por Mempo Giardinelli
mgiardinelli@revistadebate.com.arBueno, el señor Macri gobernará la Capital; el ARI y Fabiana Ríos harán su primera experiencia de gestión en Tierra del Fuego; Huracán volverá a la primera división del fútbol argentino después de mucho tiempo y aquí en el Chaco la tala criminal de bosques sigue y seguirá como si nada. No en vano somos una de las provincias con mayor deforestación.
En
la Argentina desaparecieron en los últimos cuatro años más de
1.100.000 hectáreas de bosques nativos, según informa el diario porteño
La Nación. Esta indetenible tala de grandes superficies que se destinan a la agricultura -sobre todo al cultivo de soja- es especialmente brutal en las provincias de Chaco, Córdoba, Formosa, Salta, Santa Fe y Santiago del Estero.
El caso más alarmante es el santiagueño, con
515.228 hectáreas menos en cuatro años, que representan 25 veces el tamaño de toda la ciudad de Buenos Aires, según datos de
la Secretaría de Medio Ambiente de
la Nación.
El otro caso dramático es Salta, donde entre 2002 y 2006 se cortaron
414.934 hectáreas de bosques nativos, con un aumento en la tasa de desmonte de más del doble en comparación con el período 1998-2002. Una velocidad para eliminar bosques, por cierto, que en estas dos provincias supera al promedio mundial, incluso el de los países africanos.
En el Chaco, de acuerdo a estadísticas de Greenpeace, entre 2002 y 2004 se deforestaron
71.446 hectáreas, la mayor parte en los departamentos limítrofes con Santiago del Estero.
Y, aunque el Senado estudia desde hace más de un año la sanción de
la Ley Nacional de Bosques, ésta es resistida -insólitamente- por parte de gobiernos y dirigencias de las provincias del Norte, casi todos largamente sospechados de corrupción y cuyos gobernantes han sido más de una vez vinculados a negocios turbios con tierras públicas.
Sirva de muestra este hecho: mientras esta nota se escribe, todavía se aguarda aquí una autorización judicial para confiscar las maquinarias utilizadas en un desmonte ilegal detectado el fin de semana pasado en unas
1.300 hectáreas de la zona de Pampa del Infierno. Un allanamiento por parte de inspectores de
la Dirección de Bosques al predio fue frenado en el acto, y
la Justicia chaqueña no da curso al pedido de incautación de las máquinas que hicieron el desmonte, las cuales -seguramente- en estas mismas horas ya estarán cortando bosques en las cercanías. Y así siguiendo.
Claro que en Buenos Aires la desaparición de los bosques argentinos no interesa demasiado. El escenario político nacional no ha cambiado gran cosa, como era previsible, porque después de todo sólo se trató de una elección municipal en la ciudad más grande del país y de otra en la provincia más pequeña. Fueron comicios importantes, desde luego, pero por ahora nada va a cambiar y los problemas nacionales seguirán siendo los mismos.
Sin embargo el exitismo neomacrista ya sueña con presidencias extraboquenses, mientras el hartazgo y la frivolidad clasemedieras se llaman falta de energía, gran hermano, escasez de gas, bailando por un sueño, inseguridad en las calles, apología de
la Nada, trenes infames, la increíble Secretaría de Transportes que-no-se-toca y la histeria colectiva fogoneada por miles de taxistas adoctrinados por Radio 10.
En provincias solemos pensar que no se puede vivir dramatizando todo, todo el tiempo, como hacen los porteños. No tiene sentido, aunque tampoco parece tener destino, para decirlo anagramáticamente. Pero ahí está el sistema multimediático nacional para convencer a la ciudadanía, como siempre, de que le conviene lo que la atormenta.
En cambio lo que sí parece que tuvo sentido fue
la Convención Constituyente correntina. El 10 de junio pasado y después de meses de arduos debates se juró la nueva Constitución de
la Provincia de Corrientes, que prohibe acceder a bienes inmuebles ubicados en zonas de seguridad, áreas protegidas o de recursos estratégicos, a extranjeros no residentes ni nacionalizados, ni a sociedades conformadas por ciudadanos o capitales foráneos. Por 31 votos contra siete se estableció la soberanía correntina sobre sus recursos hídricos, o sea los Esteros del Iberá, declarados "patrimonio estratégico, natural y cultural de
la Provincia".
Una cuestión que desatará duros debates (en esta misma página ya nos ocupamos del proyecto Douglas Tompkins, y varias veces de problemas acuíferos y ambientales) pero que para millares de porteños sólo parece -y seguirá pareciendo- otro asunto de marcianos, o poco menos.
Foto: http://chacointerior.atspace.org/chaco_a.html