domingo, 2 de marzo de 2025

"La gran estafa argentina": Javier Milei volvió a apuntar contra el Grupo Clarín

El mandatario lanzó un duro posteo contra la empresa de medios, a la que había responsabilizado por la difusión de las agresiones a Facundo Manes.
Durante una entrevista con Luis Majul para La Cornisa, por LN+, Javier Milei minimizó el enfrentamiento entre Santiago Caputo y Facundo Manes durante la sesión del sábado. "Dijo que fueron dos trompadas, pero fueron dos palmaditas en el pecho. No me sorprende porque lo impulsó una periodista del Grupo Clarín, que me la tiene jurada", expresó en la entrevista.

El Presidente cargó contra los medios. Sostuvo que Clarín fue el que tergiversó lo que pasó con el diputado nacional del radicalismo. "Para variar, Clarín miente", dijo Milei, que también acusó al grupo de medios de "crecer en base a negociaciones turbias con el Estado". Una referencia similar a la que el Gobierno usó cuando pidió la intervención de Defensa de la Competencia y del ENaCom para analizar la venta de Telefónica a Telecom.

"Sabemos que Clarín me la tiene jurada, dado que está intentando quedarse con el monopolio de las telecomunicaciones; y yo ya avisé que va a intervenir el Enacom, que va a intervenir Defensa de la Competencia por abuso de posición dominante. Entonces, esto Luis vos lo sabés, se llama vuelto: vos te metes con un poderoso, el poderoso te va a hacer esto. La verdad que en lugar de estar discutiendo lo importante, que es el estado de la Nación, que fue lo que fui a hacer, donde describimos todas las cosas que hicimos en el último año. De vuelta, hicimos en un año más que en 80 años de política económica de Argentina. Digo, es increíble lo que estamos haciendo. El mundo califica lo hecho en Argentina como un milagro. ¿Y a vos te parece que esa es la discusión? En parte lo entiendo, por el problema que Clarín tiene con el gobierno. Parte lo entiendo porque considero que hay periodistas ensobrados, coimeros, corruptos. Y parte porque debe haber periodistas con un coeficiente intelectual tan bajo que, como no pueden entender la cantidad de cosas que generamos, bueno, entonces se tienen que poner a una a una cosa de niños", sentenció.

A una repregunta de Majul, Milei aceleró: "Mucho del crecimiento del grupo Clarín desde lo que es el siglo XXI lo ha conseguido en base a negociaciones turbias con el Estado. A ver, vamos a ser claros: hoy Clarín dice que yo cometo un error en el discurso. Eso es falso, para variar, Clarín miente. A ver, yo le voy a explicar algo: es cierto que Clarín estaba muy endeudado en dólares, pero también es cierto que no estaba en condiciones de repagar la deuda. O sea, Clarín iba directamente a una convocatoria de acreedores y a la quiebra. Como parte de la negociación con el gobierno de Duhalde, de darle una tapa positiva al propio Duhalde, y si no, que empiecen a investigar quiénes son los que negociaron esas tapas. En esa época se decía que una editorial de La Nación y una tapa de Clarín volteaban un gobierno. Es decir, el poder era muy distinto al que tienen hoy, que afortunadamente, gracias a las redes sociales y en especial por la liberación de las mismas, es mucho más horizontal". 

"Pero Clarín dice la deuda la teníamos en dólares y la tenemos que pagar en dólares", interrumpió Majul. 

