Responsables del equipo técnico de la Defensoría del Pueblo, llegaron a Concepción del Uruguay y sostuvieron una reunión de trabajo con periodistas de la ciudad para abordar el tratamiento del suicidio en los medios de comunicación. La actividad fue organizada por la Dirección de Salud Mental en conjunto con la Asociación de Periodistas del Departamento Uruguay.
Días pasados, Sofía Hammoe, integrante de la Dirección de Capacitación y Promoción y, Romina Paolino, directora de Análisis, Investigación y Monitoreo de la Defensoría del Público llegaron hasta Concepción del Uruguay, para participar de una jornada de trabajo y capacitación a periodistas de la ciudad y la región, sobre la temática del suicidio: Como citar estos temas, que datos brindar, que datos no pueden brindarse, como tratarlos, entre otras características como el uso de la terminología empleada por parte de los comunicadores.
El encuentro se realizó en el salón de Sesiones del Concejo Deliberante, y allí, las funcionarias explicaron con ejemplos las distintas modalidades de tratamiento de un tema, del que poco se habla desde la prevención, algo que se intentará incrementar en adelante.
Cabe destacar que este es un tema que se intenta abordar desde la Dirección de Salud Mental en las escuelas, en los clubes, y en todas las instituciones a las que se convoque al equipo técnico municipal.
La Defensoría del Público
La Defensoría del Público tiene la misión de promover, difundir y defender el derecho a la comunicación democrática de las audiencias de los medios de comunicación audiovisual en todo el territorio nacional.
Su existencia se sustenta en una concepción del Derecho a la Libertad de Expresión que contempla las facultades y obligaciones de quienes producen y emiten y también de quienes son receptores/as de medios. En este sentido, la figura del Defensor del Público oficia de intermediaria entre ambos extremos en representación de los intereses y derechos de las audiencias. Es articuladora entre los distintos sectores y actores de la comunicación y el público.
La Defensoría, es una organización bicameral que depende del Poder Legislativo Nacional. Recibe y canaliza las consultas, reclamos y denuncias del público para que sus derechos ciudadanos como receptores de medios sean respetados. Por eso, promueve la participación y el debate y lleva adelante una tarea pedagógica para explicar en qué consiste el derecho a la comunicación, cómo ejercerlo y cómo reclamar si no es respetado.
La función de la Defensoría del Público es contribuir, desde su especificidad, a la profundización de un nuevo mapa comunicacional desde el paradigma de Derechos Humanos y los valores democráticos.
Una perspectiva respetuosa
Por: Sergio Brodsky
Una vez me convocaron para dar una charla informativa de prevención del suicidio en un pueblo pequeño, donde tres vecinos se habían quitado la vida en el término de un mes. Uno de los asistentes, a modo de confesión, expresó que todo el pueblo -como en Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez- sabía que una de esas historias podía tener un trágico final.
Con una actitud que contenía algo de vergüenza y picardía a la vez, el participante de la jornada dijo que allí todos saben algo del vecino, murmuran; "pueblo chico, infierno grande", reparó.
En secreto se decía que la infidelidad y el maltrato del esposo de la mujer suicidada era la causa de su aspecto depresivo, lloroso, angustiado, que llevaba por la calle en los días previos a quitarse la vida. Pregunté si acaso se hubiera podido hacer algo para evitar el desenlace trágico. El encuentro entonces giró alrededor de esa idea. En el ida y vuelta de pareceres, se fue alentando la convicción de que contenerla, interactuar con ella, invitarla a "matear", acompañarla para radicar una denuncia por violencia, o buscar una asistencia profesional la hubiera ayudado, tal vez, a encontrar otras vías para su dolor.
La prevención de las conductas suicidas, desde una perspectiva comunitaria, participativa, requiere de la construcción de esos lazos solidarios. Precisamente lo contrario del chisme, ese goce cruel sobre la desdicha del otro.
Como vemos, chusmerío y empatía se oponen: el predominio de uno u otro revela la relación y el posicionamiento que una comunidad tiene frente al dolor del otro. Así, la prevención del suicidio supone, en lo esencial, una ética de la preocupación por el semejante.
El ejemplo sirve para reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación, que muchas veces, en el tratamiento de casos de suicidio, se comportan como vecinas con ruleros.
En otra ocasión, durante una charla dirigida a comunicadores, un periodista me preguntó qué haría en su lugar, cómo reaccionaría cuando la audiencia escribiera mensajes demandando información cuando se produjera un suicidio.
Al fundamentar, el trabajador de prensa aseguró que los lectores quieren saber todo: las causas de la determinación, si hubo infidelidades, quiebres económicos, alguna pasión insana, y cuál fue el método.
Ante la interpelación, se me ocurrió proponer que una buena idea sería remitirle la pregunta al inquisidor, para confrontarlo con su propia morbosidad. "¿Qué quiere saber, por qué?", le diría. Con paciencia le explicaría que la víctima y su familia, sus amigos, su sufrimiento, merecen respeto. Por eso, sencillamente, no publicaría ese tipo de información.
Si tuviera un poquito más de tiempo, hablaría del efecto Werther, ese contagio dominó, o conducta imitativa que una cobertura sensacionalista de los suicidios puede generar.
Lo curioso es que este intercambio era parte de una charla dirigida a comunicadores, sobre el rol de los medios en el tratamiento de la autodeterminación. Ante mi respuesta, el consultante se retiró de la sala.
