Por: Julio Petrarca, Defensor de los lectores de Diario Perfil
Cuando quienes ejercen el poder creen que periodistas o medios (o ambos) pueden poner en riesgo sus políticas y acciones, y como consecuencia atacan a esos periodistas y medios con todas las armas legítimas y espurias, algo se quiebra en el normal funcionamiento de la democracia. Se ha dicho en estas columnas que el respeto para con quienes ejercemos este oficio es esencial para el sistema. Atacar los dichos de un periodista es un hecho grave, y lo es más si el máximo funcionario del gobierno es el autor de esos ataques.
Lo sucedido esta semana como consecuencia de una información difundida por la periodista Silvia Mercado acerca del destino actual de los perros del señor Milei no es menor. El Presidente, una vez más, ha aplicado sus desmedidas formas para deslegitimar informaciones incómodas y personalizarlas en quienes sirven de correa de transmisión entre los hechos y el público.
No se trata, con estas líneas, de confirmar o desmentir los dichos de la periodista. Solo decir que es insultante el tono con el que Milei ataca a Mercado. Ella insiste en que fuentes confiables confirmaron que sus afirmaciones fueron ciertas. Milei y su vocero insisten en que son falsas. Y califican a la periodista de mentirosa, un insulto.
No es la primera vez. Tampoco la afirmación más virulenta surgida de la boca o de algún texto de Milei. El 8 de diciembre de 2023, dos días antes de la asunción del nuevo gobierno, la organización Reporteros sin Fronteras (RSF), con sede en París, advertía: "El economista ultraliberal de extrema derecha Javier Milei asumirá la presidencia de Argentina el próximo 10 de diciembre. Ante su actitud abiertamente hostil hacia los periodistas y su desprecio de las normas internacionales sobre el derecho a la información, Reporteros sin Fronteras (RSF) da la voz de alarma: es necesario ofrecer garantías para proteger el trabajo de los periodistas". Con la firma de Artur Romeu, director de la Oficina América Latina de RSF, señalaba entonces: "Por desgracia, el estilo agresivo de Javier Milei con la prensa no es una novedad en la escena política mundial. Ha llegado al poder replicando la estrategia empleada por otros jefes de Estado del continente americano, como Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en Estados Unidos, que celebraron su victoria. Al igual que ellos, el nuevo presidente argentino utiliza una retórica abiertamente hostil hacia el periodismo, retomada y amplificada en las redes sociales por sus seguidores. Esta estrategia tiene como objetivo desacreditar a los medios y periodistas críticos con su política. Al anunciar que está dispuesto a calificar a un sector de la prensa como enemigo de su gobierno, la llegada de Javier Milei a la jefatura del Ejecutivo argentino es un mensaje de alarma para el periodismo en el país".
Es alarmante esta constante actitud de Milei y de buena parte de sus adláteres en el sentido de denostar las manifestaciones de la prensa que no les son gratas. Un hecho tan mínimo (el lugar de residencia de los perros presidenciales) desencadena manifestaciones de ira en detrimento de la libertad de expresión.
El 20 de agosto pasado, decía este ombudsman en su columna: "El factótum de la comunicación nazi, Joseph Goebbels (quien en un momento de su vida fuera periodista), escribió en su diario el 14 de abril de 1943, plena guerra y plena vigencia del terror: 'Cualquier hombre que aún conserve algo de honor deberá tener mucho cuidado de no convertirse en periodista'. Así veía ese régimen a quienes ejercían el oficio. En cuestión de meses, el régimen nazi destruyó la prensa libre alemana, que antes fuera tan vigorosa".
Vale recordarlo hoy.
Fuente: Diario Perfil