La pauta misóginaPor: Luciana Peker
El conductor Ari Paluch, denunciado por abuso en A24 y por otros relatos de acoso que revelaron locutoras que trabajaron con él, tenía un discurso machista que llegaba hasta a revictimizar a víctimas de violación. Sin embargo, la productora de su programa El exprimidor recibió, en diez años, casi 15 millones de pesos de parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Mientras que en el 2016 se vio beneficiada con una abultada pauta de más de 4 millones de pesos a nivel nacional. El caso Paluch abre el debate sobre la conducta de los anunciantes privados ante la violencia machista y los límites que puede poner el Estado a la violencia mediática y al fomento de diversidad de género en los medios de comunicación.
Debajo de la estrella amarilla aparece la frase de presentación: “Euro es El Exprimidor con Ari Paluch”. En el sitio de la productora Euro Comunicaciones aparece el logo “El Exprimidor con Ari Paluch, 20 años de grandes éxitos” y una foto del conductor, risueño y con una mano en la oreja. Además de Paluch la empresa ofrece acciones de vía pública, acciones de verano y creatividad en PNT´s (publicidad no tradicional). Pero no tiene ningún otro producto ni periodista o conductor en su oferta. Después del escándalo por el acoso a una trabajadora en A24 (que implicó el levantamiento del programa de televisión) y la fuga de pauta comercial del programa de radio la productora anunció que despedía a Paluch y que el programa seguiría con otro conductor. Sin embargo, antes de las denuncias el conductor ya tenía una conducta sexista explícita y al aire. Y la productora Euro Comunicaciones recibía una abultada pauta pública.
En el 2007 Euro Comunicaciones S.A. recibió 110.000 pesos de pauta pública del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El 3 de junio del 2007 ganó las elecciones Mauricio Macri y la pauta se quintuplicó a 508.766 pesos en el 2008. En el 2011 Macri fue reelecto como jefe de Gobierno y ya ese año las arcas de Euro subieron a 919.257 pesos. Y, en el 2017, llegaron a 2.265.130 pesos. En total, en la década ganada de El Exprimidor, la productora cobró del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires -del 2007 al 2017- 14.921.076 pesos.
A nivel nacional, Euro Comunicaciones (cuyo único conductor estrella era Ari Paluch, si bien no es socio de la firma) recibió un total de 4.201.811 pesos en el 2016 y 199.650 pesos en el primer semestre del 2017, según las últimas cifras publicadas por Jefatura de Gabinete. El programa El exprimidor, en Fm Latina (101.1) se anuncia por la virtud de contar noticias, tener móviles, buen humor y la línea abierta a los oyentes. En el primer semestre del 2017 Euro Comunicaciones (con El exprimidor como producto estrella y casi exclusivo) recibió 199.650 pesos. Y, si se suma el 2016 más el primer semestre más el 2017, el total es de 4.401.461 pesos.
La dimensión de la pauta oficial al programa de Ari Paluch parece, en principio, exagerada en relación a su impacto periodístico. Aunque los discursos que justifican el cierre de medios, los despidos masivos de periodistas y la falta de rescate a diarios, radios, agencias de noticias y sitios se basa en el argumento del fin del derroche del erario público y a la libertad de mercado como regente del trabajo de prensa y la libertad de expresión, la pauta a Ari Paluch no parece solo fruto de la meritocracia de mercado, sino, también, de su combustible de afinidad con el poder.
Ari Paluch se hizo amigo de Mauricio Macri cuando el -ahora- jefe de Estado presidió Boca. Los dos son hinchas fanáticos xeneises y Paluch siguió conduciendo, hasta el 2017, los actos en La Bombonera. Mauricio contó que el libro El combustible espiritual (del gurú espiritual en declive) era una de sus lecturas de cabecera y, en marzo del 2009, llevó al periodista a una reunión del Gabinete porteño en el Teatro 25 de Mayo, de Villa Urquiza, para que dé cátedra sobre motivación en el trabajo. La relación no se cortó con el ascenso al poder. En la nota de opinión “El watsapp de Macri”, publicada en Infobae, el 20 de junio del 2017, Paluch hizo gala del acceso a los mensajes presidenciales, un beneficio que solo se logra con una cercanía íntima o un periodismo de investigación del que no suele hacer gala con otros representantes. Macri salió reiteradas veces en el aire de El exprimidor y Ari Paluch fue recibido, en marzo del 2016, en una entrevista pública en la Quinta de Olivos. Además a la gala de su fundación benéfica estaba anunciada la presencia de la primera dama Juliana Awada hasta que la denuncia por acoso hizo bajar a los invitados como de un Titanic.
