En agosto de 2017, en el programa Señales, se escuchó un reporte de FM Alas desde El Bolsón que transmitía una preocupante noticia: un joven que acompañaba a comunidades originarias había desaparecido. Semanas después, el ventanal del estudio de Aire Libre, Radio Comunitaria, en la esquina de Virasoro y Teniente Agneta, se pegaron carteles que preguntaban: ¿Dónde está Santiago?
El libro como forma de resistir
Sergio recuerda que la necesidad de escribir surgió tras varios intentos fallidos. Fue Pedro Saborido quien, en 2019, le propuso contar la historia. Durante la pandemia, el caso parecía desvanecerse de la agenda pública. Al notar que empezaba a olvidar detalles esenciales, comenzó a escribir sin un plan definido. La escritura, guiada por la ayuda de su compañera Andrea y del equipo editorial, fue tomando forma como una narración íntima, directa y cargada de memoria. Lo que al principio fue un esfuerzo confuso terminó convirtiéndose en una suerte de confesión escrita.
Escribir le permitió repasar momentos dolorosos, pero también encontrar sentido. Como cuando leyó una carta que Santiago le había dejado antes de irse. Ahí entendió que no podía abandonar la búsqueda: "No podía traicionarlo. Si me callaba, me traicionaba a mí mismo".
Con Andrea, que lo acompañó durante todo el proceso, recuperaron registros, mensajes y sensaciones. Eso le permitió reconstruir una cronología precisa de la búsqueda durante 2017, etapa que decidieron delimitar para este primer volumen.
Sergio recuerda que la necesidad de escribir surgió tras varios intentos fallidos. Fue Pedro Saborido quien, en 2019, le propuso contar la historia. Durante la pandemia, el caso parecía desvanecerse de la agenda pública. Al notar que empezaba a olvidar detalles esenciales, comenzó a escribir sin un plan definido. La escritura, guiada por la ayuda de su compañera Andrea y del equipo editorial, fue tomando forma como una narración íntima, directa y cargada de memoria. Lo que al principio fue un esfuerzo confuso terminó convirtiéndose en una suerte de confesión escrita.
Escribir le permitió repasar momentos dolorosos, pero también encontrar sentido. Como cuando leyó una carta que Santiago le había dejado antes de irse. Ahí entendió que no podía abandonar la búsqueda: "No podía traicionarlo. Si me callaba, me traicionaba a mí mismo".
Con Andrea, que lo acompañó durante todo el proceso, recuperaron registros, mensajes y sensaciones. Eso le permitió reconstruir una cronología precisa de la búsqueda durante 2017, etapa que decidieron delimitar para este primer volumen.
La escritura, dice Sergio, fue también una forma de procesar la violencia institucional y mediática que vivió. La cobertura sesgada, las filtraciones y las operaciones de prensa desdibujaban lo que realmente estaba atravesando. Mientras aún no sabía si el cuerpo encontrado era el de su hermano, ya lo confirmaban en televisión. Años después, las pericias revelarían que ese cuerpo podría haber sido presentado un mes antes, lo que refuerza su sospecha de encubrimiento.
Una de las motivaciones del libro fue dirigirse también a quienes, por razones partidarias, miraron para otro lado. Sergio sostiene que el caso fue político desde el comienzo: una desaparición forzada con la intervención de una fuerza federal, amparada por el gobierno, con respaldo de jueces, fiscales y periodistas. Menciona particularmente a la entonces ministra Patricia Bullrich, a quien responsabiliza por impulsar esa política de violencia que, afirma, hoy continúa legitimada judicialmente.
A pesar de no provenir del activismo, Sergio asumió un rol público con determinación. La narrativa del libro es sincera, sin filtros y, a veces, hasta ingenua —reconoce— porque no tenía experiencia ni herramientas literarias. Lo que escribió fue lo que vivió: con dudas, con bronca, con dolor.
Confesó que había perdido la pasión por las cosas que hacía, y que eso era algo muy tormentoso. Por otro lado, al escribir este libro tuvo que remover cosas profundas, pero también le generó alivio. Aunque todavía no tenía el libro físicamente (dijo que recién el lunes iba a tenerlo en sus manos), ya sentía que había cumplido algo: que estaba contando, que se estaba abriendo, y que no tenía más para mostrar ni demostrar.
