YPF le dió crédito al video de la presunta operación periodística
En medio de la polémica desatada por al circulación de un video anónimo que denuncia una supuesta operación de prensa paga contra la Petrolera Repsol YPF e involucra a un editorialista del diario La Nación, el Jefe de Comunicaciones de esa empresa, Sergio Resumil, avaló -implícitamente- la filmación, al asegurar que hubo “malaintención en la pluma de Pagni”.
“El hecho de que en diez meses un columnista de La Nación nos haya dedicado diez artículos en ese sentido, más el hecho de haber registrado hasta errores banales en las cifras, nos hace suponer que hay mala intención en la pluma del señor (Carlos) Pagni”, aseguró Resumil.
En ese marco, el vocero de la Petrolera aseguró que desde la empresa “ratificaremos la denuncia en la Justicia, para que se investigue quien produjo el video” y aclaró que la polémica que se generó tras la difusión del mismo “tiene un factor de angustia adicional, ya que hay un directivo de la propia compañía” involucrado.
"Nosotros tenemos por norma no responder a los enunciados periodísticos, pero frente a la difusión del video y detrás de esta secuencia de notas, creímos que podría haber habido una maniobra delictiva”, aseguró esta mañana Resumil en declaraciones a una emisora de radio porteña.
"Por ello, ante cualquier información que puede afectar el valor de las acciones debemos realizar las acciones pertinentes", señaló Resumil quien aclaró que "en ningún momento" Carlos Pagni se comunicó con la empresa.
Fuente: Infocielo
Respuesta a un video anónimo y agraviante
Por: Carlos Pagni
El siguiente texto es la respuesta de Carlos Pagni, columnista de La Nación, ante la difusión por Canal 7 de un video anónimo, filmado con cámaras ocultas, montado y editado, con el que se lo pretendió vincular a una supuesta maniobra para publicar información falsa en este diario en perjuicio de la empresa Repsol YPF.
Durante toda la tarde del martes pasado padecí la desagradable sensación de ser víctima de un ataque anónimo. En el sitio YouTube se instaló un video con imágenes y diálogos, recortados y empalmados casi con brutalidad, con la intención de demostrar que varias publicaciones firmadas por mí y referidas a la empresa YPF estaban motivadas por sobornos.
El malestar de asistir a esas imágenes y corroborar su divulgación a través de mensajes de texto y blogs oficialistas se debía, sobre todo, a la imposibilidad de responder el agravio. Se trataba de un anónimo, y tengo por criterio no responder a mensajes o ataques que carecen de autor. Supongo, acaso con candor, que la gente de bien no presta atención a un anónimo por el sólo hecho de serlo.
Al caer la noche, el Gobierno me sacó de esa desazón, haciéndose cargo del montaje colado en la red. La TV Pública, es decir, Canal 7, lo difundió en su horario central, durante un programa denominado 6, 7, 8. El video había dejado de ser anónimo. El Gobierno lo había hecho propio difundiéndolo en la televisión oficial. Para mayor ironía, se emitió en el contexto de un análisis de los progresos que cabe esperar en la información pública con la nueva ley de medios.
Las escenas que aparecen en el video son secuencias, manipuladas hasta la adulteración, de dos reuniones que tuve el 23 de diciembre de 2008 y el 20 de enero pasado, con dos personas que se presentaron como financistas de un fondo de inversión radicado en Miami. Uno de ellos se identificó como "Horacio Menendez. Staff Senior Advisor IGSTONE Funds Management". Consignaba el número de teléfono 786-871-1131 de los Estados Unidos y el celular local 3240-3650. Estos individuos me contactaron a través de un agente de prensa, Fabián Falco, que me llamó para decirme que había dos personas que tenían información sobre la familia Eskenazi, y que querían hablar del tema. Los Eskenazi son los socios locales de YPF, controlan el Banco de Santa Cruz y tienen un estrecho vínculo con los Kirchner.
La primera reunión tuvo lugar en el hotel Alvear a las 11.40 de la mañana. El supuesto Menendez y su acompañante dijeron que pertenecían a un fondo que compró deuda de Metrogas, y que tenían documentado que los Eskenazi habían comprado también pasivos de esa compañía, que serían negociados con ventaja para ellos, ya que YPF es accionista de la distribuidora.
Les respondí que, dada la delicadeza del tema, prefería evaluar la información con alguna autoridad de La Nación. Les propuse, entonces, tener una reunión en el diario. Menendez aceptó y pasó a otro tema que me dio la pista de que algo raro había detrás de él y su compañero. Me dijo que, además de hablar de Metrogas y los Eskenazi, quería que yo le indicara cómo realizar un aporte de dinero a Elisa Carrió y su partido. Le dije que lo mejor era contactar a Carrió. Pero que no los podía ayudar en la tarea. Lo relativo a Carrió fue eliminado en el video anónimo difundido por Canal 7.
La segunda reunión se concertó vía e-mai y se realizó en el café Plaza Roma, a 50 metros del diario, minutos antes de las 16. El video la registra casi completa. Les propuse ir a la oficina de un directivo del diario, y ellos se negaron con el argumento de que no querían quedar expuestos. Me pareció muy sospechoso y me retiré, enojado, como se ve en la filmación anónima que la TV Pública puso en el aire. De nuevo hay un párrafo omitido: mientras me retiro, "Menendez" reitera, fuera de contexto, la pregunta sobre cómo financiar a Carrió. Le hice notar que me estaba diciendo un disparate.
Enseguida fui a informar a mis superiores en el diario que la entrevista no se realizaría. Les manifesté también la rareza de todo el episodio y mi sospecha de que fuera una patraña con la intención de perjudicarnos, al diario y a mí. A partir de ese momento perdí todo contacto, directo o indirecto, con esos supuestos empresarios.
Pese a eso, contactaron a un periodista relacionado conmigo, Juan Manuel Romero, le hicieron hablar de esa vinculación y le pagaron por un informe político de mi autoría que ese periodista distribuye habitualmente. Luego editaron las imágenes para hacer creer que el dinero estaba destinado a influir sobre las notas publicadas en el diario. Romero declaró ayer ante un escribano público que yo ignoraba sus contactos con estos supuestos empresarios y la contratación del informe.
