domingo, 7 de junio de 2009

Periodistas en su día

Organizado por el Círculo de Periodistas Deportivos de Esperanza se realizó ayer un sencillo acto recordativo de la fecha en la esquina de San Martín y Castelli, lugar donde fuera asesinado el periodista Pedro Stein. Participaron autoridades locales y trabajadores de diferentes medios de comunicación de la ciudad.
Al momento de los mensajes Alexis Bonetto y José Zenclussen se refirieron a la fecha y destacaron las realizaciones del Círculo de Periodistas.
Invitaron a todos los comunicadores a sumarse y recordaron que el próximo miércoles se realizará una cena de camaradería en "La Posta de Juana" para la cual hay que realizar las reservas a los miembros del CPDE.
Al momento de referirse a la fecha, Zenclussen, dijo:
En nombre del Círculo de Periodistas Deportivos de Esperanza queremos agradecer a todos los presentes la posibilidad de participar de esta reunión en ésta esquina, en éste día especial.
El Día del Periodista fue establecido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas. El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la "Gazeta de Buenos Ayres", primer periódico de la etapa independentista argentina.
La Primera Junta marcó su inicio por decreto para difundir actos oficiales y sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
La historia nos ubica en la fecha y el lugar. Aquí el periodista alemán Pedro Stein fue asesinado por causas políticas el 21 de abril de 1912. Hasta ese año se editó en Esperanza el periódico La Unión, que dirigido por Stein había visto su primer número en 1891, incluyendo en sus primeros seis años dos suplementos semanales redactados en alemán e italiano. Al momento de la muerte de Stein otro periódico se publicaba en la colonia, el Diario El Colono, que fue fundado por Rodolfo Lehmann el 21 de abril de 1912.
Noventa y siete años después de la muerte de Stein y a casi doscientos años de la aparición de “La Gazeta” un grupo de trabajadores de prensa, autoridades, integrantes de instituciones intermedias y público en general… nos encontramos aquí trazando un puente imaginario al presente, como lo venimos haciendo en este lugar desde hace nueve años.
Hoy es el Círculo de Periodistas Deportivos quien nos convoca, una agrupación de trabajadores de prensa que resta tiempo a su descanso sin otro objetivo que la búsqueda de su crecimiento profesional y su espacio en la comunidad.
Varios integrantes de la agrupación, entre ellos el presidente y vice, se encuentran en estos momentos trabajando fuera de la ciudad y no pueden acompañarnos, pero entre todos, pudimos fijar relaciones de trabajo maduras, sobreponernos a divisiones o señalamientos que a veces sufrimos por la competencia de los medios en los cuales trabajamos y mantenemos un buen lugar de encuentro.
Como Círculo de Periodistas Deportivos fuimos promotores de la Fiesta del Deporte y logramos destacar a nuestros deportistas en el final del año calendario, promovemos momentos de convivencia alrededor de una mesa y discutimos mucho entre todos con pasión y respeto.
Compartimos encuentros de capacitación y pedimos a nuestros compañeros que se sumen participando, ya no solo con quienes desarrollan su trabajo en el ámbito deportivo sino a los trabajadores de la prensa en general.
No somos ajenos a la realidad que nos toca vivir donde la débil situación laboral de los trabajadores de prensa se sustenta en la informalidad patronal y en la crisis económica.
Mantenemos contacto con la Asociación de Prensa de Santa Fe que está hoy sumida en un proceso normalizador que finalizará con la elección de nuevas autoridades en el mes de noviembre próximo.
También respaldamos la iniciativa de discutir en cada uno de los foros abiertos una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que brinde igualdad de oportunidades, entendiendo que la modificación de una ley de radiodifusión vigente desde la época del proceso militar no debe dividirnos sino unirnos en una instancia superadora.
Esta tribuna, la de este 7 de junio del 2009 no busca señalar, victimizar, ni rescatar a los periodistas como superhéroes, sino reconocer su importancia social, su responsabilidad y su trabajo diario con las alegrías y las tristezas, las libertades y las presiones.
