En plena Segunda Guerra Mundial, Charlie Parker, la heroina y el Bebop animaron el otro lado de la contienda
Sergio G. Martín
Tras el 12 de abril de 1955, la frase Bird lives! se convirtió en un elemento más de New York. Charlie Parker, el pájaro de aquel grito, había muerto después de transitar por el límite que la sociedad de su época marcaba. Una selecta lista de desviaciones prohibidas se otorgaron sin prejuicios al saxofonista: yonqui, bulímico, negro altivo, vicioso sexual y demente. Las consecuencias de su osadía fueron predecibles para todos menos para él.
Kansas City, jazz a tope
Para el pianista Art Tatum, "Kansas es una bodega, un lugar oscuro en el que están guardados los mejores vinos". Bird nace allí en 1920 y pasa los principales años de su vida entre los clubes de la ciudad. Liderada por el político Tom Pendergast, Kansas está dedicada en aquella época a la diversión y al pecado. La música bombardea al joven Charlie, el cual se cuela en el Club Reno para escuchar a Lester Young. Sin embargo, el paraíso para el jazz en que se ha convertido Kansas se desploma cuando acusan a Pendergast de evasión de impuestos. Es 1939, Bird, divorciado y con un hijo, se marcha para no volver.
New York, la heroína y el Bebop
Aires de rebeldía luchan por salir en New York. En el Minton's Playhouse, se reúnen un conjunto de músicos dispuestos a desquiciar las rígidas estructuras del jazz clásico. Les han hablado de un nuevo saxofonista llegado de Kansas que toca en el Monroe's. 1941 será el año en el que todo esté dispuesto para la revolución. Charlie Parker y Dizzy Gillespie se convierten en los profetas del bebop (una versión más compleja del jazz). Con 15 años, había probado la heroína con su amigo L'il Phil, pero New York es un campo de experimentación peligroso. Demasiado fácil de conseguir, representa para Charlie un colocón incomparable. No tiene vuelta atrás: se convertirá en un yonqui.
Camarillo, el principio del fin
En 1946, Bird se encuentra en California. Lleva un año sin recurrir a la heroína, pero bebe como si quisiera recorrer el camino por el infierno a toda velocidad. Una noche acaba quemando la cama de su hotel y el juez lo condena a ingresar en el Camarillo State Hospital. En 1947, regresa a New York. El panorama que encuentra es completamente nuevo. Los músicos son héroes culturales y él, padre de todo ello, se pudre entre la miseria y la servidumbre. La autodestrucción es inevitable y las consecuencias no se hacen esperar. Igual que a Billie Holiday, le retiran la licencia para tocar. Son drogadictos, genios y negros, una peligrosa combinación.
Tocando fondo
En 1954, le echan del Club Birdland. La desesperación aparece e intenta suicidarse. Los psiquiatras solo se atreven a diagnosticar "alcoholismo agudo y esquizofrenia indiferenciada". A finales de febrero, acaba llamando a gritos a Bud Powell desde el escenario del Birdland en pleno concierto. En marzo de 1955, la cirrosis está muy avanzada y las úlceras exigen su traslado al hospital, pero Bird se niega. Días más tarde, viendo un espectáculo de Tommy Dorsey, muere. Quizá Julio Cortázar fue el único en entenderlo: "Estoy tan solo como este gato, y mucho más solo porque lo sé y él no".
El primer negro enfadado
El compositor de jazz Charlie Parker fue visto por el colectivo afroamericano de su generación como un verdadero héroe. Su música era revolucionaria, ya que había reformulado toda la música negra sin alterar su pureza. Y, además, con su forma de vida desaprobaba el sistema impuesto por los blancos. Fue el primer músico de jazz que amplió la batalla al campo enemigo. Cada episodio vital era sentido como un ataque a la opresión. Según su biógrafo Ross Russell (el libro apareció en nuestro país en 1989 editado por Ediciones B), “Charlie Parker fue el primer negro enfadado dentro del mundo de la música. Porque era un adelantado a su tiempo, Charlie debió sufrir la soledad y la frustración… En una sociedad mecánica y militarista, cualquiera, ya sea blanco o negro, con talento y nuevas ideas tiene problemas. Y si además vive adelantado a su tiempo, está en permanente peligro. Y si encima es negro, tiene aún muchos más problemas”.
Fuente: Diario Público