La intención del video está clara en las placas sobreimpresas con que viene acompañado. Pretende hacer creer que las publicaciones sobre los Eskenazi eran las que intentaban inducir esos financistas. Por lo tanto, serían falsas y responderían a un manejo turbio.
En el montaje se reproducen párrafos de las notas que se publicaron y que hacen referencia a esa familia. En una se afirma que la Anses estudiaba, en medio de la crisis de financiamiento de fines de 2008, realizar un aporte de fondos para YPF, como hacía con muchas empresas. En la siguiente se afirmó que el default de la transportadora de gas TGN se debió, entre otras razones, a la suspensión de un contrato de YPF.
La tercera publicación que se reproduce en el montaje afirma que YPF repartió durante 2008 $ 9700 millones en dividendos, gracias a los cuales los Eskenazi pudieron ir pagando la deuda contraída para comprar su participación en YPF.
La última nota refiere que, al presentarlos como los socios argentinos de Repsol, el presidente de esa empresa, Antoni Brufau, caracterizó a los Eskenazi como "expertos en mercados regulados".
Nada de lo publicado fue desmentido desde entonces. Y, en el caso de las tres últimas afirmaciones, la propia YPF consignó la información en documentos públicos.
El oficialismo es muy previsible en este tipo de ataques. Comenzó por un video montado en una cuenta de YouTube creada el día anterior, en la que también se divulgan agravios a Ernestina Herrera de Noble, principal accionista del Grupo Clarín. Siguió por la TV Pública y continuó en publicaciones paraoficiales, como El Periódico Austral, de Río Gallegos, y los diarios El Argentino y BAE, de Sergio Spolsky. Canal 7 insistió en poner el montaje en el aire cuando ya había sido denunciado ante la Justicia como una adulteración injuriosa.
Mi papel en esta historia es ínfimo. Durante unos días me tocó ser el blanco del ataque mucho más amplio y sistemático que el Gobierno está dedicando al periodismo que cultiva el espíritu crítico y la búsqueda de la verdad. Es el modo en que entiendo este oficio, el que estimula La Nación, y el que se ejerce desde tantas redacciones donde se defiende la existencia de una prensa independiente sin la cual no hay democracia.
El peor daño que podrían ocasionar agravios como el que sufrí es conseguir que el periodismo se embandere; que se interprete a sí mismo como una facción en guerra; que, atrapado en emociones agresivas, pierda el norte de su misión, que es superar los prejuicios para entender mejor y comunicar mejor.
Sin embargo, el que me dedicó el oficialismo se produjo en un contexto que lo vuelve aún más general. Al actuar como lo hizo, el Gobierno disparó contra sus propias filas. La exhibición en el canal oficial de un videomontaje hecho de manera anónima para intimidar a un periodista es un agravio a los diputados y senadores que votaron la ley de medios con la sincera convicción de que una mayor participación del Estado mejoraría la calidad de la comunicación. Es un ataque a los militantes, intelectuales y funcionarios que asistieron a los foros donde se discutió esa ley para defenderla de buena fe. A todos los que apoyaron y colaboraron, con sana intención, para que esa nueva norma aprobada, el Gobierno les agradeció con un producto que lleva su marca: usó la TV Pública para divulgar una pestilente operación de inteligencia.
Curiosa manera de reemplazar una ley de la dictadura. Inapreciable advertencia sobre lo que, tal vez, está por venir.
Fuente: Diario La Nación
Roberto García conoce a Carlos Pagni de la época en que trabajaron juntos en Ámbito Financiero, esta es su opinión sobre los hechos:
Veranear en el Riachuelo
La condena: nadar, flotar o hacer la plancha en el Riachuelo. O, como concesión menor, acercar los pies o las patas, en homenaje al l7 de octubre del 45 en las fuentes de Plaza de Mayo, a esas aguas nauseabundas.
Por: Roberto Garcia
La condena: nadar, flotar o hacer la plancha en el Riachuelo. O, como concesión menor, acercar los pies o las patas, en homenaje al l7 de octubre del 45 en las fuentes de Plaza de Mayo, a esas aguas nauseabundas. Destino argentino o para muchos argentinos. Saldo inequívoco de las últimas horas transcurridas -por no requisar más atrás-, florecido al amparo de un control policial manifiesto e indiscriminado sobre los ciudadanos (a través de escuchas telefónicas, interferencias de mails u otro tipo de persecución), la procacidad impuesta por un zar del fútbol como representante del país, la impune contratación -o borocoteismo- de políticos de otra fracción y el avance de una reforma política que amenaza trasladar la elección del futuro presidente a un consejo privilegiado de 5 o 6 señores feudales que, luego, le trasladarán ese mandato a un príncipe. O a su consorte. Felices entonces aquellos cuya única posibilidad es sobrevivir en el líquido espeso y proceloso del Riachuelo, única parada permitida hacia el futuro.
Trabajo fino
Casi anecdótico y de última página se ha vuelto el proceso investigativo sobre un ex y reciente colaborador de Mauricio Macri (el jefe de la Policía Metropolitanta Jorge “Fino” Palacios) que, sirviéndose en apariencia de una insólita y cómplice cobertura judicial, hurgaba en la vida secreta de un dirigente judío (Burstein, familiar de un caído en el atentado de la AMIA) y de un empresario vinculado al fútbol, Carlos Avila. Casi todas las miradas y explicaciones periodísticas, mínimas, aluden al caso Burstein, se escandalizan con sordina. Al tiempo que se olvidan de Avila.
Como si quisieran creer que un caso es grave y, el otro, apenas una nimiedad vinculada a negocios pretéritos de Avila con los contratos de TyC con la AFA. ¿Acaso alguien puede creer que a Avila lo espiaban por operaciones de hace un lustro? Ni siquiera hubo una pregunta sobre su última actividad, la seguramente fisgoneada, por intentar convertirse en titular del club River Plate. Allí, es público, hay grupos y empresas que pretenden adueñarse de la institución (tal vez con saludable intención, ya que difícilmente se le pueda hacer más daño a River) y que, en ese intento, no reparan en solventar espías, tecnologías clandestinas para impedir la llegada de otros y favorecer a los propios. ¿O se puede pensar que las escuchas o interferencias se ejecutan gratis y por el bien de una simpatía popular como la de la banda roja? Apartarse de esta guía de intereses es como desprenderse del propósito que, sin hilar fino, podía anidar en el ex funcionario cuestionado: erigir un sistema de control ciudadano desde el Gobierno de la Ciudad. Por lo tanto, imposible que fuese tarea de un solo hombre.