"Ahora voy a explicar. De esto entiendo un poquito. Entonces, qué es lo que ocurre. Cuando viene la pesificación asimétrica y demás, Clarín tenía ingresos en pesos, ajustables por inflación, porque después la inflación va cambiando, el precio del diario de hoy no es el mismo que había en el 2002 o en el 2001. Dicho esto, tenía la deuda en dólares y técnicamente estaba quebrado. Clarín entra en lo que es un concurso de acreedores. O sea, eso todavía no es una quiebra, es un concurso, es donde se empieza a negociar la deuda con los acreedores. En ese contexto, a mediados del 2003, sale una ley que es la Ley de Preservación de los Bienes Culturales, Bienes y Patrimonios Culturales. Ese ley, que en algún momento se la llamó Ley Clarín, dentro de esa ley había una modificación a la Ley de Concursos y Quiebras, que decía que entonces no podían avanzar los acreedores sobre esos bienes. Esto qué quiere decir. Usted entró a un concurso de acreedores y en ese concurso de acreedores, como los acreedores no podían avanzar sobre los bienes, qué pasó con esos títulos de deuda: prácticamente se derrumbaron, porque no tenían poder de negociación los acreedores. Suponete que tenés una deuda conmigo y ahora no podés ejecutar mi activo. ¿Cuánto vale tu deuda? Vale lo que yo quiero pagarte. Dicho esto, que modificaron a beneplácito de Clarín y otros más la Ley de Quiebras, camuflada en esa ley, el día que manda Clarín la convocatoria de acreedores, en ese momento la convocatoria requería 67% de los votos, y como no los tenían, al otro día hicieron una reforma de la ley y lo que hicieron es llevarlo a 51. Esto es un escándalo. Y ni que hablar de los negocios que le habilitó Néstor Kirchner con la fusión. Después se pelearon, pero en el medio hicieron negocios", agregó el jefe de Estado.

Unas horas antes, había hablado del tema en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso. Allí, dijo que "con la pesificación asimétrica, ese chiste tan impulsado alegremente y bancado por Clarín, que después bueno, tuvo su Ley de Medios para que no quiebre, ahí le robaron a los argentinos US$ 30.000 millones".

Unos minutos después, Milei agarró su celular, abrió X y se volvió a despachar con todo:
El mensaje completo de Javier Milei contra el Grupo Clarín
Clarín: La gran estafa Argentina
Se ve particularmente enardecidos a buena parte de los empleados del Grupo Clarín. No paran de hostigar con mentiras al Gobierno simplemente porque dijimos que íbamos a defender a los argentinos del abuso de la posición dominante que el Grupo quiere tener en el mundo de las telecomunicaciones.

Están acostumbrados a actuar así. Presionan y operan a los gobiernos para obtener beneficios aún si es a costa de los argentinos. Una de esas ocasiones ocurrió durante el 2002 en la presidencia de Duhalde. La misma noche que asumió hubo una reunión en una casa en Banfield en la que estaban Magnetto, Duhalde, Remes Lenicov y otras personas. Clarín estaba al borde de la quiebra en ese momento.

En esa cena se acordó devaluar 300% (devaluar es empobrecer a los argentinos) y se arregló la aprobación de la Ley de Preservación de Bienes y Patrimonios Culturales. Con esa ley ningún banco (quienes como garantía habían prendado las acciones del Grupo) iba a poder ejecutar la deuda que Clarín tenía (3.000 millones de dólares) porque al ser bienes culturales no iban a poder ser ejecutables. De esa manera, Clarín consiguió, a costa de todos los argentinos, arreglar sus problemas financieros. Nunca sabremos a cambio de qué el entonces gobierno de Duhalde decidió hacer eso.

Hoy quieren quedarse con el 70% de las telecomunicaciones argentinas. Eso implica que tu celular, tu internet, tu teléfono, todo lo controlaría el mismo grupo económico, que por su posición dominante podría cobrarte cualquier precio porque no habría competencia.

No vamos a dejar que eso suceda. No vamos a dejar que sigan robándole a los argentinos. Cuando Clarín nos ataca, sepan que la razón es esta. Quieren controlar las comunicaciones de todo el país. Pero en el fondo no me están atacando a mí. Te están atacando a vos. Yo solo estoy en el medio.
Viva la Libertad Carajo...!!!
Clarín y una necesaria aclaración sobre otro error de Javier Milei
La siguiente es la respuesta de la empresa a minutos de finalizado el mensaje de Javier Milei ante la Asamblea Legislativa, ante la acusación del Presidente
Durante su discurso ante la Asamblea Legislativa, Javier Milei repitió acusaciones infundadas contra el Grupo Clarín.