Esas presiones y condicionamientos que se viven en todos los ámbitos de trabajo, desde el operario al que su patrón le pide producir más, el gerente que juega el futuro de su empresa y el trabajador de prensa que defiende su lugar de trabajo con la verdad, con la palabra, transformada en papel, en sonido, en imagen o en página electrónica.
También como comunicadores sociales no debemos olvidarnos que hoy la mayor presión la sufren cientos de trabajadores desocupados que despiertan sin saber si tendrán algo de alimento o abrigo para la compartir con su familia.
Hoy estamos aquí diciendo esto en democracia y sin censuras.
Por suerte para los trabajadores de prensa y para la comunidad, la ciudad cuenta hoy con numerosos medios de comunicación lo que garantiza la libertad de prensa y la multiplicidad de voces y opiniones.
Viviendo un tiempo de transformación, de cambios y de debates, donde algunos en distintos ámbitos olvidaron las conferencias de prensa o prefieren buscar opositores entre quienes son capaces de pensar distinto.
Hoy la apertura de posibilidades de opinión y participación de la comunidad en los medios de comunicación, nos permite enriquecer nuestro trabajo y lo pone bajo la lupa de la sociedad, a quien nos debemos.
A todos aquellos trabajadores de prensa que día a día asumen incansablemente el compromiso de ponerse al servicio de la gente, y se toman el oficio de informar no sólo como un trabajo, sino como una forma de vida, el reconocimiento y el deseo de un Feliz día Periodistas.

Fuente:
Esperanza día x día

¿Quien era Pedro Stein?
Periodista y Director del diario "La Unión", había nacido en Hannover, Alemania, el 16 de diciembre de 1862. Se radicó en el país en medio de la ola de inmigrantes que llegaba a poblar la pampa, en 1883, y luego de varias empresas, a partir de 1891, se dedica a la compra-venta de cereales. Este es un dato importante que cobra relevancia si se tiene en cuenta que en ese año, en el mes de noviembre, aparece el primer ejemplar del Diario que funda con el nombre de La Unión.
En la primera plana del primer número, la opinión central, hace una crítica cerril sobre el nuevo impuesto a los cereales decretado por el gobierno y que gravaba "onerosamente" la producción por excelencia de las colonias agrícolas.
La enjundia con que Stein ataca número tras número a la política oficial del gobierno provincial encabezada por el gobernador Dr. Cafferatta, va en aumento.
La sustancia del conflicto a la luz de los años y la historia, se expresa cristalina. Cafferatta debe estructurar un Estado en orden a la misma experiencia que vivía la Nación. En pocos años la población se había duplicado con una fuerte presencia extranjera.
La propia complejidad y crecimiento que a partir de la organización constitucional experimentó el país, exigía y demandaba la solución de mayores problemas de administración y control entre otras cosas, sumadas a las cíclicas crisis económicas. Concretamente era necesario reunir recursos para un presupuesto cada vez más dilatado.
Cafferatta tenía dos caminos: o aumentaba impuestos a los terratenientes, a cuyos intereses representaba o los aplicaba a la nueva fuerza productiva que crecía en el desierto: la inmigración que expandía la frontera agrícola en las colonias del oeste santafesino.
Un gobierno del régimen no podía aumentar impuestos a los dueños de la tierra, pues eran los ganaderos y estancieros, precisamente, quienes estaban en el gobierno.
El gobernador optó obviamente por aplicarlo a los cereales que producían las colonias. Sus productores no eran grandes terratenientes, de hecho una concesión en las colonias era de 33 hectáreas, por lo tanto el recurso impositivo recaudaría mucho más si se gravaba el volumen producido.
Es un dato importante a tener en cuenta, las motivaciones políticas para editar un periódico pesan tanto como las económicas. El compromiso militante como se demostrará más adelante, incluye los intereses de un acopiador de cereales que denuncia en su diario una política tributaria que grava el esfuerzo productor, denuncia además como las compañías ferroviarias (inglesas y francesas), cobran excesivos fletes que hacen encarecer el grano restando competitividad a los colonos en el mercado internacional y reduciendo sensiblemente el margen de utilidad.
