Veintisiete años nos distancian del brutal asesinato de José Luis Cabezas, el reportero gráfico de la Revista Noticias que mostró el rostro de Alfredo Yabrán, empresario y socio privilegiado del menemismo a quien el anonimato le permitía operar con impunidad. Hoy es más difícil ocultarse, pero eso no tiene como correlato que los detentores del poder estén perdiendo posiciones. Por el contrario, ocultarse ya no parece necesario. En tiempos de redes sociales, donde todo se captura, se exhibe y se replica, la vorágine es tal que, tan pronto como las denuncias aparecen en los medios, son reemplazas por otras noticias, a veces falsas, a veces banales, que conducen a que cualquier asunto de interés público pierda relevancia y sea olvidado de inmediato. La nueva forma de ocultamiento contra la que es preciso luchar es la desinformación.
Asistimos a un marco complejo donde la concentración mediática, que escalaba cuando José Luis Cabezas se desempeñaba como reportero gráfico durante el neoliberalismo de los noventa, se ha profundizado significativamente y donde los avances en las Tecnologías de la Información y Comunicación han permitido no solo alcanzar audiencias específicas con mensajes a medida, sino también manipular y acallar las voces disidentes. Con tal maquinaria, el poder económico, financiero, judicial y mediático ya no necesita esconderse, es más, se expresa libremente sin necesidad de acudir a eufemismos y hace explícita su determinación a no esperar. Busca concretar sus objetivos -vía DNU, Ley Ómnibus o represión- sin importar los obstáculos que se interpongan, aunque lo que tenga en frente sean las mismas instituciones democráticas o los derechos más fundamentales del pueblo.
Cabezas fue un trabajador de prensa que honró su oficio-profesión a partir de su compromiso irrenunciable con la verdad, la que no debe ser socavada ni por la falta de información ni por operaciones de desinformación, que incluyen el negacionismo y los discursos de odio. Recordarlo es, justamente, defender el valor indispensable del trabajo periodístico para garantizar el derecho a la información, entendida como bien público y social. Recordarlo implica, además, sostener que les trabajadorxs de prensa, en particular, y les trabajadorxs en general no vamos a permanecer pasivxs frente a esta ofensiva del poder que viene por todo. Honrar al compañero José Luis Cabezas, a 27 años de su asesinato, significa alzar -con él, por él- la cámara, sostener firmemente la lucha colectiva y apuntar siempre hacia un futuro más justo ¡Cabezas presente!
Rosario, 25 de enero de 2023
Acompañanos en el Camarazo, que se realizará hoy a las 12hs, en la Plaza Pringles
Desde hace 27 años, el nombre de José Luis Cabezas está asociado a los costos de mostrar y nombrar a los grandes empresarios que son dueños de negocios legales e ilegales. ¿Cuántas fotografías nos faltan para conocer a los que mueven los hilos el flujo de dinero en la provincia de Santa Fe y la Argentina que vinculan exportaciones y bandas narcopoliciales?. ¿Cuántas y cuántos trabajadores de prensa y reporteras y reporteros gráficos sufren condiciones laborales y salariales precarias?.Hay nuevos Yabranes que siguen desconocidos y distintas formas de explotación laboral para las personas que intentan contar y mostrar quiénes son los multiplicadores del dolor. Por eso tiene sentido, como siempre, recordar, volver a pasar por el corazón, aquel asesinato de José Luis Cabezas. No solamente para no olvidarnos de él, si no para seguir mirando alrededor y descubrir a los delincuentes de guante blanco.Carlos del Frade, Periodista de investigación. Diputado Provincial del Frente Social y Popular de Santa Fe