Pretendía ese sistema local competir con el nacional, el mismo que develó la maniobra con Burstein y Avila para que no haya otros participantes en el mercado (o sólo los que ellos habilitan), el que esta semana -con la lubricación de todo el aparato del Estado, sobre todo el de sus medios de difusión y de otros paraoficiales-, se congratuló en expandir una supuesta complicación dineraria de un periodista del diario La Nación para publicar determinadas notas pagas. Al margen del discutible armado del operativo, y sin apelar a una defensa corporativa del periodista afectado (Carlos Pagni), conviene repasar episodios previos en la búsqueda gubernamental para enlodarlo. Larga historia, puedo dar testimonio de lo que ahora se escribe.
Pagni, como el Ámbito Financiero de entonces, resultaban una molestia exasperante para distintos funcionarios, inclusive para la pareja oficial. Por cumplir instrucciones o irritados por el fuego plutónico de ciertas notas, en particular clamaban Alberto Fernández, Aníbal Fernández y Julio De Vido. No sólo eran gritos u ofensas. Fui testigo entonces de que ciertos movimientos personales eran rigurosamente vigilados, comprobé la observación ajena sobre mails, atendí con bonhomía las protestas individuales del Gobierno y módicamente me quejé por las interferencias. Pagni solía ser eje de esas circunstancias, también la responsabilidad del diario. No pude, sin embargo, salir del asombro cuando para advertir aviesamente al periodista con una amenaza explícita, apareció su rostro como ejemplo de lo que sería la fotografía en la nueva cédula de identidad o el pasaporte. El diario, Pagni en particular, había señalado incorrecciones en la adjudicación futura de esos documentos: la utilización de su rostro parecía una réplica a esas denuncias. Podía parecer una diversión perversa de un funcionario si no fuera que los ojos de la fotografía aparecían tapados con una venda, símbolo común a la mafia. Se me prometió oficialmente, ante la protesta, una investigación que no prosperó por la simple razón de que nunca se intentó. No hubo ningún medio -ni en el que hoy trabaja- que acompañara la queja a pesar de haber sido publicada. Y eso que eran tiempos del periodismo libre, no amenazados por la inminencia de ninguna ley reformista.
Después, a Pagni lo involucraron levemente en una causa judicial (en la que debió declarar) por mails que había recibido con bagatelas de funcionarios que, a su vez, repartían entre periodistas unos hackers a sueldo del propio gobierno (quienes defendían a un ministro en franca porfía, entonces, con otro ministro). Tuvo más fortuna que otros adjudicatarios de esa información: la causa sigue abierta, curiosamente le levantaron las imputaciones a uno de los hackers, pero otra gente persiste bajo inspección judicial. También con ese caso hubo propaganda variada con sello del oficialismo. Había, en todo caso, que demostrar con ruido vano los meses de trabajo de un organismo del estado que alberga fracciones enfrentadas. Por esa época, también, como Pagni entrevistó y conversó en más de una oportunidad con el ex gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo -al igual que otros periodistas, incluyéndome-, lo filmaron y grabaron para destacar ese testimonio por distintos blogs de Internet. Como si Acevedo, devenido un maldito para los Kirchner, fuera una fuente de inspiración para conspirar contra el Gobierno. Por supuesto, no se invocó delito ni compromiso espúrio del santacruceño con el periodista ni con el diario, sólo mostraban la tertulia en un café para que supiera del control, de la mirada exigente, de que estaban al tanto por si “algo se había hecho”. Casi todo el mundo periodístico también se distrajo de esta evidencia. Por si no alcanzara esta disuasión, y obviamente no alcanzó, en esos años a Pagni también lo agraviaron con una sucesión de mails sin origen preciso en el que hablaban sobre su vida privada, le hacían cargos y la promesa de que pronto se iban a exhibir con filmaciones.
Después, por lo que sé -en rigor no he hablado con él desde que explotó esta cuestión propalada por Canal 7 y derivados, sin firma ni autoría-, atravesó Pagni otra peripecia: tuvo que declarar ante un juez por mails que había cruzado con Francisco de Narváez, como si ese diálogo tuviera significación y, además, sirviese como elemento en la causa armada por la efedrina (de la cual, quizás, el juez Faggionatto ahora conceda alguna explicación).
Previo a las elecciones, todo parece permitido. Todo esto es parte de lo que conozco antes del actual episodio, lo que abruptamente aparece en mi memoria: años de seguimiento, al igual que a otros ciudadanos, dirigidos desde el Estado y simplemente para dañar o embarrar a quien, quizás más antes que ahora, criticaba ciertas decisiones del régimen.
De ese acecho constante a esta nueva ocasión, tal vez, intervengan ahora participaciones empresarias -del sector petrolero y no del sector petrolero-, privadas, pero la frutilla como el embrión corresponden al Estado (por la calidad de la tecnología y por la estupidez del armado: nadie, salvo alguien asfixiado por el odio, hace gastar tanta plata en una cuestión que de plata no tiene importancia).
No creo que Pagni suponga que estos antecedentes lo protegen y demuestran que es un luchador por la libertad de expresión -ni siquiera los he citado en su propia defensa-, pero sin duda le lleva una distancia al Gobierno en materia de credibilidad.
Fuente: Diario Perfil
¿Maradona o Clarín?
La pelea de Kirchner con el Grupo contamina la realidad política y se cuela en un video “anónimo”, en una ley sobre derechos humanos y hasta en el mismísimo exabrupto del DT de la Selección.
Por: Diego Schurman
Néstor Kirchner perdió la calma al promediar la reunión:
-Si querés todo lo que me pedís, presentante como candidato a presidente y ganá la elección -le dijo, inclemente, a Héctor Magnetto.