Otra situación puede abonar esta reflexión. Recientemente, en San Salvador, familiares de una persona que se quitó la vida postearon en las redes sociales su indignación, debido a que fue filmada, fue revelado su nombre, y la forma en la que se suicidó, por parte de un medio de comunicación. La noticia también contenía una interpretación simplificada de los motivos, cuando se sabe que el suicidio es un fenómeno multidimensional.
Cuando a uno de los periodistas involucrados se lo cuestionó -a partir de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, acerca de cómo debe ser una cobertura responsable de los hechos de suicidio- respondió exaltado que no creía "en esas estupideces". Para él, evidentemente, no era cierto lo que los hechos han comprobado; es decir, el efecto Werther.
El contagio
Es oportuno recordar lo señalado por el psiquiatra, filósofo y psicoanalista francés Jacques Lacan. "Ciertamente el suicidio posee una belleza horrenda que lleva a los hombres a condenarlo de forma tan terrible, y también una belleza contagiosa, que da lugar a esas epidemias de suicidio de lo más reales en la experiencia".
Por su parte, el escritor alemán Johann Wolfgang Goethe, produjo, a fines del siglo XVIII, una novela que traducía, talento literario mediante, un drama personal: un desengaño amoroso del autor que lo deprimió profundamente. En ese contexto, necesitó "escribir para no morir", como decía Alfonsina Storni.
A su obra, la llamó "Las penas del joven Werther". Cuenta la historia de un enamorado no correspondido, cuya frustración termina en la determinación suicida. La publicación de este libro generó la conducta imitativa de cientos de jóvenes en toda Europa, al punto tal, que fue prohibida en varios países.
El sociólogo norteamericano, David Philips, fundamentó, a través de sus investigaciones, hipótesis sobre el efecto dominó que generó la novela de Goethe.
Lo que Philips corroboró es que cuando el diario New York Times publicaba de modo sensacionalista hechos de suicidio, estos se incrementaban notablemente. Más aún cuando se trataba de una celebridad. A este efecto contagio, imitativo, lo llamó efecto Werther.
Con los años, estos hallazgos llevaron a la Organización Mundial de la Salud a recomendar pautas para la cobertura responsable de este tipo de casos. Entre otras sugerencias, se encuentra la de no publicar el suicidio en tapa; no mostrar imágenes de la persona que se quitó la vida; no dar detalles sobre el método utilizado ni el escenario del suceso; no dar explicaciones simplistas; y no circunscribir el suicidio a una solución a problemas y, mucho menos, asociarlo a causas hipotéticamente nobles.
En el mismo sentido, en un material llamado "Abordaje de la problemática del suicidio en los medios: claves para una comunicación responsable", el Ministerio de Salud de la Nación y la Defensoría del Público, aconsejan "desarrollar un abordaje riguroso e integral, evitando conjeturas y difusión del método. El suicidio tiene muchas dimensiones y causas. Por eso se sugiere evitar la difusión de hipótesis y análisis personales sobre los hechos y las causas que pudieron derivar en un suicidio o en su intento".
Del mismo modo, la ley nacional de prevención del suicidio, 27.130, establece la necesidad de la capacitación de los medios de comunicación para brindar una cobertura responsable.
El valor de preguntar
Más allá de lo que puntualmente indican las normas, parece claro que se precisa de políticas públicas que ayuden a transformar la instalada cultura del morbo, por otra más respetuosa de las personas.
Lamentablemente sigue predominando el "como si" de los programas estatales, quedando desprotegidas muchas personas y sus familiares. Sobre todo, en este contexto pandémico y post pandémico que fragiliza aún más las condiciones de la salud mental de la población.
El periodista de San Salvador que, como muchos otros, no tuvo reparos en humillar a la víctima y a su entorno familiar, dijo que su deber era informar. Está claro que sí; pero no de ese modo.
Hay que decir que los comunicadores pocas veces interpelan con el mismo ahínco a las autoridades, y que casi nunca preguntan y repreguntan sobre una realidad tan grave y penosa a los responsables de tratarla. Tampoco se animan a interrogar a los funcionarios sobre la existencia y/o eficacia de programas de prevención del suicidio. Claro, pareciera que es más sencillo ejercer ese "deber de informar" lastimando y mancillando a la víctima y sus allegados.
Buenas prácticas
Así como hay experiencias cuestionables, hay otras que merecen ser destacadas por el compromiso y el valor de sus aportes.
Por iniciativa del municipio de Los Charrúas, el psicólogo Sergio Brodsky fue convocado para abordar este asunto complejo, como el suicidio, que ha generado inquietudes en esta comunidad. Entre las estrategias desplegadas aparece la participación durante media hora en un programa radial que conduce Walter Schvintt, en FM Sol.
En ese micro, se comparte información preventiva básica para la promoción de la salud mental y la prevención del suicidio.
La audiencia participa y en los intercambios se explica por qué el suicidio se puede prevenir, cuáles son los factores protectores y de riesgo, a qué le llamamos indicadores de riesgo, de qué modo se puede ayudar, y temas conexos como la depresión, las adicciones, o el bullying.
Así, un medio de comunicación contribuye a que se venzan prejuicios que pesan sobre ir al psicólogo, y se aprovecha para compartir teléfonos de equipos que prestan asistencia.
Como vemos, la comunicación social tiene mucho que hacer en estos temas vinculados a las transformaciones en la cultura y en las formas de pensar.
Fuentes: UNO Entre Ríos y El Diario