El orgullo, aseguró, lo había dejado en 2017. Ya no le quedaban otras herramientas. Comentó que hacía dos años había intentado hacer podcasts sobre casos de desapariciones forzadas, sin experiencia previa, y que incluso se había armado una diplomatura vinculada a eso: la Cátedra Santiago Maldonado, en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.
Una parte importante del libro está dedicada a desmontar las distorsiones sobre la identidad de Santiago. Los medios hablaron de él como "artista callejero", "hippie" o incluso "terrorista mapuche". Pero quienes lo conocieron sabían que se identificaba con el anarquismo, no desde lo violento o dogmático, sino como una forma de vida coherente, basada en la solidaridad, el respeto por la naturaleza y la autogestión.
En ese camino, una figura clave fue Osvaldo Bayer, referente ético e intelectual del anarquismo en Argentina. Santiago había leído y admirado profundamente a Bayer, especialmente su trabajo sobre la Patagonia Rebelde. En el libro, Sergio recuerda que Bayer lo ayudó a entender mejor la raíz de las convicciones de su hermano: un pensamiento libre, profundamente humano y radical en su compromiso con los otros. Habló también de Esteban Bayer, a quien considera un amigo, y explicó que muchos de esos lazos surgieron a partir del recorrido de su hermano Santiago.
Una de las motivaciones del libro fue dirigirse también a quienes, por razones partidarias, miraron para otro lado. Sergio sostiene que el caso fue político desde el comienzo: una desaparición forzada con la intervención de una fuerza federal, amparada por el gobierno, con respaldo de jueces, fiscales y periodistas. Menciona particularmente a la entonces ministra Patricia Bullrich, a quien responsabiliza por impulsar esa política de violencia que, afirma, hoy continúa legitimada judicialmente.
A pesar de no provenir del activismo, Sergio asumió un rol público con determinación. La narrativa del libro es sincera, sin filtros y, a veces, hasta ingenua —reconoce— porque no tenía experiencia ni herramientas literarias. Lo que escribió fue lo que vivió: con dudas, con bronca, con dolor.
Confesó que había perdido la pasión por las cosas que hacía, y que eso era algo muy tormentoso. Por otro lado, al escribir este libro tuvo que remover cosas profundas, pero también le generó alivio. Aunque todavía no tenía el libro físicamente (dijo que recién el lunes iba a tenerlo en sus manos), ya sentía que había cumplido algo: que estaba contando, que se estaba abriendo, y que no tenía más para mostrar ni demostrar.
El orgullo, aseguró, lo había dejado en 2017. Ya no le quedaban otras herramientas. Comentó que hacía dos años había intentado hacer podcasts sobre casos de desapariciones forzadas, sin experiencia previa, y que incluso se había armado una diplomatura vinculada a eso: la Cátedra Santiago Maldonado, en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.
El anarquismo como convicciónSantiago le dejó otra vida a Sergio y dos mundos. Uno donde está la crueldad, y lo peor y más bajo de los seres humanos. Y también el otro, donde aparece lo mejor, lo excelso, lo más puro y maravilloso de las personas que lo ayudan a seguir creyendo.Pedro Saborido
Una parte importante del libro está dedicada a desmontar las distorsiones sobre la identidad de Santiago. Los medios hablaron de él como "artista callejero", "hippie" o incluso "terrorista mapuche". Pero quienes lo conocieron sabían que se identificaba con el anarquismo, no desde lo violento o dogmático, sino como una forma de vida coherente, basada en la solidaridad, el respeto por la naturaleza y la autogestión.
En ese camino, una figura clave fue Osvaldo Bayer, referente ético e intelectual del anarquismo en Argentina. Santiago había leído y admirado profundamente a Bayer, especialmente su trabajo sobre la Patagonia Rebelde. En el libro, Sergio recuerda que Bayer lo ayudó a entender mejor la raíz de las convicciones de su hermano: un pensamiento libre, profundamente humano y radical en su compromiso con los otros. Habló también de Esteban Bayer, a quien considera un amigo, y explicó que muchos de esos lazos surgieron a partir del recorrido de su hermano Santiago.
