Federico Peña. Corresponsal, Diario Público
Ninguna de las quinielas previas a la toma de poder de Cristina Fernández, el pasado 10 de diciembre, se ha cumplido.
El ex presidente Néstor Kirchner no se encerró en un café literario como aseguró en broma, ni el gabinete ministerial de su esposo cambió de forma radical, ni se blanqueó la inflación y ni siquiera ha habido un acercamiento a Washington. La continuidad marca el pulso en esta Argentina de doble comando en la que la figura del ex presidente sigue estando omnipresente.
La broma recurrente en Buenos Aires es que la Casa Rosada, la sede de Gobierno, se ha trasladado a la oficina de Néstor Kirchner en el lujoso barrio de Puerto Madero, desde donde organiza la toma de poder del Partido Justicialista.
Los comienzos a veces marcan todo el desempeño posterior. El sino del Gobierno de Néstor Kirchner fue construir poder de la nada y enfrentarse a algunos sectores de la prensa que le auguraban menos de un año en el poder.
Recibió un país maltrecho, con altísimos niveles de pobreza y aprovechó el viento de cola de la economía internacional para poner de pie el país.
Cuando Cristina Fernández tomó el relevo, se preveía una profundización en la atención de temas sociales a nivel interior y un giro más diplomático en materia exterior. Pero no llevaba 24 horas como mandataria cuando recibió un duro golpe lanzado desde los tribunales estadounidenses por culpa de una maleta con 800.000 dólares que ingresaron de forma ilegal en Argentina en agosto de 2007. Según la fiscalía eran para financiar su campaña.
Ella acusó a la Administración de Bush de conspirar contra su Gobierno por su relación con Hugo Chávez y por su gestión para liberar a la colombiana Ingrid Betancourt.
Todo pareció quedar zanjado tras una reunión diplomática al más alto nivel pero la secretaria de Estado Condoleezza Rice dejó a Buenos Aires fuera de su gira por el Cono Sur la semana pasada. Mal síntoma.
Alta inflación
No fue el único problema. Su intervención en el índice de precios que mide la inflación ha minado la credibilidad del Gobierno. La cifra oficial para 2007 fue del 8,5%, mientras que los economistas privados fijaron un tope inflacionario del 19,5%.
En ese sentido, los primeros 100 días de Cristina Fernández al mando de la Casa Rosada se han convertido en un resumen vertiginoso de los 1.652 acumulados por su esposo. Los logros y los problemas son idénticos. Apenas una cara nueva en su gabinete, como la de Lino Barañao al frente del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
El desafío que se ha marcado Cristina Fernández es materializar socialmente los logros obtenidos tras 62 meses consecutivos de un crecimiento medio del 8,5%.
Marcelo Zlotogwiazda, un periodista económico que poco tiene de opositor, aplaude los logros pero reclama audacia social. Se pregunta por qué no usa "parte de los 50.000 millones de dólares de las reservas para alguna otra cosa" y sugiere que podría destinar el excedente de 10.000 millones de dólares a equipar a los desahuciados hospitales o a comprar centrales eléctricas y resolver los problemas energéticos del país.
Una presidencia analizada con lupa por la prensa rosa
1.- Potenciar la imagen
Inevitablemente, la prensa rosa ha mantenido a Cristina Fernández en su punto de mira. Por eso, se ha ocupado de anotar que la presidenta sólo ha repetido vestuario en dos ocasiones: el 12 de diciembre y el 29 de enero. Del marido no se ocupaban tanto antes.
2.- Agenda social
Sus reuniones en la Casa Rosada indican que la agenda social con celebridades superó a los encuentros con mandatarios de otros países. Así, el dúo Serrat-Sabina, la pareja Antonio Banderas-Melanie Griffith y Naomi Campbell recibieron más tiempo que Mariano Rajoy, el boliviano Evo Morales o el embajador de EEUU.
3.- Horario de trabajo
Comienza a trabajar alrededor de las 11 y se retira a las 15 horas, para cumplir un turno de tarde de 17 a 20. De sus más de tres meses en el poder , pasó casi la mitad descansando.
4.- Más de 200 decretos
El 90% de los 213 decretos firmados por Cristina desde que fue nombrada presidenta el 10 de diciembre fue para nombrar ministros y funcionarios. La mayoría ya ocupaban el mismo cargo durante la gestión de su marido Néstor Kirchner. Tan sólo el 10% de los decretos ha estado orientado a ampliar la Administración pública, a otorgar beneficios a sindicatos o al anuncio de obras públicas.