El ex legislador porteño Facundo Di Filippo, del Partido Social de la Ciudad, critica: “La operatoria con Paluch repite la de (Fernando) Niembro: entrega de pauta de publicidad oficial de forma discrecional a los periodistas afines, constructores de la cortina mediática que cubre los descalabros del Gobierno. Si pudiéramos acceder a dicha distribución de los diversos ejecutivos, legislativos y entes descentralizados veríamos el entramado de la prensa y de los periodistas adictos. Justamente por este tipo de manejos oscuros Macri vetó en 2010 la Ley de regulación de publicidad oficial de mi autoría en la Ciudad de Buenos Aires”.
Give me five
El 21 de octubre Ari Paluch fue denunciado por una microfonista de A24 de abuso sexual cuando le tocó la cola, en una escena que fue captada por las cámaras del canal. Después de eso, se desvinculó de la señal de noticias. El programa de televisión lo producía “Crear Televisión” y -sin más tolerancia social para el machismo explícito- se rescindió el contrato. Ari Paluch dijo que había intentado hacer un give me five pero que no le salió (un choque los cinco sin GPS sobre las zonas íntimas femeninas) y el argumento careció de toda validez pública. El 25 de octubre la agencia de prensa de la fundación de Paluch, Manos en Acción (para ayudar a niños y familias vulnerables) avisó a los periodistas acreditados que la Gala de Manos en Acción no iba a contar con la presencia de Juliana Awada, la primera dama presidencial que -antes de la denuncia- estaba confirmada para los flashes de duelos de estilo y soberanía de la elegancia.
Pero el give me five no fue un choque fallido, ni de una excepción, sino de una impunidad repetida. En la revista Noticias, del 31 de octubre del 2017, las periodistas Daniela Bianco y Giselle Leclercq juntaron doce testimonios de mujeres que denunciaron distintas formas de acoso, violencia y machismo de parte del autor de El combustible espiritual”. La maquilladora de A24 Sofía Rigler sumó su testimonio: “Cuando terminaba de maquillarlo me decía gracias. Pero una vez me dijo gracias y me dio dos palmaditas en la cola. Al mes me volvió a pasar lo mismo”. Pamela Selesan vive ahora en Indonesia y relató abusos cuando trabajó como locutora con él en el 2010: “Cuando llegaba yo tenía que entrar al estudio a darle un beso y cuando me acercaba, se abría de piernas. A él le gusta que te vistas sexy. En ese momento se usaban las calzas con remeras largas y él las corría y te decía ‘¡Qué colita!’”. También Bárbara García, Andrea Farelli y Malena Dip sumaron sus relatos. La primera locutora de El exprimidor, Federica Guibelalde, vive en el exterior (en Cánada) y su voz muestra que el machismo estaba más silenciado, pero no es una casualidad permanente, sino el jugo de un programa con banca. “En aquellos años, aceptábamos las conductas machistas como normales. Sufrí con él acoso. Desde comentarios, hasta ser destinataria de algún regalo inapropiado. Lo pude manejar hasta que quedé embarazada. Decía ‘qué bueno embarazada, mirá que linda’, algo muy perverso”, reveló. La diferencia es tajante: las mujeres ya no nos callamos más.
La violencia sexual en el trabajo estaba legitimada. El machismo al aire también. Ari Paluch no tuvo conductas sexuales impropias, un eufemismo que usan en la NBC norteamericana para eludir hablar de violencia machista de las puertas para adentro del estudio de radio y televisión. Su machismo era explícito, a pesar del espaldarazo público entre los medios más beneficiados para comunicar información oficial. Un ejemplo es la revictimización que hizo con Giuliana Peralta. Ella fue violada por el jugador de fútbol Alexis Zárate el 16 de marzo del 2014. El 18 de septiembre de este año, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Lomas de Zamora, condenó a Alexis Zárate a seis años y medio de prisión. En ese momento (y a pesar de la sentencia) Ari Paluch preguntó al aire si Giuliana era “fiestera” y aseguró que “si él la hubiese penetrado pero acabado afuera, no hubiera habido escándalo”. Los bolsillos llenos de pauta pública no implican hasta ahora -no solo con Paluch- ningún tipo de impedimento para revictimizar a una víctima de violación y minimizar la violencia sexual al lugar donde se vuelca el semen.
