Diego Schurman
El jueves Alberto Fernández cuestionó un artículo de Crítica de la Argentina escrito por Nicolás Wiñazki. El periodista fue riguroso en su trabajo. Describió la creciente influencia del funcionario en el gobierno de Cristina. Y antes de publicar la nota llamó al jefe de Gabinete para que hiciera constar allí su parecer.
La acumulación de poder descripta no es de por sí un dato negativo, aunque así lo interpretó el funcionario. La pregunta es para qué acumular tanto poder. Podría ser para equilibrar las relaciones de fuerza con las grandes corporaciones. Pero si el problema son los medios, como esgrimen en la Casa Rosada, hay que recordar que fue el kirchnerismo el que renovó las licencias de radio y televisión por diez años. Y también el que nada ha hecho hasta ahora para modificar la Ley de Radiodifusión de la última dictadura.
–Kirchner dice que fue un error, que se arrepiente. Ahora con el tema de la digitalización se va a meter, no va a dejar que se haga cualquier cosa –aseguran en el Gobierno como si la presidencia del santacruceño no hubiera expirado.
La voluntad de cambiar el rumbo podrá comprobarse en las próximas semanas. Gabriel Mariotto, el elegido para reemplazar a Julio Bárbaro en el COMFER, tendrá facultades suficientes para hacerlo. Mariotto, además de decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), es subsecretario de Comunicación de la Nación. Su jefe inmediato es Enrique Albistur y el mediato, Alberto Fernández. Con ambos mantiene excelentes relaciones.
En la Casa Rosada apuran los tiempos. A diferencia de Bárbaro, Mariotto no tiene un pasado vinculado a las corporaciones mediáticas. Más aún: se ha ocupado de denostarlas desde sus cátedras de Política de Comunicación en la UBA y en la UNLZ. Es, dentro del staff oficial, un detractor de la prolongación de las licencias.
Su campaña contra la vigente Ley de Radiodifusión se remonta al ´83, cuando promovía las radios comunitarias y de baja frecuencia. En el Congreso hay proyectos consensuados sobre medios a los cuales echaría mano el funcionario. Eso sí, deberá aguardar la salida de Bárbaro –de buena llegada al grupo Vila-Manzano y al ex banquero menemista Raúl Moneta–, quien por ahora resiste un nuevo conchabo como embajador en Italia.
–Hay que anticiparse a la digitalización, tiene que haber una nueva ley que regule los medios –se escucha decir a Mariotto por estos días.
Su desembarco efectivo parece estar atado a la relación coyuntural del Gobierno con Clarín. En tiempos de zozobra, la Casa Rosada insinúa batallas. Una de ellas fue cuando Kirchner designó a Alberto Fernández como representante del Estado en el directorio de Papel Prensa. Ese decreto se redactó como respuesta a la tapa del matutino contra la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti, una funcionaria que responde al jefe de Gabinete. Papel Prensa es la empresa fabricante de papel para diarios que conducen Clarín y La Nación, y que tiene participación del Estado Nacional.
En el aire. El Gobierno busca tener influencia sobre los medios. Y en algunos casos directamente quiere manejarlos. De hecho, prepara para este año su desembarco en radio, en un lugar privilegiado del dial. Habrá que ver si lo hace con nombre y apellido o con una fachada.
El poder de fuego de la prensa desvela a los Kirchner. Pocos presidentes le han dedicado tantos discursos como Néstor y Cristina.
–Vamos a ir por Clarín –sentenció hace dos años José López.
La confesión del subsecretario de Obras Públicas tronó en la quinta Los Abuelos, en medio de un asado de entrada restringida. El dueño de ese predio de césped inmaculado de la localidad bonaerense de Canning es el radical Roberto Porcaro. Se trata de un militante full time de Compromiso K, donde se agrupan los seguidores del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini.
Los Abuelos es una parada obligada de los “pingüinos” cada vez que aterrizan en Buenos Aires. Allí solía alojarse Rudy Ulloa Igor, el ex chofer de Kirchner que se ha transformado en dueño de un multimedios en Santa Cruz, antes de comprar casa propia en Pilar.
Dos años después de aquellas palabras de López parece haber primado una regla de oro de la política: “Si no puedes con ellos, únete”. El Gobierno decidió obsequiarle a Clarín la tapa del retorno de Roberto Lavagna a las filas oficiales.
–A quién le íbamos a dar la primicia. Si son los que más venden –fue el sincericidio de la Casa Rosada en una indolente tarde porteña.
De todos modos, la fuente hace una diferenciación. “Una cosa son las alianzas tácticas y otra la política de fondo.” En ese sentido, recuerda las negociaciones del ministro de Planificación, Julio De Vido, con el Grupo Telefónica, y el de los Kirchner con el magnate mexicano Carlos Slim, propietario de Telmex. Ambas empresas no estarán ausentes en el proceso de digitalización.
Fuente: Crítica de la Argentina