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En nuestro país -en el caso de una investigación citada por los medios en momentos de una escalada de hechos de violencia-, se menciona que "1 de cada 4 alumnos ha visto un arma en la escuela", sin detenernos a pensar qué significa eso en una investigación, ya que un solo alumno puede llevar un arma y mostrarla a cientos de compañeros. La inquietud del comunicador que acompaña la reflexión del lector o del oyente debería ser, ¿cómo incide en la sensación de seguridad y en el clima escolar que haya entrado un arma a la escuela?, ¿cuáles son los planes de prevención y control sobre armas que poseen las escuelas?, ¿con qué fines podría ser utilizada (según sea el portador víctima o victimario)?, ¿qué relación existe entre delincuencia y violencia escolar?, etc. Las respuestas a estas preguntas, como a tantas otras, ya han sido expresadas por los investigadores, sin embargo esa información no se difunde, porque los periodistas desconocen las fuentes y muchas veces son los mismos funcionarios los que las desconocen.
Así como por una prudente política editorial (dado su poder mimético) evitamos informar sobre suicidios, estamos en deuda y deberíamos continuar investigando acerca de los efectos que provocan las notas que se dan sobre la violencia de los menores en los ámbitos escolares y que, en la mayoría de los casos, no van acompañadas de una reflexión formadora.
Si en Latinoamérica y el Caribe comienzan a ver la necesidad de tratar estos temas, tan sensibles a las familias, a los centros escolares y a la sociedad en general, los comunicadores sociales deberán cumplir hoy más que nunca un rol también educativo, pero es prioritario que lo hagan con la responsabilidad y el nivel que compete.
Alejandro Castro Santander
(*) Coordinador general. Observatorio de la Convivencia Escolar (UCA) obs.convivencia.escolar@gmail.com.
Red Iberoamericana de Observatorios de la Violencia Escolar
UCB - UNESCO Brasil
Foto: Aníbal Pees Labory