Uno de los compañeros atacados reconoció entre los agresores a un patovica que se encontraba custodiando la puerta de la nueva redacción del Grupo Crónica de la calle Combate de los Pozos, durante el acto que realizó el Plenario de delegados para repudiar el accionar de los Olmos, empresarios que hicieron su fortuna como gerenciadores de la obra social de la UOM, el sindicato de origen del secretario general de la CGT oficialista, Antonio Caló.
Los compañeros estaban pegando los carteles en las inmediaciones de Publirevistas de La Nación e Infobae, en la zona de Palermo, muy lejos de cualquiera de las sedes de Crónica y BAE. Es decir que no fue un encontronazo casual: hubo un plan y los compañeros fueron seguidos.
La premeditación también salta por otro testimonio. Testigos denunciaron cómo el domingo, en la planta donde se imprimen Crónica y BAE, Gomez, el director del taller, intentaba armar una patota con personal de seguridad de la empresa, con el objetivo de arrancar los carteles que estaban pegados por el centro de la ciudad de Buenos Aires.
Esta agresión contra los delegados se suma a la presencia de los patovicas en la redacción de Crónica para intimidar a los compañeros que están en lucha. Toda una metodología de esta patronal, que ostenta el antecedente de que en 2005 mandó una patota para romper a los golpes una asamblea en la redacción de Crónica, donde varios periodistas terminaron hospitalizados.
Estamos, claramente, ante un irresuelto problema histórico y político: una patronal de medios que tiene por método golpear a periodistas está desde el vamos inhabilitada moralmente para dirigir un diario o cualquier medio de comunicación. Mucho menos si se la pretende ubicar en la perspectiva de la comunicación contra hegemónica o de la defensa de la pluralidad de voces, a esta altura una mueca cínica. No pueden ya siquiera liberar la palabra: la suprimen. Es el relato patotero.
Pero se trata, por sobre todo, de una clara muestra de impotencia que ha devenido en desesperación.
El cambio, entre gallos y medianoche, de razón social (se trata de inventar una nueva empresa a la carta, sin delegados) para hacer pasar los planes de convergencia de redacciones y multitarea, es una confesión de la catadura del proyecto y de la incapacidad de convencer a los compañeros sobre las ventajas de esta modalidad, o de quebrarlos. Como no puedo hacer el gol, me compro otro arco, sin arquero.
Luego, la resistencia de los compañeros, la denuncia en los medios y la imponente reacción gremial de esta semana que incluyó una exitosa medida en todas las redacciones -y una marcha para el viernes próximo al Ministerio de Trabajo-, los puso en el camino del accionar demente y extremo.
La Naranja de Prensa junto a los abogados de la Asociación de Profesionales en Lucha (APEL) ya se encuentran abocados a la tarea de realizar la denuncia correspondiente.
Por supuesto que hacemos responsables de esta agresión y por la integridad física de nuestros compañeros en general, a la patronal de los Olmos y al secretario general de la CGT, Antonio Calo y advertimos a todo el movimiento obrero que, mediante la movilización y la lucha, tenemos que poner freno al accionar de estas mafias enquistadas en las direcciones de nuestros sindicatos.
No vamos a permitir que este hecho quede impune. Entre otras cosas porque estamos otra vez ante la fatal combinación de patotas armadas por empresarios prebendarios del presupuesto público en alianza con burócratas sindicales, el tridente que acabó con la vida de nuestro compañero Mariano Ferreyra.
La virulencia de los Olmos, como hace días la de Perfil, es proporcional a la rebelión que surca el gremio de prensa, con sus métodos de deliberación democrática, movilización y acciones directas procesadas por plenarios de delegados y de paritarios responsables ante sus bases.
Viva la lucha de Crónica y BAE, viva la lucha de los trabajadores de prensa. A este gremio no lo callan nunca más.