sábado, 5 de julio de 2025

Memoria en primer plano: El Villazo y una foto que enfrenta al olvido

Por: Norma "La Negra" Ríos – Asamblea Permanente por los Derechos Humanos

Una foto es congelar para siempre un instante.Un momento irrepetible del presente que se transforma rápidamente en pasado, y puede durar en el futuro hasta que alguien definitivamente la queme, la rompa (si es papel) o la borre o la transforme, (con las nuevas tecnologías).

Una foto es recuerdos en colores o en blanco y negro, que transmiten emociones y sentimientos de todo tipo: ternura, alegría, dolor, tristeza, amor, amargura, abandono, presencia, olvido, memoria, desesperación, remordimientos….

Una foto te hace pensar si algo de ese momento pudo cambiarse. Si significa algo en tu vida o simplemente estabas ahí, sin ninguna importancia. ¿Era un momento para guardar? ¿Estabas de casualidad? ¿Nunca lo buscaste? ¿Querías esa foto? ¿Cuántas veces te escapaste de una foto? Hay gente que odia las fotos y otra que las ama. En fin… tantas cosas…

Hay fotos de todo tipo, pero hay fotos que cuentan historias.

Y hay fotos que merecen historias: Yo voy a hablar de una que me impactó al verla por primera vez y lo sigue haciendo. Está adjunta y la realizó Laura Benítez, Prensa de APDH Rosario, a quien le pedí permiso especialmente. También suelo robarlas con cierta impunidad, pero este no fue el caso.

Está sacada en la Sala del tribunal, en un día, seguro no cualquiera y eso también lo muestra la foto, de audiencia del Juicio El Villazo, TOF de calle Oroño 940.

En primer plano, hay un hombre sentado.

Sólo.
 
Con un gesto adusto, tal vez, juraría es así, de fastidio por ser fotografiado.

Es un abogado defensor de genocidas.

Un hombrecito intrascendente, oscuro, desconozco ni me interesa su nombre, que jamás será repetido en ningún momento glorioso en la historia, ni siguiera para maltratarlo, no es esa la idea.

Un hombre que tal vez no se atrevió a decir no, o está convencido de su papel.

Y eso no puedo reprocharlo. Son las reglas del juego. Los genocidas tienen la defensa que jamás le permitieron a los y las nuestres.

Pero sí puedo repetir lo que siempre digo, para defender a un genocida, después de escuchar los testimonios de las víctimas y a esta altura de la historia, tenés que ser diez veces peor que el genocida.
Tan imperdonables.

Pero eso no importa.

Vuelvo a la foto.

Allí está ese ser de moral empobrecida, como detalle central, rodeado de la historia que pudimos lograr contar en este juicio.

Allí están decenas de otras fotos de compañeras y compañeros, grandes pancartas, con sus rostros eternamente jóvenes…

Buscadas con mucho esfuerzo, preparadas con mucho trabajo y militancia, entregadas por las familias con amor, a veces la única que existe de ellos después de huidas, quemazones, allanamientos, escapes…a veces sacadas de los archivos oficiales, porque sólo quedó la del documento…

Allí están los/as desaparecido/as, lo/as preso/as, lo/as ya fallecido/as, Presentes, diciendo con sus rostros inolvidables, que estamos en el camino correcto, que no pudimos, pero lo intentamos, que el enemigo es feroz y cruel, pero no pudieron callarnos, que gracias, porque a cincuenta años ya todes saben quienes son los genocidas y quienes les valientes luchadores. La sociedad los ha condenado.

Esas enormes fotos, que rodean al representante del negacionismo y el odio, nos dicen que nada es imposible, que siguen acá, sonriendo alguno/as, con sus hermosos ojos que nos miran a todes, porque perseveramos buscando justicia.
 
Que seguirán viviendo en el pueblo mientras no olvidemos ni perdonemos a sus asesinos ni sus cómplices.

La foto, impactante y bellísima , ese contraste de ellos y nosotro/as, me hizo sentir la necesidad de compartirla.

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