Es decir: habla además el hombre de negocios, no se trata de un romántico o un exaltado embanderado con utopías revolucionarias. Hay un proyecto político claro, cuyas condiciones objetivas son genuinamente sociales y económicas. De ellas devienen luego muchas exigencias políticas y cívicas que constituirán la nervadura ideológica del radicalismo. El reclamo de derecho a votar de los extranjeros, la libertad de expresión, el pluralismo en las prácticas políticas y la transparencia de los procesos electorales. El civismo que exigía una república según el modelo europeo y acorde a la carta magna del país que los cobijaba.
El conflicto recrudece solo dos años después con la revolución de 1893 y la caída de Juárez Celman. Si bien Alem fracasa en Buenos Aires, aquí los colonos triunfaron en la lucha armada y tomaron Santa Fe.
Pero el resultado adverso a nivel nacional hace que Stein junto a muchos otros activistas se exilie en Uruguay, más precisamente en la ciudad de Montevideo.
La ley de amnistía del año siguiente le permite regresar y ahora abraza con firmeza la causa radical. La Unión Cívica que se oponía a los Roca y los Pellegrini, se fractura por la intransigencia de Alem que se resiste a negociar y que poco antes de suicidarse sintetiza en una palabra el significado de su ideario: radical.
En 1895 Stein es presidente del Concejo deliberante lo que habla de la consagración política y su inserción definitiva en el ámbito social e institucional de la época. Retoma la Dirección de La Unión y adquiere el paquete accionario del periódico.
De aquí en más, el camino recorrido hasta la ley Sáenz Peña, fruto de las conversaciones de este Presidente e Hipólito Irigoyen, la lucha local y regional por el control del radicalismo y el crecimiento político recorren años de inestabilidad institucional y paradójicamente de expansión económica.

Así llegamos a 1912

Son los años previos antes que, mediante la aplicación de la ley Sáenz Peña, del sufragio universal, secreto y obligatorio: el radicalismo consagre un Presidente de genuina representatividad sin los vicios de la violencia ni del fraude.
Pero la distinción que se impone para los hechos cuya exposición perseguimos, es la de una situación anómala a la que se correspondía con el marco nacional.
Aquí el radicalismo se impone con una inversión de la relación de fuerzas. Prácticamente la totalidad de los núcleos poblacionales coloniales son de origen inmigrante, no formaban parte de la masa clientelar dependiente de los favores del caudillo o del Dr. del pueblo.
La fuerza cívica cobró forma y precedió al nacimiento del Estado municipal mismo.
El radicalismo local y regional ganaba espacios como no le era posible en Buenos Aires o las antiguas ciudades que arrastraban tradiciones políticas de la época de Rosas y hasta del Virreynato. Y esto para los tiempos del Stein, periodista y activista, constituyen condiciones singulares.
Otro dato de trascendencia es la de la ruptura de Stein con el radicalismo para ingresar en el partido popular o coalicionistas, que propone al Dr. José Bernardo Iturraspe para gobernador de la provincia, postulación que Stein respalda sin eufemismos desde las páginas de su periódico.
1912 es finalmente el año en que en la provincia hay por primera vez un gobierno radical en la provincia, Lisandro de La Torre ingresa al Congreso y se produce el grito de Alcorta, movimiento gremial de chacareros cuyo impacto alcanza los círculos del poder nacional.
La tumultuosa lucha partidaria, el período rico en acontecimientos de la violencia política, son en definitiva un marco que explica la factibilidad del crimen, la impunidad de los asesinos y la de los que hoy llamaríamos autores ideológicos.
Un resumen de los hechos basándonos en las testimoniales del proceso al que se da curso para investigar el homicidio, explicaría que, más allá de la absolución que diera la justicia por entender que no había pruebas suficientes, los hermanos Juan y Benito Reina, habrían planificado con la ayuda de otros cómplices, el asesinato de Stein, estudiando sus movimientos.