El CEO de Clarín había llegado a la Quinta de Olivos para hablar de “temas sensibles”.
El contenido y el tenor del encuentro, ocurrido a principio de año, lo relata por estas horas el propio ex mandatario.
¿Qué creó el clima beligerante? A los ojos oficiales, la exigencia del Grupo de garantizarle el redituable triple play, como se denomina el servicio, por una misma red, de cable, telefonía e internet.
El Gobierno sigue justificando la cruzada con distintos argumentos. Uno recurrente es que Clarín siempre va por más.
Acaso un breve diálogo entre el ex mandatario y Alberto Fernández pueda echar luz sobre el pleito. Ocurrió durante la gestión de Kirchner, en una de esas intempestivas apariciones que hacía en el despacho de su jefe de Gabinete:
-Escuchame, Alberto, ¿hablaste con Rendo? -lo apuró en alusión a Jorge Rendo, jefe de Relaciones Institucionales de Clarín.
-Sí, ya hablé, quedate tranquilo -respondió el entonces funcionario y nexo con el Grupo.
-Está bien, pero que les quede claro: ellos no se meten en la política, nosotros no nos metemos en los negocios.
¿Quién se pasó de la raya? Sería como discutir qué fue primero, si el huevo o la gallina.
¿Fue la cobertura del diario sobre la valija de Antonini Wilson? ¿O la postura editorial en la guerra gaucha? ¿O las cifras del INDEC? ¿Fue el Gobierno yendo y viniendo con la fusión de Cablevisión y Multicanal? ¿O con el temprano anuncio de promover una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?
Simplificar la realidad. Amén de sus bondades o defectos, la ley de medios quebró definitivamente la relación del kirchnerismo con Clarín. La consecuencia inmediata -no de la aprobación de la norma, que el Gobierno celebrará el próximo miércoles en el Teatro Argentino de La Plata, sino de la pelea- fue una degradación del debate político.
Kirchner profundizó su idea de culpar a la prensa crítica de todos los males de la Argentina y la oposición considera ahora que todas las iniciativas oficiales no tienen otro propósito que poner de rodillas al Grupo.
Esta semana hubo ejemplos de semejantes simplificaciones. Un ladero de Cristina confirmó que la difusión de un video “anónimo” por Canal 7, donde aparecen Carlos Pagni y Fabián Falco, fue un ardid del Gobierno “para matar dos pájaros de un tiro”: al diario La Nación, que suele ser implacable con la Presidenta, y a Clarín, que mantiene una guerra sin cuartel con los Kirchner.
Pagni, quien describió la edición de imágenes que lo ensucian como una “pestilente operación de inteligencia”, es periodista de La Nación. ¿Pero qué tiene que ver Falco con el multimedio? “Estaba trabajando en secreto para Clarín. Operaba con Rendo sobre los legisladores del Congreso de la Nación para que no saliera la ley de medios”, fue la exigua respuesta que ofreció una alta fuente kirchnerista.
Dos portavoces de Clarín, al igual que una decena de diputados y senadores consultados por este diario, negaron enfáticamente que Falco tuviera algún vínculo con al Grupo. ¿Qué dice este ex encargado de las relaciones institucionales de Repsol? Por ahora, decidió mantenerse fiel a su bajo perfil y hacer un culto al silencio.
Del lado de la oposición, la que no escapó a la encerrona de la pelea K versus Clarín fue Elisa Carrió.
La titular de la Coalición Cívica acusó al Gobierno de impulsar una ley que habilita el examen compulsivo de ADN únicamente para inquietar a Ernestina Herrera de Noble. Para Lilita, el interés oficial no es saber si personas, como los hijos de la dueña del multimedio, son hijos de desaparecidos sino acorralar al Grupo.
Máquina de perseguir. A propósito de De Narváez, esta semana, el empresario festejó la suspensión del juez Federico Faggionatto Márquez, y mucho más la tensión que ésta produjo entre Carlos Kunkel y Diana Conti, dos de los referentes del oficialismo en el Consejo de la Magistratura.
Faggionatto es el juez que en plena campaña electoral involucró al diputado de Unión PRO en la causa de la efedrina. ¿Cuánto tuvo que ver la SIDE con esa decisión? Nadie lo sabe con exactitud, aunque cada vez pesan más sospechas sobre los servicios de inteligencia.
De Narváez ya fue víctima del espionaje cuando el contenido de una conversación que mantuvo por correo electrónico con Pagni aterrizó -¡oh casualidad! mediante un “anónimo”- en el despacho de Faggionatto.
Increíblemente, es la propia Casa Rosada la que a veces se desentiende de la SIDE, o se refiere a ella como un adolescente emancipado, como si eso le permitiese justificar las “irregularidades” del organismo, por decirlo con un término diplomático.
¿Cómo se explica el hackeo a la casilla de correo electrónico de Duhalde? ¿O la persecución de los díscolos ex jefes de Gabinete Sergio Massa y Alberto Fernández? ¿Y los micrófonos ocultos en el despacho de la jueza María Romilda Servini de Cubría? ¿O las amenazas a quienes empujan la investigación de la mafia de los medicamentos? ¿O las agresiones de los movimientos sociales K a Morales?
Acaso la mejor síntesis de estos actos de espionaje, seguimiento y vigilancia del oficialismo la haya encontrado el periodista Alfredo Leuco en el título de su columna de los sábados en el diario Perfil: “Máquina de perseguir”.
¿Habrá que encuadrar en esa frase el megaoperativo de la AFIP a Clarín? Más allá de lo que cada actor se hace cargo en esta contienda, hay una realidad contaminada por la confrontación entre el kirchnerismo y el multimedio. A tal punto que Luis D’Elía, en su particular concepción binaria del mundo, donde se es amigo o enemigo, introdujo a Diego Maradona en la pulseada.
No es que el DT sea políticamente inocente, porque participó de la foto con Cristina cuando se anunció la transmisión abierta del fútbol y respaldó con una carta ciertos aspectos de la ley de medios, pero promover la antinomia Maradona-Clarín como hizo el piquetero ultra K para justificar el exabrupto del seleccionador parece demasiado, aun si detrás de la críticas de la prensa a Diego se esconde el interés de dañar al Gobierno.
