En cuestión de horas, el escenario político parece haberse resquebrajado. El impacto electoral reabrió en los medios el espacio para especuladores de la rosca, astrólogos de la realidad y encuestadores en busca de la credibilidad perdida. Lo singular es que todos ellos insisten en poner el acento en aquello que diferencia a los principales candidatos, y casi nadie señala algunas sugestivas similitudes
En cuestión de horas, el escenario político parece haberse resquebrajado. El impacto electoral reabrió en los medios el espacio para especuladores de la rosca, astrólogos de la realidad y encuestadores en busca de la credibilidad perdida. Lo singular es que todos ellos insisten en poner el acento en aquello que diferencia a los principales candidatos, y casi nadie señala algunas sugestivas similitudes programáticas. Por ejemplo, los tres referentes conservadores defienden una política de "seguridad" respaldada en la multiplicación de la policía del "gatillo alegre y la mano en la lata" –según la vigente definición de Rodolfo Walsh– como fuerza de choque en los barrios populares, pero ninguno de ellos asume la cruda verdad: el narcotráfico sigue siendo un negocio bajo el control de los uniformados; la estigmatización del joven y del pobre se ha profundizado en la última década y la corrupción es un cáncer que transformó a la institución policial en la más poderosa banda delictiva del país.
Otra coincidencia de esa hidra de tres cabezas fue el disciplinamiento a la línea bajada desde el Vaticano: Bergoglio digita gran parte de las estrategias partidarias, por eso se profundiza un brusco contraste entre una Iglesia oscurantista y retrógrada con inédita influencia política (impuso hasta consignas en la última campaña), y un movimiento de mujeres cada vez más activo y protagónico, que insiste de modo militante en defender el aborto legal, seguro y gratuito como derecho impostergable y, al mismo tiempo, como freno ante una tragedia mirada con indiferencia por el Estado: la principal causa de muerte materna en Argentina siguen siendo los abortos clandestinos.
La lógica extractivista y la dependencia con el modelo sojero son otros elementos que cuentan con el consentimiento de las principales referencias electorales: los funcionarios provinciales actúan como representantes de los intereses de las grandes corporaciones mineras, y la abultada billetera de gigantes como Barrick Gold logra mantener en silencio al periodismo cómplice ante casos como el acontecido, semanas atrás, con el derrame de cianuro en Jachal, San Juan. Del mismo modo, siguen sin escucharse voces disonantes ante la consolidación de la Patria Sojera y sus socios agrotóxicos, con Monsanto como emergente incuestionable.
Los que hoy se rasgan las vestiduras por las esquirlas que desparramaron las urnas, ayer no se ruborizaban cuando barrían la mugre debajo de la alfombra: la lógica oportunista de apelar siempre al "mal menor", de sustentar cualquier candidatura en la consigna "el otro es peor", de someterse al verticalismo mudo y no incentivar el debate interno, son parte de un proceso que incluyó no inquietarse nunca ante el vertiginoso corrimiento hacia la derecha de sus referentes, y por ese motivo no terminan de asimilar las lecciones de un presente que ellos mismos ayudaron a engendrar.
Editorial de la Revista Sudestada