido y el título armado. La solicitada que salió con la firma de todos los cableoperadores y servicios de internet se publicó como tres veces con diferentes enfoques. Por último, un parámetro inapelable para tomarles el pulso es cuán sacado está (Marcos) Novaro. No es de los más lúcidos que tiene el Grupo para opinar, pero Novaro es Magnetto, no hay mucho misterio ahí. Es el portavoz y está sacadísimo en modo troll”. Vale la pena recordar que Novaro fue el amanuense del testimonio en primera persona del CEO de la “Corpo” en el libro Así lo viví (Planeta, 2016).

El “decretazo” fue el 690/2020, que declaró “servicio público en competencia” a los Servicios de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (televisión por cable, internet y telefonía celular). Según pude reconstruir para este correo, hasta el miércoles anterior a la medida había una mesa de negociación entre el Enacom y los representantes de las empresas, en la que el Gobierno había aceptado un aumento (en dos tramos) y pidió un nuevo congelamiento hasta febrero de 2021. Desde la cúpula del Grupo también confirmaron que fueron reuniones muy cordiales las realizadas poco antes de lo que llaman el “zafarrancho”. La idea inicial del oficialismo no era congelar o no ajustar precios, sino ajustar “coordinadamente”. Desde el Gobierno dicen que las empresas no aceptaron y ahí vino el decreto; del otro lado aseguran que el “zafarrancho” fue intempestivo: “Quizá por algunas coberturas periodísticas” porque “hasta las tarifas se podían discutir, pero esto rompe el mercado para siempre”. Un poco mucho.

Le pregunté a Agustín Espada (licenciado en Comunicación Social y magíster en Industrias Culturales) y cree que fue “más un golpe de efecto del Gobierno que una medida regulatoria, porque lo más efectivo a cortísimo plazo es el congelamiento de las tarifas. Cuando pasan los días y uno escucha a Alberto Fernández o Claudio Ambrosini (presidente de Enacom, hombre de Sergio Massa y muy amable con las empresas), se habla mucho de los precios que se podían congelar sin la declaración de servicio público”. Espada cree que el decreto fue más una medida de política económica (por la incidencia de estos servicios en la inflación) motorizada por el no acuerdo por los precios antes que una política de comunicación. En cierto sentido, como en Vicentin, “fue una respuesta de contragolpe a un estímulo antes que una planificación. La declaración en general no define mucho, lo que sí va a definir es lo que reglamente el Enacom en una negociación que será a oscuras y entre pocos”. Espada desconfía porque en esa “mesita” se pueden imponer intereses corporativos. Ahí “le pueden ‘vicentinear’ tranquilamente el decreto, y la presencia de Ambrosini es todo un dato”.

Tampoco falta una mano generosa y el ojo blindado del Estado. Francisco Rabini, delegado de AGEA (gerenciadora de Clarín y Olé, entre otras publicaciones) y dirigente del sindicato de prensa (SiPreBA), le contó a Del otro lado que al Grupo “le están entrando los ATP (Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción) y que ya recibió cuatro”. Pese a esta ayuda, se pagan los salarios en cuotas. La asistencia parece que se otorga sin que el Ministerio de Trabajo se preocupe por controlar que se respeten los derechos laborales. Rabini explica que “en la rama gráfica de prensa estamos con dos paritarias vencidas, y específicamente en los diarios Clarín y Olé nos dieron un 10 % en marzo, pero absolutamente mentiroso: absorbía los $ 4000 del decreto presidencial. Para muchos el aumento fue de cero”. En una industria en la que el teletrabajo es esencial tampoco se tomaron medidas para facilitar la labor desde casa: ni un bono adicional, reclamado para cubrir gastos extras (de servicios o internet), y ni siquiera sillas para no romperse la espalda. Reclamos que no aparecen en las demandas por “los ataques a la libertad de prensa” y que tienen la vista gorda del Estado como garantía.