"Con ese chiste de la pesificación asimétrica impulsado tan alegremente y bancado por Clarín, que después tuvo su Ley de Medios para que no quiebre, les robaron a los argentinos 30 mil millones de dólares", dijo el Presidente mientras hacía referencia a los gobiernos que lo antecedieron. "En los últimos 25 años la política, vía Banco Central, les robó a los argentinos 110 mil millones de dólares. Vengan ahora a hablar de estafa piramidal, dale", agregó en la única referencia de su discurso al escándalo cripto que lo involucra.

Desde el Grupo Clarín respondieron: "Como se explicó varias veces, el Grupo Clarín fue una de las empresas argentinas más perjudicadas por la devaluación, ya que más del 95% de su deuda, a fines del 2001, estaba tomada en dólares y en el exterior del país y bajo legislación extranjera. Por ello, lejos estuvo de impulsar o beneficiarse de cualquier pesificación o licuación de deuda".

"En otras palabras: en pocos días, su deuda se multiplicó por cuatro mientras sus ingresos se mantenían en pesos y además se reducían por efecto de la recesión. Esa deuda se renegoció y se restructuró de manera enteramente privada, con sus acreedores internacionales, con los que se llegó a sendos acuerdos de refinanciación a fines del 2003. Esos acuerdos extrajudiciales (APEs) fueron honrados enteramente con recursos propios del Grupo Clarín", agregó la compañía en un comunicado.
Javier Milei volvió a confrontar con Clarín 
Milei se refirió a la Ley 25.750, denominada de Preservación de Bienes y Patrimonios Culturales, la que suele denominarse "Ley Clarín"
Por: Ricardo Porto
El presidente Javier Milei, en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, aludió al grupo Clarín manifestando que obtuvo "...su ley de medios". 

En realidad, no se refería a la Ley 26.522, de Servicios de Comunicación Audiovisual, popularmente conocida como Ley de Medios, sino a la Ley 25.750, denominada de Preservación de Bienes y Patrimonios Culturales, la que suele denominarse "Ley Clarín".

Al respecto, es importante precisar qué dice y cómo se gestó dicha norma, que reflejó un momento determinado de la historia de los debates políticos y legislativos en torno a la participación de compañías extranjeras en las empresas periodísticas locales.

Para comprender dicho proceso parlamentario es necesario hacer una breve referencia histórica. 

En primer lugar, debe señalarse que la vieja ley de radiodifusión, aprobada por la dictadura en 1980, excluía la participación de medios gráficos nacionales y extranjeros en el mercado de radios y TV nacionales. 

El presidente Carlos Menem, al comienzo de su mandato, a través de la Ley de Reforma del Estado, modificó la citada Ley 22.285, permitiendo el ingreso de grupos periodísticos nacionales en el escenario audiovisual. En esa oportunidad, la presión de los empresarios locales impidió que la apertura incluyera también a grupos extranjeros. En ese contexto, Clarín adquirió Canal 13 y Radio Mitre; Editorial Atlántida y un grupo de televisoras del interior hizo lo propio con Telefé y Radio Continental. 

Por su parte, otros grupos periodísticos también fueron comprando emisoras en distintas provincias argentinas. Nacían los multimedios nacionales. 

Posteriormente, la expansión del sistema comunicacional puso en el centro de la escena a los cableoperadores; por entonces en manos de pequeños y medianos empresarios locales. En ese contexto, los principales grupos de medios nacionales pugnaron entre sí por adquirir la mayor cantidad de emisoras posibles, dado que las originales redes de TV comenzaban a permitir la oferta de Internet y otras tecnologías. En realidad, más que una emisora, virtualmente se compraba todo un pueblo conectado, al que se le podía vender diversos servicios de red. 

La dinámica de este negocio elevó sustantivamente los precios de este tipo de medios, lo que motivó la necesidad de recurrir al financiamiento externo. Por entonces, Menem firmó un conjunto de tratados internacionales de promoción recíproca de inversiones. El primero de ellos fue con Estados Unidos; luego le siguieron Francia, España e Italia entre otros países. 

Como consecuencia de esta apertura comenzaron a llegar al país diferentes empresas extranjeras, con lo cual el mercado de medios se internacionalizó. 

