La discusión aún no terminó
Por: Sergio Caletti
Ni el oficialismo ni la oposición han sabido señalar qué poco automática puede ser la relación entre la sanción de la nueva ley de medios y la modificación sustantiva del escenario "massmediático". Ambos han jugado, con sentidos opuestos, al "mañana todo puede ser distinto", cuando en rigor varios aspectos lo hacen más que improbable.
En primer lugar, hay factores de tiempo hasta que la autoridad de aplicación se constituya (su propio reglamento incluido, a partir de lo cual comenzará a correr el año plazo de desinversión) y hasta que el proceso de concurso y de licitaciones que derive de la incorporación de las tecnologías se complete. Es muy probable que las elecciones presidenciales hayan quedado atrás. Pero no sólo eso. La transformación del universo "massmediático" requerirá que los grandes medios se inclinen por dejar la mentira lisa y llana a un lado, en honor al derecho ciudadano elemental a una información veraz. Y desafortunadamente, esa transformación no tiene plazos.
Quien haya seguido el debate no requiere más ejemplos para concluir que los grandes medios han transpuesto un límite ético como nunca antes en la Argentina, haciendo de la falacia, la distorsión, el sesgo y la agitación de fantasmas las constantes de su labor informativa.
Hay, en este sentido, un tenue rayo de esperanza. La historia enseña que, en ocasiones, hay fronteras de las que no se regresa. No es inverosímil pensar que en futuros sondeos de opinión, de esos que miden la credibilidad, la de los grandes medios haya quedado gravemente mellada. Los más inteligentes entre ellos deberán entonces enfrentar la inusual revolución de sus códigos profesionales, el regreso a deontologías abandonadas, y no porque los obligue la ley sino en defensa del propio negocio. De lo contrario, será muy difícil que puedan alguna vez volver a ser fiscales de nadie.
El autor es profesor titular de Facultad de Ciencias Sociales de la UBA
Mayor producción nacional
Por: Horacio Arreceygor
El Sindicato Argentino de Televisión Servicios Audiovisuales Interactivos y de Datos (SATSAID) impulsó siempre una normativa democrática que ordenara y regulara la actividad de los medios de comunicación desde los primeros años de la recuperación del Estado de Derecho.
Realizamos aportes en el Consejo Nacional para la Consolidación de la Democracia, convocado por Raúl Alfonsín, pues ya se planteaba la necesidad de reemplazar la ley de radiodifusión de la dictadura. La intención de una nueva norma figuraba en las plataformas electorales de los partidos. Hicimos aportes los últimos 20 años a iniciativas para reformular el marco regulatorio. Formamos parte de la Coalición por una Ley de Radiodifusión de la Democracia, donde se establecieron 21 puntos centrales para promover una nueva normativa sobre medios, que son rescatados por la nueva ley.
El SATSAID apoya en especial la obligación que establece porcentajes de producción nacional para los contenidos audiovisuales, como lo poseen las regulaciones en el derecho comparado. Aun entendiendo que es un avance importante, consideramos insuficiente la cantidad considerada en la ley, ya que debería tratarse de un 70% de producción nacional, conformada con un 20% de noticieros o programas periodísticos locales y el 50% restante, de producción propia local, dejando como opción que de ese 50% un 20% se realice con producción local independiente.
Esto es importante porque, por un lado, se promueve el trabajo argentino de miles de periodistas, escritores, guionistas, directores, productores, actores y técnicos, porque más voces significan más diversidad, y por el otro, se diseñan medios que prestan un servicio a la comunidad donde residen, dotando a los habitantes de fuentes estéticas e informativas plurales.
El autor es secretario general del Sindicato Argentino de Televisión.
Fuente: Diario La Nación