Hoy a las 15 hs. en Rosario se nos fue el Negro. Tenía 62 años y sufría una larga enfermedad neurológica y degenerativa. Anoche se reunió con sus amigos de la Mesa de los galanes en El Cairo cuentan que lo vieron mejor y el partido de Argentina - Brasil, fue el tema.
La Secretaría de Cultura de la Nación declaró esta tarde "Día de duelo de la cultura nacional" por la muerte de Roberto Fontanarrosa. La Municipalidad dispuso que mañana viernes las banderas de todos los edificios públicos municipales se izen a media asta, al igual que la enseña del mástil mayor del Monumento Nacional a la Bandera.
"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro"
Roberto Fontanarrosa
Abel Sanabria es un colega y mandó el siguiente correo:
Murió un hombre que no merecía morir. Un poeta de todas las letras capaz de defender a Rosario Central y a las malas palabras en el Congreso Mundial de la Lengua con total impunidad ante el aplauso descomunal de las principales plumas de habla castellena del mundo actual.
Inodoro Pereyra, junto a Mendieta, se va a tomar un mate amargo, solo, bajo un árbol y no hará ninguna broma de doble sentido. Hoy, la Eulogia se salva. Boggie, el aceitoso, tal vez vaya a su funeral en el rosarino El Cairo o en club Rosario Central, porque no puede ser velado en otro lado.
El enseñó una vez que ese bar de Rosario era el único lugar de esa ciudad donde se podía encontrar un amigo a cualquier hora y en cualquier día. Por eso puso allí la mesa de los galanes. Porque adoraba la amistad.
Los amantes del fútbol, de todos los clubes, podrán volver a releer sus "Breves instrucciones para ver el fútbol" para saber por donde deberíamos ir y no por el camino donde vamos. No era solo sus manos lo que tenía mal.
Se fue y a partir de ahora, si no volvemos a leerlo, una y otra vez, seremos más pobres.
El humorista Carlos Garaycochea destacó la humildad e inteligencia de Roberto Fontanarrosa, quien dijo será un “mito” para Rosario, y manifestó que el escritor rosarino “no se creía nada y hablaba con cualquier persona porque a todos los ponía a la misma altura”.
“En Rosario va a ser un mito y se lo ha ganado”, sostuvo y consideró que “tenemos que seguir acordándonos de él a través de su obra que fue el humor”.
“Con el Negro éramos amigos. Aunque casi casi lo estábamos esperando y sabíamos que era irreversible, no lo podíamos creer y hasta esperábamos un milagro”, dijo Garaycochea.
Asimismo, destacó que “se fue un pedazo de hermano nuestro. El hizo el prólogo de mi último libro. Verlo cómo se nos iba lentamente... él no se va a ir nunca como ocurre con toda la gente buena”. “No estaría mal que alguna calle de Rosario lleve su nombre porque sería un gran recuerdo. Es muy difícil hilvanar palabras cuando uno recibe una noticia así”, manifestó.
La familia de Roberto Fontanarrosa solicitó a la comunidad que no envíe ofrendas florales a su velatorio y que el importe equivalente sea donado a entidades de bien público, en nombre del fallecido artista.
Biografía: La agencia Noticias Argentinas realizó el siguiente trabajo: Roberto Fontanarrosa, el genial creador rosarino que se llegó a posicionarse como uno de los escritores y humoristas más populares de la Argentina , murió hoy a los 62 años, en su ciudad natal, rodeado del afecto de sus seres queridos y del que le prodigaron en los últimos años sus agradecidos lectores.
El “padre” de “Inodoro Pereyra” y “Boogie, el aceitoso” falleció como consecuencia de un paro cardíaco que marcó el epílogo del calvario que, siempre con buen ánimo, sobrellevó el escritor en los últimos años, a raíz de una extraña enfermedad neurológica y degenerativa. A lo largo de más de 30 años, el “Negro” Fontanarrosa – un fanático acérrimo de Rosario Central– se destacó no sólo en el terreno del humor gráfico, donde inmortalizó a personajes como el perro Mendieta o la “china” Eulogia, sino también en sus quince libros de cuentos y novelas, que venía publicando desde 1981.
Su rol como creador que unía alta cultura y literatura popular también llegó a influir sobre otros ámbitos, como el teatro, con innumerables adaptaciones de sus cuentos, y el periodismo, en el que desembarcó de la mano del fútbol, una de sus grandes pasiones.
Fontanarrosa recibió en los últimos años de su vida diversos homenajes e, incluso, fue designado para clausurar el Congreso de la Lengua que se desarrolló en la Argentina. Su carrera como humorista gráfico comenzó en 1968, cuando publicó su primera viñeta, en la que podía verse a un policía con su macana manchado de sangre roja, mientras refelexionaba: “No hay ninguna duda, eran comunistas”.
En 1971, dio a conocer por primera vez una historieta protagonizada por un agente secreto, que con los años se transformaría en el célebre “Boogie, el aceitoso”. A partir de entonces, se destacaría en publicaciones como “Hortensia”, “Mengano” y “Satiricón”, lo que lo llevaría a publicar -a través de Ediciones de la Flor y en 1972- su primer libro de chistes gráficos, llamado “¿Quién es Fontanarrosa?”.
Luego, en 1973, comenzaría a colaborar en la contratapa del diario Clarín, que compartió en un primer momento con otros reconocidos humoristas como Caloi, Viuti, Tabaré, Altuna, Dobal, Ian, Rivero y Crist. En 1976, Fontanarrosa le dio vida a Inodoro Pereyra, acompañado como es sabido por Mendieta y “ la Eulogia ”, y el talento allí desplegado llevaría a los integrantes del grupo cómico-musical Les Luthiers a convocarlo para colaborar en los guiones de sus espectáculos.
Recién en 1981, un libro suyo sin aporte gráfico, es decir puramente textual, fue publicado bajo el titulo de “Best Seller”, que al año siguiente tendría una secuela llamada “El área 18” . Allí comenzaría una larga secuencia de quince títulos de cuentos y novelas, que ya alcanzaron dimensiones épicas y son material de lectura casi obligatoria por quienes se interesan en la literatura argentina.
En los últimos años, al “Negro” Fontanarrosa se le detectó una rara enfermedad degenerativa llamada Esclerosis Lateral Amiotrofica, que fue minando sus capacidades motrices, aunque él siguió ingeniándoselas para continuar con sus actividades.
En enero escribió esto en la revista Viva de Clarín marcando su despedida al dibujo. Incluso, casi hasta último momento siguió concurriendo al bar “La sede”, heredero del mítico “Cairo”, donde nació la celebérrima “Mesa de los galanes”, que el propio Fontanarrosa se encargaría de inmortalizar en uno de sus indelebles libros.