La compra del 80% del paquete accionario de Cablevisión por parte de TCI International Holdings, de Estados Unidos, en US$ 750 millones, se convirtió en la operación económica más importante de la historia entre dos empresas privadas. 

También se sumaron al nuevo escenario de medios Hicks, Muse, Tate y Furst (HMT&F), Sky Televisión, de Rupert Murdoch y la mexicana Corporación Interamericana de Entretenimiento (CEI), entre tantas otras compañías. 

Años más tarde, la crisis del 2001 alcanzó a los medios de comunicación locales, muchos de los cuales se encontraban fuertemente endeudados con acreedores extranjeros. Para preservar la sostenibilidad de las empresas periodísticas, los dos grandes partidos de la época, el Justicialismo y la Unión Cívica Radical, presentaron sendos proyectos de ley. Por el PJ firmaron Miguel Angel Pichetto, José Luis Gioja, Jorge Capitanich, Carlos Verna y Jorge Yoma, entre otros. 

Por la UCR lo hicieron Raúl Alfonsín, Mario Losada, Gerardo Morales y Carlos Maestro, entre otros senadores. El resultado de ese acuerdo político condujo al dictado de la mencionada Ley 25.750 de Preservación de Bienes y Patrimonios Culturales.

Dicha norma determina que la propiedad de los medios de comunicación debe ser de compañías nacionales, permitiendo la participación de empresas extranjeras hasta un máximo del 30% del capital accionario. 
Luego, se agrega que dicho tope podrá ser ampliado en reciprocidad con los países que contemplen inversiones extranjeras en sus medios de comunicación, hasta el porcentaje en que ellos lo permitan. Cabe precisar que la ley considera medios de comunicación a los diarios, revistas, periódicos y empresas editoriales, emisoras de radio y televisión, productoras de contenidos audiovisuales y digitales, proveedoras de acceso a Internet y empresas de difusión en la vía pública.

Por otro lado, la Ley 25.750 determina la inaplicabilidad del mecanismo de salvataje de empresas previsto en la Ley de Quiebras, denominado cramdown, a los medios de comunicación. De este modo, se procuró impedir que los inversores extranjeros tuvieran la posibilidad de tomar hostilmente a las empresas de capitales nacionales que se encontraban en concurso preventivo y atravesaban serios problemas financieros, como  consecuencia de la depreciación de sus activos en dólares, producida por la devaluación y el considerable endeudamiento interno y externo del sector.

Es posible señalar que la referencia de Milei a esta norma en su discurso ante la Asamblea Legislativa forma parte del enfrentamiento con el Grupo Clarín, a raíz de la compra de Telefónica por parte de Telecom. En verdad, la actual administración ya se había referido a la Ley 25.750. 

En efecto, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, elaboró un proyecto de ley, en donde se propone la derogación de un total de 63 normas, conocido como Ley Hojarasca. 

Dicha iniciativa procura "...eliminar toda legislación que no se condice con los tiempos que corren ya sea por su carácter obsoleto, inútil, o por hacer sido superado por normas posteriores, por tratarse de legislación sobre temas de escasa relevancia o trámites inútiles que generan o incrementan costos para los ciudadanos". Entre las diferentes normas que se proponen derogar aparecen leyes que fueron sustituidas y englobadas por otras más completas y modernas, leyes que fueron superadas por la tecnología o el paso del tiempo y leyes que limitan la libertad individual. 

Dentro del paquete de normas a eliminar se encuentra la mencionada Ley 25.750. Se afirma que esta ley es de dudosa constitucionalidad, afirmando que "en un proceso de integración al mundo y donde se busca fomentar la inversión extranjera a los fines de promover el empleo, dicha norma debe ser derogada". 

Ya sea como parte de la hojarasca o a raíz del nuevo conflicto con el Grupo Clarín por la compra de Telefónica, es probable que la señalada ley vuelva a ocupar un lugar en el debate parlamentario. 

