Todos los que alguna vez pisamos la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA escuchamos hablar sobre la modificación urgente de la ley de medios de la dictadura; participamos en foros, firmamos solicitadas, y estuvimos de acuerdo en generar un debate extra-facultad para que la sociedad en su conjunto comprendiera la importancia de legislar en materia de medios de comunicación audiovisual.
En la madrugada del 10 de octubre de 2009 fue aprobada la ley 26.522, apoyada por todo el arco oficialista y aliados políticos; los medios tradicionales (el oficialismo utiliza el término hegemónicos) no acordaban con la ley sancionada, aducían que iba a generar problemas por el cierre de sus empresas y por encontrar en la ley tintes autoritarios.
Desde mi visión, la LDMCA** (Ley de Medios de Comunicación Audiovisual) es un documento académico que tiene aportes interesantes para generar una cultura inclusiva, pero, y aquí viene el problema, es una ley de imposible cumplimiento: en ninguno de sus artículos y agregados se habla de financiación, y si hablamos de televisión, hablamos de una maquinaria aceitada que subsiste gracias al aporte de entes privados (empresas, ONG´s,) y publicidad oficial. En la Argentina existe hoy un debate muy fuerte sobre publicidad oficial y compra de voluntades políticas. Si enumeramos todos los casos denunciados por discriminación de pauta oficial a medios críticos del gobierno nacional o gobiernos regionales, saldría del eje que planteo: la imposibilidad de financiación de programación (la publicidad oficial, según ADC / Asociación Por Los Derechos Civiles, se da en gran parte a medios que responden positivamente a los políticos de turno). En el caso de las productoras alejadas de Buenos Aires existe un problema extra: subsisten (subsistimos) gracias al aporte de entes privados (en un número menor al de Buenos Aires!), que se interesan por nuestros productos, confían en nosotros, y generan movimiento económico a través del trabajo de: editores, periodistas, productores, camarógrafos, guionistas, iluminadores, sonidistas, gaffer, maquilladores, conductores y directores.
Al reducir la publicidad en varios minutos (12 a TV abierta y 8 a TV por cable) y fiscalizar el AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) la PNT (publicidad no tradicional) no podemos mantener las estructuras laborales mínimas para sostener las productoras en las cuales trabajamos; la nueva LDMCA exige la máxima calidad de servicios (productos) televisivos cumpliendo parámetros europeos, y no nos dice como pagaremos esos servicios. En una sociedad capitalista el trabajo es rentado, y para poder pagarle a los trabajadores necesitamos dinero, ¿donde está ese dinero?, en la publicidad, ¿y si desaparece el dinero de la publicidad? Tenemos que cerrar las productoras.
Las grandes empresas de comunicación (operadoras de cables) están emitiendo programación de bajísima calidad para completar tiempos obligatorios de programación infantil, sin cumplir un solo parámetro de lo especificado en el ítem de la UNESCO en las generales de la LDMCA; desde el punto de vista crítico, es detestable, desde el punto de vista racional económico, es la única salida posible: al no contar con publicidad en el espacio de programación infantil y obligar al explotador del cable a pasar tres horas por día de la misma (resolución 474/2010 AFSCA), los productos locales destinados a ese público serán hechos con la mínima tecnología disponible, actores principiantes o ni siquiera actores, pésima musicalización y peor edición. Algo totalmente lógico si vaciamos de dinero a las productoras de TV regionales sin tener otras fuentes de financiación para poder mantener nuestras empresas funcionando.
En el canal Somos El Valle, propiedad de Cablevisión Alto Valle de Río Negro y Neuquén, emiten un programa destinado a la infancia, de tristísima calidad, solo para ocupar las tres horas exigidas por la ley para la niñez, ¿no es un mecanismo perverso obligar a productoras locales a hacer malos productos que nada tienen que ver con el espíritu europeo de la ley?, esto tiene una respuesta:
Según José Crettaz no es lo mismo Disney Channel produciendo programas para chicos, que una productora que cobra 2000 pesos una tanda publicitaria y a la cual le sacan tres minutos de publicidad y todos los zócalos.
Calculando que un editor cobra como mínimo 500 pesos para editar un programa semanal de media hora, el dinero que recauda la productora con las limitaciones de publicidad hace imposible sostener a ese editor profesional: ¿quien hace la edición entonces?: el primer amateur que ande dando vueltas por ahí, que probablemente sea el hijo o el sobrino del dueño de la productora, ¿seguimos hablando de televisión de calidad similar a la europea? ¿Estamos compitiendo con el imperialismo cultural, o solo le quitamos audiencia a la televisión regional para que Disney Channel sea la única opción... ¿porque la televisión local es pésima?.
El caso de la obligación de emitir tres horas de programación para niños lo uso como ejemplo, en todas las áreas de producción existe el mismo problema.
Para ir resumiendo, sin aportes estatales que signifiquen mucho dinero a las productoras independientes, sin acceso a la publicidad oficial, y con limitaciones insostenibles por rebaja de tiempo de publicidad, los mayores perjudicados por la LDMCA serán los televidentes, que optarán por lo que AFSCA desea que “en rigor” no pase: que nadie esté dispuesto a ver la televisión que producimos en la Argentina. La Utopía de una televisión comprometida con mejorar los valores sociales solo podrá ser ejercida por canales oficiales, y eso, desde mi punto de vista, dista de ser democrático, ya que atenta contra la pluralidad de voces.
* Periodista, Productor de TV Regional (Alto Valle de Río Negro y Neuquén)
**El nombre correcto es Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA)
El Diario Clarín publica hoy otra nota del autor: La ley de medios ya causa estragos en el interior
Fuentes:
Portal UnescoDiario La Nación On Line
Diario Clarín
Latin America Media Observatory
Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual
Asociación por los Derechos Civiles
Publicado originalmente en Simultaneidades