Al centro de la nada
Antes de algunas conclusiones, una digresión general, porque le pregunté al profesor Ernesto Semán (que alguna vez conoció al “monstruo” desde adentro) y desde su bulo en algún rincón de Richmond me envió unas reflexiones más que interesantes: “(Osvaldo) Bayer contaba que Roberto Noble lo había puesto al frente de la sección política en 1963 para que no siguieran diciendo que Clarín era un diario de derecha. Clarín aspiraba a ser para la ciudadanía lo que La Nación era para sus élites, una tribuna de doctrina”. La guerra –dice Semán– “fue la transición al otro lado”. Ahora con el Gobierno de Alberto Fernández, “Clarín estrena un rol que no tuvo antes en su historia: el de proveer los recursos para la cohesión ideológica de un amplio clivaje social que oscila entre el liberalismo y la psicosis. Más agitprop y menos construcción hegemónica". Todo esto –concluye– porque “la pelea que imaginaba Noble en aquel momento ya no se da en la sección política de los medios de comunicación. Y esto no es solo Clarín: es FoxNews, es El País, es Página/12. Los que mejor lo entienden, los ideólogos, los amorales y los convencidos, ya no pelean por un centro que no retiene nada, porque ese centro perdió vitalidad mientras el Estado perdía los instrumentos que lo creaban”. A Tariq Ali le gusta esto.

Todavía está por verse si el conflicto asciende hacia los extremos. Por lo pronto, las espadas del Grupo están castigando duro a Alberto Fernández, que para ellos se transformó poco menos que en el chirolita de su vicepresidenta. El Gobierno enfrenta una paradoja porque puede ir a la guerra por una timorata regulación de precios cuya “autoridad de aplicación” sea la mano blanda de Ambrosini en una versión minimalista de lo que fue la fallida ley de medios. Parafraseando al sociólogo Juan Carlos Torre, un intento de recorte de la influencia sin tocar las fuentes permanentes de su poder.

El problema de la perspectiva político-ideológica de la línea editorial del Grupo es que se desilusiona con un Alberto Fernández que ellos mismos construyeron para su imaginación utópica. Uno al que pretendían arquitecto de ese centro imposible (Semán dixit) en sociedades polarizadas, no solo en la Argentina, sino en el mundo. Un conciliador al que la realidad le dinamita los puentes más allá de sus cordiales intenciones. Y una ilusión que puede conducir a ambos bandos al peor de los mundos:
¿una guerra-divorcio y en segundas nupcias?

Grageas
Inteligencia artificial. En el correo anterior te invité a leer una publicación alternativa porque circula muy buen periodismo en esas periferias digitales. Esta vez, recomiendo esta inquietante entrevista de la revista Almagro a un ex–SIDE, en la que asegura que se mueve con la Constitución en una mano y la Glock en la otra. Tranca. “Los que saben no hablan y los que hablan no saben”, sentencia como principio no escrito en el mundo de los espías. Este habla hasta por los codos y dice todo a medias, pero vale la pena.

Guedes, decime que se siente. Este perfil del desdibujado ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, que se creyó llamado a resetear el país en clave neoliberal, es interesante no solo para pensar los desplazamientos en el poder, sino también la relación de fuerzas entre las clases en el país continente.

Condenados al éxito. Desde la unificación nacional en 1860 hasta la actualidad, se produjeron dieciséis crisis económicas en la Argentina, un promedio de una cada diez años. Pero en los últimos 45 años hemos sufrido algún tipo de colapso cada seis años y medio. El dato está en el libro de Julián Zícari que acaba de aparecer (Crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri, Peña Lillo – Continente, 2020). Chivo: el martes 8 de septiembre participaré de una mesa de presentación por Zoom junto al autor. Ampliaremos.

Zapata y la sabiduría
La anécdota final: en el libro Clarín, la era Magnetto, Martín Sivak cuenta que Marcia Magnetto, hija del hombre fuerte del Grupo, lo ha retratado en su cuenta de Twitter a través de las máximas que habrían formado parte de su educación cívica. Lo llama #Beto y, antes de ponerle el candadito a la cuenta, alguna vez escribió dos sentencias reveladoras:

La primera es bastante popular: “#Beto es como Zapata: si no la gana, la empata”.

La segunda es más perturbadora: “#Beto, fuente de toda sabiduría, dice: no vayas a cazar al zoológico”.

Recuerden que la verdad no solo se cuenta, la verdad se milita.
Imagen: Serko
Fuente: El Círculo Rojo, newsletter de La Izquierda Diario

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