sábado, 29 de marzo de 2014

Pura ficción...

Silvia Cruz es comentarista destacada del diario. Terminó de leer la nota que decía "Murió el ladrón apaleado por vecinos en barrio Azcuenaga" y publicó lo suyo: "La gente prefirió ahorrar un paso y lo llevaron directo al cementerio, era un choro y ahora ya no lo es mas! Uno menos!!!, festejó en el diario digital.
Maxi es su hijo, tiene la misma edad del pibe que asesinaron. A esa hora estaba despidiéndose de la casa de su amigo Exequiel.
- “Vemos que hace Benja y nos encontramos más tarde?” le dijo Maxi a su amigo.
- “Dale te wasapeo”
- "Después te quedas en casa", invitó Maxi.
Maxi sacó su teléfono. Conectó los auriculares y empezó a sonar "Ese maldito momento".
Consultó el “Cuando llega” y supo que en 2 minutos pasaba el 148, mientras caminaba a la parada.
Pensó que si corría esas casi 3 cuadras lo alcanzaba. Y Corrió...
Cruzó la calle, escuchó a su alrededor gritos, ladridos y el ruido de una moto con escape libre.
“Quién hubiera imaginado que llegaría el momento, ese maldito momento de mirar para un costado”, cantaba a coro con “No Te Va Gustar” que atronaba en sus oídos. Pero él miraba hacia adelante. Su atención estaba en llegar a tomar el 148.
Escuchó un grito. Desde un auto vio como un tipo descolocado se bajaba con furia.
Pensó que era un robo. Apuró su carrera. Pero no, no era un robo. El tipo lo bajó de una patada voladora. Su humanidad dio de lleno contra el cordón. Enseguida vio como una turba pateaba todo su cuerpo. Escuchó más gritos y una mujer que pedía "matalo así no jode más!".
Una abuela desde su jardín pedía que lo dejen: “Basta…, paren, lo van a matar”, gritó sin suerte.
Al costado del cuerpo de Maxi había “charcos de sangre”.
Llegó un móvil de la policía. El cana a los gritos, empuñando su arma, logra parar esa bestialidad. A los empujones se abre paso buscando llegar al joven.
El altavoz de la radio avisa que a la vuelta una señora mayor había sufrido un robo. El ladrón huía hacia el norte en una moto, llevaba casco puesto y el bolso de la señora.
La situación se calmó. Ahora solo hay un ruido sordo, poco perceptible, confuso. Como murmullo de los auriculares se escucha “no sigo mas, no tengo resto”.
Piden la ambulancia. El móvil y sus dos ocupantes se van, no sin antes anunciar que ya llega el SIES.
Solo la abuela y su esposo quedan al lado de Maxi, que casi no respira.
Los salvajes que estaban en ese lugar, ahora están con cara descolocada y en silencio abandonan el territorio.
Llega la ambulancia. El médico ya nada puede hacer. Mira la escena, pide datos y avisa a base que se encontró con un NN sin vida.
A su lado está el matrimonio mayor y un vaso de agua que Maxi ni tocó.
A 30 cuadras de ese lugar Silvia Cruz, comentarista destacada del diario, buscaba los rebotes a su mensaje. Lo encontró y se indignó. Uno le respondió : "preparate para la ley de la selva y no te quejes mañana si terminás siendo la presa".

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