Fuente: Crítica de la Argentina
Una violación a la ética periodística
Por: Gustavo Noriega
Es poco lo que puedo agregar a la nota escrita ayer por Osvaldo Bazán sobre la emisión de un video anónimo en el canal 7. De hecho, sólo puedo ser redundante con la misma y el motivo por el cual retomo el tema en esta columna es porque creo que es algo sobre lo cual todo periodista debe tomar posición.
Se trata de una violación a la ética periodística muy elemental y si, por acción o por omisión, se la avala, se estaría acompañando una falta gravísima en el ejercicio de la profesión. Un canal de televisión no puede emitir un video anónimo con cámaras ocultas que intenta desacreditar a una persona, sea quien sea. Todas las circunstancias que rodean el caso agravan esa simple e irrefutable consideración.
En primer lugar, es especialmente preocupante que el precario y tendencioso video haya sido emitido por el canal 7. No hay aquí coartadas respecto de lo que es negocio o rendidor en términos de rating. Si la televisión pública no sirve para elevar los estándares éticos y estéticos de sus competidores, no sirve para nada. El silencio de Tristán Bauer y del resto de las autoridades del canal es tan expresivo como el aval explícito de Grondona a Maradona por sus insultos. Es, en última instancia, responsabilidad del canal haber emitido el libelo.
En segundo lugar, es gravísimo que la víctima del video sea un periodista que escribe columnas de opinión opuestas al accionar del Gobierno, como es el caso de Carlos Pagni, editorialista del diario La Nación. En ese caso, la televisión pública no sólo apela a los recursos más miserables sino que además lo hace contra quienes considera sus enemigos políticos. El canal 7 no funciona, entonces, como la televisión estatal sino que se convierte en una herramienta ilegal de difamación.
En tercer lugar, es extraordinariamente preocupante que la emisión del video haya sido realizada a pocos días de sancionada la ley de medios. Como primera señal del oficialismo respecto de su relación con la prensa bajo el nuevo panorama legal es aterradora. Si ésta es la discrecionalidad con la que el Gobierno manejará los poderes que le otorga la nueva ley, estamos en serios problemas.
En cuarto lugar, me resulta personalmente penoso que la emisión del video haya sido en el programa 6,7,8, realizado por la productora PPT, para la cual trabajé durante años. Me consta que la productora hizo siempre un culto de la libertad de sus periodistas para expresarse, aun en contra de sus propios programas. En este caso, sin embargo, no se trataba de emitir el video y después condenarlo. Si se emite el video se es cómplice, bajo cualquier circunstancia en que se lo presente. Si los periodistas que conforman el panel se quedan durante la emisión del video, son cómplices, digan lo que digan después. Se trata, en la práctica, de una coproducción de lo que parecen ser los servicios de información con PPT, con todo lo que eso implica.
Fuente: Crítica de la Argentina
Eduardo Anguita escribe en el oficialista "Miradas al Sur". Conoce el autor del video, dato que guarda la Policía Federal (que responde al Dr. Julio Cesar Alak, Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos).
No toquen a Pagni
El columnista destacado de La Nación, responde directamente a Julio Saguier, presidente del directorio del diario fundado por Bartolomé Mitre y heredero de sangre del ilustre general, tal como indican las normas de la empresa.
Por: Eduardo Anguita, eanguita@miradasalsur.com
Carlos Pagni, columnista destacado de La Nación, responde directamente a Julio Saguier, presidente del directorio del diario fundado por Bartolomé Mitre y heredero de sangre del ilustre general, tal como indican las normas de la empresa. Fernán Saguier, hermano menor de Julio es el subdirector y no tiene sintonía con Pagni. Fernán se lleva muy mal con su hermano Julio y prefiere a Joaquín Morales Solá, el otro analista político de La Nación. Además, Fernán es discípulo de Claudio Escribano, a quien sucedió en el cargo después de haber reportado durante años a él.
Pagni, hasta que se demuestre lo contrario, no es culpable de ser un periodista oportunista y corrupto. Goza de los principios universales de la presunción de inocencia. De modo que a partir de ahora, este artículo usará el potencial para evitar cualquier condena previa. Eso sí, los acusados por Pagni –de confirmarse los clarísimos indicios de haber recibido dinero a cambio de publicar mentiras– no gozaron de los mismos derechos. Pagni habría recibido plata de empresarios fantasmas para publicar falsedades perjudiciales para Repsol YPF. Lo que no es potencial es que esos artículos están publicados y su firma estampada, en cuatro oportunidades entre enero y julio de este año. El video subido a YouTube habría sido una cama. Ni más ni menos. Y tiene autoría, para disgusto del coro de académicos y, sobre todo, de políticos y periodistas de la corporación opositora al Gobierno que parecen decir: Si Pagni es corrupto, en todo caso es nuestro corrupto. La autoría existe pero la Policía Federal la mantiene en reserva. Sí, la historia –otra mentira probablemente– oficial es que un anónimo le acercó la grabación a la división de Apoyo de Tecnología de esa fuerza de seguridad que fue derivada a la Justicia. También se presentó Repsol YPF como querellante. Las denuncias fueron a sorteo y la causa recayó en el juzgado federal a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi.
Es decir, las formalidades ya están cubiertas. Toda esta historia puede tener olor a servicios o ex agentes de servicios. Pero ya está en la Justicia, y Martínez de Giorgi tendrá que dar vista a los abogados de Pagni para que este demuestre que no es cierto lo que, a todas luces, parece una grabación perfectamente hecha y editada.
La Nación, de confirmarse esta historia, recibe un golpe durísimo en su credibilidad. Porque no sólo queda involucrado su periodista estrella sino porque el mismo Pagni invita a los supuestos empresarios –cuyas caras están desdibujadas porque no eran empresarios sino que habrían hecho caer como un chorlito al avezado Pagni– a subir a ver a Saguier.
El diálogo, hecho en un bar de las inmediaciones de La Nación, es así:
–(Pagni) Bueno, ahora nos vamos a reunir con (Julio) Saguier.