Las mujeres ya no callan más. ¿La publicidad oficial y privada va ayudar a cambiar o va a cambiar de banca para que nada cambie? Después de bajar el perfil y salir de cámara Ari Paluch siguió en su programa de radio, de lunes a viernes, de 6 a 10 y de 18 a 20. Pero las denuncias (ahora) tienen costo: la pauta comercial de El exprimidor bajó en siete minutos porque las marcas no quisieron mezclarse con denuncias públicas de violencia de género. El alfajor “Jorgito” fue el primero en retirar sus avisos porque tenía auspicios en un segmento infantil y no quisieron legitimar una conducta riesgosa para chicos y chicas. Otros auspiciantes también fueron sacando sus publicidades y la tanda se acortó tanto que la productora Euro Comunicaciones decidió que Ari Paluch continuara hasta el 31 de diciembre y después fuera reemplazado. No hubo anuncios oficiales sobre la continuidad o interrupción de la pauta oficial, aunque, en un primer momento, fuentes oficiales, no dijeron que se terminarían los auspicios estatales. Al menos, por esta vez, el mercado fue más rápido. La mano invisible del mercado se hizo visible.
No está confirmado, pero uno de los posibles reemplazantes para El exprimidor” es Martín Ciccioli, que justo estos días protagoniza otro debate sobre homofobia mediática. En el programa de Mariana Fabbiani, en Canal 13, entrevistaron a Sebastián Sierra, amigo de Jonathan Uriel Castellari, golpeado en Palermo por su condición sexual. Ciccioli minimizó al aire la violencia intentando generalizar para quitar el peso que tiene la discriminación por identidad de género. “El foco y el eje es la violencia y las madrugadas de cobardía que tienen tanto hombres como mujeres, con la tendencia en aumento...”, especuló Ciccioli en el mismo tono de sus realitys donde la violencia es una obscenidad en vivo, sin raíz, sin prevención y sin límites. Sierra se molestó con esa frase y Fabbiani tuvo que intervenir para dejar en claro que se trataba de homofobia. Si los pronósticos se cumplen y Paluch es reemplazado por Ciccioli, no se trataría solo de limpiar prontuarios personales, sino de reemplazar la misoginia imperante en los medios por otros discursos que fomenten la igualdad y no el todo es lo mismo.
El caso de Ari Paluch dispara un debate pendiente y necesario sobre el rol de la pauta pública y privada (que retiró los auspicios del programa El exprimidor y obligó a Ari Paluch a anunciar un paso al costado del micrófono) tanto a personas cuestionadas por sus conductas personales (por denuncias de abuso, acoso o violencia de género) como por la promoción de discursos claramente sexistas, discriminadores y misóginos que están contemplados como violencia mediática y simbólica en la Ley 24.685 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Las12 ahondó, a través de distintxs expertxs, sobre las posibilidades de incidir desde el Estado y los fondos públicos para frenar la propagación de la violencia machista o la discriminación por identidad de género y, especialmente, para fomentar programas y espacios que propicien la igualdad de género y la lucha contra la violencia y a favor de la diversidad sexual que hoy son mínimos en los medios de comunicación.
La pauta en debate
¿La pauta oficial puede desalentar el machismo en los medios o no cumple ninguna función en relación a la equidad de género y la prevención y erradicación de la violencia machista? El director de la Maestría en Industrias Culturales de la Universidad de Quilmes, Santiago Marino, apunta: “El mayor problema respecto de la pauta oficial es la falta de regulación democrática sobre su proceso de administración y gestión. El manejo actual es discrecional y antojadizo, se basa en la lógica ami-enemigo y no responde a criterios claros. Estaría de acuerdo en que la pauta oficial tuviera criterios de género, entre otros”.
La periodista María O’Donnell, conductora del programa Tarde para Nada (17 a 20) en Radio Con Vos (FM 89.9) reflexiona con prudencia: “Me preocupa que la pauta sea una evaluación de contenidos. Es un camino complicado por las puertas que abre. Cuando hay una situación palpable sí hay que actuar. Pero hay que buscar mecanismos transparentes, porque si no aumentás la discrecionalidad, salvo que intervenga el INADI o algún camino institucional. La pauta es una comunicación del Estado al lector u oyente. Está mal pensar la pauta como un subsidio. Hay que pensar maneras que la carga impositiva sea menor para medios chicos. Hay que diferenciar la pyme y la gran empresa. La publicidad oficial no es subsidio. La publicidad oficial se tiene que pensar en el destinatario y, por ahí, pautar en medios del conurbano o del norte. Ahora existe una resolución que establece algunos parámetros, con cierto emprolijamiento, pero no modificó la discrecionalidad”.
