domingo, 2 de enero de 2011

Ley de medios: Mucho ruido y pocas nueces

El nacimiento de INCAA TV y una presidenta hipermediática
Por: Pablo Sirvén
Mucho ruido y pocas nueces. Así, con ese sentido refranero, se puede definir la situación en torno de la controvertida ley de medios: de un lado, una batería jurídica levantada para evitar sus efectos por aquellos poderosos grupos mediáticos que saben que tienen más para perder que para ganar cuando su funcionamiento integral tenga lugar traba, retarda y frustra su implementación definitiva. Del otro, desde los más altos funcionarios gubernamentales hasta los activos blogueros y tuiteros K, son proclives a su vez a sobreactuar una "guerra santa" contra "las corporaciones mediáticas" apelando a la difamación fácil y a reemplazar el debate profundo por eslóganes insustanciales ("ley de medios YA") y chicanas baratas.
Mientras que en la Capital Federal, en donde residen los poderes centrales del Estado y de los grandes multimedios privados, la batalla se da en términos políticos y de pulseada tribunalicia a ver quién gana a quién, en algunos lugares del interior, lejos de las peleas porteñas de pago chico, ven a la ley de medios como una posibilidad de abrir el juego a personas y sectores cuyo acceso al ámbito audiovisual era dificultoso o directamente inviable, sin engancharse en la antinomia K vs. antiK.
De qué manera se nutrirá, cómo se financiará y qué estándares de calidad podrá expresar el ámbito comunitario al que la ley pretende impulsar a la par que los medios públicos y privados, todavía es una incógnita y crecen las suspicacias respecto de que los poderes nacionales, provinciales o municipales que les toque facilitar (o directamente financiar) sus aperturas, privilegiarán a sus amigos o, al menos, a los que no ostenten una enemistad manifiesta hacia el que manda en cada zona.
Un frustrado manotazo de último momento quiso dar en esa dirección Raúl Alfonsín en las postrimerías de su gobierno (1983-89) cuando intentó consensuar entre la UCR y el PJ un cierto reparto de ondas audiovisuales. A continuación llegó Carlos Menem (1989-99) que llevó el péndulo hacia el extremo contrario para fomentar la privatización, extranjerización y concentración del sector con regulaciones más que laxas.
Las aguas encrespadas en torno de la ley de medios no impiden, mientras tanto, al Gobierno tomar más y mejores posiciones en el ámbito audiovisual, como lo demuestra la puesta en marcha, el martes último, de INCAA TV, la señal que tras el cultural Encuentro y el infantil Paka-Paka viene a sumarse al nuevo sistema de Televisión Pública Digital, y cuyo menú mayoritario son películas argentinas.
La manía kirchnerista de creer que es fundacional en todo les hizo perder de vista esta vez que la nueva señal no es "única en su género", tal cual se repitió en estos días hasta el cansancio ya que previamente, y desde hace 17 años, la que lo hace de manera verdaderamente integral, emitiendo sólo films y programas de TV locales –INCAA TV sumará además realizaciones de otras latitudes-, es el canal Volver, justamente del archienemigo Grupo Clarín, el que, a partir de ahora, no sería raro que resultase esmerilado por su nuevo competidor, que pagará a los productores mucho más por emitir las nuevas y viejas películas argentinas a cambio de una tácita o formal exclusividad. Pronto estallará un conflicto sobre el tema de los derechos adquiridos en el cable por Volver ya que INCAA TV también transmite por Telecentro en ese sistema.
"En la Argentina -dijo durante el acto Liliana Mazure, titular del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales- sólo hay 800 pantallas de cine, ya sean privadas o estatales, una cifra ínfima para un territorio inmenso como el argentino. En muchas provincias, como La Rioja o Catamarca, la única sala de cine que existe es un Espacio INCAA, y esto ahora se complementará con IncaaTV, llevando nuestro cine a todo el país."
La noticia casi coincidió con las opacas cifras finales de taquilla para el año que acaba de terminar del cine local, que arrojó casi dos millones de entradas menos vendidas comparado con 2009 cuando la ganadora del Oscar, El secreto de s us ojos, de Juan José Campanella, aportó una cifra similar. Según el sitio OtrosCines.com, cayó de 5,3 millones de tickets a 3,4 millones, un escaso 9 por ciento sobre los 38 millones de espectadores (5 millones más que en 2009) que consumieron mayoritariamente cine norteamericano.
"Cada vez tenemos más presidencialismo y menos Estado; asistimos al gobierno comunicador obsesionado por lo mediático como estrategia política para dominar el mercado de la opinión pública, una batalla comunicativa por el relato de la historia y por la hegemonía política. Gobernar es, entonces, ganar la batalla de la información."
Quien dice esto es Omar Rincón, profesor asociado de la Universidad de los Andes, Colombia.
Cuando Rincón habla de "presidentes hipermediáticos que son más entretenedores que estadistas, celebrities que políticos, que están creando un nuevo formato televisivo llamado gobernar-en-pantalla", no lo dice pensando en alguien en particular, sino en varios jefes de Estado de nuestra región. Tipifica así a los que gobiernan "desde la lógica de la confrontación (lógica de la ficción), convirtiendo a los ciudadanos en espectadores de su espectáculo mediático", un mecanismo que se explica mejor "desde la lógica de la telenovela y el melodrama que desde la argumentación política: menos opinión pública argumentativa, más democracia emocional, espectacular, entretenida y amorosa".
Este interesantísimo y lúcido texto forma parte del libro La palabra empeñada/Investigaciones sobre medios y comunicación pública en Argentina (Centro de Competencia en Comunicación para América latina de la Friedrich Ebert Stiftung, Buenos Aires, 2010, y que también puede bajarse de Internet (www.catedraa.com.ar/?p=1114 ) donde varios expertos en la materia y periodistas especializados pensamos en voz alta sobre estos temas.
La editora de todos los trabajos reunidos y autora de los capítulos centrales, la doctora Adriana Amado Suárez, explica que "en nuestro país, la palabra está empeñada porque muchos actores la comprometieron con la ciudadanía a través de una ley para los medios audiovisuales que la obliga a cumplir con expectativas de pluralismo y equidad de muchos que apoyaron esa iniciativa", pero que también sigue empeñada "en conseguir una ley que permita el acceso a la información para todos los ciudadanos y otra que regule la asignación de fondos públicos a la publicidad oficial".
Asignaturas pendientes que, tarde o temprano, se zanjarán, durante este u otro gobierno, aunque las tensiones entre sectores en pugna -algunas saludables; otras malsanas e innecesarias- perduren para siempre.

psirven@lanacion.com.ar
En twitter: @psirven
Fuente: Diario La Nación

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