Estrecharon el cerco vigilante en los últimos días, previos al atentado, y consumaron el mismo el domingo 21 de abril de 1912.
Según la misma fuente y la documentación compilada en el libro que reproduce las actuaciones del juicio y testimonios de la época, Juan Reina era según lo calificado por el defensor de los acusados y de Rodolfo Sommer; un agente político, lo que llamaríamos hoy, un puntero que junta votos en un distrito. El secuestro del arma en la casa de Reina por un allanamiento de la Justicia y la verificación que el mismo, un revólver Smith&Wesson calibre 38, era de propiedad del propio Sommer, termina por involucrar a éste en el crimen y salpicar a Rodolfo Lehmann, notorio dirigente radical de aquellos años, para quien Sommer se desempeñaba como administrador, "empleado del escritorio" como se decía entonces. Un administrador de plena confianza, que además manejaba dinero de la caja de caudales de Lehmann, y aquí surgen las graves presunciones que de esto deviene; cuando queda comprobado en el juicio seguido a los acusados y a Sommer, que los hermanos Reina habían recibido el arma y cuantiosas sumas de dinero en los días previos al atentado. Cuestión que incluso no fue negada por los procesados, según consta en autos.
Según el informe del Dr. Ricardo Paz, corroborado por varios declarantes en el proceso para la investigación de su asesinato, "Stein vivía acosado por sujetos que espiaban sus costumbre y seguían sus pasos”…." Este antecedente es de un valor inapreciable y se relaciona visiblemente, por decirlo así, con una espontaneidad hasta cierto punto probatoria, con la búsqueda insistente de un asesino por parte de Reina. Esta presunción es gravísima e irrefutable. Reina si no lo mueve ningún interés personal, busca por cuenta ajena un brazo capaz de eliminar al periodista Pedro Stein. De sus propias manifestaciones y de las deliberaciones de testigos que las corroboran, Reina aunque conocía a Stein no estaba enemistado con él; no tiene recursos conocidos de vida; no se le conoce trabajo y él mismo declara que las sumas de dinero de que dispone, las recibía a cambio de servicios políticos o por intermedio de Rodolfo Sommer, quien en otras oportunidades le ha facilitado su firma para retirar dinero del Banco. Si Reina no dispone de sumas de dinero, cómo ofrece importantes retribuciones a los ejecutores que solicita para su empresa? A Cuello le dio $ 50 a cuenta de mayor cantidad; a otros como Escudero, Salina, Payero, Moya, Farías, les ofrece sumas que varían entre $ 300 y $ 1.000. ¿De quien pensaba Reina obtener esos recursos? Solo manifiesta en sus declaraciones que recibía dinero de Rodolfo Sommer, empleado del escritorio de Rodolfo Lehmann."
Ricardo Paz era un abogado, aparentemente de importante prestigio, que residía en Buenos Aires y a quien se le solicitó un dictamen que opinara sobre el proceso que pese a haber detenido a los principales sospechosos culmina con la absolución de los acusados.
En la parte final este profesional hace una descripción y crítica luego de estudiar los autos del proceso y cuya reproducción es el más claro resumen que podemos encontrar de los hechos previos a la emboscada y del día "D" del asesinato.
"De las constancias a que me he referido y de las declaraciones concordantes existentes en el proceso, puede fácilmente inducirse la forma en que se realizó el crimen.
La vida Stein se encuentra sentenciada de muerte desde tiempo atrás. Juan Reina, agota sus esfuerzos en busca de un asesino que se anime a "matar o aporrear a un vecino de Esperanza", que por declaraciones de Payero y Escudero se ha establecido que era un "periodista gringo que antes era radical y ahora coalicionista".