Sus interlocutores se niegan porque, lógicamente, si suben deben identificarse a la entrada.
Pagni se molesta y les dice:
–Mirá, hay riesgo cero, porque es en el sexto piso con el que preside el diario.
Otra negativa y Pagni se ofusca:
–No le puedo transmitir esto a esta persona. Tengo que cortar todo acá. ¿Sabés por qué? Por que es un tema muy delicado, que tiene que ver con un mega avisador del diario (Repsol-YPF). En este momento tengo un problema, que es ver cómo resuelvo esto, porque convoco al tipo más importante de la empresa a que los reciba en una reunión y ustedes me dan de baja cuando me siento acá.
Para pensar. Pagni fue un colaborador estrecho de Julio Ramos, fundador de Ámbito Financiero y autor de Los cerrojos de la prensa, que denuncia el rol de Papel Prensa como empresa monopólica. Pagni colaboró con esa investigación y luego se fue a trabajar a uno de los dos diarios dueños (junto con el Estado) de Papel Prensa, cuyo actual presidente es justo Julio Saguier.
No se puede saber si Pagni es inocente o culpable. Pero si los peritos confirman lo que a todas luces parece irrebatible, estamos ante un escándalo de proporciones. El supuesto periodismo independiente y serio, que fue cómplice silencioso de las miles de desapariciones en la Argentina, estaría mostrando la hilacha de decadente y corrupto. Porque, en el video se ve claramente que a cambio de publicar mentiras, lo que le habrían ofrecido quienes hicieron la cama es plata. Dinero vil metal. Corruptela barata. La Nación, de ser cierto, estaría tomando de su propia medicina. La Argentina no necesita pregoneros de la ética. Necesita premiar a quienes dan el ejemplo de la honestidad, la probidad, la ética. Es decir, quienes practican la honestidad. Y no se trata simplemente de la inocente idea de que los míos son los buenos, aunque roben o sean corruptos... y a los demás que los parta un rayo. Se necesitan instituciones serias, con mecanismos de control imbatibles.
Y para los periodistas, para los dueños y gerentes de medios de comunicación unas pocas líneas más: hipocresía cero. Basta de esconderse en ser dueños de la verdad a través de la opinión. Hoy se libra una pelea digna en los medios. Consiste en que haya más voces, en la pluralidad. Para que disminuyan –y desaparezcan si es posible– los privilegios. Entonces, para terminar con la hipocresía, que ninguna institución, en el supuesto nombre de los periodistas, haga defensa corporativa. Si Pagni hubiera sido ferroviario, o contador, o cartonero, estaría en todos los diarios.
Fuente: Miradas al Sur
Solicitada de YPF en los diarios nacionales
La compañía petrolera responde, varios meses después, a las notas publicadas por Pagni en La Nación y que son mencioadas en el video, donde presuntamente se pretende desprestigiar a la empresa. ¿Por qué tardó tanto en decir que todo lo publicado por La Nación es falso?
YPF frente a las mentiras
En los últimos días YPF se vio afectada por un video en el que se registran imágenes de reuniones donde supuestamente se busca dañar a la compañía.
Sin perjuicio de la denuncia que se ha presentado en la Justicia, YPF SA desea ratificar públicamente su compromiso con las instituciones democráticas, la libertad de expresión y el ejercicio del periodismo independiente, y repudia los métodos extorsivos e ilegales en cualquiera de sus expresiones.
No obstante, frente a las afirmaciones formuladas por el columnista Carlos Pagni en la edición de La Nación del sábado 17 de octubre, YPF se ve obligada a realizar algunas aclaraciones:
5 de enero de 2009. "Otro dilema para Kirchner"
Dice Pagni en La Nación:
"En la Anses estudian ahora una asistencia a YPF, que en febrero debe rescatar un bono por 240 millones de dólares."
Falso.
Nunca ocurrió lo que el columnista sostiene en su nota. YPF pagó en término el bono y lo hizo con fondos propios, tal como estuvo previsto desde el principio. La información fue publicada profusamente en todos los diarios nacionales, como también consignó el diario La Nación el 24/2/09, lo que vuelve más "extraña" la consideración de Pagni. El bono fue de 225 millones de dólares y no de 240, como consigna Pagni, un error de 15 millones de dólares.
23 de mayo de 2009. "Un espejo que refleja la próxima fase del modelo"
Dice Pagni en La Nación:
"Hubo hipótesis menos afiebradas. La más común, que Pdvsa podría comprar a los Eskenazi la deuda que contrajeron para adquirir su participación en YPF, presume que esa familia kirchnerista quiere alejarse del negocio petrolero."
Falso.
Esa hipótesis "menos afiebrada" de la que habla Pagni hubiera sido desestimada de plano si Pagni hubiera consultado a alguna autoridad de YPF.
25 de mayo de 2009. "Las quejas contra Chávez esconden el miedo a los planes de Kirchner"
Dice Pagni en La Nación:
"Ni el ‘experto en mercados regulados’ Sebastián Eskenazi duerme tranquilo. Ingresó en el negocio petrolero gracias a Kirchner, pero YPF ya no le garantiza los dividendos necesarios para saldar la deuda que contrajo con Repsol por las acciones compradas a Repsol (sic). Eskenazi está tentado con salir de YPF. Hay un fantasma que recorre la empresa: la entrada de Enarsa, que podría comprar una participación a Repsol, acaso con fondos venezolanos."
Falso.
Sebastián Eskenazi jamás pensó en retirarse de YPF y nunca estuvo en riesgo el pago de los créditos. Enarsa no ingresó como accionista.
15 de junio de 2009. "En el reino de Kirchner, el mercado es él"
Dice Pagni en La Nación:
"Durante 2008 YPF distribuyó entre sus accionistas 9700 millones de pesos (…). La petrolera es una sociedad entre Repsol y la familia Eskenazi, a cuyas manos fue el 15% de aquellos $9700 millones. Los Eskenazi están pagando su participación en YPF con dividendos de YPF."
Falso.
Pagni habla de una distribución de dividendos por 9700 millones de pesos en 2008. Omite señalar que se trata de la suma de dividendos de dos años. Y, tan grave como ello, se equivoca en 414 millones de pesos. Es información pública.
Dice Pagni en esa misma columna de La Nación:
"Entre el primer trimestre de 2009 y el mismo período de 2008 la rentabilidad de YPF cayó 57,4%. Para enfrentar ese retroceso, Sebastián Eskenazi dispuso un fenomenal recorte en la inversión y en el gasto (…) Detrás de la crisis mundial intenta ocultarse el balance de la aplaudida argentinización de YPF."
Falso.
Pagni prefiere adjudicar esa caída a "la aplaudida argentinización de YPF" y no destacar que en el período citado todas las petroleras registraron caídas de ingresos muy superiores; de hecho, mientras YPF sólo redujo sus utilidades, una de sus principales competidoras en el país perdió dinero. Esa información fue publicada el 7/5/09 en todos los medios de la Argentina, incluido el diario La Nación, donde escribe Pagni.
Respecto de las inversiones, 2009 es el año en el que se iniciarion las mayores inversiones de la compañía.
6 de julio de 2009. "La desvariada política energética"
Dice Pagni en La Nación:
"Los españoles enviaron formidables remesas a sus alicaídos accionistas de Madrid. El año pasado retiraron 8200 millones de pesos."
Falso.
Pagni eleva en 389 millones de pesos el envío de las remesas a Madrid y vuelve a cometer un grosero error al omitir que se trata del consolidado de dos años.
Dice Pagni en esa misma columna de La Nación:
"La familia Eskenazi tal vez migre de YPF."
Falso.
Nunca se analizó la salida del grupo de la petrolera. Y, de hecho, no ocurrió.
Carlos Pagni escribió durante los últimos diez meses 11 artículos en el diario La Nación, en los que parece querer erosionar la imagen de la compañía y de sus accionistas.
Resulta curioso que sea el propio Pagni quien admita que un ex directivo de YPF como Fabián Falco haya sido el nexo con nefastos personajes que tenían como único objetivo aportarle “información sobre la familia Eskenazi”.
Desde noviembre de 2008, cuando Fabián Falco dejó la compañía, Pagni jamás se comunicó con ningún representante de YPF a fin de validar su información, como lo establece el Manual de Estilo del diario La Nación y las más elementales reglas de la profesión.
Todo tiene un límite. A Pagni lo desmiente la realidad.Clic en la imagen para ampliar
Respuesta a la solicitada de YPF
Por: Carlos Pagni
El siguiente texto es la respuesta del columnista de La Nación a la solicitada publicada ayer por la empresa YPF en varios diarios.
En la solicitada que publicó ayer YPF se cuestionan seis afirmaciones mías, escritas en cinco notas que aparecieron en enero, mayo, junio y julio de este año. No tengo reparo alguno, por supuesto, en que esa compañía discuta lo que digo. No tengo reparos en que nadie lo haga. De hecho, mis artículos están siempre abiertos a comentarios de los lectores en lanacion.com .
Me llama la atención, eso sí, que YPF haya decidido formular salvedades con tanto retraso: entre tres y nueve meses después de la publicación de esas afirmaciones. También encuentro curioso que, para hacerlo, haya elegido la semana en que la TV oficial divulgó con llamativa insistencia un video-montaje anónimo con agravios contra mi persona, hecho con cámaras ocultas y editado con muy mala fe. En esa burda operación de inteligencia se pretendió poner en tela de juicio la credibilidad de algunos artículos míos sobre YPF y se intentó demostrar que formaban parte de una oscura maniobra.
Estas curiosidades no me eximen de responder a las inquietudes de la empresa y de los lectores.
Lamento, en todo caso, que la demora de esas observaciones empobrezca la comprensión de lo que se discute. Las oraciones sueltas seleccionadas en la solicitada fueron escritas en un contexto argumental preciso y se referían a hechos y problemas que pueden haberse perdido en la memoria del lector. Contestar me obliga, en consecuencia, a un esfuerzo de arqueología.
YPF se queja de que el 5 de enero yo haya escrito, basándome en fuentes de la Anses, que en ese organismo estudiaban asistir a la petrolera para el rescate de un bono por US$ 240 millones. Y recuerda que la suma era de US$ 225 millones. Tiene razón en el error del monto. Me equivoqué, efectivamente, en 6,2%.
En cuanto a lo que se afirma sobre la Anses, para comprenderlo habría que reconstruir todo el párrafo. La nota se refería a que la transportadora TGN acababa de entrar en default, provocando un estado de alarma en el Gobierno ante la posibilidad de que se repitieran episodios similares.
Consignaba, además, que el Ministerio de Planificación había concedido un aumento de emergencia en la tarifa de Autopistas del Sol para que no entrara en cesación de pagos. Aquí también hay que recordar el contexto: faltaban 15 días para que asumiera Barack Obama, transcurría lo peor de la crisis internacional y el costo del dinero se había vuelto inalcanzable.
El Gobierno, comenzando por Néstor Kirchner, y el mercado estaban inquietos por la tasa que convalidaría YPF para financiarse. En ese momento, los equipos técnicos de la Anses habían recibido la instrucción de analizar los vencimientos privados que fueran inminentes. La Anses asistió en esas circunstancias a muchas empresas de gran porte. Es verdad que, 50 días después de mi nota, YPF pagó su bono con fondos propios. Pero de ningún modo se puede ahora insinuar que, en medio de aquella tormenta, informar que la Anses analizaba auxiliarla era falso o malicioso.
La segunda nota objetada es del pasado 23 de mayo. Se refiere a aquel encuentro de los Kirchner con Hugo Chávez en El Calafate, que precedió, en cuestión de días, a la estatización de empresas de Techint en Venezuela. Toda la prensa no sólo La Nación consignó, en esos días, las especulaciones acerca de lo que se había hablado en aquel encuentro.
En un párrafo enumeré las "versiones delirantes" (así las califiqué) que habían inspirado aquella visita de Chávez; entre otras, que Chávez había traído armamento. Y agregué: "Hubo hipótesis menos afiebradas. La más común, que Pdvsa podría comprar a los Eskenazi la deuda que contrajeron para adquirir su participación en YPF, presume que esa familia kirchnerista quiere alejarse del negocio petrolero, según aseguran algunos empresarios españoles".