"No molesto a nadie": cómo la verdad incomoda al poder
Sergio explicó que podía entender ciertos niveles de persecución cuando se trataba de personas públicas, de figuras muy conocidas que habían tocado el poder de alguna forma. Mencionó, por ejemplo, el caso de Cristina Fernández de Kirchner, quien —según él— fue perseguida políticamente, y mencionó el caso de Milagro Sala, que está privada de su libertad, como parte de una reacción contra quienes habían enfrentado al poder o quitado beneficios a ciertos sectores. En esos casos, afirmó, podía comprender que existiera un pase de factura.
Sin embargo, dijo que nunca imaginó que él mismo tendría que atravesar una situación similar simplemente por buscar a su hermano. Insistió en que no había hecho nada más que cumplir con la ley: pagar impuestos, generar trabajo, tributar incluso en otras provincias y vender productos en distintos lugares. "No molesto a nadie", pensaba. Y, sin embargo, al salir públicamente a buscar a Santiago, le cayó encima toda una maquinaria de hostigamiento y violencia.
Se sentía como si de repente lo hubieran empujado a un lugar donde tenía que hablar ante los medios, cuando en realidad nunca había sido alguien que se expusiera públicamente. Confesó que ni siquiera en la escuela había sido de los que alzan la voz; le daba vergüenza hablar en público. Apenas si compartía opiniones dentro de su grupo de amigos. Esa transformación personal, narró, fue algo que nunca imaginó que atravesaría.
Con el tiempo, sin embargo, comenzó a reconocer el trabajo comprometido de muchos periodistas. Entre los periodistas y medios que valoró especialmente, destacó a Víctor Hugo Morales, el Gato Silvestre, Fernando Borroni, y también a medios alternativos como La Poderosa o la propia Aire Libre, Radio Comunitaria. Dijo que antes no los conocía ni consumía su contenido, y que fue en ese proceso que empezó a descubrir todo ese mundo. Hasta entonces, lo más tradicional que seguía era PáginaI12, C5N y algunas radios. Pero con el correr de los años, reconoció que todo había ido cambiando, y él también empezó a incursionar en otras áreas.
Se sorprendió, por ejemplo, al descubrir bandas de música que no conocía, ya que antes su universo cultural estaba más encasillado en lo revolucionario, en un marco muy específico de ideas. Esa apertura fue una consecuencia inesperada del proceso que vivió.
Sergio explicó que podía entender ciertos niveles de persecución cuando se trataba de personas públicas, de figuras muy conocidas que habían tocado el poder de alguna forma. Mencionó, por ejemplo, el caso de Cristina Fernández de Kirchner, quien —según él— fue perseguida políticamente, y mencionó el caso de Milagro Sala, que está privada de su libertad, como parte de una reacción contra quienes habían enfrentado al poder o quitado beneficios a ciertos sectores. En esos casos, afirmó, podía comprender que existiera un pase de factura.
Sin embargo, dijo que nunca imaginó que él mismo tendría que atravesar una situación similar simplemente por buscar a su hermano. Insistió en que no había hecho nada más que cumplir con la ley: pagar impuestos, generar trabajo, tributar incluso en otras provincias y vender productos en distintos lugares. "No molesto a nadie", pensaba. Y, sin embargo, al salir públicamente a buscar a Santiago, le cayó encima toda una maquinaria de hostigamiento y violencia.
Se sentía como si de repente lo hubieran empujado a un lugar donde tenía que hablar ante los medios, cuando en realidad nunca había sido alguien que se expusiera públicamente. Confesó que ni siquiera en la escuela había sido de los que alzan la voz; le daba vergüenza hablar en público. Apenas si compartía opiniones dentro de su grupo de amigos. Esa transformación personal, narró, fue algo que nunca imaginó que atravesaría.