Reina no encuentra entre todos los delincuentes a que se dirige, uno de bastantes entrañas como para asesinar por precio. Todos los sujetos solicitados le fallan a último momento y no tiene más remedio que recurrir a un individuo de su propia familia. Preparado el crimen y resuelto Benito Reina a realizarlo por instigaciones del hermano, se espera tan solo la ocasión favorable que lo permita. A ello obedece la presencia de Reina en los alrededores de la casa de Stein, demostrada en autos. Conocidas sus costumbres, advierten que la mejor hora para perpetrarlo impunemente es de 6 a 6,30 p.m., a la cual Stein acostumbra a retirarse de la pensión de Altvater, para ir a cenar a su casa, distante dos cuadras de la misma.
Mediaba una circunstancia que los favorecía. El foco de luz eléctrica de la esquina de las calles Castelli y San Martín no funcionaba con regularidad y se prendía por lo general de 6,30 a 7 p.m. Resuelven realizarlo a esa hora, pero como un hombre a pie puede ser alcanzado fácilmente, determinan conseguir entre sus amistades por un buen precio, un caballo para facilitar la fuga del asesino. Amancio Cejas había sido visto anteriormente por Reina quien le había propuesto la realización del crimen. Ceja, había rehusado, pero podía suponerse con fundamento que si no se animaba a ser el ejecutor, podría decidirse a colaborar en el mismo de un modo indirecto. Los hermanos Reina convienen con él el préstamo del caballo, y resuelto este punto, dan cita a Cejas para que se encuentre con Reina en la calle cortada que queda al sudeste, el día 21 de abril al anochecer.
Ese día, de 8 a 9 a.m., Reina va hasta la calle Castelli con el fin de asegurarse de que el que iba a ser su víctima estaba en Esperanza. Regresa a la casa de su hermano Juan y durante toda la tarde permanece en la misma esperando la hora propicia. De 5 a 5.30 aproximadamente salen los hermanos Reina de su casa y mientras Juan Reina prepara su coartada yendo a casa de los Gabriel, Benito Reina se dirige al lugar donde le diera cita a Cejas. En la calle cortada éste hace entrega del caballo y Benito Reina se dirige montado en él hacia la pensión de Altvater.
De alguna esquina próxima a ésta, aguarda la salida de Stein y en cuanto ve que éste se retira, lo sigue hasta llegar a la esquina de Castelli y San Martín, donde le hace un certero disparo con un revolver calibre 38 facilitado por su hermano Juan y huye velozmente tomando por la calle San Martín al Norte, dobla en la de Buenos Aires (hoy Lehmann) y en la intersección de ésta con la calle Rivadavia, pierde el rebenque. En su apresuramiento, no toma la precaución de recogerlo y sigue por la calle Gobernador Crespo en una huída fantástica, cruzando toda la parte baldía del Norte de la ciudad hasta llegar a la casa de Cejas donde deja la cabalgadura.
Inmediatamente regresa a pie y va al hotel Ronchetti, punto convenido con su hermano Juan para encontrarse después de perpetrado el asesinato y a donde llega a las 8 p. m. Se sienta a comer con su hermano y otras dos personas más; como se hablara del crimen temiendo que su estado de ánimo lo denuncie, apenas prueba la comida y se retira de inmediato a su casa.
Esta es la reconstrucción posible, que surge de los elementos del proceso. Cabe preguntas: ¿cuál es el móvil? No puede ser otro que el precio. Esta presunción está evidenciada por múltiples declaraciones; por el género de vida de los delincuentes; por su pobreza de solemnidad y por los gastos que realizan con posterioridad al crimen.
Si Juan Reina es el instigador ostensible y manifiesto; Benito Reina el presunto asesino y Amancio Cejas el cómplice que colaboró en el mismo, prestando el caballo, ha quedado en el misterio el verdadero ordenador del asesinato de Stein que debe haber sido alguien profundamente interesado en su desaparición.
La reproducción de los autos del proceso, y el informe de Paz, son los elementos documentales sobre los que se basa el libro que en su oportunidad editaron algunos amigos de Stein, a su memoria, y como protesta por la impunidad de los autores del crimen.
Por: Raúl J. Cueva

Otras Señales

Quizás también le interese: