Fue banquero del JP Morgan, buscó protección tras admitir que ayudó a lavar dinero y evadir impuestos
Tras entonar el emblemático cántico de los 70 de “¡Montoneros, carajo!”, un nutrido auditorio integrado por la crema de los nostálgicos militantes de los 70 escuchó las anécdotas y andanzas del banquero arrepentido del JP Morgan. Fue el lunes por la noche en el centro cultural Torquato Tasso, una convocatoria realizada por la agrupación Oesterheld, una logia de nostálgicos de todos los peronismos. Fue una reunión con ribetes kafkianos en la que Hernán Arbizu, un economista argentino que se desempeñó en los últimos 20 años en los principales bancos de Wall Street como el UBS y JP Morgan, entre otros, intentó explicarle a la concurrencia cómo ayudó a prominentes empresarios nacionales, entre los que se ocupó de destacar al Grupo Clarín y sus principales accionistas, a fugar capitales del país, lavar dinero y evadir impuestos.
Pasadas las 23, luego de cenar frugalmente, y antes de cederle el escenario a Arbizu, este grupo de “compañeros de las utopías y los sueños” de las agrupaciones guerrilleras FAR, FAP y Montoneros, y del “movimiento nacional” rindió homenaje a los “cumpas” caídos el 7 de setiembre de 1970 en William Morris: Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina (integrantes del comando que secuestró y asesinó al general Pedro Aramburu). El diputado provincial Antonio “Lobi” Antonuccio fue el encargado de rememorar a los caídos. Después brindaron y saludaron al unísono con el característico: “¡Compañero Ramus, presente!”, “¡Compañero Abal Medina, presente!”, “¡Ahora y siempre!”.
El anfitrión, Martín García, legendario hombre de los medios alternativos o truchos, presentó con el mote de “compañero” a Arbizu como un ex banquero del JP Morgan proveniente de una familia “cristiana, católica y practicante”, que había visto la luz y huyó de los “garfios” de los “piratas financieros”.
Este joven, con aspecto de yuppie de los 90, claramente desentonaba en el concierto de militantes y dirigentes del peronismo combativo, quienes lo escucharon atentamente, sin dejar de manifestar sorpresa ante cada millonaria anécdota contada por el disertante.
Arbizu comenzó pidiendo disculpas por sus anteriores andanzas en el mercado financiero, que le valieron el reproche familiar (algunas de sus hermanas son militantes sociales de “Chicos de la Calle”). Un arrepentimiento difícil de digerir seguramente por muchos de los presentes ante quienes se posicionó políticamente como de “centroizquierda”.
Durante más de una hora y media fue contando pormenores de las operaciones realizadas por varios de sus clientes, haciendo la salvedad de que una medida cautelar interpuesta por el JPMorgan lo inhibía de brindar mayores detalles. Sin embargo, el juez Javier Cosentino, del fuero comercial, rechazó silenciar a Arbizu si era para su defensa. De todos modos el ex banquero prefirió mantener la cautela hasta reconociendo su temor a que lo asesinen por la información que maneja.
En forma desprolija y errática explicó cómo utilizó figuras como el “trust fideicomiso” y otras estructuras para sacar fortunas del país hacia algún paraíso fiscal. Hizo hincapié en la administración que hizo de fondos de los dueños de Clarín en el exterior, principalmente de Ernestina Herrera de Noble y de Héctor Magnetto. No siguió: “Me es difícil hablar en público; estoy acostumbrado a hacerlo con dos o tres personas en una pequeña mesa”, se excusó.
Enfocó su confesión en la colocación de acciones del Grupo Clarín en octubre de 2007. Presuntamente con información confidencial del JP Morgan, banco colocador de la emisión, concretaron la operación perjudicando a los inversores que vieron cómo la acción que habían pagado más de $ 20 caía a $ 6. Arbizu sostuvo que en el prospecto de emisión se habría omitido información, falseando los datos para el mercado, al no decir que la fusión Multicanal y CableVisión estaba pendiente. Los principales accionistas se quedaron con unos u$s 300 millones, según Arbizu, quien señaló el curioso pase del gerente de inversiones financieras de Clarín, Roberto Zorgno, al JP Morgan. Operaciones similares fueron las de Consultatio y Banco Patagonia, dijo el arrepentido. También contó que administró fondos de la editorial La Nación, del Grupo Saguier, vinculados a una operación financiera con Clarín.
Detalló cómo cazaba a sus clientes, los que tenían que tener más de u$s 25 millones para administrar. El objetivo anual de cada banquero era captar u$s 150 millones nuevos por año. La forma en que sacaba el dinero era vía empresas fantasma y otras mañas legales. Cuestionó cómo la AFIP y el BCRA nunca han investigado los miles de millones de dólares invertidos por argentinos en bonos austríacos. Explicó una operación que se hacía mediante un convenio tributario con el Gobierno de Austria -a quien se le cedía el cobro de los impuestos- de mediados de los 70 que permitía evadir el pago de impuestos en el país.
Fuente: Diario Ámbito Financiero