Cabe preguntarse si en esta oportunidad se formará nuevamente la alianza política que tuvo lugar en los agitados años de comienzo del siglo.
Fotos: Emmanuel Fernández, El Economista
Fuentes: Señales, El Economista

La libertad de expresión ya no se expresa libremente

Nos llevó mil años conquistar el derecho revolucionario a pensarlo y decirlo todo, y ahora asistimos a una contrarrevolución liderada por la oligarquía tecnológica de Donald Trump 
Por: Juan Gabriel Vázquez
Durante las seis horas del vuelo que me llevó a Nueva York me encontré preguntándome, con más inquietud de la que había previsto, qué me encontraría al llegar. Todo ha cambiado en los últimos dos meses, desde que un gobierno de fanáticos reaccionarios y oligarcas de la tecnología les ha declarado la guerra a las libertades civiles de un país que siempre se ha jactado de defenderlas. Uno de los blancos más notorios de los ataques ha sido lo que en Estados Unidos se llama free speech: la libertad de expresión. Los ataques pueden ser ridículos pero alarmantes, como retirarle a la Associated Press el ingreso a la Casa Blanca por no llamar "golfo de América" al golfo de México, o pueden tomar formas abiertamente dictatoriales, como prohibir el uso de palabras —por ejemplo, "diversidad", "inclusión", "género" y "justicia ambiental"— en los documentos oficiales. Si a finales del siglo pasado me hubieran dicho que eso ocurriría aquí, en la tierra de la Primera Enmienda, no habría dado crédito. Pero aquí estamos.

Por razones que no vienen al caso, en el vuelo estuve releyendo las Seis propuestas para el próximo milenio, la colección incompleta de conferencias que Italo Calvino habría debido pronunciar en Harvard si la imprevisible muerte no se lo hubiera impedido. Calvino murió el 19 de septiembre de 1985, poco antes de viajar a Estados Unidos, y ni siquiera llegó a escribir la última de las seis conferencias que había planeado. Las que llegó a terminar se quedaron sobre su escritorio, cada una en su propio sobre transparente, y las cinco en una carpeta rígida, listas para el viaje; y esas versiones son las que nos han llegado a los lectores de lengua hispana en la traducción de la gran Aurora Bernárdez. Ahora bien: las Seis propuestas son un prodigio de erudición e inteligencia como hay pocos en nuestras épocas recientes, y están además escritas con gracia, una virtud que no se aprende ni puede enseñarse; pero yo, que en los años noventa las leí con admiración despreocupada, ahora me encontré leyéndolas con algo que sólo puedo llamar melancolía.

La culpa la tuvieron unas pocas líneas de la presentación que escribió Calvino: un párrafo breve que justifica las conferencias. "El milenio que está por terminar", se lee allí, "vio nacer y expandirse las lenguas modernas de Occidente y las literaturas que han explorado las posibilidades expresivas, cognoscitivas e imaginativas de esas lenguas. Ha sido también el milenio del libro; ha visto cómo el objeto libro adquiría la forma que nos es familiar. La señal de que el milenio está por concluir tal vez sea la frecuencia con que nos interrogamos sobre la suerte de la literatura y del libro en la era tecnológica llamada postindustrial". Quince años antes del fin del milenio, Calvino carecía de los medios, las informaciones y los conocimientos necesarios para aventurar siquiera lo que nos ha ocurrido, y es casi conmovedor sentir en sus palabras la ignorancia de lo que la "era tecnológica llamada postindustrial" acabó significando. Pero Calvino añade que no quiere aventurarse en previsiones de este tipo. "Mi fe en el futuro de la literatura", dice, "consiste en saber que hay cosas que sólo la literatura, con sus medios específicos, puede dar".

¿Es eso cierto? Yo me he pasado media vida tratando de averiguar cuáles son esas cosas, y, aunque este espacio es demasiado breve para discutirlas, puedo con alguna certeza decir que existen: allí están esas cosas, yo las he visto, yo he constatado su presencia fantasmal entre nosotros. La gente extraña que lee novelas o poesías las sigue leyendo, y la hay incluso que las considera de cierta utilidad, si no como espacio de rebeldía, por lo menos como mecanismo de defensa contra las imperfecciones del mundo (su falta de forma, su fealdad inevitable, su tosca crueldad o su crasa estupidez). Después de que Calvino escribiera sus consideraciones, la muerte de la literatura y del libro se ha declarado varias veces; pero ahí siguen, la una igual que el otro, como el dinosaurio de Monterroso. Y, sin embargo, en mi vuelo me encontré preguntándome si lo que ha enfermado no es más bien ese sistema de libertades que asociamos con el libro porque el libro nos ayudó a conquistarlas. Sí: la libertad de expresión es una de ellas.