Con el tiempo, sin embargo, comenzó a reconocer el trabajo comprometido de muchos periodistas. Entre los periodistas y medios que valoró especialmente, destacó a Víctor Hugo Morales, el Gato Silvestre, Fernando Borroni, y también a medios alternativos como La Poderosa o la propia Aire Libre, Radio Comunitaria. Dijo que antes no los conocía ni consumía su contenido, y que fue en ese proceso que empezó a descubrir todo ese mundo. Hasta entonces, lo más tradicional que seguía era PáginaI12, C5N y algunas radios. Pero con el correr de los años, reconoció que todo había ido cambiando, y él también empezó a incursionar en otras áreas.
Se sorprendió, por ejemplo, al descubrir bandas de música que no conocía, ya que antes su universo cultural estaba más encasillado en lo revolucionario, en un marco muy específico de ideas. Esa apertura fue una consecuencia inesperada del proceso que vivió.
La decisión de no abandonar
Entre los momentos más difíciles, destaca cuando se confirmó que el cuerpo hallado era el de Santiago. Estaba convencido de que no podía estar donde lo habían encontrado. Años después, las pericias palinológica y veterinaria dieron sustento a esa hipótesis: no había polen de pino en el cuerpo, a pesar de estar en una zona rodeada de pinos. Para Sergio, eso demuestra que fue plantado allí.
También relata cómo la causa judicial sigue estancada. Menciona que el juez fueguino Federico Calvete, designado hace casi 14 meses, aún no tiene el expediente físico en sus manos. Según informó el secretario del juzgado, la causa —con un peso aproximado de 350 kilos entre discos, computadoras y papeles— no ha sido remitida desde Esquel, donde supuestamente se encuentra. Mientras tanto, la causa está en Ushuaia, el fiscal en Esquel, la familia en Bariloche y Buenos Aires. La dispersión geográfica, sumada al peso político del caso, contribuye a la parálisis.
Entre los momentos más difíciles, destaca cuando se confirmó que el cuerpo hallado era el de Santiago. Estaba convencido de que no podía estar donde lo habían encontrado. Años después, las pericias palinológica y veterinaria dieron sustento a esa hipótesis: no había polen de pino en el cuerpo, a pesar de estar en una zona rodeada de pinos. Para Sergio, eso demuestra que fue plantado allí.
También relata cómo la causa judicial sigue estancada. Menciona que el juez fueguino Federico Calvete, designado hace casi 14 meses, aún no tiene el expediente físico en sus manos. Según informó el secretario del juzgado, la causa —con un peso aproximado de 350 kilos entre discos, computadoras y papeles— no ha sido remitida desde Esquel, donde supuestamente se encuentra. Mientras tanto, la causa está en Ushuaia, el fiscal en Esquel, la familia en Bariloche y Buenos Aires. La dispersión geográfica, sumada al peso político del caso, contribuye a la parálisis.
Sergio expresó que, aunque resultara inevitable, notaba ciertas diferencias en el trato que recibían las víctimas, especialmente en lo que respecta al ámbito de los derechos humanos, el judicial y las fuerzas de seguridad. Sin embargo, subrayó que estas últimas actuaban siempre de la misma manera, independientemente del gobierno de turno.
Eso le hacía pensar que, incluso en democracia, los gobiernos nacionales y populares no habían logrado erradicar del todo el "Nunca Más". Consideraba que seguían enquistadas ciertas prácticas heredadas de la dictadura, una maquinaria de represión que aún permanecía activa. Aunque reconocía que era una tarea difícil de desarmar, también insistía en que no era imposible.
La huella de Santiago: vivir con convicción, morir con dignidad
Comentó que Santiago, con sus 28 años, vivía con una intensidad y una entrega que él asociaba con la creencia de que se consideraba inmortal, propia de la juventud.
Sergio destacaba la forma en que Santiago vivía su vida: con libertad, con decisión, a su manera. Recordó que su hermano había dicho alguna vez que iba a llegar a Chile en bicicleta, y que efectivamente lo hizo. No le importaba cuánto tiempo tardara; avanzaba 30 kilómetros por día, 20, lo que fuera necesario, pero lo cumplía. Vivía como quería, al margen del sistema, desde otro lugar, con una libertad que Sergio consideraba auténtica. Señaló que eso era lo que más valoraba: que Santiago se animaba a vivir de acuerdo a sus convicciones, sin la carga de pagar impuestos, sin tener que asumir responsabilidades empresariales ni sostener estructuras. Era otro tipo de vida. Otra elección.
