martes, 5 de enero de 2010

Argentina: Se viene el apagón analógico en 2019

En julio de ese año ninguno de los televisores -incluso los plasmas que están ahora en las vidrieras- servirá para mirar la programación abierta
La televisión, como la conocemos hoy, se apagará en julio de 2019. Para esa fecha la Argentina tendría que haber hecho su “apagón analógico”, lo cual no es otra cosa que el cese de transmisiones de la TV analógica (la tecnología actual) para ser reemplazada por la TV digital terrestre (TDT).

En criollo, esto significa que los televisores –incluso los delgados plasmas que están ahora en las vidrieras de las casas de electrodomésticos– ya no servirán para mirar televisión abierta. Habrá que comprar nuevos televisores preparados para recibir señales digitales de la norma adoptada por nuestro país (ISDB-T, desarrollada por Japón y modificada por Brasil), o bien adquirir un decodificador (“set top box” en la jerga electrónica) que pueda convertir la señal digital en analógica.

La cuenta regresiva para este recambio generacional de la televisión ya está en marcha y llevará una década completarlo. A la fecha, sólo Japón y Estados Unidos han concretado sus apagones (y en breve se sumará Corea del Sur). La Unión Europea lo hará en 2012 y Brasil en 2018. Pero, más allá de los plazos, la conversión no es un proceso sencillo. “La experiencia en otros países muestra que en todos los casos la incorporación de tecnología es progresiva”, señala Daniel Caviglia, docente de la UBA experto en TV digital. “En Estados Unidos establecieron que el apagón debía hacerse en 2003, a condición de que el 80% de los hogares tuvieran equipos de TV digital. Como no se llegó a ese porcentaje, el apagón se produjo en febrero de 2009, es decir seis años después de la fecha prevista inicialmente. Aun así, el gobierno tuvo que dar créditos para que la franja más pobre de la población pudiera comprar un decodificador (de 80 dólares) y que no quedara fuera del acceso a la TV”.

En nuestro país, este año comenzarían las primeras transmisiones de TDT y el lanzamiento sería simultáneo en todas las capitales de las provincias y en otras ciudades como Rosario, Bahía Blanca o Bariloche. Así lo dijo hace pocos días, en el marco del II Foro de Sociedades Digitales, Osvaldo Nemirovsci –el funcionario del Ministerio de Planificación que tiene a su cargo el proceso de implementación de la TDT–. Sin embargo, que se transmita no significa que alguien pueda ver TV digital en su casa, todavía.

Los actuales canales de televisión abierta son los primeros que tienen que hacer la conversión tecnológica. Tanto Canal 13 como Telefe vienen haciendo pruebas hace varios años aunque con las normas americana y europea. En concreto, la incorporación de la TDT significará que cada uno de los canales de TV abierta podrá multiplicarse por cinco. “La TV digital permite que en el ancho de banda que hoy ocupa un canal analógico se puedan poner de 4 a 6 canales digitales, dependiendo del tamaño de la imagen. Para transmisiones en alta definición sólo se puede poner un canal, pero para la definición actual entran de 4 a 6. O sea que para transmitir los partidos del mundial de fútbol, por ejemplo, un licenciatario puede poner en el aire un solo canal en HD (alta definición) y luego volver a la transmisión estándar, con 4 canales”, explica Caviglia. En el caso de la televisión pública, ya se anunció que en el mismo espacio que hoy ocupa Canal 7 también podrán verse otros tres canales: Encuentro, Paka Paka (infantil) y una señal del INCAA dedicada al cine argentino. En todos los casos el acceso a los canales de TDT será gratuito, ya que serán extensiones de los actuales canales de TV abierta (sean públicos o privados). O sea que la incorporación de la tecnología de TV digital no modificará en nada al actual sistema de televisión paga, ya sea por cable o satelital. De hecho, entre los canales pagos ya hay varios que transmiten con calidad de alta definición.

Seguramente la crisis que hoy experimentan los medios masivos tomará un nuevo rumbo con la incorporación de la TDT. Además de la multiplicación de canales (por la optimización del espacio radioeléctrico), mejorará la calidad de las imágenes, se eliminarán posibilidades de interferencias, y la relación entre el ancho y el alto de la pantalla estará más cercana a la del cine. Prescindiendo de toda metáfora, la televisión de hoy, que es casi cuadrada (4:3), será más rectangular (16:9).

En cuanto a las promesas de prestaciones interactivas de la TV digital, Caviglia se permite dudar: “Se ha difundido la idea de que permitirá la interacción con programas, selección ‘a pedido’, opciones de multicámara, votaciones en concursos, etc. Pero la realidad es que es un sistema de radiodifusión, donde el usuario tiene un receptor y no puede emitir desde ese receptor hacia el canal que está viendo”. De todos modos, la tendencia a la convergencia tecnológica no para de producir novedades, y ya hay quienes señalan que con los futuros decodificadores también se podrá brindar servicio wi-fi de internet. Por ahora, sí es seguro que entre las prestaciones de los deco los canales podrán brindar textos con descripciones de cada programa, datos anexos, etcétera.

Quizás una de las modificaciones más fuertes que puede llegar a cambiar el hábito de mirar tele, y por lo tanto algunos de sus contenidos, es que podrá sintonizarse desde dispositivos móviles: mirar un programa de TV abierta en la pantalla de un celular o en un televisor portátil puede llegar a ser algo cotidiano en el futuro.

Es de esperar que el “apagón analógico” sea un hito entre las transformaciones culturales de la TV. Resta saber si se cumplirá el plazo del año 2019 y si será una figura emblemática de la televisión la que en solemne acto saque el enchufe de la tele analógica. Hasta ahora los lugares estelares de la historia televisiva estuvieron reservados para mujeres: el rostro de Eva Perón fue la primera imagen que mostró la televisión argentina en 1951, y Pinky fue la encargada de presentar la primera transmisión de la televisión en color. Si habrá o no una “dama del apagón” sólo se sabrá dentro de diez años.
Fuente: Crítica Digital

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