Un mes antes de esa publicación me había tocado disertar en un almuerzo del Club del Petróleo, en el que cinco altos ejecutivos de otras tantas empresas del sector me confiaron sus conjeturas sobre un desembarco venezolano en YPF. En aquellos días hubo muchas publicaciones ?entre ellas, informes especializados? con esta hipótesis. El 11 de junio, un diario que no es La Nación publicó que, en el encuentro de El Calafate, Kirchner le había ofrecido a Chávez que entrara en YPF en lugar de los Eskenazi. La empresa nunca produjo una desmentida sobre todo esto. Sólo ayer, cinco meses más tarde, puso la lupa sobre una oración de mi nota.
Queja
La queja de YPF se extiende al hecho de que, en mis notas, he venido relevando las especulaciones que existen respecto de la posibilidad de que la familia Eskenazi venda su participación en la empresa. Esas hipótesis nacen de un dato que está en la propia solicitada: la familia Eskenazi ha comprado acciones de Repsol en YPF, en parte, con un crédito de Repsol, y está pagando gran parte de esa deuda con los dividendos que cobra en la compañía. Al caer la rentabilidad de la empresa ?como sucede con todo el sector?, los dividendos ya no serán los mismos. Existen inevitables interrogantes, por lo tanto, sobre cómo se seguirá pagando la deuda.
Sobre la eventualidad de que los Eskenazi abandonen YPF se vienen publicando numerosas informaciones en los últimos tiempos. Por ejemplo, el 2 de julio pasado Repsol informó a la Comisión Nacional de Valores Madrid que tal vez se marcharía de YPF. Ese mismo día la prensa internacional había publicado una oferta de la China National Offshore Oil Corp. Ltd. (Cnooc) y de la China National Petroleum Corp. para comprar YPF en alrededor de US$ 17.000 millones.
Sobre la venta a los chinos se sigue hablando hasta hoy. De hecho, varios legisladores están elaborando proyectos para impedir esa eventualidad. También se especula con una estatización de la compañía. El 15 de junio publiqué al respecto: "Por supuesto, son especulaciones. Pero De Vido creyó necesario despejarlas, el jueves pasado, al aclarar ante la Cámara de Empresas Españolas que no se está pensando en una estatización".
Confieso que me agradaría tener alguna primicia sobre este tema. Pero hasta ahora sólo he podido consignar las hipótesis que buena parte de la prensa y del mercado se formula sobre el destino de YPF. La empresa decidió desmentirme sólo a mí.
YPF interpreta que, como esas conjeturas no se concretan, la información sobre ellas es falsa. Es un argumento absurdo. Decir que en la calle hay gente con paraguas no equivale a asegurar que va a llover.
Dividendos
Otra objeción de la solicitada tiene que ver con el tema de la distribución de dividendos de YPF. Me reprocha haber dicho que este año se pagaron $ 9700 millones y no 9286 millones. Es verdad: aquí también cometí un error. En este caso, del 4,2 por ciento.
Sin embargo, mis referencias al reparto de dividendos de YPF no se referían a su volumen, sino al reparto mismo. Y no eran una crítica a la empresa, sino al Gobierno. Hay que recordar que el 2 de junio las autoridades habían prohibido a Edesur distribuir dividendos por $ 65,5 millones.
También hay que tener en cuenta que, tres días después, desde una tribuna, Kirchner le reprochó a Techint otro reparto de dividendos. Uno de los argumentos oficiales era evitar la salida de capitales, que en ese entonces era muy caudalosa. El 15 de junio escribí que, a diferencia de lo que hizo con Edesur y con Techint, el Gobierno le permitió a YPF distribuir dividendos por $ 9700 millones. Insisto: hay un error en la cifra, pero el tema no era el volumen de lo que YPF asignaba a sus accionistas, sino la discriminación que las autoridades ejercían sobre otras empresas.
En el caso de YPF, esa ventaja es crucial, ya que la familia Eskenazi viene pagando con dividendos de la compañía gran parte de su deuda con Repsol.
No llevo la cuenta de cuántos artículos escribí sobre YPF. La empresa, en su solicitada, menciona once, en los últimos diez meses. Se queja por seis frases de cinco de ellos. Sólo se pueden reprochar errores objetivos en dos cifras.
Sin embargo, extraídas de los párrafos a los que pertenecían, fuera de contexto y publicadas todas juntas entre seis y nueve meses más tarde, esas oraciones pueden dejar la sensación de que quiero "erosionar la imagen de la empresa y de sus accionistas", como afirma la solicitada. No es así, en absoluto.
En cambio, sí debo aclarar al lector que siempre, como columnista, he sido muy crítico de que la familia Eskenazi se haya convertido en el socio local de YPF. Mis argumentos no datan de los últimos 10 meses. Se remontan al 18 de junio de 2007, es decir, seis meses antes de que se oficializara ese ingreso, cuando publiqué una primera nota al respecto, titulada "Por qué Eskenazi se quedará con YPF"
Algunas de mis razones aparecen, sin desmentida, en la misma solicitada. Eskenazi ingresó en YPF por su relación con Néstor Kirchner. Hasta ese momento, su experiencia en el sector energético era casi nula. Al presentarlo como socio, Antonio Brufau lo caracterizó como un "experto en mercados regulados".
Discutí sobre estas cuestiones con el embajador de España, Rafael Estrella. También con el vicepresidente ejecutivo y CEO de la empresa, Sebastián Eskenazi, en una charla muy franca que mantuvimos el 24 de enero de 2008 por la tarde. Mi argumento principal fue el temor a que la "argentinización" de YPF fuera una "kirchnerización" de YPF, tal como publiqué en aquella nota de junio de 2007.
Me niego a creer que la solicitada de YPF venga a confirmar esta última alternativa. Es decir que su publicación, tan tardía, deba ser interpretada como un ataque más del oficialismo a la prensa independiente. Prefiero confiar en el compromiso con la libertad de expresión que esa empresa declaró ayer.
Fuente: Diario La Nación