Justo antes de enterarse de la desaparición de Santiago, lo había estado recordando justo con alguien. Lo describió como una coincidencia extraña, casi inexplicable. En ese momento también pensó en ese contraste: Santiago, con su vida austera y libre, tan diferente de la que él llevaba. Como muchos, alguna vez soñó con dejarlo todo e irse a vivir a la montaña. De hecho, se había mudado a Bariloche intentando acercarse a ese estilo de vida. Pero, a los pocos meses, se dio cuenta de que no era tan simple: que sin dinero y sin trabajo, la fantasía de la casita con humo saliendo por la chimenea se desmoronaba rápido. Era, en sus palabras, "todo un cuento", porque la realidad exigía trabajar, pagar cuentas, sobrevivir.
Reivindicó en su hermano la capacidad de sostener ese estilo de vida, aunque aclaró que él no lo adoptaría. Ya lo había intentado y sabía que no era para él. Pero sí dejó en claro que nunca iba a traicionar ni a vender su dignidad. Estaba convencido de que, si a él le hubiese pasado algo, Santiago habría salido a buscarlo con el mismo compromiso. Tal vez de otra manera, pero con la misma determinación. Eso, para él, decía mucho.
Mencionó también al profesor Fernando Signorini, quien le decía con frecuencia que las cosas no eran casuales, que todo estaba trazado de algún modo. Que así como él había llegado a trabajar con Diego Maradona porque "tenía que ser", también Sergio había llegado a esta lucha porque ese era su camino. Él mismo reconocía que no habría podido hacer lo que hizo Santiago: no tenía las agallas ni el mismo tipo de compromiso. Contó que, muchos años atrás, había intentado acercarse a comunidades originarias y no había tenido una buena experiencia, por lo que se había alejado de ese mundo. Eso hacía aún más clara la diferencia entre ambos.
La búsqueda infructuosa de una familia que antepuso al puro dolor la pura dignidad.Ana María Careaga
"Pichón, hablá con el corazón": la memoria como acto político
La exposición mediática lo afectó profundamente. Recuerda cómo algunos medios instalaron versiones falsas y cómo ciertos periodistas lo amenazaron directamente. Aun así, siempre optó por una postura cauta y responsable, enfocada en lo judicial. Valoró el acompañamiento de medios alternativos, periodistas comprometidos y referentes de derechos humanos, como Norita Cortiñas o Ana María Careaga.
El camino no fue fácil. Sergio tuvo que dejar su vida, su trabajo, su rutina. Vivió situaciones de violencia institucional y hostigamiento constante. En ese trayecto, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, se volvió una presencia fundamental. "Si Nora, con sus más de 90 años, seguía caminando, ¿cómo no iba a seguir yo?", dice. Su abrazo fue contención, su ejemplo fue guía. "Ella me enseñó a resistir con amor."
Sergio reconoce que este proceso transformó su vida. Ya no se siente parte del mundo que habitaba antes. Perdió trabajos, proyectos, incluso la pasión por su oficio. Pero también ganó vínculos, nuevas formas de compromiso, y una causa que lo trasciende. Olvidar es imposible no es solo un libro, dice: es un acto de memoria, de justicia y de amor.
"No puedo traicionarlo", repite al recordar la carta que Santiago le dejó. Esa carta fue el punto de quiebre. Desde entonces, su única certeza fue no abandonar la lucha. Si hubiese sido al revés, está seguro de que Santiago habría hecho lo mismo por él.
La exposición mediática lo afectó profundamente. Recuerda cómo algunos medios instalaron versiones falsas y cómo ciertos periodistas lo amenazaron directamente. Aun así, siempre optó por una postura cauta y responsable, enfocada en lo judicial. Valoró el acompañamiento de medios alternativos, periodistas comprometidos y referentes de derechos humanos, como Norita Cortiñas o Ana María Careaga.