En relación al caso Paluch, Marino coincide en no establecer reglas generales que puedan volverse riesgosas en su manipulación: “Hay que ser cuidadosos y no establecer criterios se segregación hasta que, por ejemplo, no haya fallos judiciales con sentencia firme al respecto. De todos modos acuerdo en que el Estado -con sus distintos agentes- debe contribuir al desarrollo de un discurso que esté alejado de las prácticas machistas, misóginas, homofóbicas o de cualquier tipo de segregación. Pero ayudaría mucho dar cuenta de recomendaciones de organismos tales como la Defensoría del Público (creada por la ley audiovisual) más que acciones en torno a la pauta oficial cuya administración, segrega a medios no comerciales y no vinculados a la línea editorial gubernamental”. En relación a la violencia machista en los medios la solución no parece ser permitir todo o disparar ante casos con alta repercusión, sino establecer pautas claras donde, por ejemplo, pueda intervenir la Justicia, el INADI o la Defensoría del Público, entre otros organismos con antecedentes en el diálogo frente a conductores (como Baby Etchecopar o Jorge Lanata) que expresan frases discriminatorias, revictimizantes o machistas frente al micrófono.
“El Estado no puede premiar con recursos públicos a medios, productoras o conductores que realicen discriminación por motivo de género ni por cualquier otro motivo. El Estado es un anunciante que, si bien paga tarde, paga siempre y el ciento por ciento del precio. Tiene muchas ventajas. Por eso, ningún estándar en materia de publicidad oficial permite que los beneficiarios tengan conductas discriminatorias por más que un medio pudiese tener mucho rating”, delimita Martín Becerra, profesor de la Universidad de Quilmes y de la UBA, investigador del Conicet y especialista en análisis de medios.
Por otra parte, no se trata solo de quitar pauta oficial, sino también de promover en los medios públicos a mujeres, lesbianas, trans y periodistas y conductoras con perspectiva de género que ocupen espacios relevantes, continuados y no excepcionales de promoción de la igualdad de género. Y también que los medios gráficos, radiales, televisivos y digitales que denuncian la violencia machista y derriban estereotipos no sean ahogados por el desfinanciamiento, sino que puedan ser considerados como medios con llegada a mujeres, jóvenes y trans para la publicidad oficial.
Becerra cree que el fomento de la diversidad es una opción a tener en cuenta para una comunicación más amplia que el zapping sin mucha oferta: “Una de las deficiencias que tiene el sistema de medios en Argentina es que falta diversidad de género y geográfica. Se puede estimular, premiar o reconocer a las empresas que tienen trabajo en blanco respecto a las que tienen trabajo precario. El Estado podría ponderar en las pautas publicitarias la diversidad de género junto con otros elementos en un país con problemas de discriminación. Por supuesto que la audiencia también importa. Es un conjunto de factores”. O´Donnell también apuesta a un fomento positivo de más diversidad a partir del fomento y, no tanto, de las sanciones. “Me parece que estaría bueno promover criterios de equidad de género, de la diversidad y más por lo positivo que por el control de contenidos”.
En la web de Jefatura de Gabinete sobre pauta oficial, el sitio gubernamental explica que los mensajes que quedan excluidos de la publicidad oficial son: “Cualquier mensaje o anuncio que afecte los derechos consagrados por los tratados y declaraciones en materia de derechos humanos y sociales incorporados en la Constitución Nacional (…) La promoción o difusión que favorezca, por acción u omisión, de manera directa o indirecta, explícita o implícita, la discriminación, exclusión o diferencia por motivos de raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política, filosófica o gremial, sexo, género, orientación sexual, posición económica, condición social, grado de instrucción o caracteres físicos”.
¿La estigmatización de una víctima de violación como fiestera infringe esta norma? ¿Un conductor que alega que la vestimenta de niñas de 12 años incide en que sean víctimas de femicidio puede recibir pauta oficial? ¿Si se juzga a las chicas asesinadas por su ropa, conducta o hábitos nocturnos o se pregunta si las mujeres pueden opinar de fútbol o que si se niegan al acoso callejero es porque son feas, el Estado puede intervenir? La abogada Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) opina: “Los recursos del Estado a través de la pauta oficial pueden ser una herramienta para promover discursos que respeten ciertos estándares éticos, respetuosos de los derechos humanos, la igualdad de género, el respeto por la diversidad. Creo que establecer con claridad los compromisos a los que se obligan quienes reciban pauta oficial es parte de las regulaciones previas necesarias”.
Fuente: Las 12