Escojo mis palabras con cuidado para evitar los riesgos de tocar estos temas: la cursilería, el catastrofismo a la moda, el pesimismo ingenuo o el buenismo nostálgico. Pero a veces me parece difícil no sentir que, si nos pasamos buena parte del milenio pasado conquistando el derecho revolucionario a pensarlo todo (o a que no estuviera prohibido pensar nada) y aun a decirlo, ahora asistimos a una contrarrevolución en toda regla, liderada desde la oligarquía tecnológica de Trump. Desde luego que en Estados Unidos siempre ha estado muy viva una pasión por la censura de todo lo que resulte incómodo, pero yo no pensé nunca llegar a ver que en este país los Estados permitieran y aun normalizaran la censura de libros, y que el Gobierno rechazara las quejas con esa frase frívola y despectiva al mismo tiempo, esa frase hipócrita que niega la existencia misma de la censura mientras todo el mundo la está viendo: Biden’s book ban hoax. En traducción libre: "El bulo de Biden sobre los libros prohibidos".

Y sí: este es el mismo Gobierno que declaró, en una orden ejecutiva, que la censura de cualquier forma de expresión era "intolerable en una sociedad libre". Si usted ha seguido estos debates, ya sabrá a qué se refiere realmente la comunicación del Gobierno de Trump: se trataba de quitarles a las redes sociales las responsabilidades que alguna vez se echaron encima. En el universo de los nuevos oligarcas, la libertad de expresión equivale al poder impune de desinformar o mentir, y hacerlo no sólo por intereses políticos, sino porque la desinformación y la mentira se monetizan mejor que la información y la tediosa verdad. Cuando Zuckerberg y Musk desmantelaron sus sistemas de confirmación de datos o de control de noticias falsas, estaban rociando con gasolina el incendio de la posverdad; pero fue muy fácil disfrazar la jugada de defensa de la libertad de expresión, y contar con la infinita capacidad del trumpismo para lo que en inglés se llama gaslighting: negar lo evidente, confundir hasta que la gente cuestione su propia percepción de la realidad. Ahora Jeff Bezos ha enviado un memorando al equipo del Washington Post para informarle de que las páginas de Opinión defenderán siempre la libertad de mercado y las libertades personales; y, en nombre de la libertad, cualquier opinión que no las defienda será eliminada.

Italo Calvino no alcanzó a ver el milenio de las redes sociales y su impacto nefasto, el milenio de millonarios infantiloides con motosierras en la mano, el milenio del culto que les dedican los imbéciles de medio mundo, el milenio de libertades que se van deshaciendo ante nuestra impotencia o con la complicidad de muchos. No hubiera podido imaginar las formas en que una serie de revoluciones tecnológicas se han convertido en contrarrevoluciones humanistas, guerras abiertas contra las lentas conquistas del milenio precedente, todo disfrazado de defensa de esas conquistas. Es imposible saber dónde acabará todo esto, pero en mis conversaciones de este viaje asoma con frecuencia una palabra, resistencia, y eso es lo único que puede postergar el desconsuelo.
Juan Gabriel Vásquez es escritor. Su último libro es Los nombres de Feliza (Alfaguara)
Fuente: Diario El País

sábado, 1 de marzo de 2025

Donald Trump recurre a demandas, listas negras e investigaciones gubernamentales para controlar la cobertura mediática

Por: Sarah Yáñez-Richards
En sus primeras seis semanas en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha delineado una estrategia para controlar lo que publican los medios sobre él mediante listas negras, demandas, investigaciones gubernamentales y el apoyo de los multimillonarios dueños de periódicos y redes sociales.

"No puedo pensar en otro momento en la memoria reciente en el que hayamos visto este tipo de ataque a la libertad de expresión y prensa", dijo a EFE Craig Aaron, codirector ejecutivo de Free Press, una organización sin fines de lucro que examina la libertad de prensa.