El camino no fue fácil. Sergio tuvo que dejar su vida, su trabajo, su rutina. Vivió situaciones de violencia institucional y hostigamiento constante. En ese trayecto, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, se volvió una presencia fundamental. "Si Nora, con sus más de 90 años, seguía caminando, ¿cómo no iba a seguir yo?", dice. Su abrazo fue contención, su ejemplo fue guía. "Ella me enseñó a resistir con amor."
Sergio reconoce que este proceso transformó su vida. Ya no se siente parte del mundo que habitaba antes. Perdió trabajos, proyectos, incluso la pasión por su oficio. Pero también ganó vínculos, nuevas formas de compromiso, y una causa que lo trasciende. Olvidar es imposible no es solo un libro, dice: es un acto de memoria, de justicia y de amor.
"No puedo traicionarlo", repite al recordar la carta que Santiago le dejó. Esa carta fue el punto de quiebre. Desde entonces, su única certeza fue no abandonar la lucha. Si hubiese sido al revés, está seguro de que Santiago habría hecho lo mismo por él.
Reconoció que el tema era mucho más extenso, pero por eso mismo —explicó— él sentía la necesidad de hablar de esto. Recordó una frase que le dijo en su momento Lita Boitano —presidía Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, falleció el año pasado—. En una ocasión, en la plaza, Lita —sin saber bien qué decirle— le soltó: "Mirá, Pichón, vos hablás siempre con el corazón. Y ahí las palabras te van a salir solas".
Una vida distinta, pero con dignidad
Sergio no idealiza la vida de su hermano, pero la respeta profundamente. Lo admira por haber vivido con convicción, con libertad, aunque él mismo no podría haber seguido ese camino. "Tal vez yo tenía una vida más cómoda, más estructurada. Pero no voy a traicionar lo que creo ni lo que él representaba."
En esa diferencia radica también la fuerza del vínculo. Y en ese vínculo, la decisión de seguir contando, preguntando, exigiendo. Porque mientras haya impunidad, olvidar es imposible. Y mientras haya memoria, la lucha sigue.
Contratapa: Alejandro Bercovich
Olvidar es imposible es una crónica atrapante, metódica, con la exhaustividad de quien movió cielo y tierra para encontrar la verdad. Y aquí cuenta por primera vez, y en carne viva, su odisea.Sergio Maldonado hace un relato pormenorizado de los 78 dramáticos días en los que su hermano Santiago estuvo desaparecido y su vida cambió para siempre. La búsqueda, las mentiras, la violencia estatal, la deshumanización, las operaciones de periodistas cómplices del poder, los relatos absurdos tejidos adrede para entorpecer el acceso a la verdad, el encarnizamiento de los trolls, el destrato de la Justicia, los infinitos pasillos de la impunidad.Pero, así como la causa Maldonado expone los horrores de una sistemática injusticia que busca tergiversar los hechos y cubrir la verdad, también deja en claro la solidaridad, las redes de contención que se tejen para dar cobijo y para acompañar, y la grandeza de la humanidad de personas comunes que entienden la pena ajena como propia y, desde el lugar que pueden, ayudan. Esta es la historia de Sergio. Un hombre que sigue clamando, donde sea que vaya, para quien quiera oír y para quien no, el nombre de Santiago.Sumergirse en estas páginas es abrir el corazón y las entrañas.
Sergio Maldonado nació en la ciudad de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires, el 13 de mayo de 1973. En 1999 se estableció en Bariloche, donde realizó diversas actividades comerciales.
En el 2008 fundó Wally’s Tea Patagonia. Con la desaparición forzada y muerte de Santiago, su vida cambió. A partir de ese momento, además de buscar justicia por los medios legales, recorre diferentes ciudades brindando charlas y participando en actividades con el fin de mantener viva la memoria de Santiago, y persistir en la búsqueda de Verdad y Justicia.
Posee una diplomatura en Derechos Humanos y Crímenes de Lesa Humanidad por la Universidad Atlántida y es parte de la Cátedra Libre Santiago Maldonado en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP.
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