"Hace unos días, cuando a nuestro número 19 ("Monghola") le quedaba poco tiempo en los kioskos, quienes dicen ser abogados de la revista ¡Hola! nos enviaron un burofax (ver abajo) en el que, por una supuesta vulneración de su marca registrada, nos ordenaban que en un plazo de 72 horas cesásemos la comercialización, reproducción, distribución, puesta a disposición del público a través de Internet o de cualesquiera tipo de aplicaciones y publicidad del número 19 de Mongolia; retirásemos de los puntos de venta y distribución los ejemplares de dicho número de la revista; destruyésemos el stock de ese número de la revista que tuviésemos almacenadas, facilitando muestra fehaciente de dicha destrucción; facilitásemos los datos relativos a las ventas del número 19 de Mongolia, así como los datos de los distribuidores y puntos de venta”, explica el comunicado.
Las muestras de apoyo no se han hecho esperar y Mongolia ha conseguido movilizar a buena parte de sus seguidores (alrededor de los 140.000 en Twitter y de los 61.750 en Facebook) que, en línea con el tono de la publicación, se han dirigido hacia ¡Hola! con sorna desde estas redes sociales.
“Después de alrededor de 20 días en distribución y en kioskos, la revista ¡Hola! se entera de que nuestra publicación, con una tirada de 40.000 ejemplares, con la que comparte puntos de venta y distribuidores y de la que muchos de sus periodistas han reseñado su portada, le ha copiado supuestamente el logo”, decían los editores de Mongolia a sus simpatizantes, que también han hecho alusión a la libertad de expresión que debería imperar en el territorio de los medios de comunicación.