De acuerdo con el experto, la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos -que protege la libertad de expresión y prensa- está diseñada para proteger a las personas de las intrusiones del gobierno, pero "esta administración la está utilizando como arma para perseguir las coberturas que no les gustan".

Demandas a título personal e investigaciones gubernamentales
Trump, que en su primer mandato (2017-2021) popularizó el término de ‘fake news’ (noticias falsas) para desacreditar las informaciones que no le convenían, ha ampliado ahora su abanico de medidas contra lo que él considera una cobertura incompetente y de izquierdas.

Y como hace ocho años, la Casa Blanca justifica esa campaña con el argumento de que hay que dar cabida a nuevas voces y medios, en su gran mayoría afines a Trump.

El magnate republicano ha presentado a título personal muchas demandas contra empresas de medios de comunicación y redes sociales, que en varios casos han conseguido frenar esos procesos a golpe de talonario.

Así, la cadena ABC pagó 15 millones de dólares a Trump como parte del acuerdo para contener una demanda por difamación; Meta acordó pagarle 25 millones para archivar otra demanda de 2021 por las suspensiones de sus cuentas en Facebook e Instagram tras el asalto al Capitolio, y X (antes Twitter) aceptó pagar unos 10 millones en un caso similar.

Ahora todos los ojos están puestos en Paramount Global, el propietario de CBS News, después de que Trump pusiese una demanda por 10.000 millones de dólares por la "edición selectiva" en el programa ’60 Minutes’ de una entrevista con la candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, durante la campaña electoral del año pasado.

La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), dirigida por Brendan Carr -quien ha sido designado por Trump- también está investigando dicha entrevista, pero la cadena CBS ha negado cualquier negligencia en la edición de esa entrevista.

El factor que complica la situación es que Paramount necesita la aprobación de la FCC para fusionarse con Skydance Media.

"Aquí es donde vemos el verdadero abuso de poder, (de) un actor gubernamental que lo usa para perseguir a una empresa que el presidente tiene en la mira", anotó Aaron.

Las listas negras
En la última campaña electoral, Trump dio la espalda a los medios tradicionales que no le eran afines y se decantó por dar entrevistas en pódcasts -como el exitoso programa de Joe Rogan- o hacer vídeos con ‘influencers’ paras las redes.

Una vez en el poder, Trump prohibió a la agencia AP entrar al Despacho Oval y al avión presidencial, Air Force One, por usar el término ‘Golfo de México’ en lugar de ‘Golfo de América’ después de que él decretara el cambio del nombre.

La Casa Blanca anunció esta semana que se han establecido nuevas reglas para los medios y ahora será el propio Gobierno el que decidirá qué periodistas pueden hacer preguntas a Trump en los actos oficiales, una tarea que hasta ahora correspondía exclusivamente a la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca (WHCA).

"Esta medida no devuelve el poder a la gente, se lo da a la Casa Blanca", lamentó Jacqui Heinrich, que cubre a Trump para la cadena conservadora Fox News, en un mensaje en la red social X.

El poder de los multimillonarios
La intervención de millonarios que han mostrado su apoyo a Trump también preocupa a las organizaciones encargadas de velar por la libertad de prensa.

"Elon Musk, aliado de Trump, desmanteló las escasas garantías de confianza y seguridad existentes cuando tomó control de Twitter (ahora X) y prohibió arbitrariamente el acceso a la plataforma a periodistas que lo criticaban", anota en un comunicado Reporteros sin Fronteras.

Por su parte, Aaron, el experto que habló con EFE, critica la intervención de Jeff Bezos, ahora aliado de Trump, en el Washington Post, el periódico del que es propietario desde 2013.

El fundador de Amazon acaba de imponer la aparición en el diario de artículos de opinión "favorables a las libertades personales y al libre mercado" y decretar que las opiniones de otras corrientes políticas deberán publicarse en "otros medios", lo que ha provocado la dimisión del editor de esa sección, David Shipley. 
Foto: Andrew Harnik / Getty Images
Fuente: Agencia EFE

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