Por: Robert Mur
En Rosario corre el minuto 5de la segunda parte. Kempes cabecea en diagonal y Luque, en fuera de juego, vuela hacia el balón Adidas Tango y con la frente lo envía al fondo de la malla mientras su cuerpo cae a plomo dentro de la portería peruana. Es el 21 de junio de 1978 y Argentina acaba de marcar el cuarto gol a Perú, justo lo que necesita para pasar a la final del Mundial de fútbol que disputa como local. Casi a la misma hora, en Buenos Aires, una bomba con kilo y medio de explosivo estalla frente a la casa del secretario de Hacienda del gobierno militar, Juan Alemann, que resulta ileso, aunque su esposa queda herida. Finalmente, los argentinos le endosan un 6 a 0 a Perú.
El de Argentina´78 fue el Mundial más politizado desde Italia´34. Como hizo Mussolini, los militares argentinos vieron la oportunidad de lavar su nefasta imagen internacional, tras el cruento golpe de Estado de 1976. Además, la dictadura puso todo su empeño - y no sólo deportivo-en ganar el torneo para legitimarse internamente y acallar las molestas voces de un grupo de mujeres que cada jueves se manifestaba frente a la Casa Rosada exigiendo conocer el paradero de sus hijos detenidos. Argentina acabó ganando el Mundial, pero las Madres de la Plaza de Mayo no dejaron de protestar ni un solo jueves.
El campeonato fue tan turbio y siniestro como sus organizadores. El hedor empezó a notarse poco después del golpe, cuando en agosto de 1976 el general Omar Actis murió tiroteado. Actis era presidente del Ente Autártico Mundial´78 (EAM), el comité organizador. De su muerte fue culpada la guerrilla izquierdista e incluso 30 jóvenes fueron asesinados como represalia. Sin embargo, todo indica que fue un crimen mafioso en el marco de la lucha de poder que mantenían la Armada y el Ejército, al que pertenecían Actis y el presidente de facto, Jorge Rafael Videla.
Liquidado Actis, el almirante y miembro de la Junta Militar, Emilio Massera, por fin pudo colocar al contraalmirante Carlos Lacoste como presidente del EAM y controlar así un pastel de donde se volatilizaron millones de dólares. El Mundial costó ocho veces más de los 44 millones de euros presupuestados inicialmente. De hecho, Lacoste murió en el 2004 sin ser juzgado por las acusaciones de la fiscalía de malversar 334 millones de euros. No obstante, Lacoste - que en 1981 fue presidente de Argentina durante once días-fue premiado por el presidente de la FIFA, João Havelange, quien lo nombró vicepresidente del organismo, llegando a supervisar el Mundial de España´82. ¿Y saben quién fue el único miembro del gobierno militar que denunció sistemáticamente el despilfarro de Lacoste? Efectivamente, Juan Alemann. Pero, por supuesto, del atentado contra el secretario de Hacienda también se culpó a los subversivos.
Además del hedor, los detenidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), también sintieron los bramidos de alegría de los hinchas tras ganar la copa el 25 de junio frente a Holanda (3-1). La ESMA, principal centro de torturas de la dictadura, está a sólo unos pasos del estadio Monumental de Buenos Aires, donde se disputó la final. En su delirio, esa noche los carceleros sacaron del calabozo a un grupo de mujeres presas, les dieron vestidos y pinturas para maquillarse, y las pasearon en coche para festejar la victoria. Luego las llevaron a cenar a una parrilla, antes de devolverlas al infierno.
Pero volvamos al partido de Rosario. Sin la goleada a Perú, Argentina nunca habría ganado el Mundial. Declaraciones con la boca pequeña de algunos jugadores peruanos y varios reportajes han concluido que hubo tongo. Entre rumores de maletas millonarias, pocos días después del partido Argentina regaló 18.000 toneladas de trigo al gobierno militar amigo de Perú. Antes del encuentro, el general Videla bajó a saludar al vestuario peruano, acompañado nada menos que de Kissinger, el secretario de Estado de EE. UU.
Un libro reciente sobre aquel Mundial es el del periodista deportivo Ricardo Gotta, que también aboga por el tongo. "Todos lo sabíamos. Tal vez por eso Maradona, en 1986, vino a redimir la trampa con una trampa mejor", escribe Gotta en Fuimos campeones (Edhasa), refiriéndose al mítico gol de la mano de Dios marcado a Inglaterra en México´86.
Fuente: Diario La Vanguardia