No nos va a recibir. Así, seca, fue la respuesta final del subdirector de Radio Nacional, Pablo Ciarlero, al pedido que la Asamblea de Mujeres le realizó para una entrevista con la directora de nuestra emisora, Ana Gerschenson. El motivo por el que se le solicitó la audiencia a Gerschenson, con carácter de urgente, era la situación dramática de dos compañeras, de entre los 16 trabajadores precarizados despedidos. Una porque cursaba un embarazo avanzado y la otra por su condición de sostén de familia. En el medio, la tristeza infinita de una nena que, al perder el trabajo su mamá, se quedó afuera del jardín maternal al que concurría, en la sede Canal 7.
La reunión fue primero aceptada, pero a pesar de que puntualizamos la urgencia, la directora le puso fecha 30 de enero a una audiencia solicitada el 19. Las compañeras, mientras se ratificaba la lucha por la reincorporación de los 16 trabajadores y trabajadoras despedidas, quería conversar con la funcionaria sobre esos dos casos más urgentes y que nos habían sensibilizado más a todos. Y llegó el 30 de enero, esperado pacientemente. La directora dijo que no nos podía atender. Luego, la decisión final de ni siquiera recibirnos, lo que convierte las manifestaciones públicas de Gerschenson, sobre “NiUnaMenos”, en una pose demagógica, frívola y snob. “Volvemos a gritar “NiUnaMenos”, dijo en su twitter en su momento la directora. El grito de NiUnaMenos no solo fue y es un clamor contra los femicidios sino también contra toda forma de violencia y opresión contra la mujer. Despedir embarazadas, privar del jardín maternal a una nena de 2 años y ni siquiera recibir o escuchar el reclamo, lo son. Mejor que Gerschenson no grite más.
A continuación reproducimos el documento de la Asamblea de Mujeres de Radio Nacional, elaborado el 19 de enero de 2018:
Las trabajadoras de Radio Nacional reunidas en Asamblea de mujeres nos pronunciamos firmemente en contra de todos los despidos de trabajadoras y trabajadores.Fuente: SiPreBA
Frente a los ajustes que se traducen en despidos, las mujeres siempre somos las más afectadas y vulneradas, por un lado por nuestra condición de doblemente explotadas, ya que sumamos al trabajo asalariado el cuidado de la familia y el trabajo doméstico. Y por otro lado, la diferencia salarial que existe entre hombres y mujeres se mantiene desde hace años en el 27,6%.
El portal Economía Feminista, señala, además, que de acuerdo a las estimaciones del Foro Económico Mundial, Argentina se encuentra en el puesto 111 en relación a la igualdad entre varones y mujeres en cuanto a la participación económica y oportunidades.
En este contexto, la Asamblea de mujeres de Radio Nacional como parte de un movimiento que al grito de “Ni Una Menos” se propone terminar con la violencia y la discriminación en todos los terrenos, exige la inmediata reincorporación de nuestra compañera J quien durante los últimos cinco años desarrolló sus tareas en Nacional Clásica con un desempeño intachable; así como la inmediata reincorporación de nuestra compañera V, de LRA 28 (La Rioja,) quien fue despedida mientras atraviesa su 4to mes de embarazo, debidamente notificado durante el mes de diciembre de 2017 a la Anses y a la dirección de la emisora, pese la protección de la maternidad contemplada por la ley.
J es madre de una niña de dos años. Ella es la jefa de hogar y ahora sólo cuenta con el ingreso de $9.000 que cobra su pareja para afrontar alquiler, alimentación y salud, entre tantos otros gastos.
Se trata de un valor extremadamente por debajo (44 por ciento inferior, para ser precisas) de los $16.027,98 fijados por el INDEC en noviembre 2017 necesarios para no caer en la pobreza. Dejar a J sin trabajo es empujarla a esa crítica situación y vulnerar los derechos que, con rango jurídico, le debe el Estado a a la niña, derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social.
En la Argentina, un tercio de las trabajadoras está precarizada y no acceden a licencias por maternidad y en el futuro no contarán con una jubilación digna. J y V eran trabajadoras precarizadas por un Estado que tiene la obligación de garantizar la protección integral de la familia y los derechos de las niñas y los niños. Jy V eran trabajadoras precarizadas en el Estado, y la precarización laboral, es la precarización de nuestras vidas.